Sunday, January 31, 2021

DAB Español, Lunes 01 de Febrero

Día 032, DAB Español, Lunes 01 de Febrero

Éxodo 13:18-15:19; Mateo 21:23-46; Salmos 26; Proverbios 6:16-19 (Traducción en lenguaje actual (TLA))









Éxodo 13:18-15:19

Traducción en lenguaje actual

 

18 Por eso Dios hizo que los israelitas rodearan el camino del desierto que lleva al Mar de los Juncos. Así salieron de Egipto, 19 y Moisés les ordenó llevar con ellos los huesos de José, pues antes de morir, él les había dicho a sus hermanos: «Estoy seguro de que Dios vendrá a ayudarlos; cuando eso pase, llévense de aquí mis huesos».

 

20 Los israelitas empezaron su viaje en el pueblo de Sucot, y llegaron a Etam, donde comienza el desierto. Allí acamparon. 21-22 En ningún momento Dios los dejó solos. De día los guiaba mediante una nube en forma de columna, y de noche les alumbraba el camino con una columna de fuego.

Los israelitas cruzan el Mar de los Juncos

 

14 Después Dios le dijo a Moisés:

 

2 «Diles a los israelitas que regresen y acampen frente a Pi-hahirot, es decir, entre el mar y Migdol, que está exactamente frente a Baal-sefón. 3 Así el rey de Egipto pensará que cuando ustedes llegaron al desierto no supieron qué hacer y decidieron volver. 4 Yo haré que el rey se ponga terco y vaya a perseguirlos. Pero cuando lo haga, destruiré su ejército y le mostraré mi gran poder. Así sabrán los egipcios que yo soy Dios».

 

Los israelitas hicieron lo que Dios les mandó hacer. 5 Y cuando el rey de Egipto supo que los israelitas se estaban escapando, él y sus asistentes se arrepintieron de haberlos dejado ir, y dijeron: «¡Pero qué locura hemos hecho! ¿Cómo pudimos dejar que los israelitas se fueran? Y ahora, ¿quién va a trabajar por nosotros?»

 

6-10 Dios hizo que el rey se pusiera terco y saliera con su ejército a perseguir a los israelitas. Enseguida ordenó que le prepararan su carro de guerra, y junto con sus oficiales salió tras ellos. Se llevó seiscientos de los mejores carros de guerra, y todos los demás carros que había en Egipto. Los israelitas, por su parte, habían salido de Egipto cantando victoria.

 

Poco después, los egipcios alcanzaron a los israelitas en el lugar donde Dios les había ordenado acampar. Cuando los israelitas vieron a lo lejos que el rey y su ejército venían persiguiéndolos, tuvieron mucho miedo y gritaron pidiéndole ayuda a Dios. 11 A Moisés le reclamaron:

 

—¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Por qué nos trajiste a morir en el desierto? ¿Acaso no había en Egipto lugar para enterrarnos? 12 ¿No te dijimos que no nos molestaras, y que nos dejaras trabajar para los egipcios? ¡Hubiera sido mejor seguir allá como esclavos, que venir a morir en el desierto!

 

13-14 Moisés les respondió:

 

—¡Tranquilos, no tengan miedo! Ustedes no se preocupen, que van a ver cómo nuestro Dios los va a salvar. A esos egipcios que hoy ven, no volverán a verlos nunca más, porque Dios peleará por ustedes.

 

15 Pero Dios le dijo a Moisés:

 

—¿Y tú por qué me pides ayuda? ¡Mejor ordena a los israelitas seguir adelante! 16 Toma la vara y extiende tu brazo sobre el mar, para que se abra en dos; así el pueblo podrá pasar por en medio, caminando sobre tierra seca. 17-18 Como yo haré que los egipcios se pongan tercos, ellos van a ir tras ustedes, pero entonces yo los destruiré. Y cuando haya derrotado al rey, y a todos sus ejércitos y carros, los egipcios sabrán que yo soy el Dios de Israel. ¡Voy a demostrarles mi gran poder!

 

19 Entonces los israelitas avanzaron en dirección al mar. Mientras tanto, el ángel de Dios, que viajaba al frente de ellos, fue y se colocó atrás, quedando entre ellos y los egipcios. Lo mismo hizo la nube en forma de columna, 20 la cual siguió alumbrando el camino a los israelitas, pero dejó en la oscuridad al ejército egipcio. En toda esa noche los egipcios nunca pudieron alcanzar a los israelitas.

 

21 Moisés, por su parte, extendió su brazo sobre el mar, y Dios hizo que un fuerte viento soplara durante toda la noche. El viento partió el mar en dos, y en medio dejó un camino de tierra seca. 22 El agua formaba dos grandes paredes, una a la derecha y otra a la izquierda. Por ese camino comenzaron a pasar los israelitas.

 

23 Los egipcios se fueron tras los israelitas por el camino abierto en el mar. Los persiguieron con sus caballos y sus carros de guerra. 24 Pero en la madrugada Dios miró al ejército egipcio desde la columna de nube y fuego, y fue tal el desorden que Dios provocó entre ellos, que se llenaron de pánico. 25 Además, Dios dañó las ruedas de sus carros de guerra, de modo que no podían avanzar. Entonces los egipcios gritaron: «¡Huyamos de los israelitas, pues su Dios está peleando contra nosotros!»

 

26 Pero Dios le dijo a Moisés: «Extiende tu brazo sobre el mar, para que el agua se vuelva a juntar y cubra a los egipcios y a sus carros».

 

27 Moisés lo hizo así, y al amanecer el mar se volvió a juntar como antes. Los egipcios trataron de escapar, pero no pudieron hacerlo, porque Dios cubrió con el mar 28 a todo el ejército egipcio y a sus carros de guerra. ¡Ni un solo soldado egipcio quedó con vida! 29 En cambio, los israelitas cruzaron el mar sobre tierra seca, pues el agua formaba dos grandes paredes, una a la derecha y otra a la izquierda.

 

30 Así fue como aquel día Dios libró a los israelitas. Todos ellos pudieron ver los cuerpos muertos de los egipcios, tendidos a la orilla del mar. 31 Al ver que Dios había derrotado a los egipcios con su gran poder, los israelitas decidieron obedecer a Dios y confiar en él y en Moisés.

Un canto de victoria

 

15 Entonces Moisés y los israelitas cantaron en honor de Dios este himno:

 

«Voy a cantar en honor de mi Dios,

pues ha tenido una gran victoria:

¡hundió en el mar caballos y jinetes!

 

2

»Yo le dedico este himno,

porque él me da fuerza y me salva.

Él es mi Dios;

por eso lo alabo.

Él es el Dios de mi padre;

por eso lo adoro.

 

3

»¡Mi Dios es el Dios de Israel!

¡Mi Dios es un gran guerrero!

4

Hundió en el mar los carros egipcios,

¡el ejército entero del rey!

¡Mi Dios ahogó en el Mar de los Juncos

a los mejores oficiales de Egipto!

5

¡Todos ellos se hundieron como piedras

en lo más profundo del mar!

 

6

»Dios mío,

con tu gran poder destruiste al enemigo,

7

con tu fuerza lo derribaste,

con tu enojo lo quemaste como paja.

8

Soplaste, y el mar se dividió;

en el fondo del mar

el agua dejó de moverse

y formó dos grandes paredes.

 

9

»Nuestros enemigos pensaron:

“¡Vamos a perseguirlos!

¡Vamos a darles alcance!

¡Vamos a acabar con ellos!

¡Les quitaremos todo lo que tengan,

y nos lo repartiremos!”

10

Pero tú soplaste con fuerza

y los hundiste en el mar.

¡En medio de las aguas poderosas

se hundieron como plomo!

 

11

»Dios mío,

¡no hay otro Dios como tú!

¡Sólo tú eres grande!

¡Sólo tú eres poderoso!

Tú has hecho grandes maravillas;

tú nos llenas de asombro.

12

Decidiste usar tu gran poder

y la tierra se tragó a los egipcios.

 

13

»Tanto amas a tu pueblo

que con tu fuerza lo has salvado

y ahora lo vas guiando

al lugar donde has decidido vivir.

14-15

Cuando los filisteos lo sepan,

se llenarán de angustia;

los jefes edomitas y los cananeos

empezarán a temblar de miedo.

16

¡Todos ellos se llenarán

de angustia y de terror!

 

»Dios mío,

tu gran poder los dejará espantados,

¡inmóviles como piedras,

hasta que tu pueblo haya pasado!

17

Dios mío,

tú nos llevarás a la montaña

que elegiste para ti,

y allí nos harás vivir para siempre.

¡Tú mismo la hiciste!

¡Tú mismo preparaste allí tu casa!

 

18

»Dios mío,

tú reinarás hoy, mañana y siempre».

El canto de María

 

19 Cuando la caballería del rey de Egipto, y sus carros y soldados, entraron en el mar para perseguir a los israelitas, Dios hizo que el mar volviera a juntarse, y el agua los cubrió. En cambio, los israelitas cruzaron el mar caminando sobre tierra seca.

Mateo 21:23-46

Traducción en lenguaje actual

La autoridad de Jesús

 

23 Jesús entró en el templo y comenzó a enseñar a la gente. Los sacerdotes principales y los líderes del país se acercaron a Jesús y le preguntaron:

 

—¿Quién te dio autoridad para hacer todo esto?

 

24-25 Jesús les contestó:

 

—Yo también voy a preguntarles algo: ¿Quién le dio autoridad a Juan el Bautista para bautizar? ¿Dios o alguna otra persona? Si me responden eso, yo les diré quién me dio autoridad para hacer todo lo que han visto.

 

Ellos comenzaron a discutir y se decían unos a otros: «Si respondemos que Dios le dio autoridad a Juan, Jesús nos preguntará por qué no le creímos. 26 Por otro lado, nos da miedo decir que fue un ser humano quien se la dio; porque la gente cree que Juan era un profeta enviado por Dios.» 27 Entonces respondieron:

 

—No lo sabemos.

 

Jesús les dijo:

 

—Pues yo tampoco les diré quién me da autoridad para hacer todo esto.

Los dos hijos

 

28 Jesús también les dijo:

 

—¿Qué opinan ustedes de esto que voy a contarles? Un hombre tenía dos hijos, y le dijo al mayor de ellos: “Hijo, ve a trabajar en la viña.”

 

29 »Él le respondió: “¡No quiero ir!”

 

»Pero después cambió de idea y fue a trabajar.

 

30 »Luego el hombre también le dijo a su hijo menor que fuera a trabajar, y él le respondió: “¡Sí, señor, iré!”

 

»Pero el muchacho en verdad no fue. 31 ¿Cuál de los dos hijos hizo lo que el padre quería?

 

Los sacerdotes y los líderes contestaron:

 

—El hijo mayor hizo lo que el padre le pidió.

 

Jesús les dijo:

 

—Les aseguro que la gente de mala fama, como los cobradores de impuestos y las prostitutas, entrará al reino de Dios antes que ustedes. 32 Porque Juan el Bautista vino y les enseñó a hacer lo bueno y a obedecer a Dios, pero ustedes no le hicieron caso. En cambio, los cobradores y las prostitutas sí le hicieron caso. Y ustedes, aunque vieron eso, no cambiaron de idea, sino que siguieron sin creer en él.

La viña alquilada

 

33 »Escuchen este otro ejemplo: El dueño de un terreno sembró una viña, y alrededor de ella construyó un cerco. Preparó un lugar para hacer vino con las uvas que cosechara, y construyó una torre para vigilar el terreno. Luego, alquiló la viña a unos hombres y se fue de viaje.

 

34 »Cuando llegó el tiempo de la cosecha, el dueño del terreno envió a unos sirvientes para pedir la parte de la cosecha que le correspondía. 35 Pero los que alquilaron la viña trataron mal a los sirvientes. A uno de ellos lo golpearon, a otro lo mataron, y a otro le tiraron piedras.

 

36 »Entonces el dueño envió más sirvientes que al principio, pero los hombres los trataron igual. 37 Finalmente, el dueño envió a su hijo, porque pensó: “Esos hombres sí respetarán a mi hijo.”

 

38 »Pero cuando los hombres vieron que había llegado el hijo del dueño, dijeron entre ellos: “Este muchacho heredará la viña cuando el dueño muera. Vamos a matarlo; así nos quedaremos con todo.”

 

39 »Los hombres agarraron al muchacho, lo sacaron de la viña y lo mataron.

 

40 »Cuando venga el dueño de la viña, ¿qué piensan ustedes que hará con esos hombres?

 

41 Ellos contestaron:

 

—El dueño matará sin compasión a esos malvados. Luego les alquilará la viña a otros hombres que le entreguen la parte de la cosecha que le corresponde.

 

42 Jesús les dijo:

 

—¿No recuerdan lo que dice la Biblia?:

 

“La piedra que rechazaron

los constructores del templo

es ahora la piedra principal.

Esto nos deja maravillados,

pues Dios es quien lo hizo.”

 

43 »Les aseguro que Dios les quitará a ustedes el derecho de pertenecer a su reino, y se lo dará a los que lo obedecen en todo. 44 Cualquiera que caiga sobre la piedra que despreciaron los constructores, quedará hecho pedazos. Y si la piedra cae sobre alguien, lo dejará hecho polvo.

 

45 Cuando los sacerdotes principales y los fariseos escucharon estas comparaciones y ejemplos, se dieron cuenta de que Jesús hablaba de ellos. 46 Entonces quisieron apresarlo, pero no se atrevieron a hacerlo. Y es que tenían miedo de la gente, porque la gente pensaba que Jesús era un profeta.

Salmos 26

Traducción en lenguaje actual

Siempre te seré fiel

SALMO 26 (25)

Himno de David.

 

26 1-2 Dios mío,

declárame inocente,

pues vivo una vida honrada

y en ti confío ciegamente.

Dime si te agrada

lo que pienso y lo que siento.

3

Yo siempre recuerdo tu amor

y por eso te soy fiel.

 

4-5

No me junto con gente tramposa

ni ando con gente mala y perversa.

¡No soporto cerca de mí

a gente que no es sincera!

 

6

Dios mío,

yo no he hecho nada malo;

por eso me acerco a tu altar

7

para cantarte a voz en cuello

mis himnos de alabanza

y hablar de tus grandes hechos.

 

8

Dios mío,

yo amo el templo donde vives,

donde se hace presente tu grandeza.

9

No me dejes morir

entre gente pecadora;

no me quites la vida

junto con gente asesina,

10

gente que tiene en sus manos

el dinero que ha ganado con engaños.

 

11-12

Dios mío,

yo quiero seguir siendo honrado;

ten compasión de mí, y sálvame.

Así me mantendré fiel a ti,

y con todo tu pueblo te alabaré.

Proverbios 6:16-19

Traducción en lenguaje actual

No provoques peleas

 

16

Hay seis clases de gente,

y puede añadirse una más

que Dios no puede soportar:

17

La gente orgullosa,

la gente violenta,

la gente mentirosa,

18

la gente malvada,

la gente ansiosa de hacer lo malo,

19

la gente que miente en un juicio,

y la que provoca pleitos familiares.

Traducción en lenguaje actual (TLA)

 

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