Día 152, DAB Español, Sábado 1 de Junio
2 Samuel 18:1-19:10; Juan 20:1-31; Salmos 119:153-176; Proverbios 16:14-15 (Nueva Biblia Viva (NBV))
2
Samuel 18:1-19:10 Nueva Biblia Viva (NBV)
Muerte de Absalón
18 David pasó revista a sus tropas y puso jefes de mil
y de cien soldados. 2 La tercera parte de los soldados quedó bajo el mando de
Joab; otra tercera parte, bajo el mando de Abisay (hermano de Joab, hijo de
Sarvia), y la otra tercera parte, bajo el mando de Itay el guitita. El rey
quería dirigir al pueblo, 3 pero ellos se opusieron con firmeza:
―Mi rey no debe hacer eso —le dijeron—, porque si
tenemos que huir, o la mitad de nosotros muere, los enemigos no irán tras
nosotros, porque es a usted al que buscan. Usted vale más que diez mil de
nosotros, y es mejor que se quede en la ciudad y nos envíe socorro si lo
necesitamos.
4 ―Bien, hagan lo que les parezca mejor —respondió
finalmente el rey, y se quedó en la puerta de la ciudad viendo pasar sus
tropas.
5 Pero antes de que se marcharan, el rey les suplicó a
Joab, a Abisay y a Itay:
―Por amor a mí, traten con gentileza al joven Absalón.
Y los soldados oyeron cuando el rey les daba este
encargo.
6 Marcharon a pelear contra los israelitas, y la
batalla comenzó en el bosque de Efraín. 7 Los israelitas fueron derrotados por
los hombres de David. Hubo una gran matanza y veinte mil hombres murieron aquel
día. 8 La batalla se extendió a través de todo el país, y fueron más los que se
perdieron en el bosque que los que murieron a espada.
9 Durante la batalla, Absalón se encontró de repente
con algunos hombres de David, y mientras huía en su mula, pasó debajo de las
ramas de una gran encina, y el pelo se le enredó en las ramas. La mula siguió
su camino, pero él quedó suspendido de las ramas. 10 Uno de los hombres de
David lo vio y se lo dijo a Joab.
11 ―¿Qué? ¿Lo has visto y no le has dado muerte? —dijo
Joab—. Yo te habría recompensado con diez monedas de plata y un cinturón.
12 ―Aun cuando me hubiera dado mil monedas de plata,
no lo habría hecho, porque todos oímos que el rey les dijo a usted, a Abisay y
a Itay: “Por amor a mí, no le hagan daño al joven Absalón”. 13 Y si yo hubiera
traicionado al rey dando muerte a su hijo (y el rey ciertamente hubiera descubierto
quién lo hizo), usted mismo habría sido el primero en acusarme.
14 ―¡Basta de decir necedades! —dijo Joab.
Enseguida tomó tres dardos y los clavó en el corazón
de Absalón, que aún colgaba vivo de la encina. 15 Luego, diez de los jóvenes
escuderos de Joab rodearon a Absalón y terminaron de matarlo. 16 Joab hizo
sonar la trompeta, y sus hombres dejaron de perseguir a Israel. 17 Arrojaron el
cuerpo de Absalón en un gran hoyo que había en el bosque y pusieron un gran
montón de piedras sobre él. Todo Israel huyó.
18 (Absalón había edificado un monumento para sí en el
valle del rey, porque se dijo: «No tengo hijos que lleven mi nombre». Lo llamó
Columna de Absalón, y con ese nombre se le conoce todavía).
David hace duelo
19 Entonces Ajimaz hijo de Sadoc le dijo a Joab:
―Correré a llevarle la buena noticia al rey David, de
que el Señor lo ha salvado de su enemigo Absalón.
20 ―No —le dijo Joab—, la muerte de su hijo no es una
buena noticia para el rey. Puedes servirme de mensajero en otra oportunidad.
21 Entonces Joab le dijo a un soldado de Cus:
―Anda y dile al rey lo que has visto.
El hombre se inclinó y se echó a correr. 22 Pero
Ajimaz le rogó a Joab:
―Déjame acompañar a ese soldado.
―No, no es necesario que vayas, hijo mío —replicó
Joab—. ¡No habrá recompensa por esa noticia!
23 ―No importa; de todos modos, quiero ir —insistió
Ajimaz.
Y Joab finalmente dijo:
―Bien, anda también.
Entonces Ajimaz tomó por un atajo a través de la llanura
y llegó allí antes que el soldado de Cus. 24 David estaba sentado a la puerta
de la ciudad. Cuando el centinela subió a su puesto de vigilancia sobre el
muro, vio que un hombre solo corría hacia ellos. 25 Entonces le avisó al rey
David, y el rey respondió:
―Si viene solo, debe traer buenas noticias.
Pero mientras este hombre se acercaba, 26 el centinela
vio a otro que corría hacia ellos. Entonces gritó:
―¡Viene otro hombre detrás!
Y el rey respondió:
―Ese también debe traer buenas noticias.
27 El centinela dijo:
―El primer hombre parece ser Ajimaz hijo de Sadoc.
―Es un hombre de bien y ha de venir con buenas
noticias —dijo el rey.
28 Ajimaz se acercó, saludó al rey, y se inclinó con
su rostro a tierra, y dijo:
―¡Bendito sea el Señor tu Dios que ha destruido a los
rebeldes que se atrevieron a levantarse en su contra!
29 ―¿Y cómo está el joven Absalón? —preguntó el rey—.
¿Está bien?
―Cuando Joab me dijo que viniera había mucho alboroto,
pero yo no supe de qué se trataba —respondió Ajimaz.
30 ―Espera aquí —le dijo el rey.
Ajimaz se hizo a un lado. 31 En eso llegó el soldado
de Cus y dijo:
―¡Tengo buenas noticias para mi señor el rey! Hoy el
Señor lo ha librado de todos lo que se rebelaban contra usted.
32 ―¿Y cómo está el joven Absalón? ¿Está bien?
—preguntó el rey.
―¡Ojalá todos los enemigos de mi señor el rey mueran
como murió ese muchacho! —respondió el hombre.
33 Al oír la noticia, el rey rompió a llorar y subió
al cuarto que estaba encima de la puerta. Se lamentaba diciendo:
«¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá
hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, hijo mío, Absalón, hijo mío!». Entonces, el
rey se entristeció mucho, subió a la habitación que estaba encima de la puerta,
y mientras lloraba, decía: «¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón! ¡Ojalá yo
hubiera muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!».
19 Joab se enteró de que el rey estaba muy afligido y
llorando por la muerte de su hijo Absalón. 2 Cuando el pueblo se enteró del
profundo dolor del rey por su hijo, el gozo de la maravillosa victoria de aquel
día se convirtió en profunda tristeza. 3 Todo el pueblo se replegó y entró en
la ciudad como si estuvieran avergonzados y hubieran sido derrotados en la
batalla.
4 El rey, con el rostro entre las manos, lloraba:
«¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón, hijo mío!».
5 Entonces Joab fue a la habitación del rey y le dijo:
«Avergüenza a todos sus siervos que han salvado su vida y la de sus hijos e
hijas, y la de sus esposas y concubinas; como si hubiéramos cometido un delito.
6 ¡Parece que ama a los que lo odian, y odia a los que lo aman! Se ve
claramente que nosotros nada significamos para usted. Si Absalón estuviera
vivo, y todos nosotros hubiéramos muerto, usted estaría feliz. 7 Ahora,
levántese y hable de corazón a los que lo siguen, porque le aseguro por el
Señor, que si no lo hace, ninguno de ellos se quedará aquí para la noche. ¡Eso
será peor desgracia que todas las desgracias juntas que haya tenido!».
David regresa a Jerusalén
8 Al oír esto, el rey salió y se sentó junto a la
entrada de la ciudad. Cuando el pueblo lo supo, fue y se presentó delante de
él.
Por su parte, los israelitas que habían acompañado a
Absalón regresaron a sus casas. 9 Y por todas partes sólo se hablaba de lo que
había sucedido. La gente comentaba: «El rey David nos libró del poder de
nuestros enemigos. Fue él quien nos salvó del dominio de los filisteos. Pero
por culpa de Absalón tuvo que huir del país. 10 Siendo que Absalón, al que
habíamos elegido como rey, ha muerto, ¿por qué no le rogamos al rey David que
regrese y siga siendo nuestro rey?».
Nueva Biblia Viva (NBV)
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Juan
20 Nueva Biblia Viva (NBV)
El sepulcro vacío
20 El primer día de la semana, muy de mañana, cuando
todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían movido
la piedra que cerraba la entrada.
2 Así que fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y
el discípulo al que Jesús quería mucho, y les dijo:
―¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos
dónde lo han puesto!
3 Pedro y el otro discípulo salieron hacia el
sepulcro. 4 Los dos iban corriendo, pero como el otro discípulo corría más
rápido que Pedro, llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó para mirar, y vio las
vendas, pero no entró. 6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio
allí las vendas, 7 y la tela que había cubierto la cabeza de Jesús. Pero la
tela no estaba con las vendas sino enrollada en lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo, el que
había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. 9 Hasta ese momento no habían
entendido la Escritura que dice que Jesús tenía que resucitar.
Jesús se aparece a María Magdalena
10 Los discípulos regresaron a su casa, 11 pero María
se quedó afuera del sepulcro llorando. Mientras lloraba, se inclinó para mirar
dentro del sepulcro 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde
había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies.
13 Le preguntaron los ángeles:
―¿Por qué lloras, mujer?
Ella les respondió:
―Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo
han puesto.
14 Acabando de decir esto, volvió la mirada y vio allí
a Jesús de pie, aunque ella no sabía que era él.
15 Jesús le dijo:
―¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella creyó que era el que cuidaba el huerto, y le
dijo:
―Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha
puesto, y yo iré por él.
16 Jesús le dijo:
―María.
Ella se volvió y le dijo:
―¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro).
17 Jesús le dijo:
―Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi
Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: “Voy a reunirme con mi Padre, que es el
Padre de ustedes; con mi Dios, que es el Dios de ustedes”.
18 María Magdalena fue a darles la noticia a los
discípulos: «¡He visto al Señor!», y les contaba lo que él le había dicho.
Jesús se aparece a sus discípulos
19 El primer día de la semana por la tarde, mientras
los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró
Jesús. Se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
―¡La paz sea con ustedes!
20 Después de decir esto, les mostró las manos y el
costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
21 Jesús volvió a decir:
―¡La paz sea con ustedes! Como mi Padre me envió, así
yo los envío a ustedes.
22 Luego sopló sobre ellos y les dijo:
―Reciban el Espíritu Santo. 23 A los que ustedes les
perdonen sus pecados, les serán perdonados; a los que ustedes no se los
perdonen, no les serán perdonados.
Jesús se aparece a Tomás
24 Tomás, uno de los doce, al que le decían el Gemelo,
no había estado con los discípulos cuando Jesús llegó. 25 Así que los otros
discípulos le dijeron:
―¡Hemos visto al Señor!
Tomás les respondió:
―Si no veo las heridas de los clavos en sus manos y
meto en ellas mi dedo, y mi mano en su costado, no lo creeré.
26 Ocho días después, estaban los discípulos reunidos
otra vez en la casa, y Tomás estaba con ellos. Las puertas estaban cerradas,
pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
―¡La paz sea con ustedes!
27 Luego le dijo a Tomás:
―Pon aquí tu dedo y mira mis manos. Trae tu mano y
métela en mi costado, y no seas incrédulo sino que debes creer.
28 Tomás dijo:
―¡Señor mío y Dios mío!
29 Jesús le dijo:
―Tú has creído porque me has visto; dichosos los que
no han visto y aun así creen.
30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante
de sus discípulos que no están escritas en este libro. 31 Pero estas se han
escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para
que al creer en su nombre tengan vida.
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Salmos
119:153-176 Nueva Biblia Viva (NBV)
153 Mira mis penas y líbrame, pues no he olvidado tu
ley. 154 Defiende mi causa; ponte de mi lado. Protege mi vida como lo
prometiste. 155 Los malvados están lejos de la salvación porque ellos no buscan
tus decretos. 156 Señor, cuán grande es tu misericordia; devuélveme la vida
conforme a tu justicia.
157 Muchos me persiguen y me causan problemas, pero yo
no me aparto de tu voluntad. 158 Detesté a esos traidores porque tu palabra no
les importa nada. 159 Señor, mira cuánto amo tus mandatos. Devuélveme ahora la
vida conforme a tu gran amor. 160 Todas tus palabras son verdad; todas tus
leyes son justas y permanecen para siempre.
161 Grandes hombres me han perseguido sin causa, pero
mi corazón solamente teme a tu palabra. 162 En tu palabra me regocijo como
quien descubre un gran tesoro. 163 ¡Cómo detesto toda falsedad, y cómo amo tus
leyes! 164 Te alabaré siete veces al día porque tus leyes son justas.
165 Los que aman tus leyes tienen profunda paz y no
tropiezan. 166 Anhelo tu salvación, Señor, y por eso he obedecido tus
mandamientos. 167 He obedecido tus decretos, y los amo mucho. 168 Sí, he
obedecido tus mandamientos y decretos, porque tu sabes todo lo que hago.
169 Oh Señor, escucha mi clamor, dame el sentido común
que prometiste. 170 Escucha mis plegarias. Líbrame como lo prometiste. 171 Que
se llenen mis labios de alabanza, pues tú me enseñas tus decretos. 172 Que mi
lengua entone un canto a tu palabra, pues todos tus mandamientos son justos.
173 Que estés listo para ayudarme, pues yo he decidido seguir tus mandamientos.
174 Oh Señor, he anhelado tu salvación, y tu ley es mi deleite. 175
Déjame vivir para alabarte; que tus leyes me ayuden.
176 Me he apartado como oveja extraviada; ven y
encuéntrame, porque no me he olvidado de tus mandamientos.
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Proverbios
16:14-15 Nueva Biblia Viva (NBV)
14 La ira del rey lleva mensaje de muerte, pero el
sabio la apaciguará.
15 El rostro radiante del rey es signo de vida; su
favor es como lluvia en primavera.
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