Sunday, July 28, 2024

DAB Español, Lunes 29 de Julio

Día 211, DAB Español, Lunes 29 de Julio


2 Crónicas 24:1-25:28; Romanos 12:1-21; Salmos 22:19-31; Proverbios 20:8-10 (Reina Valera Contemporánea (RVC))








2 Crónicas 24-25

Reina Valera Contemporánea

Reinado de Joás de Judá


24 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá, y era de Berseba. 2 Mientras el sacerdote Joyadá vivía, Joás hizo lo recto a los ojos del Señor. 3 Y Joyadá tuvo dos mujeres, y engendró hijos e hijas.


4 Pasado algún tiempo, Joás decidió restaurar el templo del Señor, 5 así que reunió a los sacerdotes y los levitas, y les dijo:


«Vayan por las ciudades de Judá, y recojan dinero de todos los israelitas para que cada año sea reparado el templo de su Dios. Trabajen en esto con mucha diligencia.»


Pero como los levitas no lo hicieron así, 6 el rey llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo:


«¿Por qué no has puesto empeño en que los levitas recojan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés, el siervo del Señor, impuso a la congregación israelita para el tabernáculo del testimonio?»


7 Y es que la impía Atalía y sus hijos habían destruido el templo de Dios, y además habían dilapidado en los ídolos todos los objetos consagrados del templo del Señor. 8 Por eso el rey mando hacer un cofre, y que lo pusieran a la entrada del templo del Señor. 9 Además, mandó pregonar por todo Judá y Jerusalén que se presentara al Señor la ofrenda que Moisés, el siervo de Dios, había impuesto a Israel en el desierto. 10 Con mucha alegría, todos los jefes y todo el pueblo llegaron con sus ofrendas y las echaron en el cofre, hasta llenarlo. 11 Cuando llegaba el momento de que los levitas llevaran el cofre al secretario del rey, si veían que había mucho dinero, el escriba del rey y alguien nombrado por el sumo sacerdote venían por el arca y, luego de vaciarla, la devolvían a su lugar. Esto lo hacían diariamente, y recogían mucho dinero; 12 entonces el rey y Joyadá se lo daban a los que trabajaban en las reparaciones del templo del Señor.


En la reconstrucción del templo del Señor se empleaban canteros, carpinteros y artífices en hierro y bronce. 13 Estos artesanos realizaban la obra, y con sus propias manos el templo de Dios fue restaurado y devuelto a su antigua condición. 14 Cuando terminaron, devolvieron al rey y a Joyadá el resto del dinero, y con él se hicieron utensilios para el servicio del templo del Señor, tales como morteros, cucharas, y vasos de oro y de plata.


Mientras Joyadá vivía, continuamente se sacrificaban holocaustos en el templo del Señor; 15 pero Joyadá envejeció, y murió siendo ya un anciano de ciento treinta años. 16 Fue sepultado junto con los reyes en la ciudad de David, pues se tomó en cuenta el bien que había hecho por Israel, y para Dios y su templo.


17 A la muerte de Joyadá los jefes de Judá se presentaron ante el rey y le juraron obediencia, y el rey los atendió. 18 Pero descuidaron el templo del Señor, el Dios de sus padres, y rindieron culto a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas, así que por este pecado la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén. 19 El Señor les envió profetas para que se volvieran a él, y los profetas los amonestaron, pero ellos no les hicieron caso. 20 Entonces el espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, y éste, de pie en un lugar donde todo el pueblo pudiera verlo, les dijo:


«Así ha dicho Dios: “¿Por qué quebrantan ustedes los mandamientos del Señor?” Eso les va a costar caro. Por haberse apartado del Señor, él también se apartará de ustedes.»


21 Pero ellos conspiraron contra él, y por órdenes del rey lo apedrearon en el patio del templo del Señor, y lo mataron. 22 Fue así como el rey Joás se olvidó de la bondad con que Joyadá, el padre de Zacarías, lo había tratado, y hasta mató a su hijo. Antes de morir, Zacarías sentenció: «El Señor es testigo, y habrá de pedirles cuentas.»


23 Un año después, el ejército de Siria atacó a Judá y a Jerusalén, y acabó con todos los jefes del pueblo, y todo el botín de guerra lo envió al rey de Damasco. 24 En realidad, el ejército de Siria había venido con muy poca gente, pero el Señor puso en sus manos al poderoso ejército de Joás porque éste se apartó del Señor, el Dios de sus padres. Ésta fue la sentencia del Señor contra Joás.


25 Cuando los sirios se fueron, dejaron a Joás agobiado por sus dolencias. Además, sus siervos conspiraron contra él por causa de la muerte de los hijos del sacerdote Joyadá, y lo mataron en su propia cama. Y Joás fue sepultado en la ciudad de David, aunque no en los sepulcros de los reyes. 26 Los que conspiraron contra él fueron Zabad hijo de Simeat, el amonita, y Jozabad hijo de Simerit, el moabita. 27 En cuanto a los hijos de Joás, y el incremento de tributos que éste estableció, y la restauración del templo del Señor, todo está escrito en la historia del libro de los reyes. En lugar de Joás, subió al trono su hijo Amasías.

Reinado de Amasías


25 Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre se llamaba Yoadán, y era de Jerusalén. 2 Y Amasías hizo lo recto a los ojos del Señor, aunque no de todo corazón, 3 pues tan pronto como fue confirmado en el trono mató a los siervos que habían matado a su padre el rey. 4 Sin embargo, y de acuerdo con lo que está escrito en la ley, en el libro de Moisés, no mató a los hijos de ellos, pues allí el Señor ha ordenado: «No morirán los padres por los hijos, ni los hijos por los padres. Cada uno morirá por causa de su pecado.»


5 Amasías reunió a los de Judá y puso jefes de millares y de centenas sobre todo Judá y Benjamín, según el orden de sus familias. Además, levantó un censo de todos los hombres mayores de veinte años, y se encontró que había trescientos mil capaces de ir a la guerra y de empuñar lanza y escudo. 6 Además, contrató a cien mil israelitas aguerridos, a los que pagaba un sueldo de tres mil trescientos kilos de plata. 7 Pero vino un hombre de parte de Dios, y le dijo:


«Su Majestad, no conviene que el ejército de Israel lo acompañe, porque el Señor no está con los israelitas ni con ninguno de los efraimitas. 8 Si Su Majestad decide hacerlo así, e insiste en entrar en combate, Dios lo hará caer derrotado delante de sus enemigos, porque Dios tiene el poder de ayudar y de derrotar.»


9 Pero Amasías le dijo al hombre de Dios:


«¿Y qué va a pasar con los tres mil trescientos kilos de plata que le he pagado al ejército israelita?»


Y el hombre de Dios respondió:


«El Señor puede dar a Su Majestad mucho más que eso.»


10 Entonces Amasías apartó a su ejército del ejército efraimita que había venido en su ayuda, y les ordenó que se fueran a sus casas. Ellos se enojaron grandemente contra Judá, y encolerizados volvieron a sus casas. 11 Pero Amasías salió con su ejército y se dirigió al Valle de la Sal, y allí mató a diez mil de los hijos de Seir; 12 los hijos de Judá, por su parte, tomaron vivos a otros diez mil, a los que llevaron a la cumbre de un peñasco, y desde allí los despeñaron, y todos ellos murieron hechos pedazos. 13 Mientras tanto, los del ejército que Amasías había despedido, y que ya no fueron con él a la guerra, invadieron las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet Jorón, y mataron a tres mil de ellos, y los despojaron por completo.


14 Al volver Amasías de haber derrotado a los edomitas, trajo consigo los dioses de los hijos de Seir, los reconoció como dioses, y los adoró y les quemó incienso. 15 Entonces el Señor se encendió en ira contra Amasías, y envió un profeta a que le dijera:


«¿Por qué has ido tras los dioses de otra nación, que no libraron de tus manos a su pueblo?»


16 Mientras el profeta le decía esto, Amasías le respondió:


«¿Acaso te han nombrado consejero del rey? ¡Déjate de tonterías! ¿O acaso quieres que te maten?»


Cuando Amasías terminó de hablar, el profeta le dijo:


«Yo sólo sé que, por haber actuado así, y por no haber hecho caso de mis consejos, Dios ha decidido destruirte.»


17 El rey Amasías de Judá se reunió con sus consejeros y mandó a decir a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel:


«Ven acá, y nos veremos las caras.»


18 El rey Joás de Israel le envió al rey Amasías de Judá la siguiente respuesta:


«Había en el Líbano un cardo, que mandó a decir al cedro del Líbano: “Deja que tu hija se case con mi hijo.” ¡Pero los animales salvajes del Líbano pasaron y pisotearon el cardo! 19 ¿Acaso crees que el haber derrotado a Edom basta para que el corazón se te hinche de orgullo? Es mejor que te quedes en tu casa. ¿Para qué provocar una desgracia, en la que tú y Judá salgan derrotados?»


20 Pero Amasías no le hizo caso. Y es que era la voluntad de Dios entregarlos en manos de sus enemigos, por haberse ido tras los dioses de Edom. 21 Por eso el rey Joás de Israel y el rey Amasías de Judá se enfrentaron cara a cara en la batalla de Bet Semes, en Judá. 22 Allí Judá fue derrotado por Israel, y cada uno salió huyendo a su casa. 23 Allí en Bet Semes el rey Joás de Israel tomó preso al rey Amasías de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, y lo llevó a Jerusalén, y derribó la muralla de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta del ángulo, en un tramo de cuatrocientos codos; 24 se llevó además todo el oro y la plata, y todos los utensilios que se hallaron en el templo de Dios y en casa de Obed Edom, así como los tesoros del palacio del rey; hizo prisioneros a los hijos de los nobles, y después de eso volvió a Samaria.


25 Después de la muerte del rey Joás hijo de Joacaz, de Israel, el rey Amasías hijo de Joás, de Judá, vivió quince años. 26 Los demás hechos de Amasías, primeros y últimos, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27 A partir de que Amasías se apartó del Señor, se empezó a conspirar contra él en Jerusalén; y aunque él huyó a Laquis, lo fueron persiguiendo hasta Laquis, y allí lo mataron; 28 luego lo llevaron a caballo hasta la ciudad capital de Judá, y allí lo sepultaron con sus antepasados.


Romanos 12

Reina Valera Contemporánea

Deberes cristianos


12 Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios! 2 Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.


3 Por la gracia que me es dada, digo a cada uno de ustedes que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con sensatez, según la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 4 Porque así como en un cuerpo hay muchos miembros, y no todos los miembros tienen la misma función, 5 así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a los demás. 6 Ya que tenemos diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, si tenemos el don de profecía, usémoslo conforme a la medida de la fe. 7 Si tenemos el don de servicio, sirvamos; si tenemos el don de la enseñanza, enseñemos; 8 si tenemos el don de exhortación, exhortemos; si debemos repartir, hagámoslo con generosidad; si nos toca presidir, hagámoslo con solicitud; si debemos brindar ayuda, hagámoslo con alegría.


9 Nuestro amor debe ser sincero. Aborrezcamos lo malo y sigamos lo bueno. 10 Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás. 11 Si algo demanda diligencia, no seamos perezosos; sirvamos al Señor con espíritu ferviente. 12 Gocémonos en la esperanza, soportemos el sufrimiento, seamos constantes en la oración. 13 Ayudemos a los hermanos necesitados. Practiquemos la hospitalidad.


14 Bendigamos a los que nos persiguen; bendigamos y no maldigamos. 15 Gocémonos con los que se gozan y lloremos con los que lloran. 16 Vivamos como si fuéramos uno solo. No seamos altivos, sino juntémonos con los humildes. No debemos creernos más sabios que los demás. 17 No paguemos a nadie mal por mal. Procuremos hacer lo bueno a los ojos de todo el mundo. 18 Si es posible, y en cuanto dependa de nosotros, vivamos en paz con todos. 19 No busquemos vengarnos, amados míos. Mejor dejemos que actúe la ira de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.» 20 Por lo tanto, si nuestro enemigo tiene hambre, démosle de comer; si tiene sed, démosle de beber. Si así lo hacemos, haremos que éste se avergüence de su conducta. 21 No permitamos que nos venza el mal. Es mejor vencer al mal con el bien.


Salmos 22:19-31

Reina Valera Contemporánea


19

Pero tú, Señor, ¡no te alejes!

Tú eres mi fuerza, ¡ven pronto en mi ayuda!

20

¡Rescata de la espada y de esos perros

la única vida que tengo!

21

¡Sálvame de las fauces de esos leones!

¡Líbrame de los cuernos de esos búfalos!

22

Anunciaré tu nombre a mis hermanos;

te alabaré en medio de la comunidad.


23

Ustedes, los que temen al Señor, ¡alábenlo!

Descendientes de Jacob, ¡denle gloria!

Hijos todos de Israel, ¡adórenlo!

24

El Señor no rechaza al afligido,

no desprecia a los que sufren,

ni esconde de ellos su rostro;

cuando a él claman, les responde.


25

Yo lo alabaré en medio de la comunidad,

y ante los que le temen cumpliré mis promesas.

26

Los pobres comerán, y quedarán satisfechos;

los que buscan al Señor lo alabarán,

y tendrán una larga vida.

27

Todos los rincones de la tierra

invocarán al Señor, y a él se volverán;

¡ante él se inclinarán todas las naciones!

28

El reinado es del Señor,

y él gobierna a todas las naciones.

29

Todos los poderosos de la tierra lo adorarán;

todos los mortales le rendirán pleitesía,

todos los que no tienen vida propia.

30

Las generaciones futuras le servirán,

y hablarán del Señor a la generación venidera.

31

Se dirá a los que aún no han nacido

que el Señor es justo en todo lo que hace.


Proverbios 20:8-10

Reina Valera Contemporánea


8

Cuando el rey ocupa el tribunal de justicia,

le basta una mirada para despejar todo mal.

9

No hay nadie que pueda afirmar

que su corazón está limpio de pecado.

10

Las pesas y las medidas falsas

son cosas que al Señor le repugnan.

Reina Valera Contemporánea (RVC)


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