Friday, June 21, 2024

DAB Español, Sábado 22 de Junio

Día 174, DAB Español, Sábado 22 de Junio


2 Reyes 3:1-4:17; Hechos 14:8-28; Salmos 140; Proverbios 17:22 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))








2 Reyes 3:1-4:17

La Palabra (Hispanoamérica)

Jorán de Israel (852-841)


3 Jorán, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría el año décimo octavo del reinado de Josafat en Judá. Reinó durante doce años. 2 Ofendió al Señor con sus acciones, aunque no tanto como su padre y su madre, pues suprimió la columna de Baal que había levantado su padre. 3 Aún así, imitó los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, había hecho cometer a Israel y no se apartó de ellos.

Eliseo y la guerra contra Moab


4 Mesá, el rey de Moab, era pastor y pagaba al rey de Israel un tributo de cien mil corderos y cien mil carneros lanudos. 5 Pero, cuando murió Ajab, el rey de Moab se sublevó contra el rey de Israel. 6 El rey Jorán salió inmediatamente de Samaría, pasó revista a todo el ejército israelita 7 y mandó decir a Josafat, rey de Judá:


— El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres acompañarme a luchar contra Moab?


Él contestó:


— Sí, te acompaño. Yo, mi gente y mi caballería estamos a tu disposición.


8 Luego preguntó:


— ¿Qué camino tomamos?


Contestó:


— El camino del desierto de Edom.


9 Los reyes de Israel, Judá y Edom emprendieron la marcha y al cabo de siete días de camino faltó el agua para el ejército y para los animales que llevaban. 10 Entonces el rey de Israel exclamó:


— ¡Ay, que el Señor nos ha reunido a los tres reyes para entregarnos en poder de Moab!


11 Josafat preguntó:


— ¿No hay por aquí algún profeta a través del cual podamos consultar al Señor?


Uno de los servidores del rey de Israel respondió:


— Por aquí anda Eliseo, el hijo de Safat, que era asistente de Elías.


12 Josafat dijo:


— ¡Él anuncia la palabra del Señor!


Entonces el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom bajaron a ver a Eliseo. 13 Y Eliseo dijo al rey de Israel:


— ¡No tengo nada que ver contigo! Consulta a los profetas de tu padre y de tu madre.


Pero el rey de Israel le contestó:


— No, pues ha sido el Señor quien nos ha reunido a los tres reyes para entregarnos en poder de Moab.


14 Eliseo contestó:


— Te juro por el Señor del universo, a quien sirvo, que si no fuera por respeto a Josafat, el rey de Judá, no te haría caso ni te miraría. 15 Ahora, tráiganme un músico.


Mientras el músico tocaba, el Señor se apoderó de Eliseo 16 y este dijo:


— El Señor manda que llenen de zanjas esta vaguada. 17 Pues, según dice el Señor, no se verá viento ni lluvia, pero esta vaguada se llenará de agua y podrán beber ustedes, sus ganados y sus animales. 18 Y por si esto no fuera suficiente, el Señor entregará a Moab en poder de ustedes 19 y destruirán todas las ciudades fortificadas e importantes, talarán todos los árboles frutales, cegarán todas las fuentes de agua y llenarán de piedras todas las tierras de cultivo.


20 A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, empezó a venir agua de la parte de Edom y el terreno se inundó. 21 Cuando los moabitas se enteraron de que los reyes subían a atacarlos, movilizaron a toda la gente apta para la guerra y tomaron posiciones en la frontera. 22 Cuando se levantaron a la mañana siguiente, el sol reverberaba sobre el agua y a los moabitas, de lejos, las aguas les parecieron rojas como la sangre. 23 Entonces exclamaron:


— ¡Eso es sangre! Seguro que los reyes se han acuchillado y se han matado unos a otros. ¡Moabitas, al saqueo!


24 Cuando los moabitas llegaban al campamento de Israel, los israelitas les hicieron frente, derrotaron a Moab y los pusieron en fuga. Luego los israelitas penetraron en Moab y lo devastaron. 25 Destruyeron sus ciudades, lanzaron piedras a las tierras de cultivo, cegaron todas las fuentes de agua y talaron todos los árboles frutales. Sólo quedó en pie Quir Jaréset, pero los honderos la cercaron y la atacaron.


26 Cuando el rey de Moab vio que la batalla estaba perdida, tomó consigo a setecientos hombres armados con espadas y trató de abrir brecha por donde estaba el rey de Edom, pero no lo consiguió. 27 Entonces agarró a su hijo primogénito, el que debía sucederle como rey, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. El hecho causó tan gran indignación entre los israelitas, que levantaron el asedio y regresaron a su país.

El milagro del aceite


4 Una mujer, casada con uno de la comunidad de profetas, fue a suplicar a Eliseo:


— Mi marido, servidor tuyo, ha muerto; y tú sabes que era un hombre religioso. Ahora ha venido el acreedor a llevarse a mis dos hijos como esclavos. 2 Eliseo le dijo:


— ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa.


Ella respondió:


— Sólo me queda en casa una alcuza de aceite.


3 Eliseo le dijo:


— Sal a pedir vasijas a todas tus vecinas, vasijas vacías en abundancia. 4 Cuando vuelvas, te encierras en casa con tus hijos, empiezas a echar aceite en todas esas vasijas y pones aparte las llenas.


5 La mujer se marchó y se encerró en casa con sus hijos. Ellos le acercaban las vasijas, y ella echaba el aceite. 6 Cuando llenó todas las vasijas, pidió a uno de sus hijos:


— Acércame otra vasija.


Pero él le dijo:


— Ya no quedan más.


Entonces se agotó el aceite. 7 La mujer fue a contárselo al profeta y este le dijo:


— Ahora vende el aceite, paga a tu acreedor y con el resto podrán vivir tú y tus hijos.

Eliseo y la sunamita


8 Un día Eliseo pasó por Sunán y una mujer rica que vivía allí le insistió para que se quedase a comer. Desde entonces, cada vez que pasaba por allí, se detenía a comer. 9 La mujer dijo a su marido:


— Mira, creo que ese que nos visita cada vez que pasa es un profeta santo. 10 Vamos a construirle en la terraza una habitación pequeña con una cama, una mesa, una silla y un candil, para que se aloje en ella cuando venga a visitarnos.


11 Un día que Eliseo llegó allí, subió a la terraza y se acostó en la habitación. 12 Luego dijo a su criado Guejazí:


— Llama a esa sunamita.


Él la llamó y cuando se presentó ante él, 13 Eliseo ordenó a su criado que le dijese:


— Ya que te has tomado todas estas molestias por nosotros, dinos qué podemos hacer por ti. ¿Necesitas pedir algo al rey o al jefe del ejército?


Pero ella respondió:


— Vivo a gusto entre mi gente.


14 Eliseo insistió:


— ¿Qué podríamos hacer por ella?


Entonces Guejazí sugirió:


— No sé. No tiene hijos y su marido es viejo.


15 Eliseo dijo:


— Llámala.


La llamó y ella se quedó en la puerta. 16 Eliseo le dijo:


— El año que viene por estas fechas estarás abrazando a un hijo.


Ella respondió:


— ¡No, señor mío, hombre de Dios! ¡No engañes a tu servidora!


17 Pero la mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo al año siguiente por aquellas fechas, tal como le había anunciado Eliseo.


Hechos 14:8-28

La Palabra (Hispanoamérica)

En Listra


8 Había en Listra un tullido, cojo de nacimiento, que nunca había podido valerse de sus pies. 9 Estaba escuchando con atención las palabras de Pablo, cuando este fijó su mirada en él y percibió que tenía bastante fe para ser sanado. 10 Le dijo entonces en voz alta:


— ¡Levántate y ponte derecho sobre tus pies!


Él dio un salto y echó a andar. 11 Cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, comenzó a gritar en su idioma licaónico:


— ¡Los dioses han bajado a nosotros en forma humana!


12 Llamaron Zeus a Bernabé y Hermes a Pablo, por ser el portavoz. 13 En esto, el sacerdote de Zeus, cuyo templo estaba a la entrada de la ciudad, llevó ante las puertas de la ciudad toros adornados con guirnaldas y, en unión de la muchedumbre, quería ofrecerles un sacrificio. 14 Pero al darse cuenta de ello, los apóstoles Bernabé y Pablo rasgaron sus vestidos en señal de desaprobación y corrieron hacia la multitud gritando:


15 — ¿Qué van a hacer? ¡Somos hombres mortales como ustedes! Hemos venido a anunciarles la buena noticia para que dejen esas vanas prácticas y se conviertan al Dios vivo, que creó el cielo, la tierra, el mar y todo lo que contienen. 16 Él permitió en épocas pasadas que todas las naciones siguieran su propio camino; 17 aunque, en verdad, no sin dejarles muestras palpables de su bondad. Él les ha enviado desde el cielo lluvias abundantes y tiempo favorable a las cosechas, les ha saciado de alimentos y ha colmado de alegría sus corazones.


18 Estas palabras les sirvieron, aunque a duras penas, para evitar que la multitud les ofreciera un sacrificio.


19 Llegaron, sin embargo, algunos judíos de Antioquía de Pisidia y de Iconio, que lograron ganarse a la muchedumbre, hasta el punto de que apedrearon a Pablo y lo sacaron fuera de la ciudad, dándolo por muerto. 20 Pero, cuando los discípulos se juntaron en torno a él, se levantó y regresó a la ciudad. Al día siguiente marchó con Bernabé hacia Derbe.

Regreso a Antioquía de Siria


21 Después de haber anunciado la buena nueva en aquella ciudad y de haber hecho muchos discípulos, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia, 22 animando de paso a los creyentes y exhortándolos a permanecer firmes en la fe: “Para entrar en el reino de Dios —les advertían— nos es necesario pasar por muchos sufrimientos”. 23 Nombraron también dirigentes en cada iglesia y, haciendo oración y ayuno, los encomendaron al Señor, en quien habían depositado su fe.


24 Atravesaron luego Pisidia y llegaron a Panfilia. 25 Anunciaron el mensaje en Perge y bajaron a Atalía. 26 Se embarcaron allí para Antioquía de Siria, donde los habían confiado a la protección de Dios para la misión que acababan de cumplir.


27 A su llegada, reunieron en asamblea a la iglesia e informaron ampliamente de todo lo que Dios había realizado por mediación de ellos y de cómo se había mostrado favorable a que también los no judíos abrazasen la fe. 28 Pablo y Bernabé pasaron allí una buena temporada con los demás discípulos


Salmos 140

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 140 (139)

Sálvame de los violentos


140 Al maestro del coro. Salmo de David.

2

Señor, líbrame del malvado,

sálvame de los violentos,

3

de los que traman maldades en su corazón

y sin cesar maquinan guerras.

4

Afilan sus lenguas como serpientes,

sus labios esconden veneno de víbora. [ Pausa]

5

Señor, guárdame de la garra del malvado,

sálvame de los violentos,

los que traman hacerme caer.

6

Me ponen trampas los soberbios,

extienden una red bajo mis pies,

junto al camino me tienden lazos. [ Pausa]

7

Yo dije al Señor: “Mi Dios eres tú,

escucha mi voz suplicante”.

8

Señor, Dios mío, mi fuerza salvadora,

tú proteges mi cabeza el día del combate.

9

Señor, no cumplas los deseos del malvado,

no dejes que sus planes prosperen;

no permitas que se enorgullezcan [ Pausa]

10

aquellos que me cercan;

antes bien, que su propia maldad

les sirva de castigo;

11

que caigan sobre ellos brasas ardientes,

que sean arrojados a simas de donde no salgan.

12

Que quien calumnia no perdure en la tierra,

que la desgracia golpee al violento sin cesar.

13

Sé que el Señor hará justicia al humilde,

defenderá el derecho del pobre.

14

Los justos alabarán tu nombre,

los rectos vivirán en tu presencia.


Proverbios 17:22

La Palabra (Hispanoamérica)


22

Corazón contento es buena medicina,

ánimo abatido debilita los huesos.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España


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