Día 351, DAB Español, Martes 16 de Diciembre
Miqueas 5:1-7:20; Apocalipsis 7:1-17; Salmos 135; Proverbios 30:5-6 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
Miqueas 5-7
Reina Valera Contemporánea
El reinado del libertador desde Belén
5 ¡Levanta murallas a tu alrededor, ciudad de guerreros, porque nos han sitiado y con su cetro golpearán al juez de Israel en la mejilla.
2 Tú, Belén Efrata, eres pequeña para estar entre las familias de Judá; pero de ti me saldrá el que será Señor en Israel. Sus orígenes se remontan al principio mismo, a los días de la eternidad. 3 El Señor los entregará hasta el momento en que dé a luz la que ahora está encinta y el resto de sus hermanos vuelva con los hijos de Israel. 4 Se levantará para guiarlos con el poder del Señor, con la grandeza del nombre del Señor su Dios; y ellos vivirán tranquilos porque él será engrandecido hasta los confines de la tierra. 5 Y él será nuestra paz.
Si los asirios vienen a nuestra tierra y pisotean nuestros palacios, levantaremos contra ellos siete pastores y ocho hombres prominentes, 6 que a filo de espada devastarán la tierra de Asiria y la tierra de Nimrod. Sí, ellos nos librarán de los asirios cuando éstos vengan y ataquen nuestra tierra e invadan nuestras fronteras.
7 Entre los muchos pueblos, el remanente de Jacob será como el rocío del Señor y como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan nada de nadie ni ponen su confianza en los seres humanos. 8 Además, el remanente de Jacob será, entre las naciones y la multitud de los pueblos, como el león entre los animales salvajes y como el cachorro del león entre los rebaños de ovejas, que a su paso aplasta y arrebata, sin que nadie pueda librarse. 9 ¡Levanta, pues, tu mano contra tus enemigos, y destruye a todos tus adversarios!
10 «Cuando llegue ese día, acabaré con todos los caballos y con todos los carros de guerra que hay en medio de ti.
—Palabra del Señor.
11 »Además, destruiré las ciudades de tu tierra, y convertiré todas tus fortalezas en un montón de escombros. 12 Asimismo, arrancaré de tu mano las hechicerías, y no volverá a hallarse en ti ningún agorero. 13 Destruiré las esculturas y las imágenes que hay en medio de ti, y nunca más te inclinarás ante la obra de tus manos. 14 Arrancaré las imágenes de Asera que hay en medio de ti, y destruiré tus ciudades, 15 y con ira y con furor me vengaré de las naciones que no me obedecieron.»
Controversia del Señor contra Israel
6 Escuchen ahora lo que dice el Señor:
«¡Levántate y contiende contra los montes! ¡Que oigan tu voz las colinas!»
2 Ustedes los montes, y ustedes, los sólidos cimientos de la tierra, escuchen la querella del Señor. Porque el Señor tiene una querella contra su pueblo, y va a altercar contra Israel:
3 «Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? ¡Respóndeme! 4 Es un hecho que yo te saqué de la tierra de Egipto; que te libré de la casa de servidumbre, y que delante de ti envié a Moisés, a Aarón y a María. 5 Acuérdate ahora, pueblo mío, de los planes que urdía Balac, rey de Moab, y de cómo respondió Balaam hijo de Beor. Yo los traje desde Sitín hasta Gilgal, para que reconozcan cuántas veces yo, el Señor, los he salvado.»
Lo que pide el Señor
6 Tú, Israel, preguntas:
«¿Con qué me presentaré ante el Señor? ¿Cómo adoraré al Dios Altísimo? ¿Debo presentarme ante él con holocaustos, o con becerros de un año? 7 ¿Le agradará al Señor recibir millares de carneros, o diez mil ríos de aceite? ¿Debo darle mi primogénito a cambio de mi rebelión? ¿Le daré el fruto de mis entrañas por los pecados que he cometido?»
8 ¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
9 La voz del Señor clama a la ciudad. Es de sabios temer a su nombre. Presten ustedes atención al castigo y a quien lo establece:
10 «El impío aún tiene en su casa riquezas mal habidas, y esas odiosas medidas falsas. 11 ¿Y voy a tener por inocente al que tiene balanzas falsas y pesas engañosas? 12 Tu gente rica, Jerusalén, se ha saturado de rapiña; tus habitantes mienten; su lengua y sus labios son engañosos. 13 Por eso yo también te herí, te debilité, te asolé por tus pecados. 14 Por eso comerás, y no te saciarás, y en tus calles habrá una profunda tristeza. Cosecharás, pero no almacenarás, y lo que almacenes lo entregaré como botín de guerra. 15 Sembrarás, pero no cosecharás; pisarás aceitunas, pero no te ungirás con ese aceite; exprimirás las uvas, pero no beberás el vino. 16 Y es que tú has obedecido los mandamientos de Omri y todas las acciones de la casa de Ajab; has seguido los consejos de ellos. Por eso voy a castigarte y a poner en vergüenza a tus habitantes. Por lo tanto, tendrán que cargar con el oprobio de mi pueblo.»
Corrupción moral de Israel
7 ¡Ay de mí! Estoy como el que, en su apetito, desea comerse los primeros frutos y se encuentra con que ya se han recogido los frutos del verano, con que ya se han rebuscado las últimas uvas de la vendimia. 2 Ya no hay en el país gente misericordiosa. Ya no hay una sola persona honrada. Todos están a la espera de matar a otros; todos le tienden trampas a su prójimo. 3 Para colmo de su maldad, los gobernantes extorsionan y los jueces dictan sentencia a cambio de sobornos; los poderosos no disimulan sus malos deseos, sino que los confirman. 4 El mejor de ellos es peor que un espino; el más recto es más torcido que una zarza. ¡Pero ya viene el día de su castigo, el día que anunciaron sus vigilantes, y entonces se verán confundidos. 5 No creas, pues, en tus amigos ni confíes en tus gobernantes. Ten cuidado de la que duerme a tu lado, y no abras la boca. 6 Porque el hijo deshonra al padre, la hija se rebela contra la madre, y la nuera contra la suegra, y todo el mundo tiene al enemigo dentro de su propia casa.
7 Yo, por mi parte, pondré la mirada en el Señor, y esperaré en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios habrá de escucharme!
El Señor trae luz y libertad
8 Tú, enemiga mía, no te alegres de mí. Aunque he caído, habré de levantarme; aunque ahora viva yo en tinieblas, el Señor es mi luz. 9 He pecado contra el Señor, y soportaré su ira hasta que él juzgue mi causa y me haga justicia. Y él me sacará a la luz, y veré su justicia. 10 Tú, enemiga mía, lo verás, y quedarás cubierta de vergüenza. Tú solías decirme: «¿Dónde está el Señor, tu Dios?» ¡Pues con mis propios ojos he de ver cuando seas pisoteada como el lodo de las calles!
11 Jerusalén, viene el día en que tus murallas serán reconstruidas, y en ese día se extenderán tus límites. 12 En ese día vendrán a ti desde Asiria y las ciudades fortificadas, desde las ciudades fortificadas hasta el río, y de mar a mar, y de monte a monte. 13 Y el país será destruido por causa de sus habitantes y por el fruto de sus obras.
Compasión del Señor por Israel
14 Señor, guía con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu propiedad, que vaga solo en la montaña, y llévalo a un campo fértil. Permítele buscar pastos en Basán y en Galaad, como en los días de antaño. 15 ¡Muéstrale tus maravillas, como el día que lo sacaste de Egipto!
16 Cuando las naciones vean tu poderío, quedarán en vergüenza. Se llevarán la mano a la boca, y se taparán los oídos. 17 Lamerán el polvo como las culebras, como las serpientes de la tierra, y temblarán de miedo en sus escondites. Amedrentados ante tu presencia, Señor y Dios nuestro, se volverán a ti.
18 ¿Qué otro Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su pueblo? Tú no guardas el enojo todo el tiempo, porque te deleitas en la misericordia. 19 Tú volverás a tener misericordia de nosotros, sepultarás nuestras iniquidades, y arrojarás al mar profundo todos nuestros pecados. 20 Les cumplirás a nuestros padres Jacob y Abrahán la fidelidad y la misericordia que les prometiste desde los tiempos antiguos.
Apocalipsis 7
Reina Valera Contemporánea
Los 144 mil sellados
7 Después de esto vi a cuatro ángeles que estaban de pie sobre los cuatro extremos de la tierra. Estos ángeles impedían que los cuatro vientos de la tierra soplaran sobre la tierra o sobre el mar, o sobre todo árbol. 2 También vi que otro ángel venía por donde sale el sol. Tenía el sello del Dios vivo, y con grandes voces llamaba a los cuatro ángeles, los cuales habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar. 3 Les dijo: «No dañen a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que a los siervos de nuestro Dios les hayamos puesto un sello en la frente.» 4 Pude oír que el número de los que fueron sellados era de ciento cuarenta y cuatro mil, tomados de entre todas las tribus de los hijos de Israel:
5
Doce mil de la tribu de Judá,
doce mil de la tribu de Rubén,
doce mil de la tribu de Gad,
6
doce mil de la tribu de Aser,
doce mil de la tribu de Neftalí,
doce mil de la tribu de Manasés,
7
doce mil de la tribu de Simeón,
doce mil de la tribu de Leví,
doce mil de la tribu de Isacar,
8
doce mil de la tribu de Zabulón,
doce mil de la tribu de José,
doce mil de la tribu de Benjamín.
La multitud vestida de ropas blancas
9 Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, 10 y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» 11 Todos los ángeles estaban de pie, alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y delante del trono inclinaron el rostro y adoraron a Dios. 12 Decían: «¡Amén! A nuestro Dios sean dadas la bendición y la gloria, la sabiduría y la acción de gracias, y la honra, el poder y la fortaleza, por los siglos de los siglos. ¡Amén!»
13 Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?» 14 Yo le respondí: «Señor, tú lo sabes.» Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios, y le rinden culto en su templo de día y de noche; y el que está sentado en el trono los protege con su presencia. 16 No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará, 17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima.»
Salmos 135
Reina Valera Contemporánea
La grandeza del Señor
Aleluya.
135 ¡Alabado sea el nombre del Señor!
¡Que lo alaben todos sus siervos,
2
los que sirven en el templo del Señor,
los que están en los atrios de nuestro Dios!
3
¡Alaben al Señor, porque él es bueno!
¡Canten salmos a su nombre, por su bondad!
4
El Señor eligió a Jacob como su propiedad;
hizo que Israel fuera su propio pueblo.
5
Yo sé bien que el Señor nuestro Dios es grande,
¡que es más grande que todos los dioses!
6
El Señor hace todo lo que él quiere,
en los cielos y en la tierra,
en los mares y en los abismos profundos.
7
Desde lo más remoto de la tierra
hace que las nubes se levanten,
envía los relámpagos que acompañan la lluvia,
y abre las puertas para que salgan los vientos.
8
A los primogénitos egipcios les quitó la vida;
lo hizo con los hombres y con las bestias.
9
Allí en Egipto, al faraón y a sus siervos
les advirtió con prodigios y señales.
10
El Señor destruyó a muchas naciones,
y les quitó la vida a reyes poderosos:
11
a Sijón, rey de los amorreos;
a Og, rey de Basán;
y a los todos los reyes cananeos.
12
Todo el territorio que esos reyes habitaban
se lo dio en propiedad a su pueblo Israel.
13
Señor, tu nombre es eterno;
por todas las generaciones serás recordado,
14
porque tú, Señor, defiendes a tu pueblo
y te compadeces de tus siervos.
15
Los dioses de los paganos son de oro y plata,
y están hechos por la mano del hombre.
16
Tienen boca, pero no hablan;
tienen ojos, pero no ven;
17
orejas tienen, pero no oyen,
y en sus labios no hay aliento de vida.
18
Iguales a ellos son quienes los fabrican,
y todos los que ponen su confianza en ellos.
19
Ustedes los israelitas, ¡bendigan al Señor!
Ustedes los sacerdotes, ¡bendigan al Señor!
20
Ustedes los levitas, ¡bendigan al Señor!
Ustedes temerosos del Señor, ¡bendigan al Señor!
21
¡Bendito sea desde Sión
el Señor, que habita en Jerusalén!
¡Aleluya!
Proverbios 30:5-6
Reina Valera Contemporánea
5
Las palabras de Dios son todas puras;
Dios es el escudo de quienes en él confían.
6
No añadas a sus palabras, y él no te reprenderá,
y tampoco resultarás un mentiroso.
Reina Valera Contemporánea (RVC)
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