Friday, May 10, 2019

DAB Español, Sábado 11 de Mayo

Día 131, DAB Español, Sábado 11 de Mayo

1 Samuel 10:1-11:15; Juan 6:43-71; Salmos 107; Proverbios 15:1-3 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))






1 Samuel 10-11 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
10 Entonces Samuel tomó la aceitera, la derramó sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo:

— El Señor te unge como jefe de su pueblo. 2 Hoy mismo, cuando te separes de mí, encontrarás junto a la tumba de Raquel, en territorio de Benjamín, en Selsaj, a dos hombres que te dirán: “Han aparecido las asnas que saliste a buscar; pero ahora tu padre, que se ha olvidado del asunto de las asnas, está preocupado por ustedes y preguntándose qué podría hacer por su hijo”. 3 Sigue adelante y cuando llegues a la encina del Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Betel a dar culto a Dios, uno con tres cabritos, otro con tres panes y el otro con un pellejo de vino. 4 Ellos te saludarán, te ofrecerán dos panes y tú se los aceptarás. 5 Luego llegarás a Guibeá de Dios donde está el destacamento filisteo y, al entrar en la ciudad, te tropezarás con un grupo de profetas que bajan del santuario en trance profético, precedidos de arpas, tambores, flautas y cítaras. 6 Entonces te invadirá el espíritu de Dios que te transformará en otra persona, y profetizarás con ellos. 7 Cuando te hayan ocurrido estas señales, actúa como quieras, porque Dios está contigo. 8 Luego desciende a Guilgal antes de que yo lo haga, pues también yo bajaré contigo para ofrecer holocaustos y sacrificios de comunión. Espera siete días hasta que me reúna contigo y te indique lo que tienes que hacer.

9 En cuanto Saúl se dio la vuelta, despidiéndose de Samuel, Dios le cambió el corazón y aquel mismo día le ocurrieron todas estas señales. 10 Cuando llegaron a Guibeá, les salió al encuentro un grupo de profetas. Entonces el espíritu de Dios invadió a Saúl y se puso a profetizar con ellos. 11 Cuantos lo conocían de antes y lo veían ahora profetizando entre los profetas comentaban entre sí:

— ¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿También Saúl se ha hecho profeta?

12 Y uno de ellos añadió:

— ¡A saber de quién serán esos!

(De ahí viene el dicho: “¿También Saúl se ha hecho profeta?”).

13 Cuando acabó de profetizar, Saúl volvió a su casa. 14 Su tío les preguntó a él y a su criado:

— ¿Dónde han ido?

Y él contestó:

— A buscar las asnas; pero como no aparecían, fuimos a ver a Samuel.

15 Su tío le dijo:

— Cuéntame qué les ha dicho Samuel.

16 Respondió:

— Nos aseguró que las asnas habían aparecido.

Pero no le mencionó nada del asunto de la realeza del que le había hablado Samuel.

Proclamación de Saúl como rey
17 Samuel convocó al pueblo ante el Señor en Mispá 18 y habló así a los israelitas:

— Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Yo saqué a Israel de Egipto y los libré del poder de los egipcios y de todos los reyes que los oprimían”. 19 Pero ahora ustedes han rechazado a su Dios, el que los ha salvado de todas las desgracias y dificultades, y le han pedido que les nombre un rey. Pues bien, preséntense ante el Señor por tribus y por clanes.

20 Samuel ordenó acercarse a todas las tribus de Israel y la suerte recayó en la tribu de Benjamín. 21 Después ordenó acercarse a los clanes de la tribu de Benjamín y la suerte recayó en el clan de Matrí. Finalmente la suerte recayó en Saúl, el hijo de Quis, a quien buscaron sin encontrarlo. 22 Entonces volvieron a consultar al Señor:

— ¿Pero está aquí ese hombre?

El Señor respondió:

— Está escondido entre el equipaje.

23 Corrieron a sacarlo de allí y se presentó ante el pueblo: destacaba entre toda la gente, sacándoles la cabeza. 24 Entonces Samuel dijo a todo el pueblo:

— ¿Han visto al elegido del Señor? En todo el pueblo no hay quien se le pueda comparar.

Y todo el pueblo aclamó:

— ¡Viva el rey!

25 Entonces Samuel expuso al pueblo el protocolo real y lo escribió en un libro que depositó ante el Señor. Luego despidió al pueblo, y se fueron cada uno a su casa. 26 También Saúl marchó a su casa en Guibeá y con él marcharon aquellos valientes a los que Dios infundió ánimos. 27 En cambio, los descontentos comentaban:

— ¿De qué va a salvarnos ese?

Y no le quisieron hacer regalos. Pero Saúl no se dio por aludido.

Guerra contra los amonitas
11 El amonita Najás subió y acampó frente a Jabés de Galaad. Los habitantes de Jabés le propusieron:

— Haz un pacto con nosotros y nos someteremos a ti.

2 Najás les respondió:

— Haré ese pacto, con la condición de sacarles a cada uno el ojo derecho. Así humillaré a todo Israel.

3 Los ancianos de Jabés le contestaron:

— Danos siete días de plazo para enviar mensajeros por todo el territorio de Israel y si nadie viene a ayudarnos nos rendiremos a ti.

4 Los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl, dieron la noticia al pueblo y toda la gente se puso a gritar y a llorar. 5 Saúl volvía del campo con los bueyes y preguntó:

— ¿Qué sucede? ¿Por qué llora la gente?

Le contaron lo que habían dicho los de Jabés 6 y, al enterarse de la noticia, Saúl, invadido por el espíritu del Señor, se enfureció, 7 agarró la yunta de bueyes, los descuartizó y por medio de mensajeros los repartió por todo Israel con este mensaje:

— Lo mismo se hará con los bueyes de quien no siga a Saúl y a Samuel.

El temor del Señor sobrecogió al pueblo, que se alistó sin faltar uno solo. 8 Saúl pasó revista en Bézec y había trescientos mil hombres de Israel y treinta mil de Judá. 9 Entonces dijo a los mensajeros que habían venido:

— Digan a los de Jabés que mañana al mediodía recibirán ayuda.

Cuando los mensajeros llegaron y comunicaron la noticia, los habitantes de Jabés se llenaron de alegría 10 y dijeron a Najás:

— Mañana nos rendiremos y podrán hacer lo que mejor les parezca con nosotros.

11 Al día siguiente Saúl organizó a la gente en tres columnas; irrumpieron en el campamento antes del alba y estuvieron destrozando a los amonitas hasta el mediodía. Los supervivientes se dispersaron, de suerte que no quedaron dos juntos.

12 Entonces la gente dijo a Samuel:

— ¿Quiénes ponían en duda que Saúl sería nuestro rey? Entréguennos a esos hombres para que los matemos.

13 Pero Saúl replicó:

— Nadie debe morir en un día como este, pues hoy el Señor ha dado la victoria a Israel.

14 Luego Samuel dijo al pueblo:

— Vengan, vayamos a Guilgal. Inauguraremos allí la monarquía.

15 Todo el pueblo fue a Guilgal y proclamaron rey a Saúl ante el Señor, allí en Guilgal; ofrecieron sacrificios de comunión al Señor y después Saúl y los israelitas celebraron allí una gran fiesta.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Juan 6:43-71 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
43 Jesús replicó:

— Dejen ya de criticar entre ustedes. 44 Nadie puede creer en mí si no se lo concede el Padre que me envió; yo, por mi parte, lo resucitaré en el último día. 45 En los libros proféticos está escrito: Todos serán adoctrinados por Dios. Todo el que escucha al Padre y recibe su enseñanza, cree en mí. 46 Esto no significa que alguien haya visto al Padre. Solamente aquel que ha venido de Dios, ha visto al Padre. 47 Les aseguro que quien cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto y, sin embargo, murieron. 50 Este, en cambio, es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo voy a dar es mi carne, entregada para que el mundo tenga vida.

52 Esto suscitó una fuerte discusión entre los judíos, que se preguntaban:

— ¿Cómo puede este darnos a comer su carne?

53 Jesús les dijo:

— Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 El Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo gracias a él; así también, el que me coma vivirá gracias a mí. 58 Este es el pan que ha bajado del cielo, y que no es como el que comieron los antepasados y murieron; el que come de este pan vivirá para siempre.

59 Todo esto lo enseñó Jesús en la sinagoga de Cafarnaún.

Palabras de vida eterna
60 Al oír esto, muchos de los que seguían a Jesús dijeron:

— Esta enseñanza es inadmisible. ¿Quién puede aceptarla?

61 Jesús se dio cuenta de que muchos de sus seguidores criticaban su enseñanza, y les dijo:

— ¿Se les hace duro aceptar esto? 62 Pues ¿qué ocurriría si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? 63 Es el espíritu el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. 64 Pero algunos de ustedes no creen.

Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a traicionar.

65 Y añadió:

— Por eso les he dicho que nadie puede creer en mí si no se lo concede mi Padre.

66 Desde entonces, muchos discípulos suyos se volvieron atrás y ya no andaban con él. 67 Jesús preguntó a los Doce:

— ¿También ustedes quieren dejarme?

68 Simón Pedro le respondió:

— Señor, ¿a quién iríamos? Sólo tus palabras dan vida eterna. 69 Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

70 Jesús replicó:

— ¿No los elegí yo a los Doce? Sin embargo, uno de ustedes es un diablo.

71 Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote. Porque Judas, que era uno de los Doce, lo iba a traicionar.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Salmos 107 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 107 (106)
Alaben al Señor por su bondad
107 Alaben al Señor por su bondad,
porque es eterno su amor.
2 Que lo digan los que el Señor ha salvado,
los que ha salvado del poder del enemigo,
3 los que reunió de entre los países,
de oriente y de occidente,
del norte y del poniente.
4 Vagaban perdidos por el árido desierto,
no hallaban el camino a una ciudad habitada.
5 Estaban hambrientos, tenían sed,
su vida se iba agotando.
6 Pero en su angustia gritaron al Señor
y él los salvó de sus penurias;
7 los guió por un camino recto
hasta llegar a una ciudad habitada.
8 ¡Que alaben al Señor por su amor,
por sus maravillas con el ser humano!
9 Porque él sació la garganta ávida,
al hambriento llenó de manjares.
10 En oscuridad y tinieblas vivían,
cautivos de la miseria y el hierro,
11 por desobedecer la palabra de Dios,
por despreciar el designio del Altísimo.
12 Él doblegó su corazón con penas,
desfallecían y nadie los ayudaba.
13 Pero en su angustia gritaron al Señor
y él los salvó de sus penurias.
14 Los sacó de tinieblas y sombras,
rompió sus cadenas.
15 ¡Que alaben al Señor por su amor,
por sus maravillas con el ser humano!
16 Pues rompió las puertas de bronce,
destrozó los cerrojos de hierro.
17 Enloquecidos por su mala conducta,
abatidos por sus faltas,
18 les repugnaba toda comida,
rozaban ya las puertas de la muerte.
19 Pero en su angustia gritaron al Señor
y él los salvó de sus penurias.
20 Envió su palabra y los salvó,
los libró de la tumba.
21 ¡Que alaben al Señor por su amor,
por sus maravillas con el ser humano!
22 Que le ofrezcan sacrificios de alabanza,
que pregonen sus obras con alegría.
23 Los que surcan el mar en naves,
comerciando por aguas caudalosas,
24 han visto las obras del Señor,
sus maravillas en el mar profundo.
25 Pues habló y se alzó un viento huracanado
que hizo encresparse a las olas.
26 Subían hasta el mismo cielo,
hasta el abismo bajaban,
desfallecidos por el terror;
27 rodaban, daban tumbos cual borracho,
y era inútil su destreza.
28 Pero en su angustia gritaron al Señor
y él los salvó de sus penurias.
29 Hizo que la tormenta amainara,
que enmudecieran las olas.
30 Se alegraron al verlas en calma
y Dios los condujo al puerto añorado.
31 ¡Que alaben al Señor por su amor,
por sus maravillas con el ser humano!
32 Que en la asamblea del pueblo lo ensalcen,
que en la reunión de los ancianos lo alaben.
33 El Señor convierte en un desierto los ríos,
los manantiales en tierra seca,
34 la tierra fértil en tierra estéril,
por la maldad de quienes la habitan.
35 Convierte el desierto en un lago,
en un manantial el árido yermo,
36 y allí asienta a los hambrientos
que fundan la ciudad donde vivir.
37 Siembran campos, plantan viñas,
cosechan frutos de la tierra.
38 Él los bendice y prosperan,
no deja que decrezca su ganado.
39 Mas si decaen y están abatidos
por el peso de penas y tristezas,
40 Dios, que desprecia a los príncipes
y los hace vagar por un yermo sin sendas,
41 levanta al pobre de su miseria,
aumenta cual rebaño a sus familias.
42 Lo ven los rectos y se alegran,
mientras los malvados guardan silencio.
43 Quien sea sabio que medite estas cosas,
que comprenda el amor del Señor.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Proverbios 15:1-3 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
15 Respuesta amable aplaca la ira,
palabra hiriente enciende la cólera.
2 Lengua de sabios perfecciona el saber,
boca de necios esparce necedad.
3 En todas partes los ojos del Señor
observan a malos y buenos.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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DAB Español, Domingo 12 de Mayo

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