Monday, September 16, 2024

DAB Español, Martes 17 de Septiembre

Día 261, DAB Español, Martes 17 de Septiembre


Isaías 25:1-28:13; Gálatas 3:10-22; Salmos 61; Proverbios 23:17-18 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))








Isaías 25:1-28:13

La Palabra (Hispanoamérica)

Himno del pueblo rescatado


25 Señor, tú eres mi Dios,

te ensalzo y te doy gracias,

pues hiciste cosas admirables,

planes fieles y firmes.

2

Convertiste en escombros la ciudad,

la villa amurallada en derribo;

el palacio extranjero no es ciudad,

nunca será reconstruido.

3

Por eso te honra la nación poderosa,

pueblos violentos te temen,

4

pues fuiste refugio del pobre,

refugio del mísero oprimido,

abrigo en la lluvia, sombra en el calor.

El ánimo violento es lluvia invernal,

5

lo mismo que el calor en tierra baldía.

Sofocas la algarabía de los extranjeros,

pones fin al canto de los tiranos.

Un banquete en Sión


6

El Señor del universo preparará

para todos los pueblos en este monte

un banquete de platos sustanciosos,

un banquete con vinos de solera,

platos sustanciosos y gustosos,

vinos de solera, generosos.

7

Rasgará el Señor en este monte

el velo que tapa a los pueblos,

el paño que cubre a las naciones.

8

Destruirá para siempre a la muerte,

el Señor Dios enjugará

el llanto que cubre los rostros,

barrerá la afrenta de su pueblo

en toda la superficie del país.

Lo ha dicho el Señor.

Acción de gracias de Israel


9

Aquel día dirás:

Aquí está nuestro Dios,

esperábamos que él nos salvara.

Él es el Señor, nuestra esperanza,

celebremos alegres su victoria.

10

La mano del Señor reposa en este monte.

Humillación de Moab


Pisarán a Moab donde esté,

como se pisa la paja en el estercolero:

11

moverá los brazos dentro de él

igual que el nadador al nadar.

El Señor humillará su orgullo,

a pesar del esfuerzo de sus brazos.

12

Derribará tu alcázar amurallado,

lo abatirá, reduciéndolo a polvo.

Himno triunfal de los salvados


26 Aquel día entonarán

este canto en tierra de Judá:

“Nuestra ciudad es una fortaleza,

murallas y baluartes la protegen.

2

Abran los portones,

que pase el pueblo fiel,

el pueblo que guarda lealtad.

3

Su propósito es firme,

va atesorando bienestar,

pues confía en ti.

4

Confíen siempre en el Señor,

él es nuestra Roca eterna:

5

humilló a los habitantes de la altura,

doblegó a la ciudad encumbrada,

la aplastó, la aplastó por tierra,

la hizo morder el polvo.

6

La pisotean los pies del humilde,

los pobres al caminar”.

Angustia y esperanza en un tiempo sin futuro


7

El camino del justo es derecho,

tú allanas la senda del justo.

8

Echamos de menos, Señor,

tu forma de hacer justicia;

anhelamos tu nombre y tu recuerdo.

9

Mi ser te ansía de noche,

mi espíritu madruga en tu busca,

pues de tu forma de juzgar en la tierra

aprenden justicia sus habitantes.

10

Aunque el malvado sea perdonado,

nunca aprenderá justicia:

pervierte el derecho en el país,

no se fija en la grandeza del Señor.

11

Señor, tu mano está alzada,

pero no se fijan en ella.

Que vean avergonzados tu celo por el pueblo,

que un fuego devore a tus adversarios.

12

Señor, de seguro nos darás bienestar,

pues tú realizas todas nuestras obras.

13

Señor, Dios nuestro,

nos dominaron otros señores,

mas sólo reconocemos tu nombre.

14

Los que han muerto ya no viven,

no se levantan las sombras,

por eso los castigas y destruyes,

y acabas así con su recuerdo.

15

Pero tú multiplicas el pueblo,

lo multiplicas y demuestras tu poder,

ensanchas las fronteras del país.

16

Señor, en el peligro acudíamos a ti,

cuando más nos afligía tu castigo:

17

como embarazada a punto de parir,

que se retuerce y grita entre dolores,

eso parecíamos, Señor, ante ti.

18

Parimos, nos retorcimos,

pero dimos a luz viento:

no supimos socorrer al país,

no parimos habitantes al mundo.

19

Tus muertos revivirán

y se alzarán sus despojos,

despertarán clamorosos

los que habitan en el polvo.

Pues tu rocío es rocío de luz

y el país de las sombras parirá.

Castigo de desórdenes


20

Pueblo mío, entra en tu casa,

cierra las puertas tras de ti,

escóndete sólo un momento

hasta que pase la cólera.

21

Que el Señor sale de su morada

y piensa castigar la culpa

de todo el que habita en el país:

la tierra, empapada de sangre,

ya no ocultará a sus muertos.

El último enemigo


27 Aquel día el Señor castigará

con su espadón, sólido y fuerte,

a Leviatán, serpiente huidiza,

a Leviatán, serpiente tortuosa,

y matará al Dragón del mar.

Canción a la viña selecta


2

Aquel día canten a la viña selecta:

3

Yo, el Señor, me ocupo de ella,

la riego muy a menudo;

para que no le falten hojas,

la cuido de noche y día.

4

Se me ha pasado el enfado:

aunque dé zarzas y cardos,

me acerco y les prendo fuego.

5

Quien quiera mi protección,

que haga las paces conmigo,

las paces haga conmigo.

Prosperidad tras el perdón


6

Vienen días en que echará raíces Jacob,

en que Israel rebrotará y florecerá,

sus frutos llenarán el mundo.

7

¿Lo ha herido como hiere a los que lo hieren?

¿Lo ha matado como mata a los que lo matan?

8

Lo condenas expulsándolo con espanto,

lo castigas con un viento impetuoso,

como un día con viento del este.

9

Así será expiada la culpa de Jacob,

este será el coste de borrar su pecado:

cuando convierta las piedras del altar

en piedra caliza desmenuzada,

cuando no queden en pie estelas

ni altares en honor del sol.

La ciudad solitaria


10

Sola está la ciudad fortificada:

no es más que una morada abandonada,

olvidada lo mismo que un desierto.

Allí pastan los terneros,

tumbados consumen sus ramas.

11

Al secarse, el ramaje se quiebra;

se acercan mujeres y lo queman.

Este pueblo no tiene conocimiento,

por eso no se apiada de él su Hacedor,

no se compadece su Creador.

Vuelta de los desterrados


12

Aquel día el Señor trillará las mieses

desde el Éufrates al torrente de Egipto.

Pero ustedes serán espigados

uno a uno, hijos de Israel.

13

Aquel día sonará el cuerno grande,

volverán los dispersos por Asiria,

los prófugos de la tierra de Egipto.

Todos se postrarán ante el Señor

en el monte santo de Jerusalén.

Más oráculos sobre Judá e Israel (28—33)

Presente y futuro del Reino del Norte


28 ¡Ay de la hermosa corona

de los ebrios de Efraín!

Su pompa y sus atavíos

no son más que flor caduca

en el cabezo del valle fértil

de los ahítos de vino.

2

Miren, uno fuerte y recio

viene de parte del Señor:

como lluvia acompañada de granizo,

igual que destructora tempestad,

como lluvia torrencial anegadora;

derriba por tierra de un golpe.

3

Será aplastada bajo sus pies

la hermosa corona de los ebrios de Efraín.

4

La flor caduca de su pompa y atavíos,

situada en el cabezo del valle fértil,

será como breva que presagia el verano;

quien la ve, la atrapa y se la come.

5

Aquel día el Señor del universo

será para el resto de su pueblo

corona, pompa y hermoso atavío:

6

anhelo de justicia para los jueces,

valor para quienes repelen

los ataques a las puertas.

Contra borrachos y burlones


7

A estos el vino los extravía,

el licor los hace desvariar:

a sacerdote y profeta

el licor los extravía,

son consumidos por el vino,

el licor los hace desvariar;

fallan en sus visiones,

vacilan cuando juzgan.

8

Sus mesas están empapadas de vómito,

sólo hay espacio para la inmundicia.

9

¿A quién pretende enseñar,

a quién va a explicar el mensaje?

¿A niños que ya no maman,

a críos ya destetados?

10

“La ese con la ese,

la ce con la ce,

esto aquí y esto allí”.

11

Pues con labios balbucientes

y usando una lengua extraña

va a dirigirse a esta gente,

12

a la que ya había dicho:

“Esto es lugar de reposo;

den, pues, reposo al cansado;

es un lugar de descanso”;

pero no le hicieron caso.

13

Y así les hablará el Señor:

“La ese con la ese,

la ce con la ce,

esto aquí y esto allí”,

y tropezarán sin poder avanzar,

aturdidos, atrapados, capturados.


Gálatas 3:10-22

La Palabra (Hispanoamérica)


10 Por el contrario, cuantos viven pendientes de cumplir la ley están bajo el peso de una maldición. Así lo dice la Escritura: Maldito sea quien no cumpla constantemente todo lo escrito en el libro de la ley. 11 Y es evidente que, por cumplir la ley, nadie será restablecido por Dios en su amistad, ya que también dice la Escritura: Aquel a quien Dios restablece en su amistad por medio de la fe, alcanzará la vida. 12 Pero la ley no se nutre de la fe, sino que: quien cumpla estos preceptos, por ellos vivirá. 13 Fue Cristo quien nos libró de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros maldito. Pues dice la Escritura: Maldito sea todo el que muera colgado de un madero. 14 La bendición de Abrahán alcanzará así, por medio de Cristo Jesús, a todas las naciones y nosotros recibiremos, mediante la fe, el Espíritu prometido.

La ley y la promesa


15 Hermanos, voy a explicarme con un ejemplo tomado de la vida humana. Incluso según las normas humanas, nadie puede anular o modificar un testamento legalmente otorgado. 16 Ahora bien, Dios hizo las promesas a Abrahán y a su descendencia. No se dice “y a tus descendientes”, como si fueran muchos, sino “y a tu descendencia”, refiriéndose a Cristo solamente. 17 Y digo yo: un pacto debidamente confirmado por Dios no lo puede invalidar una ley dada cuatrocientos treinta años más tarde, cancelando de ese modo lo que Dios había prometido. 18 Si la herencia dependiera del cumplimiento de la ley, ya no dependería de la promesa. Sin embargo, Dios otorgó su favor a Abrahán en forma de promesa.


19 Así las cosas, ¿qué sentido tiene la ley de Moisés? Se añadió con el fin de señalar lo que era pecado hasta el momento en que llegara Cristo, el descendiente prometido. La ley fue promulgada por medio de ángeles y Moisés actuó de intermediario; 20 pero el intermediario está de más cuando sólo entra en juego una persona, y Dios es uno solo. 21 Ley de Moisés y promesas divinas, ¿son, entonces, algo opuesto? ¡De ningún modo! Si se hubiese promulgado una ley capaz de dar vida, sí bastaría con cumplir esa ley para ser restablecidos en la amistad divina. 22 Pero la Escritura presenta al mundo entero dominado por el pecado, precisamente para que se conceda a los creyentes la promesa que Dios les hizo por medio de la fe en Jesucristo.


Salmos 61

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 61 (60)

Quisiera morar en tu Tienda


61 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. De David.

2

Oye, oh Dios, mi clamor, escucha mi ruego.

3

Desde el confín de la tierra te llamo

mientras mi corazón desfallece;

llévame a la roca que se alza inaccesible,

4

porque tú eres para mí un refugio,

una fortaleza frente al enemigo.

5

Quisiera morar siempre en tu Tienda,

refugiarme al amparo de tus alas,

6

pues tú, Dios, aceptaste mis promesas,

me diste la heredad de quien te honra.

7

Concede largos años al rey,

que dure su vida por generaciones.

8

¡Que él reine por siempre ante Dios!

Convoca para protegerlo al amor y a la verdad;

9

yo cantaré eternamente tu nombre

y cumpliré mis promesas día tras día.


Proverbios 23:17-18

La Palabra (Hispanoamérica)


17

No envidies a los pecadores

y respeta siempre al Señor,

18

porque así tendrás futuro

y tu esperanza no se quebrará.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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