Friday, May 31, 2024

DAB Español, Sábado 01 de Junio

Día 153, DAB Español, Sábado 01 de Junio


2 Samuel 18:1-19:10; Juan 20:1-31; Salmos 119:153-176; Proverbios 16:14-15 (Dios Habla Hoy (DHH))








2 Samuel 18:1-19:10

Dios Habla Hoy

Derrota y muerte de Absalón


18 David pasó revista a su ejército, y puso jefes al frente de grupos de mil y de cien soldados. 2 Después envió una tercera parte del ejército bajo el mando de Joab, otra tercera parte bajo el mando de Abisai, hijo de Seruiá y hermano de Joab, y la otra tercera parte bajo el mando de Itai, el de Gat. Y a todo el ejército le dijo:


—Yo iré con ustedes a la batalla.


3 Pero ellos le respondieron:


—No, no haga eso Su Majestad, porque al enemigo poco le importa que huyamos o que muera la mitad de nosotros, pero Su Majestad vale tanto como diez mil de nosotros. Por eso es mejor que Su Majestad se quede en la ciudad para enviarnos refuerzos desde aquí.


4 —Haré lo que les parezca mejor —les respondió el rey, poniéndose inmediatamente a un lado de la entrada de la ciudad, mientras el ejército salía en grupos de mil y de cien soldados.


5 Además, el rey ordenó a Joab, a Abisai y a Itai que, en atención a él, trataran con consideración al joven Absalón, y todo el ejército escuchó la orden que el rey dio a los jefes acerca de Absalón. 6 Así pues, las tropas marcharon al campo para enfrentarse con las tropas de Israel.


La batalla tuvo lugar en el bosque de Efraín, y 7 los de Israel fueron derrotados por los seguidores de David. Hubo una gran matanza aquel día, pues murieron veinte mil hombres. 8 La lucha se había extendido por todo el territorio, y en esta ocasión el bosque mismo causó más muertes que la espada. 9 Absalón, que iba montado en un mulo, se encontró de repente frente a los seguidores de David. Entonces el mulo se metió debajo de una gran encina, y a Absalón se le quedó trabada la cabeza en las ramas, por lo que se quedó colgado en el aire, pues el mulo siguió de largo. 10 Alguien que vio esto, fue a decirle a Joab:


—He visto a Absalón colgado de una encina.


11 Y Joab les respondió:


—Pues si lo viste, ¿por qué no lo derribaste allí mismo? Yo con mucho gusto te habría dado diez monedas de plata y un cinturón.


12 Pero aquel hombre contestó a Joab:


—Aunque me dieras mil monedas de plata, no atentaría contra el hijo del rey; porque nosotros escuchamos que el rey te ordenó a ti, a Abisai y a Itai, que protegieran al joven Absalón. 13 Por otro lado, si yo hubiera hecho tal cosa, habría sido en vano, porque no hay nada oculto para el rey, y tú no habrías hecho nada para protegerme.


14 —No voy a perder más tiempo contigo —le respondió Joab; y tomando tres dardos, los clavó en el corazón de Absalón, que aún estaba vivo en la encina. 15 Luego, diez asistentes de Joab rodearon a Absalón, y lo remataron. 16 A continuación Joab ordenó que tocaran la trompeta, y las tropas dejaron de perseguir a los de Israel, porque Joab las detuvo. 17 Entonces tomaron el cuerpo de Absalón, lo echaron en un gran hoyo que había en el bosque, y sobre él levantaron un enorme montón de piedras. Después todos los israelitas huyeron a sus casas.


18 En vida, Absalón se había mandado hacer un monumento de piedra, el que está en el Valle del Rey, y le había puesto su nombre, ya que no tenía ningún hijo que se lo conservara. Y hasta el presente se le conoce como «el monumento de Absalón».


19 Luego Ahimaas, el hijo de Sadoc, dijo a Joab:


—Te ruego que me dejes ir corriendo a avisar al rey que el Señor le ha hecho justicia librándolo del poder de sus enemigos.


20 Pero Joab le respondió:


—Tú no eres hoy la persona ideal para llevar la noticia. Ya lo serás en otra ocasión, pero no hoy, porque el hijo del rey ha muerto.


21 Sin embargo, Joab dijo a un soldado etiope:


—Ve tú, e informa al rey de lo que has visto.


El etiope hizo una reverencia a Joab y salió corriendo. 22 Ahimaas, por su parte, volvió a decir a Joab:


—De todos modos, déjame correr detrás del etiope.


Pero Joab le contestó:


—¿Para qué quieres ir tú, hijo mío, si no vas a recibir un premio por tu noticia?


23 —No importa, iré corriendo —contestó Ahimaas.


—¡Pues corre! —le respondió Joab.


Entonces Ahimaas echó a correr por el valle, y se adelantó al etiope. 24 Mientras tanto, David estaba sentado entre las dos puertas de la entrada de la ciudad, y el centinela había subido a la azotea, encima de la puerta de la muralla. Al levantar la vista, el centinela vio a un hombre solo, que venía corriendo, 25 y lo anunció al rey en voz alta. El rey exclamó:


—Si viene solo es que trae buenas noticias.


Mientras el hombre se acercaba, 26 el centinela vio a otro hombre que corría, y le gritó al guardián de la puerta:


—¡Viene otro hombre corriendo!


—También ha de traer buenas noticias —respondió el rey.


27 El centinela añadió:


—Por su modo de correr, me parece que el primero es Ahimaas, el hijo de Sadoc.


—Él es un buen hombre —comentó el rey—, y seguramente traerá buenas noticias.


28 Ahimaas se acercó, e inclinándose hasta el suelo delante del rey, lo saludó y le dijo:


—Bendito sea el Señor, el Dios de Su Majestad, porque ha quitado de en medio a los que se rebelaron contra Su Majestad.


29 —¿Está bien el joven Absalón? —preguntó el rey.


Y Ahimaas respondió:


—Yo vi un gran alboroto en el momento en que Joab, servidor de Su Majestad, me enviaba, pero no supe lo que pasaba.


30 Entonces el rey le ordenó:


—Colócate a un lado y quédate ahí.


Ahimaas lo hizo así. 31 En aquel momento llegó el etiope, y dijo:


—Reciba estas buenas noticias Su Majestad: hoy el Señor ha hecho justicia a Su Majestad, librándolo del poder de todos los que se rebelaron contra Su Majestad.


32 El rey preguntó al etiope:


—Y el joven Absalón, ¿está bien?


El etiope contestó:


—Ojalá que los enemigos de Su Majestad y todos los que se rebelen contra Su Majestad y busquen su mal, acaben como ese muchacho.


33 (19.1) El rey se conmovió, y subiendo al cuarto que estaba encima de la puerta, se echó a llorar. Y mientras caminaba, decía: «¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu lugar! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío!»


19 (2-3) Cuando la gente supo que el rey lloraba y lamentaba la muerte de su hijo Absalón, fueron a decírselo a Joab. Y así aquel día la victoria se convirtió en motivo de tristeza. 3 (4) El ejército mismo procuró disimular su entrada en la ciudad: avanzaban los soldados avergonzados, como si hubieran huido del campo de batalla. 4 (5) Mientras tanto el rey, cubriéndose la cara, gritaba a voz en cuello: «¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!»


5 (6) Joab fue entonces a palacio, y le dijo al rey:


—Su Majestad ha puesto en vergüenza a sus servidores, que hoy han salvado la vida de Su Majestad y de sus hijos, hijas, esposas y concubinas. 6 (7) Su Majestad ha demostrado hoy que nada le importan sus jefes y oficiales, pues ama a quienes lo odian, y odia a quienes lo aman. Hoy me he dado cuenta de que para Su Majestad sería mejor que Absalón estuviera vivo, aunque todos nosotros hubiéramos muerto. 7 (8) Salga, pues, ahora Su Majestad, y aliente con sus palabras a sus seguidores, pues de lo contrario juro por el Señor a Su Majestad que esta noche no le quedará ni un solo partidario. Esto será para Su Majestad peor que todos los males que le han ocurrido desde su juventud hasta el presente.


8 (9) Entonces el rey se levantó y fue a sentarse a la puerta de la ciudad. Y cuando se informó a todo el pueblo de que el rey estaba sentado a la puerta, fueron todos a presentarse ante él.

David vuelve a Jerusalén


En cuanto a los de Israel, todos ellos habían huido a sus casas. 9 (10) Y en todas las tribus de Israel la gente discutía y decía: «El rey David nos libró del dominio de nuestros enemigos, los filisteos; y, sin embargo, por causa de Absalón, ha tenido que huir del país. 10 (11) Y Absalón, a quien nosotros habíamos consagrado como nuestro rey, ha muerto en la batalla. ¿Qué esperamos, pues, que no hacemos volver al rey David?»


Juan 20

Dios Habla Hoy

El sepulcro vacío


20 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. 2 Entonces se fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:


—¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!


3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4 Los dos iban corriendo juntos; pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero no entró. 6 Detrás de él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; 7 y además vio que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó. 9 Pues todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar. 10 Luego, aquellos discípulos regresaron a su casa.

Jesús se aparece a María Magdalena


11 María se quedó afuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó para mirar dentro, 12 y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Los ángeles le preguntaron:


—Mujer, ¿por qué lloras?


Ella les dijo:


—Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.


14 Apenas dijo esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él. 15 Jesús le preguntó:


—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?


Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:


—Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, para que yo vaya a buscarlo.


16 Jesús entonces le dijo:


—¡María!


Ella se volvió y le dijo en hebreo:


—¡Rabuni! (que quiere decir: «Maestro»).


17 Jesús le dijo:


—No me retengas, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes.


18 Entonces María Magdalena fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho.

Jesús se aparece a los discípulos


19 Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:


—¡Paz a ustedes!


20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. 21 Luego Jesús les dijo otra vez:


—¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.


22 Y sopló sobre ellos, y les dijo:


—Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.

Tomás ve al Señor resucitado


24 Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Después los otros discípulos le dijeron:


—Hemos visto al Señor.


Pero Tomás les contestó:


—Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer.


26 Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y esta vez Tomás estaba también. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó, diciendo:


—¡Paz a ustedes!


27 Luego dijo a Tomás:


—Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree!


28 Tomás entonces exclamó:


—¡Mi Señor y mi Dios!


29 Jesús le dijo:


—¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!

El porqué de este libro


30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.


Salmos 119:153-176

Dios Habla Hoy


153

Mira mi aflicción y líbrame,

pues no me he olvidado de tu enseñanza.

154

Defiende mi caso y rescátame;

¡dame vida, conforme a tu promesa!

155

Tu ayuda está lejos de los malvados,

porque no siguen tus leyes.

156

Señor, es muy grande tu ternura;

dame vida, conforme a tu justicia.

157

Muchos son mis enemigos y opresores,

pero yo no me aparto de tus mandatos.

158

No soporto a los traidores,

a los que no obedecen tus mandamientos.

159

Señor, mira cómo amo tus preceptos;

¡dame vida, por tu amor!

160

En tu palabra se resume la verdad;

eternos y justos son todos tus decretos.


161

Hombres poderosos me persiguen sin motivo,

pero mi corazón reverencia tus palabras.

162

Yo me siento feliz con tu promesa,

como quien se encuentra un gran tesoro.

163

Odio la mentira, no la soporto;

pero amo tu enseñanza.

164

A todas horas te alabo

por tus justos decretos.

165

Los que aman tu enseñanza gozan de mucha paz,

y nada los hace caer.

166

Señor, espero que me salves,

pues he puesto en práctica tus mandamientos.

167

Yo obedezco tus mandatos

y los amo de todo corazón.

168

Yo obedezco tus preceptos y mandatos;

¡tú conoces toda mi conducta!


169

Lleguen mis gritos, Señor, a tu presencia;

¡dame entendimiento, conforme a tu palabra!

170

Llegue mi oración a tu presencia;

¡líbrame, conforme a tu promesa!

171

Brote de mis labios la alabanza,

pues tú me has enseñado tus leyes.

172

Entonen mis labios un canto a tu promesa,

porque todos tus mandamientos son justos.

173

Esté lista tu mano a darme ayuda,

porque he preferido tus preceptos.

174

Señor, ¡deseo que me salves!

¡Yo me siento feliz con tu enseñanza!

175

Quiero vivir para alabarte;

que tu justicia me ayude.

176

Me he extraviado como una oveja; ¡ven en busca mía,

pues no me he olvidado de tus mandamientos!


Proverbios 16:14-15

Dios Habla Hoy


14

La ira del rey es mensajera de muerte,

y es de sabios procurar calmarla.


15

La alegría del rey es promesa de vida,

y su buena voluntad es como nube de lluvia.

Dios Habla Hoy (DHH)


Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.


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