Tuesday, May 28, 2019

DAB Español, Miércoles 29 de Mayo

Día 149, DAB Español, Miércoles 29 de Mayo

2 Samuel 14:1-15:21; Juan 18:1-24; Salmos 119:97-112; Proverbios 16:8-9 (Nueva Biblia Viva (NBV))






2 Samuel 14:1-15:21 Nueva Biblia Viva (NBV)
Absalón regresa a Jerusalén
14 Cuando el general Joab hijo de Sarvia comprendió cuánto deseaba David ver a Absalón, 2-3 envió por una mujer de Tecoa, que tenía reputación de gran sabiduría, y le dijo que pidiera una entrevista con el rey. Pero antes de que la mujer se presentara delante del rey, Joab le dijo:

―Vístete de luto, no te eches perfume, como si estuvieras de duelo por un hijo muerto. Luego irás donde el rey y le dirás todo lo que yo te diga.

4 Cuando la mujer llegó ante el rey, se arrojó con el rostro al suelo frente a él y clamó:

―¡Mi señor, por favor, ayúdeme!

5-6 ―¿Qué te pasa? —le preguntó el rey.

―Soy viuda —contestó ella—, y mis dos hijos tuvieron una pelea en el campo. Puesto que no hubo nadie que los separara, uno de ellos mató al otro. 7 Ahora el resto de la familia pide que yo entregue a mi otro hijo para ejecutarlo por haber asesinado a su hermano. Pero si lo hago no tendré ningún hijo, y el nombre de mi marido será desarraigado de la tierra.

8 ―Déjalo por mi cuenta —dijo el rey—, yo veré que nadie lo toque.

9 ―Gracias, mi señor, rey —contestó ella—. Yo llevaré la culpa si lo critican a usted por ayudarme de esta manera.

10 ―No te preocupes. Si alguien te amenaza, avísame. Yo puedo asegurarte que jamás volverá a molestarte.

11 Entonces ella dijo:

―Júreme por Dios que no permitirá que nadie le haga daño a mi hijo. No deseo más derramamiento de sangre.

―Prometo por Dios —respondió él— que ni un solo cabello de tu hijo caerá a tierra.

12 ―Ahora, déjeme que le pida una cosa más —dijo ella.

―Habla —contestó él.

13 ―¿Por qué no hace usted por todo el pueblo de Dios lo que ha prometido hacer por mí? —preguntó ella—. Usted se ha condenado a sí mismo al tomar esta decisión, pues se ha negado a recibir en casa a su hijo que está desterrado. 14 Todos debemos morir. Nuestras vidas son como el agua que es derramada en tierra, que no puede volverse a recoger. Pero Dios lo bendecirá a usted con una vida más larga si permite que su hijo regrese del destierro. 15-16 Pero, yo he venido a rogarle por mi hijo, porque mi vida y la vida de mi hijo han sido amenazadas y yo me dije: “Quizás el rey me oirá y nos librará de los que quieren acabar con nuestra existencia en Israel. 17 Sí, el rey nos dará paz nuevamente”. Yo sé que usted es como el ángel de Dios y puede discernir entre el bien y el mal. Quiera Dios estar con usted.

18 ―Quiero saber una cosa —dijo el rey.

―¿De qué se trata, mi señor, el rey? —preguntó ella.

19 ―¿Fue Joab quien te envió?

Y la mujer respondió:

―¿Cómo podría negarlo? Sí, Joab me envió y me dijo lo que tenía que decir. 20 Él lo hizo para que usted pueda ver el asunto desde un ángulo diferente. Pero usted es tan sabio como un ángel de Dios y sabe todo lo que ocurre en la tierra.

21 Entonces el rey llamó a Joab y le dijo:

―Bien, anda y trae a Absalón.

22 Joab se inclinó a tierra delante del rey, lo bendijo y dijo:

―Al fin sé que mi señor, el rey, tiene buena voluntad hacia mí, pues me ha concedido esta petición.

23 Joab fue a Guesur y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey David ordenó que Absalón se fuera a su propia casa, pues no quería verlo nunca. Por eso, Absalón se fue a su casa sin ver al rey.

25 En todo Israel no había alguien tan hermoso como Absalón, y nadie recibía tantos elogios como él. 26 Se cortaba el cabello una vez al año, cuando le resultaba demasiado pesado. ¡El pelo que se cortaba pesaba unos dos kilos! 27 Tenía tres hijos y una hija, Tamar, que era muy hermosa.

28 Después de dos años de estar en Jerusalén sin presentarse ante el rey, Absalón 29 llamó a Joab para que intercediera por él; pero Joab no quiso ir. Absalón lo mandó a buscar por segunda vez, pero nuevamente se negó a acudir. 30 Entonces Absalón dijo a sus siervos: «Vayan y préndanle fuego al campo de cebada de Joab, que está junto al mío».

Ellos así lo hicieron. 31 Entonces Joab se presentó ante Absalón y le preguntó:

―¿Por qué tus siervos han quemado mi campo?

32 Y Absalón le respondió:

―Porque yo quería que le preguntaras al rey por qué me hizo venir de Guesur si no me quería ver. ¡Mejor me habría quedado allá! Arréglame una entrevista con el rey, y si él me encuentra culpable de asesinato, que me ejecute.

33 Joab le comunicó al rey lo que Absalón había dicho. Al fin, David citó a Absalón, y este fue y se inclinó delante del rey, y David lo besó.

Absalón conspira contra David
15 Algún tiempo después, Absalón compró un magnífico carro de guerra y caballos; además, contrató a cincuenta hombres para que fueran su escolta personal. 2 Se levantaba temprano cada mañana y se paraba en la puerta de la ciudad. Cuando alguien traía un caso para que el rey lo juzgara, Absalón lo llamaba y se mostraba interesado en su problema.

3 Entonces decía:

―Veo que tienes razón en este asunto. Es desafortunado que el rey no tenga a alguien que le ayude para atender estos casos. 4 Ciertamente me gustaría ser el juez; así cualquiera que tuviera un caso vendría a mí, y yo le haría justicia.

5 Y cuando alguien iba a saludarlo y se inclinaba delante de él, Absalón le tendía la mano, lo abrazaba y lo besaba. 6 De esta manera Absalón iba conquistando el corazón de todo el pueblo de Israel.

7-8 Después de cuatro años, Absalón le dijo al rey:

―Déjame ir a Hebrón a ofrecer sacrificios al Señor. De esta manera podré cumplir el voto que le hice mientras estaba en Guesur de Aram, de que si me permitía volver a Jerusalén, yo le ofrecería un sacrificio.

9 ―Muy bien —le dijo el rey—, anda y cumple tu voto.

Absalón se fue a Hebrón. 10 Pero mientras estaba allí envió mensajeros a todas las tribus de Israel con el siguiente mensaje: «En cuanto oigan el toque de las trompetas, digan que Absalón ha sido coronado como rey en Hebrón».

11 Con Absalón habían ido doscientos hombres de Jerusalén como invitados, pero ellos no conocían sus intenciones. 12 Mientras estaba ofreciendo los sacrificios, envió por Ajitofel, uno de los consejeros de David que vivía en Guiló. De esta manera la conspiración adquirió mucha fuerza, y cada vez eran más los que estaban a favor de Absalón.

13 Pronto llegó un mensajero a Jerusalén y le dijo al rey David:

―Todo Israel se ha unido a Absalón en contra suya.

14 Al oír esto, David les dijo a todos sus oficiales que estaban con él en Jerusalén:

―¡Debemos huir de inmediato, o será demasiado tarde! Si salimos de la ciudad antes de que Absalón llegue, nos salvaremos nosotros y se salvará la ciudad de Jerusalén.

15 ―Estamos con usted, mi rey —le respondieron los oficiales—. Haremos lo que nos ordene.

16 El rey y los de su casa se pusieron en marcha inmediatamente. David sólo dejó a diez de sus concubinas para que se ocuparan del cuidado del palacio. 17-18 Al llegar a la última casa de la ciudad, David se detuvo, y todos sus oficiales se colocaron junto a él, mientras que el resto de la gente seguía adelante. Así que delante del rey pasaron los quereteos, los peleteos, y los seiscientos guititas que habían acompañado a David desde Gat.

19-20 El rey se dirigió a Itay, el jefe de los seiscientos guititas, y le dijo:

―¿Qué estás haciendo aquí? Vuelve y quédate con el nuevo rey, porque tú eres extranjero en Israel, y estás desterrado de tu patria. Casi acabas de llegar y no encuentro justo que te obligue a ir con nosotros quién sabe por qué lugares. Vuelve y lleva tus tropas contigo, y que el Señor sea misericordioso contigo.

21 Pero Itay le respondió:

―Juro delante de Dios, y por la vida suya, rey mío, que donde usted vaya yo iré, sea que esto signifique la vida o la muerte.

Nueva Biblia Viva (NBV)
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Juan 18:1-24 Nueva Biblia Viva (NBV)
Arresto de Jesús
18 Al terminar de orar, Jesús salió con sus discípulos y cruzó el arroyo de Cedrón. Al otro lado había un huerto al cual entraron. 2 Judas, el que lo traicionaba, también conocía el lugar, porque Jesús había estado reunido allí muchas veces con sus discípulos. 3 Así que Judas llegó al huerto, al frente de una tropa de soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de los fariseos. Iban armados y llevaban antorchas y lámparas. 4 Jesús, que ya sabía lo que le iba a pasar, les salió al encuentro.

Les preguntó:

―¿A quién buscan?

5 Ellos contestaron:

―A Jesús de Nazaret.

―Yo soy.[a]

Judas, el que lo traicionaba, estaba con ellos.

6 Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», cayeron de espaldas al suelo.

7 Jesús volvió a preguntarles:

―¿A quién buscan?

Ellos contestaron:

―A Jesús de Nazaret.

8 Jesús dijo:

―Ya les dije que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que estos se vayan.

9 Esto sucedió para que se cumpliera lo que él había dicho: «Ninguno de los que me diste se perdió».

10 Simón Pedro sacó una espada que traía y le cortó la oreja derecha a Malco, que era criado del sumo sacerdote.

11 Jesús le ordenó a Pedro:

―¡Guarda esa espada en su funda! Si mi Padre me da a beber un trago amargo, ¿acaso no lo voy a beber?

Jesús ante Anás
12 Entonces los soldados, con su comandante, y los guardias de los judíos, arrestaron a Jesús y lo ataron.

13 Lo llevaron primero ante Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote ese año. 14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era mejor que muriera un solo hombre por el pueblo.

Pedro niega a Jesús
15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Como al otro discípulo lo conocía el sumo sacerdote, entró con Jesús en el patio del sumo sacerdote. 16 Pero Pedro tuvo que quedarse afuera, junto a la puerta. El discípulo al que conocía el sumo sacerdote, salió y habló con la portera y consiguió que Pedro entrara.

17 La portera le preguntó:

―¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

Pedro contestó:

―No lo soy.

18 Como hacía frío, los criados y los guardias habían hecho una fogata para calentarse. Todos estaban de pie alrededor de la fogata, y Pedro también estaba con ellos calentándose.

Jesús ante el sumo sacerdote
19 Mientras tanto, el sumo sacerdote empezó a preguntarle a Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas.

20 Jesús le respondió:

―Yo he hablado delante de todo el mundo. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el templo, donde se reúnen todos los judíos. No he dicho nada en secreto. 21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído hablar. Ellos saben lo que dije.

22 Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo:

―¿Así le contestas al sumo sacerdote?

23 Jesús respondió:

―Si he dicho algo malo, dime qué fue. Pero si lo que dije está bien, ¿por qué me pegas?

24 Entonces Anás lo envió atado ante el sumo sacerdote Caifás.

Footnotes:
18.5 Vea Éxodo 3.14. YO SOY es la traducción de la palabra hebrea YHVH que es el nombre de Dios.
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Salmos 119:97-112 Nueva Biblia Viva (NBV)
97 ¡Oh, cuánto amo tu ley! Pienso en ella todo el día. 98 Me hace más sabio que mis enemigos, porque siempre está conmigo. 99 Sí, tengo más entendimiento que mis maestros, porque siempre medito en tus normas. 100 Soy más sabio que los ancianos, porque he obedecido tus mandamientos.

101 He rehusado seguir la senda del mal porque permaneceré obediente a tu palabra. 102 No, no me he apartado de tus leyes, porque tu me has enseñado bien. 103 Qué dulces son tus palabras a mi paladar; son más dulces que la miel. 104 Por tus mandamientos tengo entendimiento; por eso aborrezco todas las formas equivocadas de vivir.

105 Tu palabra es una lámpara a mis pies, y una luz en mi sendero. 106 Lo prometí una vez y lo prometeré otra vez: que obedeceré tus maravillosas leyes.

107 Señor, he sufrido mucho; devuélveme la vida, tal como me lo prometiste. 108 Acepta la expresión de mi gratitud y enséñame tus leyes. 109 Mi vida cuelga de un hilo, pero yo no dejaré de obedecer tus leyes. 110 Los malvados me han puesto trampas, pero no me apartaré de tus mandamientos. 111 Tus decretos son mi tesoro; son el deleite de mi corazón. 112 Cumpliré tus normas para siempre y hasta el fin.

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Proverbios 16:8-9 Nueva Biblia Viva (NBV)
8 Es mejor ser pobre y justo, que rico e injusto.

9 El hombre hace planes, pero es el Señor el que dirige sus pasos.

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