Tuesday, May 31, 2022

DAB Español, Miércoles 01 de Junio

Día 152, DAB Español, Miércoles 01 de Junio


2 Samuel 18:1-19:10; Juan 20:1-31; Salmos 119:153-176; Proverbios 16:14-15 (Traducción en lenguaje actual (TLA))









2 Samuel 18:1-19:10

Traducción en lenguaje actual

Muerte de Absalón

18 David dividió su ejército en grupos de mil y de cien soldados, y nombró un jefe para cada grupo; 2 luego dividió todo el ejército en tres partes. La primera estaba bajo las órdenes de Joab, la segunda estaba bajo las órdenes de Abisai, que era hermano de Joab, y la tercera estaba bajo las órdenes de Itai, que era de la ciudad de Gat. Después de esto, David le dijo a su ejército:

—Yo iré con ustedes a la batalla.

3 Pero sus hombres le respondieron:

—Usted no debe acompañarnos. Es mejor que se quede en la ciudad y desde aquí nos mande ayuda. Al enemigo no le importa si nos derrota y nos hace huir; tampoco le importa si mata a la mitad del ejército. En cambio, usted vale más que diez mil de nuestros hombres.

4 El rey aceptó quedarse, si ellos creían que era lo mejor. Se paró entonces a la entrada de la ciudad, mientras veía salir su ejército en grupos de cien y de mil soldados. 5-6 Cuando pasaron Joab, Abisai e Itai para enfrentarse al ejército de Absalón, el rey les gritó: «¡Cuiden a mi hijo Absalón!» Y toda la gente oyó esta orden que el rey les dio a los jefes de su ejército.

La batalla tuvo lugar en el bosque de Efraín, 7-8 aunque también se extendió por todo el país. El ejército de David derrotó al de Absalón. Ese día murieron como veinte mil soldados de Absalón. En realidad fueron más los que murieron atrapados en el bosque que por las armas del ejército de David.

9 Cuando Absalón se enfrentó a los hombres de David, iba montado en una mula. De repente, al pasar por debajo de un gran árbol, se le atoró la cabeza entre las ramas y se quedó colgado mientras que la mula siguió corriendo.

10 Un soldado lo vio y fue a decirle a Joab:

—¡Absalón se quedó colgado de un árbol!

11 Y Joab le dijo:

—¡Pues lo hubieras matado! Si lo hubieras hecho, ya te habrías ganado diez monedas de plata y un cinturón.

12 El soldado contestó:

—¡Ni por mil monedas de plata me atrevería a hacerle daño al hijo del rey! Nosotros oímos cuando el rey mismo le ordenó a usted que cuidara al joven Absalón. También se lo dijo a Abisai y a Itai. 13 Si yo lo hubiera matado, el rey llegaría a saberlo, pues él se entera de todo. Y entonces, ¡hasta usted se pondría en mi contra!

14 Joab le dijo:

—¡Estoy perdiendo el tiempo contigo!

Enseguida, Joab fue al árbol donde Absalón todavía estaba colgado, y le clavó tres flechas en el pecho. 15 Los diez ayudantes de Joab rodearon a Absalón y acabaron de matarlo. 16-17 Luego echaron su cuerpo en un hoyo muy grande que había en el bosque, y taparon el hoyo con piedras.

Después de eso, Joab ordenó la retirada, y sus soldados dejaron de perseguir a los israelitas. Éstos corrían a sus casas llenos de miedo.

18 Cuando Absalón era joven, mandó hacer en su honor un monumento de piedra y le puso su nombre. Como no tenía hijos, pensó que así la gente lo recordaría para siempre. Ese monumento está en el Valle del Rey y se conoce como «Monumento de Absalón».

Noticia de la muerte de Absalón

19 El sacerdote Ahimaas le dijo a Joab:

—Déjeme ir ahora mismo a ver al rey. Quiero darle la noticia de que Dios lo ha librado de sus enemigos.

20 Pero Joab le dijo:

—No conviene que le des al rey esta noticia. Se trata de la muerte de su hijo. Mejor se la das otro día.

21 Sin embargo, Joab mismo le dijo a un etíope:

—Ve y cuéntale al rey lo que has visto.

El etíope se inclinó ante Joab en señal de respeto, y salió corriendo. 22 Entonces Ahimaas volvió a decirle a Joab:

—No me importa lo que me pase, pero déjeme usted ir con el etíope.

Joab le respondió:

—¿Y qué ganas con llevar esa noticia?

23 Ahimaas insistió:

—Pase lo que pase, déjeme usted ir ahora mismo.

Joab se lo permitió, y Ahimaas salió corriendo por el valle. Muy pronto alcanzó al etíope, y lo pasó.

24 Mientras tanto, David estaba sentado a la entrada misma de la ciudad de Mahanaim. De pronto, un soldado que vigilaba desde la muralla vio a un hombre que venía corriendo, 25 y con fuerte voz se lo hizo saber al rey. Entonces el rey dijo: «Si viene solo, debe traer buenas noticias».

Cuando ese hombre ya estaba cerca, 26 el vigilante vio a otro hombre que también venía corriendo, así que le gritó al que cuidaba la entrada: «¡Viene otro hombre corriendo!»

El rey dijo: «También debe traer buenas noticias».

27 El vigilante dijo: «Por la manera en que corre, me parece que el primero es Ahimaas, el hijo de Sadoc».

El rey comentó: «Ahimaas es un buen hombre. Seguramente me trae buenas noticias».

28 En ese momento Ahimaas llegó y saludó al rey. Se inclinó hasta el suelo delante de él, y le dijo:

—Bendito sea tu Dios, que acabó con todos tus enemigos.

29 El rey le preguntó:

—¿Cómo está el joven Absalón?

Y Ahimaas respondió:

—Cuando Joab me envió a dar la noticia a Su Majestad, vi que había mucho alboroto, pero no supe por qué.

30 El rey le dijo:

—Hazte a un lado, y espera aquí.

Ahimaas lo hizo así. 31 En ese momento llegó el etíope y le dijo al rey:

—¡Traigo a Su Majestad buenas noticias! ¡Dios ha castigado a los que se rebelaron contra usted!

32 Pero el rey le preguntó:

—¿Cómo está el joven Absalón?

El etíope le contestó:

—¡Quiera Dios que todos los enemigos del rey mueran como ese muchacho!

David llora por su hijo

33 El rey David se puso muy triste y se fue a llorar al cuarto que estaba sobre la entrada de Mahanaim. Mientras iba subiendo, decía: «¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Cómo quisiera yo haber muerto en tu lugar!»

19 1-2 Alguien fue a decirle a Joab que el rey estaba muy triste, y que lloraba mucho por la muerte de Absalón. Cuando los soldados de David lo supieron, dejaron de celebrar la victoria y guardaron luto; 3 además, entraron a la ciudad a escondidas, como si hubieran perdido la guerra. 4 Mientras tanto, el rey David se cubría la cara, y a gritos lloraba diciendo: «¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío!»

5 Joab fue entonces al palacio y le dijo al rey:

«Hoy Su Majestad ha puesto en vergüenza a todos los oficiales y soldados que le salvaron la vida, y que salvaron también la vida de sus hijos, hijas y esposas. 6 Por lo visto, Su Majestad ama a los que le odian y odia a los que le aman. Hoy nos ha demostrado usted que sus oficiales y soldados no le importamos nada. Su Majestad estaría muy feliz si Absalón estuviera vivo, aunque todos nosotros estuviéramos muertos.

7 »Me permito sugerir que salga usted ahora mismo y anime a su ejército. De lo contrario, le juro a usted por Dios que para mañana no habrá nadie que lo apoye. ¡Y eso será peor que todos los males que usted haya tenido desde su juventud!»

8 Entonces el rey se levantó y ocupó su trono a la entrada de la ciudad de Mahanaim. Cuando sus soldados lo supieron, todos ellos marcharon ante él.

David regresa a Jerusalén

Mientras tanto, todos los israelitas habían huido a sus casas, 9 y por todo el país se comentaba:

«El rey David nos libró de los filisteos y de nuestros enemigos, pero por culpa de Absalón tuvo que abandonar el país. 10 Es verdad que queríamos que Absalón fuera nuestro rey, pero él ya está muerto. ¿Por qué no hacemos que vuelva el rey David?»

Juan 20

Traducción en lenguaje actual

20 El domingo muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a la tumba donde habían puesto a Jesús. Al acercarse, se dio cuenta de que habían movido la piedra que tapaba la entrada de la tumba. 2 Entonces fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el discípulo favorito de Jesús, y les dijo: «¡Se han llevado de la tumba al Señor, y no sabemos dónde lo habrán puesto!»

3-4 Pedro y el otro discípulo salieron corriendo hacia la tumba. El otro discípulo corrió más rápido que Pedro, y llegó primero. 5 Se inclinó para ver dentro de la tumba, y vio las vendas, pero no entró. 6 Poco después llegó Simón Pedro, y entró en la tumba. También él vio las vendas, 7 y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús ya no estaba con las vendas, sino que la habían enrollado y puesto aparte. 8 Luego el otro discípulo entró en la tumba. Cuando vio lo que había pasado, creyó. 9 Antes de eso, los discípulos no habían entendido lo que dice la Biblia acerca de que Jesús tenía que resucitar. 10 Entonces Pedro y el otro discípulo regresaron a sus casas.

Jesús se aparece a María Magdalena

11 María se quedó afuera de la tumba, llorando. Mientras lloraba, se inclinó para ver dentro de la tumba, 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco. Estaban sentados, uno donde había estado la cabeza de Jesús y el otro donde habían estado sus pies. 13 Los ángeles le preguntaron:

—Mujer, ¿por qué estás llorando?

Ella les respondió:

—Porque alguien se ha llevado el cuerpo de mi Señor, y no sé dónde lo habrá puesto.

14 Apenas dijo esto, volvió la cara y vio a Jesús allí, pero no sabía que era él. 15 Jesús le dijo:

—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?

María pensó que estaba hablando con el que cuidaba el jardín donde estaba la tumba. Por eso le dijo:

—Señor, si usted se ha llevado el cuerpo que estaba en esta tumba, dígame dónde lo puso y yo iré a buscarlo.

16 Jesús le dijo:

—María.

Ella se volvió y le dijo:

—¡Maestro!

17 Jesús le dijo:

—No me detengas, pues todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y dile a mis discípulos que voy a reunirme con él, pues también es Padre de ustedes. Él es mi Dios, y también es Dios de ustedes.

18 María Magdalena fue y les dijo a los discípulos que había visto al Señor, y les contó todo lo que él había dicho.

Jesús aparece a sus discípulos

19 En la noche de ese mismo domingo, los discípulos se reunieron en una casa. Las puertas de la casa estaban bien cerradas, porque los discípulos tenían miedo de los líderes judíos. Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó diciendo: «¡Que Dios los bendiga y les dé paz!»

20 Después les mostró las heridas de sus manos y de su costado, y los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jesús los volvió a saludar de la misma manera, y les dijo: «Como mi Padre me envió, así también yo los envío a ustedes.»

22 Luego sopló sobre ellos, y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo. 23 Si ustedes perdonan los pecados de alguien, Dios también se los perdonará. Y si no se los perdonan, Dios tampoco se los perdonará.»

Jesús y Tomás

24 Tomás, uno de los doce discípulos, al que le decían el Gemelo, no estaba con los otros cuando Jesús se les apareció. 25 Cuando Tomás llegó, los otros discípulos le dijeron:

—¡Hemos visto al Señor!

Pero él les contestó:

—No creeré nada de lo que me dicen, hasta que vea las marcas de los clavos en sus manos y meta mi dedo en ellas, y ponga mi mano en la herida de su costado.

26 Ocho días después, los discípulos estaban reunidos otra vez en la casa. Tomás estaba con ellos. Las puertas de la casa estaban bien cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó diciendo: «¡Que Dios los bendiga y les dé paz!»

27 Luego le dijo a Tomás:

—Mira mis manos y mi costado, y mete tus dedos en las heridas. Y en vez de dudar, debes creer.

28 Tomás contestó:

—¡Tú eres mi dueño y mi Dios!

29 Jesús le dijo:

—¿Creíste porque me viste? ¡Felices los que confían en mí sin haberme visto!

La razón por la que se escribió este libro

30 Delante de sus discípulos, Jesús hizo muchas otras cosas que no están escritas en este libro. 31 Pero las cosas que aquí se dicen se escribieron para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que así, por medio de su poder reciban la vida eterna.

Salmos 119:153-176

Traducción en lenguaje actual

153 ¡Mira mi sufrimiento, y sálvame!

¡Yo no me olvido de tus enseñanzas!

154 ¡Ponte de mi parte, y rescátame!

¡Cumple tu promesa y dame ánimo!

155-158 Dios mío,

tú eres muy bueno;

eres todo justicia.

¡Dame vida!

Mis enemigos y perseguidores

se cuentan por millares;

¡a esos malvados no los salvarás

porque no siguen tus enseñanzas!

No los soporto,

porque no creen en tus promesas,

pero yo siempre obedezco tu palabra.

159 Dios mío,

mira cuánto amo tus mandamientos;

¡por tu gran amor, dame vida!

160 Todas tus palabras

se basan en la verdad;

todas ellas son justas

y permanecen para siempre.

161 Yo no les tengo miedo

a los poderosos que me persiguen;

sólo tiemblo ante tu palabra.

162 ¡Ella me hace más feliz

que si encontrara un tesoro!

163 Aborrezco la mentira;

¡no la soporto!

Pero amo tus enseñanzas.

164 Ellas son tan justas

que no me canso de alabarte.

165 Los que aman tu palabra

disfrutan de mucha paz

y no sufren ningún tropiezo.

166-168 Dios mío,

espero que me salves,

pues amo tus mandamientos.

Tú bien sabes que los cumplo

de todo corazón.

169-170 Dios mío,

¡acepta mi oración y mis ruegos!

¡Dame entendimiento, y sálvame,

tal como lo has prometido!

171 Yo te cantaré alabanzas

porque me enseñas tu palabra.

172 Alabaré tus promesas,

pues todos tus mandamientos son justos.

173 Ven y tiéndeme la mano,

pues he decidido obedecerte.

174 Dios mío,

ansioso espero que me salves;

tus enseñanzas son mi alegría.

175 Dame vida y te alabaré;

¡que tu palabra me sostenga!

176 Ando como oveja perdida;

ven a buscarme, pues te pertenezco

y tengo presentes tus mandamientos.

Proverbios 16:14-15

Traducción en lenguaje actual

14 El enojo del rey

es amenaza de muerte;

el que es sabio procura calmarlo.

15 La sonrisa del rey

es promesa de vida;

contar con su apoyo

es recibir un premio inesperado.

Traducción en lenguaje actual (TLA)

Copyright © 2000 by United Bible Societies

Monday, May 30, 2022

DAB Español, Martes 31 de Mayo

Día 151, DAB Español, Martes 31 de Mayo


2 Samuel 17:1-29; Juan 19:23-42; Salmos 119:129-152; Proverbios 16:12-13 (Traducción en lenguaje actual (TLA))









2 Samuel 17

Traducción en lenguaje actual

Husai deshace el plan de Ahitófel

17 Más tarde, Ahitófel le sugirió a Absalón:

«Déme usted doce mil de sus mejores soldados, y permítame ir tras David esta misma noche. 2-3 Me será fácil alcanzarlo, pues él está cansado y sin ánimo. ¡Lo asustaré de tal manera, que su gente huirá y lo dejará solo!

»Pero no heriré a nadie más que a David, ya que usted sólo quiere deshacerse de él. Entonces la gente se volverá a usted, y nadie saldrá lastimado».

4 Absalón y los líderes de Israel aceptaron el consejo de Ahitófel. 5 Luego Absalón mandó llamar a Husai el arquita para saber lo que pensaba. 6 Cuando Husai llegó, Absalón le dijo:

—Ahitófel nos aconsejó que persiguiéramos ahora mismo a David. ¿Tú qué crees? ¿Debemos hacerlo, o no?

7 Husai le contestó:

—Esta vez Ahitófel no le ha dado a usted un buen consejo. 8 Usted bien sabe que su padre y sus hombres son muy valientes, y que ahora deben estar muy enojados, como una osa a la que le han robado sus hijos. Además, como su padre tiene mucha experiencia en la guerra, seguramente no pasará la noche con la tropa. 9 Lo más probable es que se esconda en una cueva o en algún otro lugar.

»Si ahora usted envía algunos soldados, y los hombres de David los derrotan, los que se enteren van a creer que David derrotó a todo el ejército. 10 Entonces, hasta los más valientes se volverán cobardes. Recuerde usted que David y sus hombres tienen fama de valientes. Eso, todo el mundo lo sabe.

11 »Más bien, yo le aconsejo a usted que reúna a todos los soldados israelitas del país, es decir, un ejército que nadie pueda contar, y que usted mismo los dirija en la batalla. 12 ¡Así caeremos sobre David como el rocío que cae sobre la tierra, y no dejaremos vivo a nadie!

13 »Tal vez David trate de refugiarse en alguna ciudad. Pero como todos los israelitas vamos a llevar cuerdas, destruiremos esa ciudad, y echaremos en el arroyo hasta la última piedra. ¡De esa ciudad no quedará ni el recuerdo!

14 Absalón y todos los israelitas prefirieron seguir el consejo de Husai, y no el de Ahitófel, porque Dios así lo había decidido para dañar a Absalón.

15 Entonces Husai les dijo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar:

«Ahitófel les dio un consejo a Absalón y a los jefes de Israel, pero yo les di este otro: 16 Corran a decirle a David que no pase esta noche en los caminos del desierto, sino que cruce al otro lado del río Jordán. Díganle también que si no lo hace, tanto él como su gente morirán».

17 Mientras tanto, los sacerdotes Jonatán y Ahimaas estaban esperando en el Manantial de Roguel, pues no querían que nadie los viera entrar a la ciudad. Los mensajes los recibían por medio de una muchacha que era sirvienta. 18 Pero un niño se dio cuenta, y fue a contárselo a Absalón. Entonces Jonatán y Ahimaas huyeron rápidamente a la casa de un hombre que vivía en Bahurim.

Cuando llegaron allá, se escondieron dentro de un pozo. 19 La esposa de ese hombre cubrió el pozo con una tapa, y sobre la tapa echó trigo. Así nadie pudo darse cuenta de que allí había un pozo.

20 Al llegar los hombres de Absalón a la casa, le preguntaron a la mujer dónde estaban Ahimaas y Jonatán. Ella les dijo que habían cruzado el arroyo. Y como los buscaron y no pudieron encontrarlos, regresaron a Jerusalén.

21 En cuanto los hombres de Absalón se fueron, los sacerdotes salieron del pozo y fueron a decirle a David: «Váyase usted de aquí. Cruce rápidamente el río, porque Ahitófel le ha dicho a Absalón cómo darle alcance a usted».

22 Esa misma noche David y toda su gente cruzaron el río Jordán. Cuando amaneció, ya todos lo habían cruzado. 23 Mientras tanto, como Ahitófel vio que Absalón no le había hecho caso, montó en su burro y se regresó a su casa en Guiló. Al llegar, arregló sus asuntos familiares, y luego se ahorcó. Así murió y fue enterrado en la tumba de su padre.

David en Mahanaim

24-27 Absalón y todos sus hombres cruzaron el río Jordán y acamparon en la tierra de Galaad. Su ejército estaba al mando de Amasá, a quien Absalón había nombrado jefe en lugar de Joab. Amasá era hijo de un ismaelita llamado Itrá, que vivía con Abigail, la madre de Joab. Abigail era hija de Nahas y hermana de Seruiá.

Mientras tanto, David llegó a Mahanaim. Allí lo recibieron Sobí hijo de Nahas, Maquir hijo de Amiel, y Barzilai. Sobí era de la ciudad amonita de Rebá, Maquir era de la ciudad de Lodebar, y Barzilai era de Roguelim, que está en la región de Galaad. 28 Estos tres les dieron a David y a su gente camas, jarras y ollas de barro. También les dieron trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, 29 miel, requesón de oveja y queso de vaca. Lo hicieron porque sabían que David y su gente venían del desierto, cansados y con mucha hambre y sed.

Juan 19:23-42

Traducción en lenguaje actual

23 Después de que los soldados romanos clavaron a Jesús en la cruz, recogieron su ropa y la partieron en cuatro pedazos, una para cada soldado. También tomaron el manto de Jesús, pero como era un tejido de una sola pieza y sin costuras, 24 decidieron no romperlo, sino echarlo a la suerte, para ver quién se quedaría con él. Así se cumplió lo que dice la Biblia:

«Hicieron un sorteo

para ver quién se quedaba con mi ropa.»

25 Cerca de la cruz estaban María la madre de Jesús, María la esposa de Cleofás y tía de Jesús, y María Magdalena. 26 Cuando Jesús vio a su madre junto al discípulo preferido, le dijo a ella: «Madre, ahí tienes a tu hijo.» 27 Después le dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y a partir de ese momento, el discípulo llevó a María a su propia casa.

La muerte de Jesús

28 Jesús sabía que ya había hecho todo lo que Dios le había ordenado. Por eso, y para que se cumpliera lo que dice la Biblia, dijo: «Tengo sed».

29 Había allí un jarro lleno de vinagre. Entonces empaparon una esponja en el vinagre, la ataron a una rama, y la acercaron a la boca de Jesús. 30 Él probó el vinagre y dijo: «Todo está cumplido». Luego, inclinó su cabeza y murió.

La lanza en el costado de Jesús

31 Era viernes, y al día siguiente sería la fiesta de la Pascua. Los jefes judíos no querían que en el día sábado los tres hombres siguieran colgados en las cruces, porque ése sería un sábado muy especial. Por eso le pidieron a Pilato ordenar que se les quebraran las piernas a los tres hombres. Así los harían morir más rápido y podrían quitar los cuerpos.

32 Los soldados fueron y les quebraron las piernas a los dos que habían sido clavados junto a Jesús. 33 Cuando llegaron a Jesús, se dieron cuenta de que ya había muerto. Por eso no le quebraron las piernas.

34 Sin embargo, uno de los soldados atravesó con una lanza el costado de Jesús, y enseguida salió sangre y agua.

35-37 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Biblia: «No le quebrarán ningún hueso». En otra parte, la Biblia también dice: «Mirarán al que atravesaron con una lanza».

El que dice esto, también vio lo que pasó, y sabe que todo esto es cierto. Él cuenta la verdad para que ustedes crean.

Jesús es sepultado

38 Después de esto José, de la ciudad de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero no se lo había dicho a nadie porque tenía miedo de los líderes judíos. Pilato le dio permiso, y José se llevó el cuerpo.

39 También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume a donde estaba José. 40 Los dos tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en vendas de una tela muy cara. Luego empaparon las vendas con el perfume que había llevado Nicodemo. Los judíos acostumbraban sepultar así a los muertos.

41 En el lugar donde Jesús murió había un jardín con una tumba nueva. Allí no habían puesto a nadie todavía. 42 Como ya iba a empezar el sábado, que era el día de descanso obligatorio para los judíos, pusieron allí el cuerpo de Jesús en esa tumba, porque era la más cercana.

Salmos 119:129-152

Traducción en lenguaje actual

129 ¡Tus enseñanzas son maravillosas!

¡Por eso las sigo fielmente!

130 Cuando un maestro las explica,

hasta la gente sencilla las entiende.

131 Deseo conocer tus mandamientos;

¡me muero por entenderlos!

132 Dios mío,

¡atiéndeme y tenme compasión

como acostumbras hacerlo

con todos los que te aman!

133-134 Guíame, como lo has prometido;

¡yo quiero cumplir tus mandamientos!

No dejes que me maltraten,

ni me dejes caer en la maldad.

135 Dame muestras de tu bondad

y enséñame tus mandamientos.

136 Me dan ganas de llorar

cuando veo que nadie los cumple.

137 Dios mío,

tú eres justo y juzgas con rectitud.

138 Los mandamientos que nos diste

son justos y dignos de confianza.

139-141 Mis enemigos me humillan

pero yo no olvido tus enseñanzas.

Me muero de enojo

porque ellos no las cumplen.

En cambio, yo las amo,

pues son puras como oro refinado.

142 Tú siempre actúas con justicia,

y tus enseñanzas son verdaderas.

143 Cuando estoy afligido y en problemas,

tus mandamientos son mi alegría.

144 Tus leyes son siempre justas;

¡dame entendimiento y vida!

145-146 Dios mío,

te llamo con todas mis fuerzas;

¡respóndeme, sálvame!

¡Quiero cumplir tus mandamientos!

147 Muy temprano me levanto

para pedirte que me ayudes,

pues confío en tu palabra.

148 Me paso la noche en vela

meditando en ella.

149 Dios mío,

tú eres todo amor, ¡escúchame!

Eres todo justicia, ¡dame vida!

150 Cada vez siento más cerca

a los que se han alejado

de tus enseñanzas

y procuran mi mal.

151 Pero a ti, Dios mío, te siento cerca,

y confío en tus mandamientos.

152 Desde hace mucho tiempo

conozco tu palabra;

tú la estableciste para siempre.

Proverbios 16:12-13

Traducción en lenguaje actual

12 Ningún rey soporta a los malvados;

todo buen reinado depende

de que se practique la justicia.

13 Los reyes aprecian a la gente

que les habla con la verdad.

Traducción en lenguaje actual (TLA)

Copyright © 2000 by United Bible Societies

DAB Español, Sábado 27 de Abril

Día 118, DAB Español, Sábado 27 de Abril Jueces 7:1-8:16; Lucas 23:11-43; Salmos 97-98; Proverbios 14:7-8 (Reina Valera Actualizada (RVA-201...