Friday, January 1, 2021

DAB Español, Sábado 02 de Enero

Día 002, DAB Español, Sábado 02 de Enero

Génesis 3:1-4:26; Mateo 2:13-3:6; Salmos 2; Proverbios 1:7-9 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))








Génesis 3-4

La Palabra (Hispanoamérica)

El pecado y sus consecuencias

3 La serpiente, el más astuto de todos los animales del campo que Dios, el Señor, había hecho, entabló conversación con la mujer diciendo:

 

— ¿Conque Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín?

 

2 La mujer le contestó:

 

— Podemos comer del fruto de todos los árboles del jardín; 3 únicamente nos ha prohibido comer o tocar el fruto del árbol que está en medio del jardín, porque moriríamos.

 

4 Pero la serpiente replicó a la mujer:

 

— De ninguna manera morirán. 5 Dios sabe que, si un día comen, se les abrirán los ojos y serán iguales a él: conocerán el bien y el mal.

 

6 Entonces la mujer se dio cuenta de lo hermoso que era el árbol, de lo deliciosos que eran sus frutos y lo tentador que era tener aquel conocimiento; así que tomó del fruto y comió, dándoselo seguidamente a su marido que estaba junto a ella y que también comió. 7 En aquel momento se les abrieron los ojos y descubrieron que estaban desnudos, por lo que entrelazaron unas hojas de higuera y se taparon con ellas.

 

8 Cuando el hombre y su mujer sintieron los pasos de Dios, el Señor, que estaba paseando por el jardín al fresco de la tarde, corrieron a esconderse entre los árboles del jardín para que Dios no los viera. 9 Pero Dios, el Señor, llamó al hombre diciendo:

 

— ¿Dónde estás?

 

10 El hombre contestó:

 

— Te oí en el jardín, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.

 

11 Entonces Dios, el Señor, le preguntó:

 

— ¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer?

 

12 El hombre respondió:

 

— La mujer que me diste por compañera me ofreció de ese fruto y yo lo probé.

 

13 Entonces Dios, el Señor, preguntó a la mujer:

 

— ¿Por qué hiciste eso?

 

Ella respondió:

 

— La serpiente me engañó y comí.

 

14 Entonces Dios, el Señor, dijo a la serpiente:

 

— Por haber hecho esto,

maldita serás entre todos los animales,

tanto domésticos como salvajes.

De ahora en adelante te arrastrarás sobre tu vientre

y comerás polvo toda tu vida.

15 Pondré enemistad entre tú y la mujer,

entre tu descendencia y la suya.

Su descendencia te aplastará la cabeza,

y tú le morderás el talón.

 

16 A la mujer le dijo:

 

— Multiplicaré sobremanera

las molestias en tus embarazos,

y con dolor parirás a tus hijos.

Tendrás ansia de tu marido

y él te dominará.

 

17 Al hombre le dijo:

 

— Como hiciste caso a tu mujer

y comiste del árbol del que te prohibí comer,

la tierra va a ser maldita por tu culpa;

con fatiga sacarás de ella tu alimento

durante todo el tiempo de tu vida;

18 te producirá espinos y cardos,

y comerás hierba del campo.

19 Te ganarás el pan

con el sudor de tu frente,

hasta que vuelvas a la tierra

de la cual fuiste formado,

pues eres polvo,

y al polvo volverás.

 

20 El hombre puso a su mujer el nombre de Eva porque ella sería la madre de todo ser viviente. 21 Dios, el Señor, hizo para el hombre y su mujer ropas de piel, y los vistió. 22 Después, Dios, el Señor, se dijo: “El ser humano es ya como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; para ser inmortal sólo le falta extender la mano y comer del fruto del árbol de la vida”.

 

23 Así que Dios, el Señor, lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase la tierra de la que había sido formado. 24 Y después de expulsarlo, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y a la espada llameante que se revolvía hacia todas partes para custodiar el acceso al árbol de la vida.

 

Caín y Abel

4 Adán se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo:

 

— He tenido un hombre gracias al Señor. 2 Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se dedicó a criar ovejas, y Caín a labrar la tierra.

 

3 Al cabo de un tiempo, Caín presentó de los frutos del campo una ofrenda al Señor. 4 También Abel le ofreció las primeras y mejores crías de su rebaño.

 

El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, 5 pero no miró del mismo modo a Caín y a la suya. Entonces Caín se irritó sobremanera y puso mala cara. 6 El Señor le dijo:

 

— ¿Por qué te irritas? ¿Por qué has puesto esa cara? 7 Si obraras rectamente llevarías la cabeza bien alta; pero como actúas mal el pecado está agazapado a tu puerta, acechándote. Sin embargo, tú puedes dominarlo.

 

8 Caín propuso a su hermano Abel que fueran al campo y, una vez allí, Caín atacó a su hermano y lo mató. 9 El Señor le preguntó a Caín:

 

— ¿Dónde está tu hermano Abel?

 

Él respondió:

 

— No lo sé, ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?

 

10 Entonces el Señor replicó:

 

— ¡Qué has hecho! La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 11 Por eso, ahora quedarás bajo la maldición de la tierra que ha abierto sus fauces para recibir la sangre de tu hermano que tú has derramado. 12 Aunque labres la tierra, no te volverá a dar sus frutos. Andarás por el mundo errante y vagabundo.

 

13 Caín respondió al Señor:

 

— Mi crimen es demasiado terrible para soportarlo. 14 Si hoy me condenas al destierro y a ocultarme de tu presencia, tendré que andar errante y vagabundo por el mundo, expuesto a que me mate cualquiera que me encuentre.

 

15 El Señor le dijo:

 

— ¡No será así! Si alguien mata a Caín deberá pagarlo multiplicado por siete.

 

Y el Señor marcó con una señal a Caín, para que no lo matase quien lo encontrara. 16 Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir al país de Nod, al este de Edén.

 

Descendientes de Caín

17 Caín se unió a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Luego Caín fundó una ciudad, a la que le puso el nombre de su hijo Enoc.

 

18 Enoc engendró a Irad, y este engendró a Mejuyael. Mejuyael engendró a Metusael, y este a Lámec. 19 Lámec tuvo dos mujeres: una de ellas se llamaba Adá y la otra Selá. 20 Adá dio a luz a Jabal, el antepasado de los pastores nómadas. 21 Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, el antepasado de los que tocan la cítara y la flauta. 22 Selá, a su vez, dio a luz a Tubalcáin, forjador de herramientas de bronce y de hierro. Tubalcáin tuvo una hermana que se llamaba Naamá.

 

23 Un día, Lámec dijo a Adá y Selá, sus mujeres:

 

— Escúchenme mujeres de Lámec,

presten atención a mis palabras:

He matado a un hombre por herirme

y a un muchacho por golpearme;

24 Si Caín ha de ser vengado siete veces,

Lámec lo será setenta y siete.

 

Set y su descendencia

25 Adán volvió a unirse a su mujer, y ella tuvo un hijo al que llamó Set, pues se dijo:

 

— Dios me ha concedido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín.

 

26 Set tuvo también un hijo al que llamó Enós. Desde entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor.

 

Mateo 2:13-3:6

La Palabra (Hispanoamérica)

Huida a Egipto

13 Cuando se marcharon los sabios, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

 

— Levántate, toma al niño y a su madre, huye con ellos a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.

 

14 José se levantó, tomó al niño y a la madre en plena noche y partió con ellos camino de Egipto, 15 donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

 

Los niños asesinados en Belén

16 Al darse cuenta Herodes de que se habían burlado de él aquellos sabios, montó en cólera y mandó matar en Belén y sus alrededores a todos los niños menores de dos años, conforme al tiempo que calculó a partir de los informes de los sabios. 17 Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:

 

18 En Ramá ha resonado un clamor

de muchos llantos y lamentos.

Es Raquel, que llora por sus hijos

y no quiere que la consuelen,

porque están muertos.

 

Regreso de Egipto

19 Después de muerto Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José, en Egipto, 20 y le dijo:

 

— Ponte en camino con el niño y con su madre y regresa con ellos a Israel, porque ya han muerto los que amenazaban la vida del niño.

 

21 José tomó al niño y a la madre, se puso en camino y regresó con ellos a Israel. 22 Pero al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes, reinaba en Judea en lugar de su padre, tuvo miedo de ir allá. Así que, advertido por un sueño, se dirigió a la región de Galilea 23 y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. De esta manera se cumplió lo dicho por medio de los profetas: que Jesús sería llamado nazareno.

 

II.— COMIENZOS DEL MINISTERIO DE JESÚS (3,1—4,11)

Predicación de Juan el Bautista (Mc 1,2-8; Lc 3,1-9.16-17; Jn 1,23-27)

3 Por aquel tiempo comenzó Juan el Bautista a predicar en el desierto de Judea. 2 Decía:

 

— Conviértanse, porque ya está cerca el reino de los cielos.

 

3 A este Juan se había referido el profeta Isaías cuando dijo:

 

Se oye una voz;

alguien clama en el desierto:

“¡Preparen el camino del Señor;

abran sendas rectas para él!”.

 

4 Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 5 Acudían a él gentes de Jerusalén, de toda Judea y de toda la ribera del Jordán. 6 Confesaban sus pecados, y Juan los bautizaba en las aguas del Jordán.

 

Salmos 2

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 2

He ungido a mi rey en Sión

2 ¿Por qué las naciones se sublevan

y los pueblos urden planes sin sentido?

2 Los reyes de la tierra se rebelan,

los príncipes conspiran juntos

contra el Señor y su ungido:

3 “¡Rompamos sus ataduras,

desprendámonos de su yugo!”.

4 El que habita en el cielo se ríe,

el Señor se burla de ellos.

5 Les habla entonces con furia,

con su ira los atemoriza:

6 “He ungido a mi rey

en Sión, mi monte santo”.

7 Voy a proclamar el mandato del Señor.

Él me ha dicho: “Tú eres mi hijo,

yo te he engendrado hoy.

8 Pídemelo y te daré las naciones en herencia,

los confines de la tierra en heredad.

9 Los aplastarás con cetro de hierro,

los destrozarás cual vasija de alfarero”.

10 Y ahora, reyes, reflexionen,

recapaciten, jueces de la tierra.

11 Sirvan al Señor con reverencia,

festéjenlo emocionados,

12 [besen al hijo],

no sea que se enoje y anden perdidos

al estallar de repente su ira.

¡Dichosos los que en él confían!

 

Proverbios 1:7-9

La Palabra (Hispanoamérica)

7 Respetar al Señor es el principio del saber,

pero los necios desprecian la sabiduría y la educación.

 

I.— PRIMERA COLECCIÓN SALOMÓNICA (1,8—9,18)

Sobre las malas compañías

8 Hijo mío, atiende a la educación paterna

y no olvides la enseñanza materna,

9 pues serán corona preciosa en tu cabeza,

collar alrededor de tu cuello.

 

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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