Día 260, DAB Español, Lunes 16 de Septiembre
Isaías 22:1-24:23; Gálatas 2:17-3:9; Salmos 60; Proverbios 23:15-16 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Isaías 22-24
La Palabra (Hispanoamérica)
Contra Jerusalén
22 Oráculo del valle de la Visión:
¿Qué te pasa que subes
en masa a las terrazas,
2
llena de jolgorio,
ciudad bulliciosa,
villa bullanguera?
Tus heridos no son de espada,
tus muertos no son de guerra.
3
Tus jefes huyeron en bloque,
los capturaron sin haber disparado;
tus valientes eran apresados
aunque habían huido lejos.
4
Por eso digo: “Déjenme en paz.
Lloraré hasta la amargura.
No insistan en consolarme
del desastre de mi pueblo”.
5
Un día de espanto y desconcierto
envía Dios, el Señor del universo:
en el valle de la Visión
se agrieta la muralla,
gritos de angustia
se elevan a los montes.
6
Elam apresta su aljaba,
envía carros y jinetes;
Quir desnuda su escudo.
7
Tus hermosos valles
están llenos de carros,
los jinetes apostados
enfrente de las puertas;
8
Judá está sin defensas.
Aquel día pasaban revista
a las armas en la Casa del Bosque,
9
cuando vieron las grietas numerosas
en los muros de la ciudad de David.
Recogieron el agua
de la alberca de abajo;
10
calcularon el número
de las casas de Jerusalén,
destruyeron viviendas
por reforzar los muros;
11
hicieron un depósito
entre muralla y muralla,
para recoger el agua
de la alberca vieja.
Pero no miraron a quien lo había hecho,
no vieron a quien ya lo tenía dispuesto.
12
Aquel día Dios, el Señor del universo,
convocaba al llanto y al duelo,
a afeitarse la cabeza,
a vestirse de sayal.
13
Ahora, en cambio, fiesta y alegría:
a matar novillos y corderos,
a hartarse de carne y de vino:
“Comamos y bebamos,
que mañana moriremos”.
14
Pero Dios, Señor del universo,
me ha revelado personalmente
que este pecado no será expiado;
seguirán así hasta que mueran
lo ha dicho el Señor del universo.
Contra el administrador Sebna
15
Así ha dicho Dios, Señor del universo:
Vete y di al administrador,
a Sebna, el jefe de palacio:
16
¿Qué o a quién tienes aquí
para labrarte aquí un sepulcro,
excavarte en lo alto una tumba,
abrirte un panteón en la roca?
17
Verás: el Señor te va a zarandear
con toda fuerza, gran hombre;
te hará un fardo bien atado,
18
te hará rodar como una bola
hasta un país ancho y llano.
¡Allí morirás, allí acabarán
tus espléndidas carrozas,
vergüenza del palacio de tu señor!
19
Te echaré de tu puesto,
te quitaré de tu cargo.
20
Aquel día llamaré a mi siervo,
a Eliaquín, hijo de Jelcías.
21
Lo vestiré con tu túnica,
le ceñiré tu fajín,
le entregaré tus poderes.
Será lo mismo que un padre
para la gente de Jerusalén,
para la casa de Judá.
22
Pondré sobre su hombro
la llave de la casa de David:
si abre, nadie cerrará,
si cierra, nadie abrirá.
23
Lo hincaré como estaca en lugar firme,
será trono de gloria para la casa paterna.
24 De él dependerá la gloria de su casa paterna: sus vástagos y hojas; de él penderá toda la vajilla menor: de cuencos a jarras. 25 Aquel día —oráculo del Señor del universo— cederá la estaca hincada en lugar firme, y la carga que soportaba se soltará, caerá y se romperá. Lo ha dicho el Señor.
Oráculo contra Tiro y Sidón
23 Oráculo contra Tiro:
Laméntense, naves de Tarsis,
su ensenada está destrozada.
Lo comprobaron al volver de Quitín.
2
Callen, habitantes de la costa,
ustedes, mercaderes de Sidón,
que tienen mercaderes
3
por el mar.
El grano de Egipto era su ganancia,
su beneficio el comercio extranjero.
4
Cúbrete de vergüenza, Sidón,
fortaleza del mar,
porque ha dicho el mar:
“No he parido entre dolores,
no he criado muchachos,
no he educado muchachas”.
5
Cuando llegue a oídos de Egipto,
temblará con las noticias de Tiro.
6
Crucen hasta Tarsis,
laméntense, gente de la costa.
7
¿Es esta su alegre ciudad,
fundada en tiempos remotos,
a quien sus pies condujeron
a fundar lejanas colonias?
8
¿Quién tomó esta decisión
contra Tiro, la que coronaba gente?
Sus mercaderes eran como príncipes,
sus comerciantes, señores del país.
9
El Señor del universo lo decidió,
decretó mancillar la arrogancia,
humillando a todo señorío,
a todos los señores del país.
10
Cultiva tu tierra, hija de Tarsis,
pues ya no existe el puerto.
11
El Señor extendió su mano
sobre el mar, y temblaron los reinos;
dio orden de que fueran destruidos
Canaán y sus alcázares.
12
Dijo: No volverás a alegrarte,
doncella violada, ciudad de Sidón.
Ponte en camino y vete a Quitín,
que allí tampoco habrá sosiego.
13
Mira el país de Caldea,
un pueblo que ya no existe,
sin fundamentos, en ruinas.
Hicieron torres de asalto,
destruyeron sus palacios,
lo redujeron a escombros.
14
Giman a gritos, naves de Tarsis:
que su alcázar está destruido.
15 Aquel día Tiro será olvidada durante setenta años, los años de la vida de un rey. Después de setenta años, le pasará a Tiro como en la copla de la prostituta:
16
“Toma la cítara
ronda por la ciudad,
ramera olvidada.
Toca con maestría,
canta sin descanso,
a ver si te recuerdan”.
17 Después de setenta años, el Señor visitará Tiro, que reincidirá en cobrar sus servicios prostituyéndose con todos los reinos, a lo largo y ancho del mundo. 18 Pero el fruto de sus mercancías y de sus servicios será consagrado al Señor. No será almacenado ni acumulado, pues servirá para que los que habitan junto al Señor coman hasta saciarse y se vistan con elegancia.
Apocalipsis de Isaías (24—27)
El mundo sometido a juicio
24 Miren, el Señor ha decidido
devastar y asolar la tierra;
replegará su superficie,
aventará a sus habitantes:
2
a pueblo y sacerdotes,
siervos y señores,
siervas y señoras,
comprador y vendedor,
prestatario y prestamista,
acreedor y deudor.
3
La tierra será devastada,
será saqueada sin remedio,
que así lo ha dicho el Señor.
4
Languidece y se agosta la tierra,
el orbe se agosta y languidece,
el cielo y la tierra se marchitan.
5
Sus habitantes profanan la tierra:
violan las leyes, cambian las normas,
quebrantan la alianza eterna.
6
Por eso, la maldición devora la tierra,
son castigados los que habitan en ella.
Por eso, se consumen los que habitan la tierra,
sólo quedan unas pocas personas.
7
Se pierde el mosto, se agosta la vid,
se lamenta la gente dicharachera.
8
Enmudece la alegría de los panderos,
han cesado bullicio y diversión,
enmudece la alegría de la cítara.
9
No brindan ya entre canciones,
el licor amarga a los que beben.
10
La ciudad, vacía, se desmorona,
no se puede entrar en las casas.
11
Se lamentan, sin vino, por las calles,
la alegría declina mortecina,
el gozo escapa de la tierra.
12
La ciudad es una escombrera,
con sus puertas heridas de ruina.
13
Sucederá en el corazón de la tierra
y en el centro de todos los pueblos
lo mismo que al varear la aceituna,
igual que cuando acaba la vendimia.
Alegría prematura y conmoción
14
Algunos gritan alegres,
cantan la grandeza del Señor,
lo vitorean desde occidente,
15
honran al Señor en oriente,
en las costas el nombre del Señor,
el nombre del Dios de Israel.
16
Desde el confín de la tierra
oímos cantos de alegría:
“Gloria al justo”.
Yo, en cambio, pensaba:
“Pobre de mí, pobre de mí,
ay de mí, los traidores traicionan,
los traidores traman traiciones”.
17
Terror, trampa y zanja
para ti, morador del país.
18
El que huya del grito aterrador
caerá de lleno en la trampa.
Aquel que salga de la trampa,
será apresado en la zanja.
Las compuertas celestes se abren,
tiemblan los cimientos del orbe;
19
se raja y resquebraja la tierra,
se quiebra y agrieta la tierra,
tiembla y retiembla la tierra.
20
La tierra se tambalea como un borracho,
insegura, lo mismo que una choza,
soportando el peso de sus faltas:
caerá sin volver a levantarse.
Juicio y reinado del Señor
21
Aquel día juzgará el Señor
al ejército del cielo en el cielo
y a los reyes de la tierra en la tierra.
22
Serán reunidos, amontonados,
encadenados en una mazmorra,
encerrados en un calabozo,
juzgados con el paso del tiempo.
23
La luna escapará avergonzada,
el sol se ocultará abochornado,
pues reina el Señor del universo
en el monte Sión y en Jerusalén,
honrado en medio de sus ancianos.