Sunday, May 5, 2019

DAB Español, Lunes 6 de Mayo

Día 126, DAB Español, Lunes 6 de Mayo

Rut 2:1-4:22; Juan 4:43-54; Salmos 105:16-36; Proverbios 14:26-27 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))






Rut 2-4 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La espigadora y el pariente rico
2 Noemí tenía, por parte de la familia de su marido Elimélec, un pariente rico e influyente llamado Boaz. 2 Cierto día Rut, la moabita, dijo a Noemí:

— Déjame ir al campo, a recoger espigas detrás de aquel que me lo permita.

Noemí le contestó:

— Vete, hija mía.

3 Rut se marchó a espigar al campo detrás de los segadores y por casualidad se encontró en una finca de Boaz, el pariente de Elimélec. 4 En esas, Boaz llegaba de Belén y saludó a los segadores:

— ¡Que el Señor sea con ustedes!

Y ellos le contestaron:

— ¡Que el Señor te bendiga!

5 Luego Boaz preguntó al capataz de los segadores:

— ¿De quién es esa joven?

6 El capataz le respondió:

— Es la joven moabita que ha venido con Noemí de las tierras de Moab. 7 Me pidió permiso para espigar y reunir unas gavillas detrás de los segadores. Llegó esta mañana y ha estado en pie desde entonces hasta ahora, sin descansar un momento.

8 Boaz dijo a Rut:

— Escucha, hija, no vayas a espigar a ningún otro campo; no te alejes de aquí y así podrás seguir con mis criadas. 9 Fíjate en qué campo cosechan y síguelas. He dado órdenes a los criados para que no te molesten. Y cuando tengas sed, te acercas a los cántaros y bebes del agua que saquen los criados.

10 Rut inclinó su rostro, hizo una reverencia en tierra y le dijo:

— ¿Por qué me tratas con amabilidad y te interesas por mí, que soy una extranjera?

11 Boaz le respondió:

— Me han contado con todo detalle cómo te has portado con tu suegra después de la muerte de tu marido y cómo has dejado a tus padres y tu país natal, para venir a un pueblo hasta ayer desconocido para ti. 12 ¡Que el Señor te lo pague! Que el Señor, Dios de Israel, en quien has buscado protección, te recompense con creces.

13 Ella le dijo:

— Te estoy muy agradecida, señor, porque me has reconfortado y me has hablado cordialmente, aunque no puedo compararme a ninguna de tus criadas.

14 A la hora de comer, Boaz le dijo:

— Ven aquí, toma un trozo de pan y mójalo en la vinagreta.

Rut se sentó junto a los segadores y Boaz le ofreció grano tostado. Ella comió hasta hartarse y aún le sobró. 15 Luego se puso a espigar. Entonces Boaz ordenó a sus criados:

— Déjenla que espigue también entre las gavillas y no la molesten. 16 Pueden incluso tirar espigas de los manojos y se las dejan para que las recoja, sin reprenderla.

17 Rut estuvo espigando en aquel campo hasta el atardecer. Luego desgranó lo que había recogido y sacó un total de veintidós kilos de cebada. 18 Se lo cargó, regresó a la ciudad y enseñó a su suegra lo que había espigado. Sacó también las sobras de la comida y se las dio. 19 Su suegra le preguntó:

— ¿Dónde has espigado hoy? ¿Con quién has trabajado? ¡Bendito sea el que te ha tratado así!

Rut le contó a su suegra con quién había estado trabajando y le dijo:

— El hombre con el que he estado trabajando hoy se llama Boaz.

20 Noemí dijo a su nuera:

— ¡El Señor lo bendiga, pues él se mantiene fiel a los vivos y a los muertos!

Y Noemí añadió:

— Ese hombre es pariente nuestro y uno de nuestros rescatadores legales.

21 Rut, la moabita prosiguió:

— También me ha dicho que siga con sus criados hasta que concluya toda su cosecha.

22 Noemí respondió a su nuera:

— Sí, hija mía, es preferible que sigas con sus criadas. Así no te molestarán en otros campos.

23 Y Rut siguió espigando con las criadas de Boaz hasta el final de la siega de la cebada y del trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra.

El plan de Noemí
3 Unos días después Noemí dijo a Rut:

— Hija mía, quiero buscarte un hogar donde seas feliz. 2 Ya sabes que ese Boaz, con cuyas criadas has estado trabajando, es pariente nuestro y precisamente esta noche va a aventar la cebada en la era. 3 Así que, lávate, perfúmate, arréglate bien y baja a la era. Pero no dejes que él te vea hasta que termine de comer y beber. 4 Fíjate bien en el lugar donde duerme; cuando se acueste, vas y le destapas los pies y te acuestas allí, y él te dirá lo que tienes que hacer.

5 Rut le contestó:

— Haré todo lo que me has dicho.

6 Luego se fue a la era e hizo todo lo que su suegra le había ordenado. 7 Boaz comió, bebió y se sintió a gusto. Después fue a acostarse junto al montón de grano. Entonces Rut llegó con sigilo, le destapó los pies y se acostó allí. 8 A medianoche el hombre sintió un escalofrío y, al darse la vuelta, encontró una mujer acostada a sus pies, 9 y le preguntó:

— ¿Quién eres tú?

Ella respondió:

— Soy Rut, tu servidora. Cúbreme con tu manto, pues eres mi rescatador legal.

10 Boaz le dijo:

— ¡El Señor te bendiga, hija! Esta muestra de fidelidad supera aún a la anterior, pues no has pretendido a ningún joven, sea rico o pobre. 11 Bien, hija, no te preocupes, que haré por ti lo que me pides, pues en el pueblo todos saben que eres una gran mujer. 12 Ahora bien, aunque es cierto que yo soy tu rescatador legal, hay otro con más derecho que yo. 13 Quédate aquí esta noche y mañana, si el otro quiere responder por ti, que lo haga; y si no quiere, te juro que yo responderé por ti. Acuéstate hasta mañana.

14 Ella durmió a sus pies hasta la mañana y se levantó antes de que pudiese ser reconocida, pues él había dicho:

— Que nadie sepa que esta mujer ha venido a la era.

15 Luego le dijo:

— Trae el manto que llevas y sujétalo.

Mientras ella lo sujetó, él echó unos ciento treinta kilos de cebada y le ayudó a cargarlos. Luego Rut se fue a la ciudad. 16 Cuando llegó a casa de su suegra, esta le preguntó:

— ¿Qué tal, hija mía?

Rut le contó todo lo que Boaz había hecho por ella, 17 y añadió:

— También me ha dado toda esta cebada y me ha dicho: “No quiero que vuelvas a casa de tu suegra con las manos vacías”.

18 Noemí le dijo:

— Hija mía, aguarda hasta que sepas qué sucede, pues este hombre no descansará hasta dejar solucionado hoy mismo el asunto.

La boda y el hijo
4 Boaz fue a sentarse a la puerta de la ciudad y cuando pasó el rescatador del que antes había hablado, lo llamó:

— Oye, paisano, acércate y siéntate aquí.

Él se acercó y se sentó. 2 Luego convocó a diez ancianos de la ciudad y les dijo:

— Siéntense aquí.

Y ellos se sentaron.

3 Entonces Boaz dijo al rescatador:

— Noemí, que ha vuelto de las tierras de Moab, vende la parcela de tierra que pertenecía a nuestro pariente Elimélec. 4 He pensado hacértelo saber y decirte que la compres delante de los presentes y de los ancianos del pueblo. Si quieres rescatarla, rescátala. Y si no quieres, dímelo, para que yo lo sepa; pues a ti te corresponde el derecho de rescate antes que a mí.

El otro contestó:

— Sí, la compro.

5 Pero Boaz le dijo:

— Si te haces cargo del campo de Noemí, también debes hacerte cargo de Rut, la moabita, la esposa del difunto, a fin de conservar su apellido junto a su heredad.

6 Entonces dijo el rescatador:

— En ese caso yo no puedo hacerlo, porque perjudicaría a mis herederos. Te cedo mi derecho de rescate, pues yo no puedo ejercerlo.

7 Antiguamente existía en Israel esta costumbre: cuando se trataba del derecho de rescate o de intercambios, uno se quitaba su sandalia y se la daba al otro para cerrar el trato. Y así se daba fe.

8 Así, pues, el rescatador dijo a Boaz:

— Compra tú la parcela.

Luego se quitó la sandalia y se la dio. 9 Entonces Boaz dijo a los ancianos y a todos los presentes:

— Ustedes son hoy testigos de que adquiero todas las posesiones de Elimélec y las de Majlón y Quilión de manos de Noemí; 10 y de que también tomo como esposa a Rut, la moabita, mujer de Majlón, para conservar el apellido del difunto junto a su heredad y para que no desaparezca su nombre entre sus parientes y en su ciudad. Ustedes son testigos.

11 Todos los que estaban en la puerta de la ciudad y los ancianos dijeron:

— Sí, somos testigos. Que el Señor haga a la mujer que va a entrar hoy en tu casa como a Raquel y Lía, las dos que edificaron la casa de Israel. Que hagas fortuna en Efrata y adquieras fama en Belén. 12 Que por la descendencia que el Señor te conceda de esta joven, tu familia sea como la de Peres, el hijo que Tamar dio a Judá.

13 Entonces Boaz tomó a Rut y la convirtió en su esposa. Se unió a ella y el Señor hizo que concibiera y diera a luz un hijo. 14 Las mujeres decían a Noemí:

— ¡Bendito sea el Señor que no te ha privado hoy de un rescatador que será famoso en Israel! 15 El niño te dará nuevos ánimos y te sostendrá en la vejez, pues te lo ha dado tu nuera, la que tanto te ama y es para ti más valiosa que siete hijos.

16 Noemí tomó en brazos al niño, lo recostó en su regazo y se convirtió en su nodriza. 17 Las vecinas le querían poner nombre, diciendo:

— ¡Noemí ha tenido un hijo!

Así que le llamaron Obed. Fue el padre de Jesé y el abuelo de David.

Genealogía de David (1 Cr 2,5-15)
18 Estos son los descendientes de Peres: Peres engendró a Jesrón, 19 Jesrón a Ram, Ram a Aminadab, 20 Aminadab a Najsón, Najsón a Salmá, 21 Salmá a Boaz, Boaz a Obed, 22 Obed a Jesé y Jesé a David.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Juan 4:43-54 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Segundo signo (4,43-54)
Jesús cura al hijo de un funcionario real (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10)
43 Pasados dos días, Jesús partió de Samaría camino de Galilea. 44 El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia patria. 45 Cuando llegó a Galilea, los galileos le dieron la bienvenida, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que Jesús había hecho en aquella ocasión.

46 Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Se encontraba allí un oficial de la corte que tenía el hijo enfermo en Cafarnaún. 47 Cuando se enteró de que Jesús había llegado a Galilea procedente de Judea, acudió a él y le suplicó que bajara a su casa para curar a su hijo, que estaba a punto de morir. 48 Jesús lo regañó:

— Ustedes sólo creen si ven milagros y prodigios.

49 Pero el oficial insistía:

— Señor, ven pronto, antes que muera mi hijo.

50 Jesús le dijo:

— Vuelve a tu casa; tu hijo está ya bien.

Aquel hombre creyó lo que Jesús le había dicho y se fue. 51 Cuando regresaba a casa, le salieron al encuentro sus criados para comunicarle que su hijo estaba curado. 52 Él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron:

— Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre.

53 El padre comprobó que esa fue precisamente la hora en que Jesús le dijo: “Tu hijo está bien”, y creyeron en Jesús él y todos los suyos.

54 Este segundo milagro lo hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Salmos 105:16-36 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
16 Sobre el país trajo el hambre,
los dejó sin provisiones.
17 Envió delante a un hombre,
a José, vendido como esclavo.
18 Apresaron sus pies con grilletes,
rodearon su cuello con argollas,
19 hasta que se cumplió su anuncio
y la palabra del Señor lo acreditó.
20 Entonces mandó el rey dejarlo libre,
el soberano de pueblos que lo soltaran.
21 Y lo hizo señor de su casa,
gobernador de todos sus bienes
22 para imponer su voluntad a los príncipes,
para que hiciera sabios a sus ancianos.
23 Entonces Israel entró en Egipto,
moró Jacob en el país de Cam.
24 Dios hizo que su pueblo prosperara,
lo hizo más fuerte que sus rivales.
25 Pero cambió los sentimientos de los egipcios
haciendo que odiaran a su pueblo
e intrigaran contra sus siervos.
26 Envió a Moisés, su siervo,
a Aarón a quien él escogió;
27 ellos hicieron signos prodigiosos,
hechos portentosos en la tierra de Cam.
28 Envió tinieblas y todo se oscureció,
pero ni aun así escucharon su palabra.
29 Transformó en sangre sus aguas,
hizo morir a sus peces.
30 Infestó de ranas el país,
hasta las alcobas de sus reyes.
31 Habló y sobrevino otra plaga:
mosquitos por toda su tierra.
32 En vez de lluvia envió granizos,
llamas de fuego sobre el país.
33 Destruyó luego sus viñas e higueras,
destrozó la arboleda de su territorio.
34 Habló y acudieron langostas,
saltamontes imposibles de contar,
35 que devoraron toda hierba en el país,
devoraron los frutos de la tierra.
36 Mató en el país a todo primogénito,
primicia de su fuerza varonil.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Proverbios 14:26-27 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
26 El respeto del Señor da plena confianza,
será para sus hijos un refugio.
27 El respeto del Señor es fuente de vida,
libra de los lazos de la muerte.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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