Día 146, DAB Español, Domingo 26 de Mayo
2 Samuel 9:1-11:27; Juan 15:1-27; Salmos 119:49-64; Proverbios 16:1-3 (Nueva Biblia Viva (NBV))
2
Samuel 9-11 Nueva Biblia Viva (NBV)
David y Mefiboset
9 Un día David preguntó si quedaba algún descendiente
de Saúl, pues quería mostrarle misericordia, de acuerdo con lo prometido a su
amigo Jonatán. 2 Al enterarse de que había un hombre llamado Siba, que había
sido uno de los siervos de Saúl, lo mandó a llamar.
―¿Eres tú Siba? —le preguntó el rey.
―Sí, su siervo —respondió el hombre.
3 El rey entonces le preguntó:
―¿Ha quedado alguien vivo de la familia de Saúl? Si es
así, quiero cumplir un voto, mostrándome misericordioso con él.
―Sí, mi rey —respondió Siba—, aún vive un hijo de
Jonatán, el cual es tullido de los dos pies.
4 ―¿Dónde vive? —volvió a preguntar el rey.
―En Lo Debar, en la casa de Maquir hijo de Amiel
—respondió Siba.
5-6 De inmediato, el rey David envió por Mefiboset
hijo de Jonatán y nieto de Saúl. Mefiboset llegó y se inclinó delante del rey
David, quien le preguntó:
―¿Eres tú Mefiboset?
―Sí, aquí está su siervo —le respondió.
7 David le dijo:
―No tengas miedo. Te he enviado a buscar porque quiero
ayudarte, tal como se lo prometí a tu padre Jonatán. Te devolveré todas las
tierras que pertenecieron a tu abuelo Saúl, y de aquí en adelante vivirás en mi
palacio.
8 Mefiboset entonces se inclinó de nuevo delante del
rey, y dijo:
―¿Debe el rey mostrar tanta bondad con un perro muerto
como yo?
9 El rey llamó a Siba, el siervo de Saúl, y le dijo:
―He dado al nieto de tu amo todo lo que pertenecía a
Saúl y a su familia. 10-11 Tú y tus hijos y tus sirvientes le trabajarán la
tierra a fin de proporcionar alimento a su familia. Pero él vivirá aquí conmigo
y se sentará a mi mesa.
Siba, que tenía quince hijos y veinte siervos,
contestó:
―Mi rey, haré todo lo que usted me ha ordenado.
Desde aquel momento, Mefiboset comió regularmente con
el rey David, como si fuera uno de sus hijos. 12 Mefiboset tenía un hijo
pequeño llamado Micaías. Todos los de la casa de Siba quedaron al servicio de
Mefiboset, 13 pero Mefiboset, que era tullido de ambos pies, se fue a vivir al
palacio real en Jerusalén, y siempre comía en la mesa del rey.
David derrota a los amonitas
10 Después de esto, murió el rey amonita y le sucedió
en el trono su hijo Janún. 2 Entonces David pensó que debía tratar con bondad a
Janún tal como su padre Najás había sido generoso con él. Por eso, envió unos
mensajeros para que le dieran el pésame por la muerte de su padre.
3 Pero los príncipes amonitas le dijeron a Janún: «No
creas que estos hombres han venido aquí para honrar a tu padre y darte el
pésame por su muerte. La verdad es que David los ha enviado a espiar la ciudad
para después atacarla». 4 Entonces Janún hizo capturar a los mensajeros de
David y ordenó que les afeitaran la mitad de la barba y le cortaran las
vestiduras a la altura de las nalgas. Luego los envió de regreso semidesnudos.
5 Cuando David oyó lo que había ocurrido, les ordenó
que se quedaran en Jericó hasta que les hubiera crecido la barba, pues se
sentían muy avergonzados por su aspecto.
6 El pueblo de los amonitas no tardó en comprender
cuán seriamente habían ofendido a David; por lo que contrataron a veinte mil
mercenarios sirios de las tierras de Bet Rejob y de Sobá, mil de Macá, y doce
mil de la tierra de Tob. 7-8 Cuando David se enteró de esto, envió a Joab y a
todo el ejército de Israel para que los atacaran. Los amonitas se dispusieron a
defender las puertas de su ciudad, mientras que los sirios de Sobá y Rejob, y
los hombres de Tob y Macá peleaban en los campos.
9 Cuando Joab se dio cuenta de que tendría que pelear
en dos frentes, escogió a los mejores guerreros, se puso al frente del grupo y
se los llevó a pelear contra los sirios en los campos. 10 Dejó el resto al
mando de su hermano Abisay, el cual se encargaría de atacar a los amonitas que
estaban en la ciudad. 11 Antes de ir a sus respectivos lugares, Joab le dijo a
su hermano Abisay: «Si necesito ayuda contra los sirios, ven y ayúdame. Pero si
los amonitas son demasiado fuertes para ti, yo iré y te ayudaré. 12 ¡Sé
valiente! ¡Vamos a pelear para salvar a nuestro pueblo y las ciudades de
nuestro Dios! ¡Que el Señor haga lo que mejor le parezca!».
13 Cuando Joab y sus soldados atacaron, los sirios se
dieron a la fuga. 14 Cuando los amonitas vieron que los sirios huían, ellos
también huyeron de Abisay y se refugiaron en la ciudad. Joab entonces regresó a
Jerusalén.
15-16 Mientras tanto, los sirios, viendo que no podían
hacerle frente a Israel, se reagruparon. Hadad Ezer mandó a buscar refuerzos al
otro lado del río Éufrates. Estos llegaron a Jelán bajo el mando de Sobac, jefe
del ejército de Hadad Ezer.
17 Cuando David supo lo que estaba sucediendo,
personalmente reunió a todo Israel y los condujo hasta Jelán. Allí los sirios
lo atacaron. 18 Pero nuevamente los sirios huyeron de los israelitas. Los
israelitas mataron a setecientos soldados que conducían los carros de combate y
a cuarenta mil soldados de infantería. También murió Sobac, comandante en jefe
del ejército sirio.
19 Cuando los reyes aliados de Hadad Ezer vieron que
los sirios habían sido derrotados, se rindieron ante David y le fueron
tributarios. Después de esto los sirios tuvieron miedo de ayudar a los
amonitas.
David y Betsabé
11 En la primavera del año siguiente, que era la época
en que los reyes salían a la guerra, David envió a Joab y a sus oficiales y a
todo el ejército para que atacaran a los amonitas y sitiaran la ciudad de Rabá.
Pero David se quedó en Jerusalén.
2 Una tarde, después de tomar la siesta, David se
levantó y comenzó a caminar por la terraza del palacio. Mientras contemplaba la
ciudad, vio a una mujer muy hermosa, que se estaba bañando. 3 Envió a
investigar el nombre de ella y supo que era Betsabé, hija de Elián y esposa de
Urías el hitita. 4 David la mandó a buscar. Cuando Betsabé llegó, David se
acostó con ella. Betsabé apenas acababa de completar los ritos de la
purificación después de la menstruación. Después regresó a su casa. 5 Cuando se
dio cuenta de que había quedado embarazada, envió un recado a David para informárselo.
6 David, entonces, envió el siguiente mensaje a Joab:
«Envíame a Urías el hitita». 7 Cuando Urías llegó, David le preguntó cómo
estaban Joab y el ejército, y cómo se desarrollaba la guerra. 8 Luego le dijo
que se fuera a su casa y estuviera con su esposa. Al salir del palacio, Urías
recibió un regalo de parte del rey. 9 Pero Urías no fue a su casa, sino que
pasó aquella noche en la puerta del palacio, con los otros siervos del rey. 10
Cuando David oyó lo que Urías había hecho lo llamó y le preguntó:
―¿Qué te ocurre? ¿Por qué no fuiste a dormir a tu casa
después de haber estado tanto tiempo fuera?
11 Urías respondió:
―El cofre, Israel y Judá, Joab y todo el ejército de
mi señor están durmiendo en los campamentos, a la intemperie. ¿Cómo podría yo
ir a casa a beber, comer y dormir con mi esposa? Juro que jamás haré tal cosa.
12 ―Bien —le dijo David—. Mañana puedes regresar al
campo de batalla.
Urías se quedó cerca del palacio. 13 David lo invitó a
comer y a beber, y lo hizo embriagarse, pero ni aun así quiso ir a su casa esa
noche sino que durmió a la entrada del palacio.
14 Al día siguiente, David escribió una carta para
Joab y se la envió por medio de Urías. 15 La carta ordenaba a Joab que pusiera
a Urías en la primera línea de batalla, cuando el combate fuera más fuerte, y
que luego lo dejaran solo para que lo mataran.
16 Así que Joab colocó a Urías en un punto muy cercano
a la ciudad sitiada, donde sabía que estaban peleando los mejores hombres del
enemigo. 17 Y Urías murió, junto con otros varios de los soldados de David.
18 Cuando Joab envió un informe a David de cómo iba la
batalla, 19-21 le dijo al mensajero:
―Si el rey se enoja y pregunta: “Por qué los soldados
se acercan tanto a la ciudad? ¿No sabían que ellos estarían disparando desde
las murallas? ¿No recuerdan cómo murió Abimélec hijo de Yerubéset? ¡Recuerden
que fue una mujer de Tebes quien, desde la muralla, le arrojó una piedra de
molino y lo mató!” entonces le dirás: “Urías también murió en el combate”.
22 El mensajero llegó a Jerusalén y le dio el informe
a David:
23 ―El enemigo salió en contra de nosotros —dijo—, y
mientras los perseguíamos hacia las puertas de la ciudad, 24 los hombres que
estaban en la muralla nos atacaron y mataron a algunos de los nuestros. También
Urías el hitita murió.
25 ―Bien, dile a Joab que no se desaliente —dijo
David—. La espada mata unas veces a unos y otras veces a otros. Peleen con más
ardor la próxima vez, conquisten la ciudad y destrúyanla. Dile que está
haciendo bien.
26 Cuando Betsabé supo que su marido había perdido la
vida, lo lloró. 27 Pasado el tiempo del duelo, David ordenó que se la llevaran
al palacio, y la hizo su esposa. En el tiempo señalado, ella dio a luz un hijo.
Pero al Señor no le agradó lo que David había hecho.
Nueva Biblia Viva (NBV)
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Juan
15 Nueva Biblia Viva (NBV)
Jesús, la vid verdadera
15 »Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la
cultiva. 2 Si alguna de mis ramas no da uvas, la corta; pero a todas las ramas
que dan fruto, las poda para que den todavía más fruto.
3 »Ustedes ya están limpios a causa de la palabra que
les he dado. 4 Sigan unidos a mí, y yo seguiré unido a ustedes. Así como una
rama no puede dar fruto por sí misma, separada de la vid, así tampoco ustedes
pueden dar fruto si están separados de mí.
5 »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que está
unido a mí, como yo estoy unido a él, dará mucho fruto. Si están separados de
mí no pueden hacer nada. 6 El que no está unido a mí lo echan fuera y se seca.
Así como le pasa a las ramas que se recogen, se echan al fuego y se queman. 7
Si ustedes siguen unidos a mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir
lo que quieran y se les dará. 8 Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan
mucho fruto y de esa manera muestran que son mis discípulos.
9 »Así como el Padre me ama a mí, así también yo los
amo a ustedes. No se aparten de mi amor. 10 Si obedecen mis mandamientos, no se
apartarán de mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y su
amor no se aparta de mí. 11 Les digo esto para que también tengan mi alegría y
así su alegría sea completa. 12 Y mi mandamiento es este: que se amen unos a
otros como yo los amo. 13 Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus
amigos. 14 Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. 15 Ya no les
llamo sirvientes, porque el sirviente no sabe lo que hace su amo. Ahora los
llamo amigos, porque les he enseñado todo lo que he oído decir a mi Padre. 16
Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes, y los he
mandado para que vayan y den fruto, un fruto que dure para siempre. Así el
Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. 17 Esto es lo que les mando:
que se amen unos a otros.
Jesús y sus discípulos aborrecidos por el mundo
18 »No se les olvide que si el mundo los odia, a mí me
odió antes que a ustedes. 19 Si ustedes fueran del mundo, el mundo los querría
como quiere a los que son suyos. Pero ustedes no son del mundo, porque yo los
escogí de entre los que son del mundo. Por eso el mundo los odia. 20 Recuerden
lo que les dije: “Ningún sirviente es más que su amo”. Así que, si a mí me han
perseguido, también a ustedes los perseguirán. Y si han obedecido mis palabras,
también obedecerán las de ustedes. 21 Les harán todo esto por causa de mi
nombre, porque ellos no conocen al que me envió. 22 Ellos no serían culpables
de pecado, si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado. Pero ahora no tienen
disculpa por su pecado. 23 El que me odia a mí, también odia a mi Padre. 24
Ellos no serían culpables de pecado, si yo no hubiera hecho entre ellos las
cosas que ningún otro ha hecho. Pero ya las han visto, y a pesar de eso, me
odian a mí y a mi Padre. 25 Pero esto pasa así, para que se cumpla lo que está
escrito en la ley de ellos: “Me odiaron sin motivo”.
26 »Yo les enviaré de parte del Padre al Consolador,
el Espíritu de verdad que viene del Padre, él les hablará acerca de mí. 27 Y
ustedes también hablarán acerca de mí porque han estado conmigo desde el
principio.
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Salmos
119:49-64 Nueva Biblia Viva (NBV)
49 Recuerda las promesas que le hiciste a tu siervo,
porque son mi única esperanza. 50 Tus promesas me dan vida; me consuelan en
medio de mi angustia. 51 Los orgullosos me ofenden hasta el colmo pero yo no me
aparto de tu ley. 52 Medito en tus leyes que no son nuevas, oh Señor, y me
consuelan.
53 Estoy muy enojado con los malvados que rechazan tus
mandamientos, 54 porque estas leyes tuyas han sido la canción de mi vida en
todos estos años de mi peregrinaje. 55 Señor, por la noche evoco tu nombre;
¡quiero cumplir tu ley! 56 Lo que a mí me corresponde es obedecer tus
preceptos.
57 ¡Señor, tú eres mío! ¡Yo prometo obedecer tu
palabra! 58 De todo corazón deseo tus bendiciones. Sé misericordioso como lo
prometiste. 59 Pensé en el rumbo que llevaba mi vida, y cambié para seguir tus
normas. 60 Me apresuro sin tardanza para obedecer tus mandamientos. 61 Los
malos han procurado arrastrarme al pecado, pero yo estoy firmemente anclado en
tus leyes.
62 A media noche me levantaré para darte gracias por
tus leyes justas. 63 Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que
observan tus preceptos. 64 Señor, la tierra está llena de tu gran amor.
¡Enséñame tus decretos!
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Proverbios
16:1-3 Nueva Biblia Viva (NBV)
16 El hombre propone y Dios dispone.
2 El hombre piensa que es justo lo que él hace, pero
el Señor juzga los motivos.
3 Pon en manos del Señor todo lo que haces, y tus
planes tendrán éxito.
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