Monday, February 10, 2025

DAB Español, Martes 11 de Febrero

Día 042, DAB Español, Martes 11 de Febrero


Éxodo 32:1-33:23; Mateo 26:69-27:14; Salmos 33:1-11; Proverbios 8:33-36 (Nueva Biblia Viva (NBV))











Éxodo 32-33

Nueva Biblia Viva

El becerro de oro


32 Como Moisés se demoraba en descender del monte, el pueblo se presentó ante Aarón:


―Mira —le dijeron—, haznos dioses que nos dirijan, porque este Moisés que nos sacó de Egipto no aparece; algo debe de haberle ocurrido.


2-3 ―Tráiganme los aretes de oro que tengan sus esposas, hijos e hijas —respondió Aarón.


Así que todos los que tenían aretes se los quitaron y se los entregaron a Aarón. 4 Entonces él fundió el oro, y con un cincel hizo un becerro. Al ver el becerro, el pueblo exclamó: «¡Israel, este es tu dios que te sacó de Egipto!».


5 Cuando Aarón vio lo feliz que estaba el pueblo con el becerro, edificó un altar delante del becerro, y anunció:


―Mañana habrá fiesta en honor del Señor.


6 A la mañana siguiente madrugaron y comenzaron a presentar holocaustos y ofrendas de paz. Luego de comer y beber, se entregaron a la diversión. 7 Por eso, el Señor le dijo a Moisés:


―Date prisa, desciende, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha contaminado, 8 y pronto han abandonado mis leyes. Han hecho un becerro y lo han adorado; le han ofrecido sacrificios y han dicho: “¡Israel, este es tu dios que te sacó de Egipto!”.


9 El Señor añadió:


―He visto que este pueblo es rebelde y testarudo. 10 Deja que desate contra ellos mi ira y los destruya; y de ti, Moisés, haré otra nación grande.


11 Pero Moisés le rogó al Señor que no lo hiciera.


―Señor —suplicó—, ¿por qué se ha encendido tanto tu ira contra este tu pueblo, al que sacaste de Egipto con tu gran poder y tan grandes milagros? 12 ¿Quieres que los egipcios digan: “Dios los engañó y los hizo ir a las montañas para matarlos y borrarlos de la tierra”? Aparta tu ira y no le hagas eso a tu pueblo. 13 Recuerda lo que le prometiste a tus siervos Abraham, Isaac e Israel cuando juraste por ti mismo: “Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda la tierra que he prometido a tus descendientes, y la heredarán para siempre”.


14 Entonces el Señor tuvo compasión de ellos y no los destruyó. 15 Luego Moisés descendió del monte, llevando en sus manos las dos tablas de piedra, en las que estaban escritos los mandamientos por ambos lados. 16 Dios mismo preparó las tablas y escribió en ellas.


17 Cuando Josué oyó el bullicio del pueblo que gritaba, le dijo a Moisés:


―Suena como si estuvieran preparándose para la guerra.


18 Pero Moisés le respondió:


―No es grito de victoria ni de derrota lo que yo oigo; lo que escucho son canciones.


19 Cuando llegaron cerca del campamento, Moisés vio el becerro y las danzas, y con terrible ira arrojó las tablas al suelo, al pie del monte, y se rompieron. 20 Luego tomó el becerro, lo fundió en fuego, y cuando se enfrió el metal, lo molió hasta hacerlo polvo. Mezcló ese polvo con agua, para que el pueblo bebiera. 21 Después se dirigió a Aarón, y le preguntó:


―¿Qué te ha hecho este pueblo, para que le hagas cometer este terrible pecado?


22 ―No te enojes tanto —dijo Aarón—. Tú bien sabes que este pueblo es inclinado a la maldad. 23 Ellos me dijeron. “Haznos un dios que nos dirija, porque algo le habrá ocurrido a Moisés, el que nos sacó de Egipto”. 24 Entonces les dije: “Tráiganme sus aretes”. Ellos me los trajeron, los eché al fuego… y ¡salió este becerro!


25 Cuando Moisés vio que Aarón no había podido guiar bien a los israelitas, y que por eso se habían vuelto locos, de tal modo que la gente de otros pueblos se estaban burlando de ellos, 26 se paró a la entrada del campamento y gritó: «¡Todos los que estén de parte del Señor, vengan aquí y únanse a mí!». Entonces todos los levitas se acercaron.


27 Moisés les dijo: «El Señor, Dios de Israel, les ordena que tomen sus espadas y recorran el campamento, de uno a otro extremo, y maten a sus hermanos, parientes y vecinos». 28 Los levitas lo hicieron, y aquel día mataron a unos tres mil hombres.


29 Moisés, entonces, les dijo: «Hoy se han santificado para el servicio del Señor, porque han obedecido, aun cuando tuvieron que dar muerte a sus hijos y hermanos. Ahora el Señor les dará una gran bendición».


30 Al día siguiente, Moisés le dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado, pero yo regresaré a la montaña, y me presentaré delante del Señor, para interceder por ustedes. Quizá él quiera otorgarles el perdón».


31 Moisés regresó a la presencia del Señor, y le dijo:


―Desgraciadamente este pueblo ha pecado en gran manera y ha hecho ídolos de oro. 32 Sólo te ruego que perdones su pecado. Si no lo haces, te pido que borres mi nombre del libro que has escrito.


33 ―Cualquiera que haya pecado contra mí —dijo el Señor— será borrado. 34 Ahora vé y conduce al pueblo al lugar que yo te indiqué, y diles que mi ángel irá delante de ellos. Sin embargo, cuando yo visite a este pueblo, lo castigaré por sus pecados.


35 Luego el Señor envió una gran plaga al pueblo, porque habían adorado al becerro que Aarón les hizo.

Hacia la Tierra prometida


33 El Señor le dijo a Moisés: «Lleva a este pueblo que sacaste de Egipto a la tierra que prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, porque yo les prometí que les daría esta tierra a sus descendientes. 2 Enviaré un ángel delante de ti para que expulse a los cananeos, a los amorreos, a los hititas, a los ferezeos, a los heveos y a los jebuseos. 3 Es una tierra de la que fluye leche y miel. Pero yo no iré con ustedes, porque son un pueblo rebelde y soberbio, y no resistiré el deseo de destruirlos en el camino».


4 Cuando los israelitas oyeron estas duras palabras, se pusieron a llorar, y se despojaron de sus joyas y ornamentos, 5 porque el Señor le había ordenado a Moisés que les dijera: «Ustedes son un pueblo rebelde y soberbio. Si estuviera con ustedes un momento, los exterminaría. Quítense las joyas y ornamentos hasta que decida lo que haré con ustedes». 6 Después de esto, ellos dejaron de usar joyas.

La Tienda de reunión


7 Moisés siempre levantaba, a cierta distancia del campamento, el santuario o Tienda de reunión con Dios. Todo el que quería consultar al Señor, iba allí. 8 Siempre que Moisés salía hacia la Tienda de reunión, el pueblo se levantaba y se paraba a la entrada de sus tiendas, y se quedaban mirando hasta que él entraba en la Tienda. 9 Cuando él entraba, la columna de nube descendía y cubría la entrada, mientras el Señor le hablaba. 10 Entonces todo el pueblo adoraba delante de sus tiendas, y se inclinaba ante la columna de nube. 11 En la Tienda de reunión, el Señor le hablaba a Moisés cara a cara, como un hombre habla con su amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero el joven que le ayudaba, Josué hijo de Nun, nunca se alejaba de la Tienda de reunión.

La gloria del Señor


12 Moisés un día habló allí con el Señor, y le dijo:


―Me has pedido que lleve a este pueblo a la Tierra prometida, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. Dices que eres mi amigo y que he hallado gracia delante de ti. 13 Si es así, te ruego que me indiques qué quieres que haga, para que pueda comprenderte claramente y saber que cuento con tu ayuda. No olvides que esta nación es tu pueblo.


14 Y el Señor respondió:


―Yo iré contigo y te daré descanso.


15 Moisés le dijo:


―Si no vas a ir con nosotros, no dejes que nos movamos ni un paso de este lugar. 16 Si no vas con nosotros, ¿quién sabrá que mi pueblo y yo contamos con tu ayuda, y que somos diferentes a los demás pueblos que habitan la tierra?


17 Entonces el Señor le respondió:


―Haré lo que tú has pedido, porque ciertamente cuentas con mi ayuda, y eres mi amigo.


18 Moisés, entonces, le dijo:


―¡Permíteme contemplar tu gloria!


19 Y el Señor le respondió:


―Haré que pase delante de ti mi gloria, y pronunciaré mi nombre, pues soy bondadoso y compasivo con quien quiero. 20 Pero no podrás ver mi rostro, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo. 21 Sin embargo, quédate en esta roca que está junto a mí, 22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. 23 Luego quitaré mi mano, y podrás verme la espalda, pero no el rostro.



Mateo 26:69-27:14

Nueva Biblia Viva

Pedro niega a Jesús


69 Mientras Pedro estaba en el patio, una muchacha se le acercó y le dijo:


―Tú también andabas con Jesús el galileo.


70 ―No sé de qué estás hablando —le respondió Pedro enojado.


71 Más tarde, a la salida, otra mujer lo vio y dijo a los que lo rodeaban:


―Ese hombre andaba con Jesús el nazareno.


72 Esta vez, Pedro juró que no lo conocía y que ni siquiera había oído hablar de él. 73 Pero al poco rato se le acercaron los que por allí andaban y le dijeron:


―No puedes negar que eres uno de los discípulos de ese hombre. ¡Hasta tu manera de hablar te delata!


74 Por respuesta, Pedro se puso a maldecir y a jurar que no lo conocía. Pero mientras hablaba, el gallo cantó 75 y le hizo recordar las palabras de Jesús: «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces».


Y corrió afuera a llorar amargamente.

Judas se ahorca


27 Al amanecer, los principales sacerdotes y funcionarios judíos se reunieron a deliberar sobre la mejor manera de lograr que el gobierno romano condenara a muerte a Jesús. 2 Por fin lo enviaron atado a Pilato, el gobernador romano.


3 Cuando Judas, el traidor, se dio cuenta de que iban a condenar a muerte a Jesús, arrepentido y adolorido corrió a donde estaban los principales sacerdotes y funcionarios judíos a devolverles las treinta piezas de plata que le habían pagado.


4 ―He pecado entregando a un inocente —declaró.


―Y a nosotros ¿qué nos importa? —le respondieron.


5 Entonces arrojó en el templo las piezas de plata y corrió a ahorcarse.


6 Los principales sacerdotes recogieron el dinero.


―No podemos reintegrarlo al dinero de las ofrendas —se dijeron—, porque nuestras leyes prohíben aceptar dinero contaminado con sangre.


7 Por fin, decidieron comprar cierto terreno de donde los alfareros extraían barro. Aquel terreno lo convertirían en cementerio de los extranjeros que murieran en Jerusalén. 8 Por eso ese cementerio se llama hoy día Campo de Sangre. 9 Así se cumplió la profecía de Jeremías que dice:


«Tomaron las treinta piezas de plata, precio que el pueblo de Israel ofreció por él, 10 y compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor».

Jesús ante Pilato


11 Jesús permanecía de pie ante Pilato.


―¿Eres el Rey de los judíos? —le preguntó el gobernador romano.


―Sí —le respondió—. Tú lo has dicho.


12 Pero mientras los principales sacerdotes y los ancianos judíos exponían sus acusaciones, nada respondió.


13 ―¿No oyes lo que están diciendo contra ti? —le dijo Pilato.


14 Para asombro del gobernador, Jesús no le contestó.



Salmos 33:1-11

Nueva Biblia Viva


33 Canten al Señor con alegría, ustedes los justos; es propio de los íntegros alabar al Señor. 2 Alaben al Señor al son de la lira, entonen alabanzas con el arpa. 3 Compónganle nuevos cánticos de alabanza, hábilmente acompañados en el arpa; canten con júbilo.


4 Porque todas las palabras de Dios son rectas; y cuanto él hace merece nuestra confianza. 5 Él ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de su tierno amor. 6 Bastó que hablara, y se formaron los cielos; que soplara para que se formaran todas las estrellas. 7 Él puso límites a los mares y encerró los océanos en su gran estanque.


8 Que todos en el mundo teman al Señor, y ante él sientan sobrecogido respeto. 9 Porque bastó que hablara, y surgió el mundo. ¡A su mandato, apareció! 10 Desbarata los planes de todas las naciones, y frustra todos sus proyectos. 11 Pero los planes de él permanecen para siempre. Sus intenciones son inamovibles.


Proverbios 8:33-36

Nueva Biblia Viva


33 Escuchen mi consejo, y sean sabios; no lo rechacen. 34 ¡Dichoso el hombre que me escucha, que me espera día tras día atentamente a las puertas de mi casa! 35 El que me encuentra, halla la vida y recibe la aprobación del Señor. 36 Pero el que me rechaza, se hace daño a sí mismo; el que me aborrece ama la muerte.

Nueva Biblia Viva (NBV)


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