Día 305, DAB Español, Jueves 31 de Octubre
Lamentaciones 4:1-5:22; Hebreos 2:1-18; Salmos 103; Proverbios 26:23 (Nueva Traducción Viviente (NTV))
Lamentaciones 4-5
Nueva Traducción Viviente
El enojo de Dios queda satisfecho
4 ¡Cómo perdió su brillo el oro!
Hasta el oro más preciado se volvió opaco.
¡Las piedras preciosas sagradas
yacen esparcidas en las calles!
2
Miren cómo los preciosos hijos de Jerusalén,[a]
que valen su peso en oro puro,
ahora son tratados como vasijas de barro
hechas por un alfarero común y corriente.
3
Hasta los chacales amamantan a sus cachorros,
pero mi pueblo Israel no lo hace;
ignoran los llantos de sus hijos,
como los avestruces del desierto.
4
La lengua reseca de sus pequeños
se pega al paladar a causa de la sed.
Los niños lloran por pan,
pero nadie tiene para darles.
5
Los que antes comían los manjares más ricos
ahora mendigan en las calles por cualquier cosa que puedan obtener.
Los que antes vestían ropa de la más alta calidad
ahora hurgan en los basureros buscando qué comer.
6
La culpa[b] de mi pueblo
es mayor que la de Sodoma,
donde, en un instante, cayó el desastre total
y nadie ofreció ayuda.
7
Nuestros príncipes antes rebosaban de salud,
más brillantes que la nieve, más blancos que la leche.
Sus rostros eran tan rosados como rubíes,
su aspecto como joyas preciosas.[c]
8
Pero ahora sus caras son más negras que el carbón;
nadie los reconoce en las calles.
La piel se les pega a los huesos;
está tan seca y dura como la madera.
9
Los que murieron a espada terminaron mejor
que los que mueren de hambre.
Hambrientos, se consumen
por la falta de comida de los campos.
10
Mujeres de buen corazón
han cocinado a sus propios hijos;
los comieron
para sobrevivir el sitio.
11
Pero ahora, quedó satisfecho el enojo del Señor;
su ira feroz ha sido derramada.
Prendió un fuego en Jerusalén[d]
que quemó la ciudad hasta sus cimientos.
12
Ningún rey sobre toda la tierra,
nadie en todo el mundo,
hubiera podido creer que un enemigo
lograra entrar por las puertas de Jerusalén.
13
No obstante, ocurrió a causa de los pecados de sus profetas
y de los pecados de sus sacerdotes,
que profanaron la ciudad
al derramar sangre inocente.
14
Vagaban a ciegas
por las calles,
tan contaminados por la sangre
que nadie se atrevía a tocarlos.
15
«¡Apártense!—les gritaba la gente—.
¡Ustedes están contaminados! ¡No nos toquen!».
Así que huyeron a tierras distantes
y deambularon entre naciones extranjeras,
pero nadie les permitió quedarse.
16
El Señor mismo los dispersó,
y ya no los ayuda.
La gente no tiene respeto por los sacerdotes
y ya no honra a los líderes.
17
En vano esperamos que nuestros aliados
vinieran a salvarnos,
pero buscábamos socorro en naciones
que no podían ayudarnos.
18
Era imposible andar por las calles
sin poner en peligro la vida.
Se acercaba nuestro fin; nuestros días estaban contados.
¡Estábamos condenados!
19
Nuestros enemigos fueron más veloces que las águilas en vuelo.
Si huíamos a las montañas, nos encontraban;
si nos escondíamos en el desierto,
allí estaban esperándonos.
20
Nuestro rey—el ungido del Señor, la vida misma de nuestra nación—
quedó atrapado en sus lazos.
¡Pensábamos que su sombra
nos protegería contra cualquier nación de la tierra!
21
¿Te estás alegrando en la tierra de Uz,
oh pueblo de Edom?
Tú también beberás de la copa del enojo del Señor;
tú también serás desnudada en tu borrachera.
22
Oh bella Jerusalén,[e] tu castigo tendrá fin;
pronto regresarás del destierro.
Pero Edom, tu castigo apenas comienza;
pronto serán puestos al descubierto tus muchos pecados.
Oración por restauración
5 Señor, recuerda lo que nos ha sucedido.
¡Mira cómo hemos sido deshonrados!
2
Se entregó nuestra herencia a extraños,
y nuestras casas, a extranjeros.
3
Somos huérfanos, sin padre,
y nuestras madres son viudas.
4
Tenemos que pagar por el agua que bebemos,
y hasta la leña es costosa.
5
Los que nos persiguen nos pisan los talones;
estamos agotados pero no encontramos descanso.
6
Nos sometimos a Egipto y a Asiria
para conseguir alimentos y así sobrevivir.
7
Nuestros antepasados pecaron, pero murieron,
¡y nosotros sufrimos el castigo que ellos merecían!
8
Los esclavos son ahora nuestros amos;
no ha quedado nadie para rescatarnos.
9
Buscamos comida a riesgo de nuestra vida
porque la violencia domina el campo.
10
El hambre hizo ennegrecer nuestra piel
como si hubiera sido quemada en el horno.
11
Nuestros enemigos violaron a las mujeres de Jerusalén[f]
y a las muchachas de las ciudades de Judá.
12
Cuelgan a nuestros príncipes de las manos,
y tratan a nuestros ancianos con desprecio.
13
Llevan a los jóvenes a trabajar en los molinos,
y los niños tambalean bajo pesadas cargas de leña.
14
Los ancianos ya no se sientan en las puertas de la ciudad;
los jóvenes ya no bailan ni cantan.
15
La alegría abandonó nuestro corazón;
nuestras danzas se convirtieron en luto.
16
Cayeron las guirnaldas[g] de nuestra cabeza.
Lloren por nosotros porque hemos pecado.
17
Tenemos el corazón angustiado y cansado,
y nuestros ojos se nublan por las lágrimas,
18
porque Jerusalén[h] está vacía y desolada;
es un lugar donde merodean los chacales.
19
¡Pero Señor, tú serás el mismo para siempre!
Tu trono continúa de generación en generación.
20
¿Por qué sigues olvidándonos?
¿Por qué nos has abandonado por tanto tiempo?
21
¡Restáuranos, oh Señor, y haz que regresemos a ti!
¡Devuélvenos la alegría que teníamos antes!
22
¿O acaso nos has rechazado por completo?
¿Todavía estás enojado con nosotros?
Footnotes
4:2 En hebreo de Sion.
4:6 O El castigo.
4:7 En hebreo como lapislázuli.
4:11 En hebreo en Sion.
4:22 En hebreo Oh hija de Sion.
5:11 En hebreo de Sion.
5:16 O Cayó la corona.
5:18 En hebreo porque el monte Sion.
Hebreos 2
Nueva Traducción Viviente
Advertencia para no desviarse del camino
2 Así que debemos prestar mucha atención a las verdades que hemos oído, no sea que nos desviemos de ellas. 2 Pues el mensaje que Dios transmitió mediante los ángeles se ha mantenido siempre firme, y toda infracción de la ley y todo acto de desobediencia recibió el castigo que merecía. 3 Entonces, ¿qué nos hace pensar que podemos escapar si descuidamos esta salvación tan grande, que primeramente fue anunciada por el mismo Señor Jesús y luego nos fue transmitida por quienes lo oyeron hablar? 4 Además, Dios confirmó el mensaje mediante señales, maravillas, diversos milagros y dones del Espíritu Santo según su voluntad.
Jesús, el hombre
5 Es más, no son los ángeles quienes gobernarán el mundo futuro del cual hablamos, 6 porque en cierto lugar las Escrituras dicen:
«¿Qué son los simples mortales para que pienses en ellos,
o un hijo de hombre[a] para que de él te ocupes?
7
Sin embargo, por un poco de tiempo los hiciste un poco menor que los ángeles
y los coronaste de gloria y honor.[b]
8
Les diste autoridad sobre todas las cosas»[c].
Ahora bien, cuando dice «todas las cosas», significa que nada queda afuera; pero todavía no vemos que todas las cosas sean puestas bajo la autoridad de ellos. 9 No obstante, lo que sí vemos es a Jesús, a quien por un poco de tiempo se le dio una posición «un poco menor que los ángeles»; y debido a que sufrió la muerte por nosotros, ahora está «coronado de gloria y honor». Efectivamente, por la gracia de Dios, Jesús conoció la muerte por todos. 10 Dios—para quien y por medio de quien todo fue hecho—eligió llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el sufrimiento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la salvación.
11 Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre. Por esa razón, Jesús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos, 12 pues le dijo a Dios:
«Anunciaré tu nombre a mis hermanos.
Entre tu pueblo reunido te alabaré»[d].
13 También dijo:
«Pondré mi confianza en él»,
es decir, «yo y los hijos que Dios me ha dado»[e].
14 Debido a que los hijos de Dios son seres humanos—hechos de carne y sangre—el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía[f] el poder sobre la muerte. 15 Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte.
16 También sabemos que el Hijo no vino para ayudar a los ángeles, sino que vino para ayudar a los descendientes de Abraham. 17 Por lo tanto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos,[g] para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo. 18 Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas.
Footnotes
2:6 O el Hijo del Hombre.
2:7 Algunos manuscritos agregan Los pusiste a cargo de todo lo que creaste.
2:6-8 Sal 8:4-6 (versión griega).
2:12 Sal 22:22.
2:13 Is 8:17-18.
2:14 O tiene.
2:17 En griego semejante a los hermanos.
Salmos 103
Nueva Traducción Viviente
Salmo de David.
103 Que todo lo que soy alabe al Señor;
con todo el corazón alabaré su santo nombre.
2
Que todo lo que soy alabe al Señor;
que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí.
3
Él perdona todos mis pecados
y sana todas mis enfermedades.
4
Me redime de la muerte
y me corona de amor y tiernas misericordias.
5
Colma mi vida de cosas buenas;
¡mi juventud se renueva como la del águila!
6
El Señor da rectitud
y hace justicia a los que son tratados injustamente.
7
Dio a conocer su carácter a Moisés
y sus obras al pueblo de Israel.
8
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y está lleno de amor inagotable.
9
No nos reprenderá todo el tiempo
ni seguirá enojado para siempre.
10
No nos castiga por todos nuestros pecados;
no nos trata con la severidad que merecemos.
11
Pues su amor inagotable hacia los que le temen
es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra.
12
Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros
como está el oriente del occidente.
13
El Señor es como un padre con sus hijos,
tierno y compasivo con los que le temen.
14
Pues él sabe lo débiles que somos;
se acuerda de que somos tan solo polvo.
15
Nuestros días sobre la tierra son como la hierba;
igual que las flores silvestres, florecemos y morimos.
16
El viento sopla, y desaparecemos
como si nunca hubiéramos estado aquí.
17
Pero el amor del Señor permanece para siempre
con los que le temen.
¡Su salvación se extiende a los hijos de los hijos
18
de los que son fieles a su pacto,
de los que obedecen sus mandamientos!
19
El Señor ha hecho de los cielos su trono;
desde allí gobierna todo.
20
Alaben al Señor, ustedes los ángeles,
ustedes los poderosos que llevan a cabo sus planes,
que están atentos a cada uno de sus mandatos.
21
¡Sí, alaben al Señor, ejércitos de ángeles
que le sirven y hacen su voluntad!
22
Alabe al Señor todo lo que él ha creado,
todo lo que hay en su reino.
Que todo lo que soy alabe al Señor.
Proverbios 26:23
Nueva Traducción Viviente
23
Las palabras suaves[a] pueden ocultar un corazón perverso,
así como un barniz atractivo cubre una olla de barro.
Footnotes
26:23 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice ardientes.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
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