Tuesday, May 28, 2024

DAB Español, Miércoles 29 de Mayo

Día 150, DAB Español, Miércoles 29 de Mayo


2 Samuel 14:1-15:21; Juan 18:1-24; Salmos 119:97-112; Proverbios 16:8-9 (Dios Habla Hoy (DHH))








2 Samuel 14:1-15:21

Dios Habla Hoy

Joab consigue que vuelva Absalón


14 Joab, hijo de Seruiá, sabía que el rey echaba mucho de menos a Absalón, 2 así que mandó traer de Tecoa a una mujer muy astuta que allí vivía. Le dijo: «Finge que estás de duelo y vístete de luto; y no te eches perfume, pues debes parecer una mujer que durante mucho tiempo ha estado de luto por algún muerto. 3 Luego preséntate ante el rey y repite exactamente lo que te voy a decir.»


Luego que Joab le dijo lo que tenía que repetir, 4 aquella mujer de Tecoa fue ante el rey, e inclinándose hasta tocar el suelo con la frente en señal de reverencia, le dijo:


—¡Dígnese Su Majestad ayudarme!


5 —¿Qué te pasa? —le preguntó el rey.


Ella respondió:


—Yo soy viuda, mi marido ha muerto, 6 y dos hijos que tenía esta servidora de Su Majestad tuvieron una pelea en el campo; y como no hubo quien los separara, uno de ellos hirió al otro y lo mató. 7 Y ahora todos mis parientes se han puesto en contra mía y quieren que yo les entregue al que mató a su hermano, para vengar la muerte del que fue asesinado y al mismo tiempo quitar de en medio al único heredero. Así van a apagar la única brasa que me ha quedado, y van a dejar a mi marido sin ningún descendiente que lleve su nombre en la tierra.


8 Entonces el rey respondió a la mujer:


—Vete a tu casa, que yo voy a dar órdenes en favor tuyo.


9 La mujer le contestó:


—Mi rey y señor, si alguien ha de cargar con la culpa, que seamos yo y mi familia paterna, pero no Su Majestad ni su gobierno.


10 Y el rey contestó:


—Al que te amenace, tráemelo, y no volverá a molestarte más.


11 Pero ella insistió:


—¡Ruego a Su Majestad que invoque al Señor su Dios, para que el pariente que quiera vengar la muerte de mi hijo no aumente la destrucción matando a mi otro hijo!


El rey afirmó:


—¡Te juro por el Señor que no caerá al suelo ni un pelo de la cabeza de tu hijo!


12 Pero la mujer siguió diciendo:


—Permita Su Majestad que esta servidora suya diga tan sólo una palabra más.


—Habla —dijo el rey.


13 Entonces la mujer preguntó:


—¿Por qué, pues, piensa Su Majestad hacer esto mismo contra el pueblo de Dios? Según lo que Su Majestad mismo ha dicho, resulta culpable por no dejar que regrese su hijo desterrado. 14 Es un hecho que todos tenemos que morir; somos como agua que se derrama en el suelo, que no se puede recoger. Sin embargo, Dios no quita la vida a nadie, sino que pone los medios para que el desterrado no siga alejado de él. 15 Ahora bien, si yo he venido a decir esto a Su Majestad, mi señor, es porque la gente me atemorizó. Por eso decidió esta servidora suya hablar, por si acaso Su Majestad aceptaba hacer lo que he pedido. 16 Si Su Majestad me atiende, podrá librarme de quien quiere arrancarnos, a mi hijo y a mí, de esta tierra que pertenece a Dios. 17 Esta servidora suya espera que la respuesta de Su Majestad la tranquilice, pues Su Majestad sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, igual que un ángel de Dios. ¡Que Dios el Señor quede con Su Majestad!


18 El rey respondió a la mujer:


—Te ruego que no me ocultes nada de lo que voy a preguntarte.


—Hable Su Majestad —contestó la mujer.


19 Entonces el rey le preguntó:


—¿No es verdad que Joab te ha metido en todo esto?


Y la mujer contestó:


—Juro por Su Majestad que nada hay más cierto que lo que Su Majestad ha dicho. En efecto, Joab, oficial de Su Majestad, es quien me ordenó venir, y él mismo me dijo todo lo que yo tenía que decir. 20 Pero lo hizo con el deseo de que cambien las cosas. Sin embargo, Su Majestad es tan sabio que conoce como un ángel de Dios todo lo que ocurre en el país.


21 Como consecuencia de esto, el rey dijo a Joab:


—Mira, ya he resuelto este asunto. Ve y haz que regrese el joven Absalón.


22 Entonces Joab se inclinó hasta tocar el suelo con la frente en señal de reverencia, bendijo al rey y le dijo:


—Hoy he podido ver que cuento con el favor de Su Majestad, ya que Su Majestad ha hecho lo que este servidor suyo le sugirió hacer.


23 En seguida Joab se levantó y fue a Guesur para traer a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey ordenó que se fuera directamente a su casa y no se presentara ante él; por tanto, Absalón se fue a su casa sin ver al rey.


25 En todo Israel no había un hombre tan bien parecido como Absalón, y tan alabado por ello. De pies a cabeza no tenía defecto alguno. 26 Cuando se cortaba el pelo, lo cual hacía cada fin de año, porque le molestaba, sus cabellos pesaban más de dos kilos, según el peso real. 27 Y Absalón tenía tres hijos y una hija, llamada Tamar, que era muy hermosa.


28 Durante dos años, Absalón estuvo en Jerusalén sin poder presentarse ante el rey 29 así que Absalón pidió a Joab que fuera a visitar al rey de su parte; pero Joab no quiso ir. Por segunda vez Absalón le pidió que fuera, pero Joab tampoco fue. 30 Entonces ordenó Absalón a sus criados:


—Miren, el campo de Joab está junto al mío, y lo tiene sembrado de cebada; ¡vayan y préndanle fuego!


Los criados de Absalón fueron y prendieron fuego al campo de Joab, 31 el cual fue inmediatamente a casa de Absalón y le preguntó:


—¿Por qué han prendido fuego tus criados a mi campo?


32 Absalón le respondió:


—Te mandé a decir que vinieras aquí para enviarte a ver al rey y decirle de mi parte que no tuvo objeto que yo me viniera de Guesur; que hubiera sido mejor que me quedara allá. Yo quiero ver al rey, y si soy culpable de algo, que me mate.


33 Entonces Joab fue a ver al rey y le comunicó lo que decía Absalón, y el rey lo mandó llamar. Y al llegar Absalón ante el rey, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. El rey, por su parte, lo recibió con un beso.

Absalón se rebela contra David


15 Pasado algún tiempo, Absalón consiguió un carro de combate y caballos, y formó una guardia personal de cincuenta hombres. 2 Se levantaba temprano y se ponía a la orilla del camino, a la entrada de la ciudad, y a todo el que llegaba para que el rey le hiciera justicia en algún pleito, lo llamaba y le preguntaba de qué ciudad venía. Si aquella persona respondía que era de alguna de las tribus de Israel, 3 Absalón le decía: «Realmente tu demanda es justa y razonable, pero no hay quien te atienda por parte del rey.» 4 Y añadía: «¡Ojalá yo fuera el juez de este país, para que vinieran a verme todos los que tienen pleitos legales y yo les hiciera justicia!» 5 Además, cuando alguien se acercaba a saludarlo, Absalón le tendía la mano, y lo abrazaba y lo besaba. 6 Esto lo hacía con todo israelita que iba a ver al rey para que le hiciera justicia, y así les robaba el corazón a los israelitas.


7 Al cabo de cuatro años, Absalón le dijo al rey:


—Ruego a Su Majestad que me permita ir a Hebrón, a cumplir la promesa que hice al Señor. 8 Cuando este servidor de Su Majestad vivía en Guesur, en Siria, prometí al Señor que si él me concedía volver a Jerusalén, yo le rendiría culto.


9 —Puedes ir tranquilo —le respondió el rey.


Entonces Absalón se fue a Hebrón. 10 Pero al mismo tiempo envió unos mensajeros a todas las tribus de Israel para decirles que, en cuanto escucharan el toque de trompeta, anunciaran que Absalón había sido proclamado rey en Hebrón. 11 Invitó además a doscientas personas de Jerusalén, las cuales fueron con él de buena fe y sin saber nada del asunto. 12 Así mismo, Absalón mandó llamar a uno de los consejeros de David, llamado Ahitófel, el cual vivía en Guiló, su ciudad, para que lo acompañara mientras él ofrecía los sacrificios. De modo que la conspiración iba tomando fuerza y seguían aumentando los seguidores de Absalón.

David huye de Jerusalén


13 Un mensajero fue a decirle a David que los israelitas estaban haciéndose partidarios de Absalón. 14 Entonces David ordenó a todos los oficiales que estaban con él en Jerusalén:


—¡Huyamos ahora mismo o no podremos escapar de Absalón! ¡Vamos, dense prisa, no sea que nos alcance y nos cause mucho daño y mate a filo de espada a todos en la ciudad!


15 Y ellos respondieron al rey:


—Nosotros estamos dispuestos a hacer lo que Su Majestad ordene.


16 Así pues, el rey salió acompañado de toda la casa real, dejando sólo a diez de sus concubinas para que cuidaran del palacio. 17 Y después de haber salido el rey con todos sus acompañantes, se detuvieron en la última casa de la ciudad. 18 A su lado se pusieron todos sus oficiales, mientras que todos los quereteos y peleteos de la guardia real, y los seiscientos geteos que lo habían seguido desde Gat, desfilaban ante él. 19 En ese momento el rey dijo a Itai, el de Gat:


—¿Por qué has venido tú también con nosotros? Es mejor que te vuelvas y te quedes con el nuevo rey, pues al fin y al cabo tú eres un extranjero desterrado de tu país. 20 Apenas ayer llegaste, ¿y cómo voy a pedirte hoy que vengas con nosotros, si ni yo mismo sé a dónde voy? Es mejor que te vuelvas y te lleves contigo a tus paisanos. ¡Que el Señor te bendiga y te acompañe siempre!


21 Itai respondió al rey:


—Juro por el Señor y por Su Majestad, que dondequiera que Su Majestad se encuentre, sea para vida o para muerte, allí también estará este servidor suyo.


Juan 18:1-24

Dios Habla Hoy

Arrestan a Jesús


18 Después de decir esto, Jesús salió con sus discípulos para ir al otro lado del arroyo Cedrón. Allí había un huerto, donde Jesús entró con sus discípulos. 2 También Judas, el que lo estaba traicionando, conocía el lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. 3 Así que Judas llegó con una tropa de soldados y con algunos guardianes del templo enviados por los jefes de los sacerdotes y por los fariseos. Estaban armados, y llevaban lámparas y antorchas. 4 Pero como Jesús ya sabía todo lo que le iba a pasar, salió y les preguntó:


—¿A quién buscan?


5 Ellos le contestaron:


—A Jesús de Nazaret.


Jesús dijo:


—Yo soy.


Judas, el que lo estaba traicionando, se encontraba allí con ellos. 6 Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», se echaron hacia atrás y cayeron al suelo. 7 Jesús volvió a preguntarles:


—¿A quién buscan?


Y ellos repitieron:


—A Jesús de Nazaret.


8 Jesús les dijo otra vez:


—Ya les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que estos otros se vayan.


9 Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús mismo había dicho: «Padre, de los que me diste, no se perdió ninguno.» 10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó y le cortó la oreja derecha a uno llamado Malco, que era criado del sumo sacerdote. 11 Jesús le dijo a Pedro:


—Vuelve a poner la espada en su lugar. Si el Padre me da a beber este trago amargo, ¿acaso no habré de beberlo?

Jesús ante Anás


12 Los soldados de la tropa, con su comandante y los guardianes judíos del templo, arrestaron a Jesús y lo ataron. 13 Lo llevaron primero a la casa de Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. 14 Este Caifás era el mismo que había dicho a los judíos que era mejor para ellos que un solo hombre muriera por el pueblo.

Pedro niega conocer a Jesús


15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. El otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, de modo que entró con Jesús en la casa; 16 pero Pedro se quedó fuera, a la puerta. Por esto, el discípulo conocido del sumo sacerdote salió y habló con la portera, e hizo entrar a Pedro. 17 La portera le preguntó a Pedro:


—¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre?


Pedro contestó:


—No, no lo soy.


18 Como hacía frío, los criados y los guardianes del templo habían hecho fuego, y estaban allí calentándose. Pedro también estaba con ellos, calentándose junto al fuego.

El sumo sacerdote interroga a Jesús


19 El sumo sacerdote comenzó a preguntarle a Jesús acerca de sus discípulos y de lo que él enseñaba. 20 Jesús le dijo:


—Yo he hablado públicamente delante de todo el mundo; siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos; así que no he dicho nada en secreto. 21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me han escuchado, y que ellos digan de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho.


22 Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardianes del templo le dio una bofetada, diciéndole:


—¿Así contestas al sumo sacerdote?


23 Jesús le respondió:


—Si he dicho algo malo, dime en qué ha consistido; y si lo que he dicho está bien, ¿por qué me pegas?


24 Entonces Anás lo envió, atado, a Caifás, el sumo sacerdote.


Salmos 119:97-112

Dios Habla Hoy


97

¡Cuánto amo tu enseñanza!

¡Todo el día medito en ella!

98

Tus mandamientos son míos para siempre;

me han hecho más sabio que mis enemigos.

99

Entiendo más que todos mis maestros

porque pienso mucho en tus mandatos.

100

Entiendo más que los ancianos

porque obedezco tus preceptos.

101

He alejado mis pies de todo mal camino

para cumplir tu palabra.

102

No me he apartado de tus decretos

porque tú eres quien me enseña.

103

Tu promesa es más dulce a mi paladar

que la miel a mi boca.

104

De tus preceptos he sacado entendimiento;

por eso odio toda conducta falsa.


105

Tu palabra es una lámpara a mis pies

y una luz en mi camino.

106

Hice un juramento, y lo voy a cumplir:

¡pondré en práctica tus justos decretos!

107

Señor, me siento muy afligido;

¡dame vida, conforme a tu promesa!

108

Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,

y enséñame tus decretos.

109

Siempre estoy en peligro de muerte,

pero no me olvido de tu enseñanza.

110

Los malvados me ponen trampas,

pero no me aparto de tus preceptos.

111

Mi herencia eterna son tus mandatos,

porque ellos me alegran el corazón.

112

De corazón he decidido practicar tus leyes,

para siempre y hasta el fin.


Proverbios 16:8-9

Dios Habla Hoy


8

Vale más lo poco ganado honradamente,

que lo mucho ganado en forma injusta.


9

Al hombre le toca hacer planes,

y al Señor dirigir sus pasos.

Dios Habla Hoy (DHH)


Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

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