Saturday, February 1, 2025

DAB Español, Domingo 02 de Febrero

Día 033, DAB Español, Domingo 02 de Febrero


Éxodo 15:20-17:7; Mateo 22:1-32; Salmos 27:1-7; Proverbios 6:20-26 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))











Éxodo 15:20-17:7

La Palabra (Hispanoamérica)


20 Entonces María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en sus manos, y todas las mujeres salieron detrás de ella danzando y tocando panderos, 21 mientras ella les cantaba:


“Cantad al Señor,

porque sublime ha sido su victoria;

caballos y jinetes hundió en el mar”.

II.— LA MARCHA A TRAVÉS DEL DESIERTO (15,22—18,27)

Quejas del pueblo (15,22—17,16)

El agua amarga de Mará


22 Moisés hizo partir a los israelitas desde el mar de las Cañas en dirección al desierto de Sur. Caminaron por el desierto tres días sin encontrar agua; 23 llegaron a Mará donde no pudieron beber de sus aguas, porque eran amargas. Por eso se llama ese lugar Mará, —es decir, amargura—.


24 El pueblo comenzó a quejarse de Moisés, diciendo:


— ¿Qué vamos a beber?


25 Entonces Moisés invocó al Señor, y el Señor le mostró un arbusto. Moisés lo arrojó al agua y las aguas se volvieron dulces.


Allí el Señor dio al pueblo leyes y normas, y lo puso a prueba 26 diciéndole:


— Si obedeces al Señor, tu Dios, haciendo lo que él aprueba, cumpliendo sus mandatos y observando todas sus leyes, no te enviaré las enfermedades que he enviado a los egipcios, porque yo soy el Señor, quien cuida de tu salud.


27 Después llegaron a Elín, donde había doce manantiales y setenta palmeras, y acamparon allí, junto a los manantiales.

El maná y las codornices


16 Toda la comunidad de Israel partió de Elín y llegó al desierto de Sin, que está entre Elín y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto. 2 Allí, en el desierto, toda la comunidad de los Israelitas comenzó a protestar contra Moisés y Aarón, 3 diciendo:


— ¡Más nos valdría que el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Pero ustedes nos han traído a este desierto para hacer morir de hambre a toda esta muchedumbre.


4 Entonces el Señor dijo a Moisés:


— Yo haré caer pan del cielo y el pueblo saldrá diariamente a recoger únicamente la ración de cada día; así lo pondré a prueba, para ver si se comportan o no según mis instrucciones. 5 El sexto día recogerán y prepararán doble ración.


6 Moisés y Aarón dijeron entonces a los israelitas:


— Esta tarde se darán cuenta de que ha sido el Señor quien los ha sacado de Egipto; 7 y por la mañana verán la gloria del Señor, pues los ha oído murmurar contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros para que nos critiquen?


8 Y Moisés añadió:


— Esta tarde el Señor les dará carne para comer, y por la mañana pan hasta que se sacien, pues los ha oído murmurar contra él. Porque ¿quiénes somos nosotros? En realidad, no han murmurado ustedes contra nosotros, sino contra el Señor.


9 Luego Moisés dijo a Aarón:


— Di a toda la comunidad de los israelitas que se acerquen a la presencia del Señor, porque él ha oído sus murmuraciones.


10 Mientras Aarón les estaba hablando, todos los israelitas miraron hacia el desierto y vieron cómo la gloria del Señor se aparecía en la nube. 11 El Señor habló así a Moisés:


12 — He oído las murmuraciones de los israelitas. Ahora diles: “Al caer la tarde comerán carne, y por la mañana se saciarán de pan”. Así reconocerán que yo soy el Señor su Dios.


13 Efectivamente, al llegar la tarde descendieron codornices en tal cantidad, que cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. 14 Cuando se disipó el rocío, había sobre el suelo del desierto una cosa menuda y granulada, algo parecido a la escarcha. 15 Al verlo, los israelitas se preguntaban unos a otros:


— ¿Manhu? —es decir, ¿qué es esto?— pues no sabían lo que era.


Y Moisés les dijo:


— Este es el pan que el Señor les da como alimento. 16 El Señor ha ordenado que cada uno recoja lo que necesite para comer según el número de personas que vivan con él, aproximadamente dos litros por persona.


17 Los israelitas lo hicieron así, y unos recogieron más y otros menos. 18 Luego, al medirlo, vieron que al que había recogido más no le sobraba, ni al que había recogido menos le faltaba, porque cada uno había recogido lo preciso para comer.


19 Además, Moisés les advirtió:


— Que nadie guarde nada para el día siguiente.


20 Sin embargo, algunos no le obedecieron y guardaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se echó a perder. Y Moisés se enojó con ellos.

Informaciones sobre el maná


21 Por la mañana, cada uno recogía la cantidad que iba a comer; lo que quedaba se derretía con el calor del sol. 22 Pero el día sexto recogieron doble porción de alimento: cuatro litros por persona. Los principales de la comunidad fueron a informar de ello a Moisés, 23 y este les contestó:


— Esto es lo que ha ordenado el Señor: mañana es sábado, día de descanso, consagrado al Señor. Todo lo que tengan que cocer y hervir, cuézanlo y hiérvanlo hoy, y guarden para mañana lo que les sobre.


24 Conforme a lo ordenado por Moisés, guardaron para el día siguiente lo que les había sobrado, sin que criara gusanos ni se pudriera. 25 Moisés les dijo:


— Cómanlo hoy, porque hoy es día de descanso dedicado al Señor, y hoy no lo encontrarán en el campo. 26 Lo recogerán durante seis días a la semana, pero el séptimo, que es sábado, no lo habrá.


27 Algunos, sin embargo, salieron a recogerlo el séptimo día, pero no encontraron nada. 28 Entonces Moisés les dijo por encargo del Señor:


— ¿Hasta cuándo van a seguir desobedeciendo los mandatos y las leyes del Señor? 29 Piensen que si el Señor les ha dado el sábado, el sexto día les proporciona también alimento para dos días. Así que nadie salga de su tienda el séptimo día, sino que permanezca cada uno en su lugar.


30 Así pues, el séptimo día, el pueblo descansó.


31 Los israelitas llamaron a este alimento maná. Era blanco, semejante a la semilla del cilantro, y sabía a torta de miel.


32 Después dijo Moisés:


— Esto es lo que ha mandado el Señor: “Llenen de maná un recipiente de dos litros, y consérvenlo para que las generaciones venideras puedan ver el pan con que los alimenté en el desierto, cuando los saqué de Egipto”.


33 Moisés dijo a Aarón:


— Toma una vasija, echa en ella una ración de maná y deposítala ante el Señor, como muestra para las generaciones venideras.


34 Y Aarón, obrando conforme al mandato del Señor a Moisés, depositó la ración de maná ante el Arca del testimonio, para que se conservase.


35 Los israelitas comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierras de cultivo, es decir, hasta que cruzaron la frontera de la tierra de Canaán.


36 Una ración equivalía a poco más de dos litros.

El agua del peñasco (Nm 20,1-13)


17 Toda la comunidad de Israel partió del desierto de Sin y siguió avanzando por jornadas, de acuerdo con las órdenes del Señor, hasta llegar a Refidín, donde acamparon. El pueblo no tenía allí agua para beber, 2 y se enfrentó a Moisés, diciéndole:


— ¡Danos agua para beber!


Respondió Moisés:


— ¿Por qué se enfrentan a mí y ponen a prueba al Señor?


3 Pero el pueblo, sediento, siguió murmurando contra Moisés:


— ¿Para esto nos has sacado de Egipto, para que muramos de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?


4 Moisés suplicó entonces al Señor:


— ¿Qué puedo hacer con esta gente? ¡Están a punto de apedrearme!


5 Y el Señor le respondió:


— Ponte al frente del pueblo acompañado de algunos ancianos de Israel, empuña la vara con la que golpeaste el Nilo y ponte en marcha. 6 Yo estaré contigo allí, junto a la peña de Horeb; golpearás la peña y de ella manará agua para que el pueblo beba.


Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel. 7 Y llamó a aquel lugar Masá (es decir, prueba) y Meribá (es decir, querella), porque los israelitas pusieron a prueba al Señor y se querellaron contra él, diciendo:


— ¿Está o no está el Señor con nosotros?



Mateo 22:1-32

La Palabra (Hispanoamérica)

Parábola de las bodas (Lc 14,15-24)


22 Jesús, tomando la palabra, les volvió a hablar en parábolas diciendo:


2 — El reino de los cielos puede compararse a un rey que iba a celebrar la boda de su hijo. 3 Envió a sus criados a llamar a los invitados a la boda, pero estos no quisieron acudir. 4 Volvió a enviarles más criados, con este encargo: “Díganles a los invitados que ya tengo preparado el banquete. He hecho matar mis terneros y reses cebadas y está todo a punto. Que vengan a la boda”. 5 Pero los invitados no quisieron hacer caso, sino que cada cual se fue a su propia hacienda o sus negocios. 6 Hasta hubo algunos que, echando mano de los criados, los golpearon y los asesinaron. 7 El rey entonces, montando en cólera, mandó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su ciudad. 8 Después dijo a los criados: “La boda está preparada, pero aquellos invitados no eran dignos de venir. 9 Por tanto, vayan a las encrucijadas de los caminos e inviten a la boda a todos los que encuentren”. 10 Salieron los criados a los caminos y reunieron a cuantos encontraron, lo mismo malos que buenos. De esa manera, la sala de bodas se llenó de comensales.


11 Cuando el rey entró a ver a los invitados, observó que uno de ellos no llevaba traje de boda 12 y le preguntó: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de boda?”. Él se negó a contestar. 13 Entonces el rey dijo a los criados: “Átendlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes”. 14 Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.

La cuestión del tributo al emperador (Mc 12,13-17; Lc 20,20-26)


15 Se pusieron entonces los fariseos a estudiar la manera de acusar a Jesús por algo que dijera. 16 Así que le enviaron algunos de sus propios seguidores, junto con otros que pertenecían al partido de Herodes, para que le dijeran:


— Maestro, sabemos que tú eres sincero y que enseñas con toda verdad a vivir como Dios quiere; no te preocupa el qué dirán, ni juzgas a la gente por las apariencias. 17 Danos, pues, tu opinión: ¿estamos o no obligados a pagar tributo al emperador romano?


18 Jesús, advirtiendo su mala intención, les contestó:


— ¿Por qué me ponen trampas, hipócritas? 19 Enséñenme la moneda con que se paga el tributo.


Ellos le presentaron un denario, 20 y Jesús preguntó:


— ¿De quién es esta efigie y esta inscripción?


21 Le contestaron:


— Del emperador.


Entonces les dijo Jesús:


— Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.


22 Al oír esta respuesta, quedaron estupefactos y, dejando a Jesús, se fueron.

La cuestión de la resurrección (Mc 12,18-27; Lc 20,27-40)


23 Aquel mismo día se acercaron a Jesús unos saduceos que, al no creer en la resurrección, le hicieron esta pregunta:


24 — Maestro, Moisés mandó: Si un hombre casado muere sin haber tenido hijos, su hermano deberá casarse con la viuda para dar descendencia al hermano difunto. 25 Pues bien, entre nosotros hubo una vez siete hermanos; el primero de ellos, que estaba casado, murió sin haber tenido descendencia, por lo cual su viuda se casó con el hermano siguiente. 26 Pero lo mismo le sucedió al segundo, y luego al tercero, y así hasta los siete. 27 La última en morir fue la mujer. 28 Así pues, en la resurrección, ¿de cuál de los siete hermanos será esposa, si todos estuvieron casados con ella?


29 Jesús les contestó:


— Están muy equivocados, porque ustedes ni conocen las Escrituras ni tienen idea del poder de Dios. 30 En la resurrección ya no habrá matrimonios, sino que todos serán como los ángeles que están en el cielo. 31 En cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído ustedes que Dios dijo: 32 Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Pues bien, él es Dios de vivos y no de muertos.



Salmos 27:1-7

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 27 (26)

El Señor me acoge


27 De David.

El Señor es mi luz, mi salvación,

¿de quién tendré miedo?

El Señor es mi refugio,

¿a quién temeré?

2

Cuando los malvados me atacan

para devorarme,

son ellos, enemigos y adversarios,

los que tropiezan y caen.

3

Si acampara contra mí un ejército,

no tendría miedo;

si se declarase contra mí una guerra,

me sentiría seguro.

4

Una sola cosa pido al Señor,

sólo esto quiero:

sentarme en la casa del Señor

todos los días de mi vida,

contemplar la gracia del Señor

y frecuentar su Templo.

5

Me resguardará en su cabaña

en el tiempo adverso,

me protegerá al abrigo de su Tienda,

me alzará sobre una roca.

6

Y entonces yo venceré

al enemigo que me asedia,

ofreceré en su tienda

sacrificios jubilosos;

cantaré y alabaré al Señor.

7

Escúchame, Señor, yo te llamo;

apiádate de mí, atiéndeme.



Proverbios 6:20-26

La Palabra (Hispanoamérica)

Sobre el adulterio


20

Cumple, hijo mío, los mandatos de tu padre

y no desprecies las enseñanzas de tu madre.

21

Llévalos siempre grabados en tu mente

y átalos alrededor de tu cuello.

22

Cuando camines, te guiarán;

cuando te acuestes, te protegerán;

cuando despiertes, conversarán contigo.

23

Porque el mandato es lámpara, la enseñanza es luz

y la reprensión que corrige es camino de vida.

24

Te protegerán de la mujer mala,

de la lengua melosa de la extraña.

25

No te dejes seducir por su belleza,

ni te dejes cautivar por sus miradas.

26

Pues a la prostituta basta una hogaza de pan,

mas la casada persigue a personas valiosas.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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