Wednesday, April 30, 2025

DAB Español, Jueves 01 de Mayo

Día 122, DAB Español, Jueves 01 de Mayo


Jueces 13:1-14:20; Juan 1:29-51; Salmos 102; Proverbios 14:15-16 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))











Jueces 13-14

La Palabra (Hispanoamérica)

Sansón (13—16)

Anuncio del nacimiento de Sansón


13 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagrada al Señor y el Señor los dejó a merced de los filisteos durante cuarenta años.


2 Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. 3 El ángel del Señor se apareció a esta mujer y le dijo:


— Mira, eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y darás a luz un hijo. 4 En adelante guárdate de beber vino o bebidas fermentadas y no comas nada impuro. 5 Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño será un consagrado a Dios desde el vientre de su madre. Él librará a Israel del dominio filisteo.


6 La mujer fue a decírselo a su marido:


— Un hombre de Dios ha venido a verme; su aspecto era sobrecogedor, como el de un ángel de Dios. No le he preguntado de dónde venía ni él me ha manifestado su nombre. 7 Pero me ha dicho: “Vas a concebir y a dar a luz un hijo. En adelante no bebas vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro, porque el niño será un consagrado a Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte”.


8 Manóaj invocó al Señor de esta manera:


— Te ruego, Señor, que el hombre de Dios que has enviado venga otra vez a vernos y nos instruya sobre lo que tenemos que hacer con el niño cuando nazca.


9 Dios escuchó a Manóaj y el ángel de Dios se le presentó otra vez a la mujer cuando estaba ella sentada en el campo. Su marido Manóaj no estaba con ella. 10 La mujer corrió en seguida a informar a su marido:


— Mira, aquel hombre que vino a verme el otro día, se me ha aparecido.


11 Manóaj se levantó y, siguiendo a su mujer, llegó donde estaba el hombre y le dijo:


— ¿Eres tú el que ha hablado con esta mujer?


Él respondió:


— Yo soy.


12 Le dijo Manóaj:


— Cuando tu palabra se cumpla, ¿cuál deberá ser el estilo de vida y la conducta del niño?


13 El ángel del Señor respondió a Manóaj:


— Deberá abstenerse de todo lo que indiqué a esta mujer. 14 No probará nada de lo que procede de la vid, no beberá vino ni bebida fermentada, ni comerá nada impuro; así observará todo lo que le he mandado.


15 Manóaj dijo entonces al ángel del Señor:


— Por favor, permanece un poco más con nosotros y te prepararemos un cabrito.


16 Porque Manóaj no sabía que era el ángel del Señor. Pero el ángel del Señor dijo a Manóaj:


— Aunque me obligues a quedarme, no probaré tu comida. Pero, si quieres, prepara un holocausto y ofréceselo al Señor.


17 Manóaj preguntó entonces al ángel del Señor:


— ¿Cómo te llamas, para que, cuando se cumpla tu palabra, te lo podamos agradecer?


18 El ángel del Señor le respondió:


— ¿Por qué me preguntas el nombre? Es misterioso.


19 Manóaj tomó el cabrito y la ofrenda y se lo ofreció sobre la roca en holocausto al Señor, el que actúa misteriosamente, mientras Manóaj y su mujer lo contemplaban. 20 Cuando la llama se elevó desde el altar hacia el cielo, el ángel del Señor subió en la llama. Manóaj y su mujer, que lo estaban contemplando, cayeron rostro en tierra. 21 Al desaparecer el ángel del Señor de la vista de Manóaj y de su mujer, Manóaj comprendió que era el ángel del Señor. 22 Y dijo Manóaj a su mujer:


— Seguro que vamos a morir, porque hemos visto a Dios.


23 Su mujer le respondió:


— Si el Señor hubiera querido matarnos, no habría aceptado de nuestra mano el holocausto ni la ofrenda, ni nos habría revelado todas estas cosas, ni nos habría hecho oír cosa semejante.


24 La mujer dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. 25 Y el espíritu del Señor comenzó a actuar por medio de él en el Campamento de Dan, entre Sorá y Estaol.

El matrimonio de Sansón


14 Sansón bajó a Timná y vio allí a una mujer filistea. 2 Regresó a Sorá y dijo a su padre y a su madre:


— He visto en Timná una mujer filistea: consíganmela por esposa.


3 Su padre y su madre le replicaron:


— ¿Es que no hay ninguna mujer en tu tribu o en todo nuestro pueblo, para que tengas que elegir esposa entre esos filisteos incircuncisos?


Sansón respondió a su padre:


— Consígueme esa, porque esa es la que me gusta.


4 Ni su padre ni su madre sabían que esto venía del Señor, que buscaba un pretexto contra los filisteos, pues por aquel tiempo los filisteos tiranizaban a Israel.


5 Sansón bajó a Timná y, al llegar a las viñas de Timná, un cachorro de león le salió al paso rugiendo. 6 El espíritu del Señor invadió a Sansón y, sin nada en la mano, desgarró al león como se desgarra un cabrito; pero no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. 7 Luego bajó a Timná, habló con la mujer y quedó prendado de ella.


8 Pasado algún tiempo, volvió Sansón para concertar con ella el compromiso matrimonial. Al regresar dio un rodeo para ver el cadáver del león y resultó que en el esqueleto del león había un enjambre de abejas con un panal de miel. 9 Tomó el panal en las manos y, mientras caminaba, se lo iba comiendo. Cuando llegó a casa de su padre y su madre, les dio miel y comieron; pero no les dijo que la había encontrado en el esqueleto del león.


10 Bajaron Sansón y su padre adonde residía la mujer y dieron una fiesta como es costumbre entre los jóvenes. 11 Los filisteos, por su parte, eligieron treinta mozos para acompañarlo.

La adivinanza de Sansón


12 Sansón les dijo:


— Les voy a proponer una adivinanza. Si me la resuelven correctamente dentro de los siete días de la fiesta, les daré treinta túnicas y treinta mudas. 13 Pero si no logran resolverla, ustedes me darán a mí treinta túnicas y treinta mudas.


Ellos le dijeron:


— Propón tu adivinanza, que te escuchamos.


14 Sansón les dijo:


“Del que come salió comida,

y del fuerte salió dulzura”.


Pasaron tres días y no consiguieron resolver la adivinanza. 15 Al cuarto día dijeron a la mujer de Sansón:


— Consigue que tu marido nos descifre la adivinanza. De otro modo, tú y tu familia serán pasto de las llamas. ¿O es que nos han invitado para robarnos?


16 La mujer de Sansón se puso a lloriquearle, y le decía:


— Tú me odias, no me amas. Has propuesto una adivinanza a mi gente y no me la quieres descifrar.


Sansón le respondió:


— No se la he descifrado a mi padre ni a mi madre ¿y te la voy a descifrar a ti?


17 Ella estuvo lloriqueándole los siete días que duró la fiesta. Hasta que al séptimo día se la descifró, porque lo tenía aburrido. Acto seguido, ella comunicó a su gente la solución del enigma. 18 Así que el séptimo día, antes de que Sansón entrara en la alcoba, la gente de la ciudad dijo a Sansón:


— ¿Qué hay más dulce que la miel,

y qué más fuerte que el león?


Sansón les replicó:


— Si no hubieran arado con mi novilla, no habrían descifrado mi adivinanza.


19 Entonces el espíritu del Señor invadió a Sansón que bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres; recogió sus despojos y entregó las mudas a los acertantes de la adivinanza. Luego, enfurecido, subió a casa de su padre. 20 En cuanto a la mujer de Sansón, la dieron por esposa a uno de sus amigos más cercanos.



Juan 1:29-51

La Palabra (Hispanoamérica)

Jesús, Cordero de Dios


29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo:


— Ahí tienen ustedes al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 30 A él me refería yo cuando dije: “Después de mí viene uno que es superior a mí, porque él ya existía antes que yo”. 31 Ni yo mismo sabía quién era, pero Dios me encomendó bautizar con agua precisamente para que él tenga ocasión de darse a conocer a Israel.


32 Y Juan prosiguió su testimonio diciendo:


— He visto que el Espíritu bajaba del cielo como una paloma y permanecía sobre él. 33 Ni yo mismo sabía quién era, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y permanece sobre él, ese es quien ha de bautizar con Espíritu Santo”. 34 Y, puesto que yo lo he visto, testifico que este es el Hijo de Dios.

Los primeros discípulos


35 Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos 36 y, al ver a Jesús que pasaba por allí, dijo:


— Ahí tienen al Cordero de Dios.


37 Los dos discípulos, que se lo oyeron decir, fueron en pos de Jesús, 38 quien al ver que lo seguían, les preguntó:


— ¿Qué buscan?


Ellos contestaron:


— Rabí (que significa “Maestro”), ¿dónde vives?


Él les respondió:


39 — Vengan a verlo.


Se fueron, pues, con él, vieron dónde vivía y pasaron con él el resto de aquel día. Eran como las cuatro de la tarde.


40 Uno de los dos que habían escuchado a Juan y habían seguido a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. 41 Lo primero que hizo Andrés fue ir en busca de su hermano Simón para decirle:


— Hemos hallado al Mesías (palabra que quiere decir “Cristo”).


42 Y se lo presentó a Jesús, quien, fijando en él la mirada, le dijo:


— Tú eres Simón, hijo de Juan; en adelante te llamarás Cefas (es decir, Pedro).

Felipe y Natanael


43 Al día siguiente, Jesús decidió partir para Galilea. Encontró a Felipe y le dijo:


— Sígueme.


44 Felipe, que era de Betsaida, el pueblo de Andrés y Pedro, 45 se encontró con Natanael y le dijo:


— Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en el Libro de la Ley y del que hablaron también los profetas: Jesús, hijo de José y natural de Nazaret.


46 Natanael exclamó:


¿Es que puede salir algo bueno de Nazaret?


Felipe le contestó:


— Ven y verás.


47 Al ver Jesús que Natanael venía a su encuentro, comentó:


— Ahí tienen ustedes a un verdadero israelita en quien no cabe falsedad.


48 Natanael le preguntó:


— ¿De qué me conoces?


Jesús respondió:


— Antes que Felipe te llamara, ya te había visto yo cuando estabas debajo de la higuera.


49 Natanael exclamó:


— Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.


50 Jesús le dijo:


— ¿Te basta para creer el haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Cosas mucho más grandes has de ver!


51 Y añadió:


— Les aseguro que verán cómo se abren los cielos y los ángeles de Dios suben y bajan sobre el Hijo del hombre.



Salmos 102

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 102 (101)

No me lleves en mitad de mi vida


102 Oración de un afligido que desfallece y desahoga su pesar ante el Señor.

2

Señor, escucha mi ruego,

que mi grito llegue a ti.

3

No me ocultes tu rostro

cuando estoy angustiado;

acerca hacia mí tu oído,

respóndeme pronto si te llamo.

4

Pues mi vida se desvanece como el humo,

mis huesos arden como una hoguera;

5

mi corazón se seca como hierba segada,

hasta de comer mi pan me olvido.

6

De tanto gritar sollozando

tengo los huesos pegados a la piel.

7

Me parezco al pelícano del yermo,

soy como el búho de las ruinas.

8

No puedo dormir, aquí estoy

como ave solitaria en un tejado.

9

Sin cesar mis enemigos me injurian,

furiosos contra mí me maldicen.

10

En vez de pan me alimento de polvo,

mezclo la bebida con mi llanto

11

a causa de tu enojo y de tu cólera,

pues tú me alzaste y me abatiste luego.

12

Es mi vida como sombra que declina,

como la hierba me voy marchitando.

13

Pero tú, Señor, reinas por siempre,

tu recuerdo dura por generaciones.

14

Tú te alzarás, te apiadarás de Sión,

que es hora ya de apiadarse de ella,

que el plazo ya se ha cumplido.

15

Tus siervos aman sus piedras,

sienten piedad de sus ruinas.

16

Venerarán las naciones tu nombre, Señor,

y tu gloria los reyes de la tierra;

17

cuando el Señor reconstruya Sión,

cuando se muestre en toda su gloria,

18

cuando atienda la súplica del pobre

y no desprecie su oración.

19

Quede esto escrito para la generación futura,

que el pueblo que nazca alabe a Dios;

20

el Señor mira desde su santo cielo,

observa la tierra desde el firmamento

21

para escuchar el grito del cautivo,

para librar a los reos de muerte.

22

Será aclamado en Sión el Señor

y en Jerusalén se proclamará su alabanza,

23

cuando pueblos y reinos

se reúnan para servir al Señor.

24

Él doblegó mi fuerza en el camino,

él hizo más corta mi vida.

25

Yo digo: “Dios mío,

no me lleves en mitad de mi vida”.

Tus años duran por generaciones;

26

tú antaño fundaste la tierra,

y el cielo es obra de tus manos.

27

Ellos perecen y tú perduras,

se desgastan todos como la tela;

tú como a un traje los cambias

y ellos se desvanecen.

28

Pero tú eres el mismo

y no se acaban tus años.

29

Habitarán seguros los hijos de tus siervos,

permanecerá ante ti su descendencia.



Proverbios 14:15-16

La Palabra (Hispanoamérica)


15

El incauto se lo cree todo,

el prudente medita sus pasos.

16

El sabio teme un mal y lo evita,

el necio se mete en él confiado.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Tuesday, April 29, 2025

DAB Español, Miércoles 30 de Abril

Día 121, DAB Español, Miércoles 30 de Abril


Jueces 11:1-12:15; Juan 1:1-28; Salmos 101; Proverbios 14:13-14 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))










    

Jueces 11-12

La Palabra (Hispanoamérica)

Jefté interviene en el conflicto


11 Jefté, el galaadita, era un valiente guerrero. Era hijo de una prostituta y su padre era Galaad. 2 Pero Galaad tuvo también hijos de su esposa legítima. Cuando estos hijos crecieron, echaron de casa a Jefté diciéndole:


— Tú no heredarás a nuestro padre, porque eres hijo de una mujer extraña.


3 Jefté huyó lejos de sus hermanos y se quedó en el país de Tob. Se le unió una banda de gente miserable y juntos hacían incursiones.


4 Andando el tiempo, los amonitas declararon la guerra a Israel. 5 Cuando los amonitas atacaron a Israel, los ancianos de Galaad fueron al país de Tob a buscar a Jefté. 6 Le dijeron:


— Ven, sé nuestro caudillo en la guerra contra los amonitas.


7 Pero Jefté respondió a los ancianos de Galaad:


— ¿No son ustedes los que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué ahora, que están en un aprieto, acuden a mí?


8 Los ancianos de Galaad replicaron a Jefté:


— Por eso mismo ahora acudimos a ti: ven con nosotros, ataca a los amonitas y sé nuestro jefe y el de todos los que habitamos en Galaad.


9 Jefté respondió a los ancianos de Galaad:


— Si me hacen volver para combatir a los amonitas y el Señor me los entrega, yo seré el jefe de ustedes.


10 Respondieron a Jefté los ancianos de Galaad:


— Que el Señor nos lo demande si no hacemos lo que dices.


11 Jefté se fue con los ancianos de Galaad y el pueblo lo nombró su jefe y caudillo. Jefté repitió todas sus condiciones ante el Señor, en Mispá.

Conversaciones de Jefté con los amonitas


12 Jefté envió mensajeros al rey de los amonitas con este mensaje:


— ¿Qué te he hecho yo para que vengas a atacarme en mi propia tierra?


13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté:


— Cuando Israel salió de Egipto, se apoderó de mi tierra desde el Arnón hasta el Yaboc y el Jordán. Así que ahora devuélvemela y quedaremos en paz.


14 Jefté envió de nuevo mensajeros al rey de los amonitas 15 para decirle:


— Esto dice Jefté: Israel no se apoderó ni de la tierra de Moab ni de la tierra de los amonitas. 16 Cuando Israel salió de Egipto, caminó por el desierto hasta el mar Rojo y llegó a Cadés. 17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para decirle: “Déjame, por favor, pasar por tu país”. Pero el rey de Edom no les hizo caso. Envió también mensajeros al rey de Moab, el cual también se negó. Entonces Israel se quedó en Cadés. 18 Luego, avanzando por el desierto, bordeó Edom y Moab y llegó al oriente del país de Moab. Acamparon al otro lado del Arnón, sin cruzar la frontera de Moab (pues el Arnón es la frontera de Moab). 19 Israel envió mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, que reinaba en Jesbón, y le dijo: “Déjame, por favor, pasar por tu tierra hasta llegar a mi tierra”. 20 Pero Sijón no sólo le negó a Israel el paso por su territorio, sino que reunió toda su gente, acampó en Jasá, y atacó a Israel. 21 El Señor, Dios de Israel, entregó a Sijón y a toda su gente en manos de Israel, que los derrotó, y así conquistó Israel todo el país de los amorreos que habitaban allí. 22 Conquistaron todo el territorio de los amorreos, desde el Arnón hasta el Yaboc y desde el desierto hasta el Jordán. 23 Si, pues, el Señor, Dios de Israel, quitó su heredad a los amorreos para dársela a su pueblo Israel, ¿ahora se la vas a arrebatar tú? 24 ¿No posees todo lo que tu dios Quemós quitó a sus propietarios para dártelo a ti? Igualmente nosotros poseemos todo lo que el Señor nuestro Dios quitó a sus propietarios para dárnoslo a nosotros. 25 ¿Vas a ser tú más que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Acaso pudo él prevalecer en su lucha contra Israel? 26 Hace ya trescientos años que Israel está establecido en Jesbón y en sus aldeas, en Aroer y en sus aldeas y en todos los poblados que están a ambos lados del Arnón, ¿cómo es que no lo han recuperado ustedes en todo ese tiempo? 27 Yo no te he ofendido; eres tú el que te portas mal conmigo declarándome la guerra. El Señor sea juez hoy entre israelitas y amonitas.


28 Pero el rey de los amonitas hizo caso omiso del mensaje que le envió Jefté.

El voto de Jefté y su victoria


29 El espíritu del Señor se apoderó de Jefté, que recorrió Galaad y Manasés, llegó a Mispá de Galaad y desde Mispá de Galaad se adentró en el territorio de los amonitas. 30 Y Jefté hizo un voto al Señor:


— Si entregas en mis manos a los amonitas, 31 el primero que salga a mi encuentro por las puertas de mi casa cuando regrese después de haber vencido a los amonitas, lo consagraré al Señor y lo ofreceré en holocausto.


32 Jefté se adentró en territorio amonita para atacarlos, y el Señor se los entregó. 33 Los persiguió desde Aroer hasta cerca de Minit (veinte poblados) y hasta Abel Queramín. La derrota fue total y los amonitas quedaron sometidos a los israelitas.


34 Cuando Jefté volvía a su casa de Mispá, su hija le salió al encuentro bailando al son de las panderetas. Era su única hija; no tenía otros hijos ni otras hijas. 35 Al verla, rasgó sus vestiduras y gritó:


— ¡Ay, hija mía, me has destrozado! ¿Por qué has de ser tú la causa de mi desgracia? Me comprometí ante el Señor y no puedo volverme atrás.


36 Ella le respondió:


— Padre mío, puesto que te has comprometido ante el Señor, haz conmigo lo que prometiste, ya que el Señor te ha concedido vengarte de tus enemigos, los amonitas.


37 Después dijo a su padre:


— Sólo te pido que me concedas esta gracia: déjame vagar dos meses por los montes y llorar mi virginidad con mis compañeras.


38 Su padre le dijo:


— Vete.


Y la dejó marchar por el tiempo de dos meses. Ella se fue con sus compañeras y anduvo por los montes llorando su virginidad. 39 Al cabo de los dos meses, volvió a casa de su padre y él cumplió con ella el voto que había hecho. La joven no había tenido relaciones con varón. Y se hizo costumbre en Israel 40 que las jóvenes israelitas se lamentasen todos los años durante cuatro días por la hija de Jefté, el galaadita.

Guerra contra Efraín y Galaad. Muerte de Jefté


12 Los de Efraín se juntaron, cruzaron el Jordán en dirección a Safón y dijeron a Jefté:


— ¿Por qué has ido a combatir contra los amonitas y no nos has invitado a acompañarte? Vamos a prender fuego a tu casa contigo dentro.


2 Jefté les respondió:


— Cuando yo y los míos tuvimos un gran conflicto con los amonitas, les pedí ayuda y no me la dieron. 3 Como vi que nadie venía a ayudarme, arriesgué mi vida, combatí contra los amonitas y el Señor los entregó en mis manos. ¿Por qué, pues, vienen hoy contra mí para hacerme la guerra?


4 Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y atacó a Efraín; los de Galaad derrotaron a los de Efraín, y eso que estos solían decir: “Ustedes los galaaditas no son más que fugitivos de Efraín, unas veces en medio de Efraín, otras en medio de Manasés”.


5 Galaad cortó a Efraín los vados del Jordán. Cuando los fugitivos de Efraín decían: “Déjenme pasar”, los hombres de Galaad les preguntaban: “¿Eres de Efraín?”. Si respondía: “No”, 6 le añadían: “Pues di Shibólet”. Pero si no podía pronunciarlo correctamente y decía: “Sibólet”, entonces le echaban mano y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Perecieron en aquella ocasión cuarenta y dos mil hombres de Efraín.


7 Jefté fue juez en Israel durante seis años. Cuando Jefté, el galaadita, murió, fue sepultado en su ciudad de Galaad.

Ibsán


8 Después de Jefté fue juez en Israel Ibsán de Belén. 9 Tenía treinta hijos y treinta hijas. A estas las casó fuera y para sus hijos trajo treinta mujeres de fuera. Fue juez en Israel durante siete años. 10 Murió Ibsán y fue sepultado en Belén.

Elón


11 Después de Ibsán fue juez en Israel Elón, de Zabulón. Juzgó a Israel durante diez años. 12 Murió Elón de Zabulón y fue sepultado en Ayalón, en tierra de Zabulón.

Abdón


13 Después de Elón fue juez en Israel Abdón, hijo de Hilel, de Piratón. 14 Tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban setenta pollinos. Juzgó a Israel durante ocho años. 15 Murió Abdón, hijo de Hilel, de Piratón, y fue sepultado en Piratón, en tierra de Efraín, en el monte de Amalec.



Juan 1:1-28

La Palabra (Hispanoamérica)

Introducción (1,1-51)

Prólogo teológico


1 En el principio ya existía la Palabra;

y la Palabra estaba junto a Dios y era Dios.

2

Ya en el principio estaba junto a Dios.

3

Todo fue hecho por medio de ella

y nada se hizo sin contar con ella.

Cuanto fue hecho

4

era ya vida en ella,

y esa vida era luz para la humanidad;

5

luz que resplandece en las tinieblas

y que las tinieblas no han podido sofocar.


6 Vino un hombre llamado Juan, enviado por Dios. 7 Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. 8 No era él la luz, sino testigo de la luz. 9 La verdadera luz, la que ilumina a toda la humanidad, estaba llegando al mundo.


10

En el mundo estaba [la Palabra]

y, aunque el mundo fue hecho por medio de ella,

el mundo no la reconoció.

11

Vino a los suyos

y los suyos no la recibieron;

12

pero a cuantos la recibieron y creyeron en ella,

les concedió el llegar a ser hijos de Dios.

13

Estos son los que nacen no por generación natural,

por impulso pasional o porque el ser humano lo desee,

sino que tienen por Padre a Dios.

14

Y la Palabra se encarnó

y habitó entre nosotros;

y vimos su gloria, la que le corresponde

como Hijo único del Padre,

lleno de gracia y de verdad.


15 Juan dio testimonio de él proclamando: “Este es aquel de quien yo dije: el que viene después de mí es superior a mí porque existía antes que yo”.


16

En efecto, de su plenitud

todos hemos recibido bendición tras bendición.

17

Porque la ley fue dada por medio de Moisés,

pero la gracia y la verdad

nos vinieron por medio de Jesucristo.

18

A Dios nadie lo vio jamás;

el Hijo único, que es Dios

y vive en íntima unión con el Padre,

nos lo ha dado a conocer.

Testimonio de Juan el Bautista


19 Los judíos de Jerusalén enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era él. Y este fue su testimonio, 20 un testimonio tajante y sin reservas:


— Yo no soy el Mesías.


21 Ellos le preguntaron:


— Entonces, ¿qué? ¿Eres acaso Elías?


Juan respondió:


— Tampoco soy Elías.


— ¿Eres, entonces, el profeta que esperamos?


Contestó:


— No.


22 Ellos le insistieron:


— Pues, ¿quién eres? Debemos dar una respuesta a los que nos han enviado. Dinos algo sobre ti.


23 Juan, aplicándose las palabras del profeta Isaías, contestó:


— Yo soy la voz del que proclama en el desierto: “¡ Allanen el camino del Señor!”.


24 Los miembros de la comisión, que eran fariseos, 25 lo interpelaron diciendo:


— Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta esperado, ¿qué títulos tienes para bautizar?


26 Juan les respondió:


— Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen; 27 uno que viene después de mí, aunque yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de su calzado.


28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.



Salmos 101

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 101 (100)

Actuaré rectamente en medio de mi casa


101 Salmo de David.

Quiero cantar el amor y la justicia,

a ti, Señor, quiero cantarte;

2

quiero aprender la senda de los rectos,

¿cuándo vendrás a mí?

Actuaré rectamente en medio de mi casa,

3

en nada indigno fijaré mi ojos;

odio el proceder de los rebeldes,

no dejaré que me contagie.

4

Que el perverso se aleje de mí,

no quiero conocer al malvado.

5

Al que difama en secreto a su amigo,

voy a dejarlo callado;

al que es ambicioso y soberbio,

no voy a tolerarlo.

6

En los fieles del país me fijaré

para que habiten conmigo:

quien siga la senda de los rectos,

ese será quien me sirva.

7

No vivirá en mi casa quien engaña,

no aguantará mi mirada quien miente.

8

Yo haré callar cada mañana

a todos los malvados del país,

para expulsar de la ciudad del Señor

a todos los malhechores.



Proverbios 14:13-14

La Palabra (Hispanoamérica)


13

Aun entre risas sufre el corazón,

al final la alegría acaba en llanto.

14

Al infiel lo nutren sus extravíos;

a la persona de bien, sus obras.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

DAB Español, Miércoles 06 de Agosto

Día 219, DAB Español, Miércoles 06 de Agosto Esdras 3:1-4:24; 1 Corintios 2:6-3:4; Salmos 28; Proverbios 20:24-25 (Palabra de Dios para Todo...