2 Crónicas 30:1-31:21; Romanos 15:1-22; Salmos 25:1-11; Proverbios 20:13-15 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
2 Crónicas 30-31 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
Ezequías
celebra la Pascua
30
1-5 La fiesta de la Pascua no pudo celebrarse en el primer mes del año, como
Dios lo había ordenado, porque no se habían preparado todos los sacerdotes que
se necesitaban para ofrecer los sacrificios.
Entonces
el rey Ezequías consultó a los jefes más importantes y a toda la gente de
Jerusalén, para ver si les parecía bien celebrar la Pascua en el mes de Ziv[a]
de ese año. Y todos estuvieron de acuerdo.
Además,
Ezequías mandó una invitación escrita a todos los israelitas; es decir, a los
de Judá y a los de Israel, y también a los de la tribu de Efraín y de Manasés.
Y así, todo israelita quedó invitado para celebrar la Pascua en el templo de
Dios en Jerusalén.
6-10
Los mensajeros fueron entonces por todo el territorio llevando el siguiente
mensaje escrito, de parte del rey y de los jefes más importantes:
«Israelitas,
sólo ustedes han quedado con vida después del ataque de los reyes de Asiria.
Dejen de comportarse con la misma maldad de sus antepasados. ¡Ya es tiempo de
que vuelvan a obedecer a Dios!
»Vuelvan
a hacer un pacto con el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; vengan al templo
que él mismo eligió para vivir allí por siempre, y adórenlo.
»Si
lo hacen, Dios dejará de estar enojado con ustedes, y volverá a aceptarlos. No
sean tercos como sus antepasados, que por ser infieles a Dios fueron castigados
con la derrota ante sus enemigos. Ustedes saben que digo la verdad.
»Si
ustedes vuelven a obedecer a Dios, él hará que sus enemigos dejen en libertad a
los israelitas que fueron llevados prisioneros. Nuestro Dios es bueno y muy
amoroso; si lo buscan, no los rechazará».
Al
oír este mensaje, la mayoría de la gente se reía y se burlaba de los
mensajeros, 11 aunque hubo algunos de las tribus de Aser, Manasés y Zabulón que
se arrepintieron y fueron a Jerusalén. 12 Además, Dios hizo que la gente de
Judá sintiera el deseo de obedecer la orden que Dios mismo les había dado por
medio del rey y de los principales jefes.
13
Así fue como, en el mes de Ziv, se reunió en Jerusalén una gran cantidad de
israelitas para celebrar la fiesta de los panes sin levadura. 14 Lo primero que
hicieron fue quitar todos los altares, y los lugares para quemar incienso a los
falsos dioses que adoraban en Jerusalén, y tirarlos en el arroyo Cedrón.
15-17
El día catorce del mes de Ziv empezó la celebración de la Pascua. Como muchos
no habían cumplido con la ceremonia de preparación, no pudieron matar el
cordero de la Pascua y dedicárselo a Dios. Por eso, los ayudantes de los
sacerdotes tuvieron que hacerlo en representación de toda esa gente.
Muchos
de los sacerdotes y sus ayudantes se sintieron avergonzados por no haberse
preparado para la Pascua, y entonces fueron y lo hicieron de inmediato, y
presentaron en el templo de Dios las ofrendas indicadas. Luego de esto pudieron
hacer su trabajo, siguiendo las instrucciones de la ley de Moisés. Los
ayudantes de los sacerdotes sacrificaban los corderos, les pasaban la sangre a
los sacerdotes, y éstos la derramaban sobre el altar.
18
Muchos de los que pertenecían a las tribus de Efraín, de Manasés, de Isacar y
de Zabulón no se habían preparado para la Pascua, pero de todos modos
participaron de la comida de la fiesta. Entonces Ezequías le pidió a Dios que
los perdonara. Le dijo:
«Dios,
tú eres bueno, y por eso te pido que perdones a todos estos, 19 que no han
cumplido con la ceremonia de preparación; ellos han venido a adorarte con toda
sinceridad, porque saben que tú eres el Dios de sus antepasados».
20
Dios escuchó la oración de Ezequías y perdonó a esa gente. 21-22 Y por siete
días, en un ambiente de mucha alegría, todos en Jerusalén celebraron la fiesta
de los panes sin levadura. Cada día participaban de la comida, presentaban
ofrendas para pedir el perdón de sus pecados, y le daban gracias a Dios. Por su
parte, los sacerdotes y sus ayudantes alababan a Dios acompañados por sus
instrumentos musicales.
Al
ver esto, Ezequías felicitó a todos los ayudantes de los sacerdotes por la
manera en que habían adorado a Dios. 23-24 Y a toda la gente que se había
reunido, Ezequías le regaló mil toros y siete mil ovejas; lo mismo hicieron los
principales jefes: le regalaron al pueblo mil toros y diez mil ovejas.
Muchísimos
sacerdotes hicieron la ceremonia de preparación para servir a Dios. Era tanta
la alegría de todos los que se habían reunido, que decidieron seguir celebrando
la fiesta otros siete días. 25 Todos estaban llenos de felicidad: la gente de
Judá, los sacerdotes, sus ayudantes, la gente de Israel, y los extranjeros que
venían del territorio de Israel y de Judá.
26
Desde los días del rey Salomón hijo de David, no se había celebrado en
Jerusalén una fiesta tan llena de alegría.
27
Los sacerdotes y sus ayudantes se pusieron de pie, y le pidieron a Dios que
bendijera a su pueblo. Dios escuchó su petición desde su casa en el cielo, y
bendijo al pueblo.
31
Cuando terminó la celebración, todos los israelitas fueron a las ciudades de
Judá, y a los territorios de las tribus de Benjamín, Efraín y Manasés, y
destrozaron las imágenes que la gente adoraba. También destruyeron las imágenes
de la diosa Astarté, y los pequeños templos de las colinas. No descansaron
hasta acabar con todo eso. Luego regresaron a sus ciudades, cada uno a su
hogar.
Ofrendas
para los sacerdotes y sus ayudantes
2
Después Ezequías organizó en grupos a los sacerdotes y a sus ayudantes, de
acuerdo al turno y al trabajo que les tocaba hacer. Unos presentaban las
ofrendas para agradar a Dios o para pedir perdón por los pecados. Otros daban
gracias y alababan a Dios, y otros servían como vigilantes de las entradas del
templo.
3
El rey tomó de su propio ganado los animales para hacer los sacrificios que
Dios ordena en su ley: las ofrendas de la mañana y las de la tarde que se
presentaban todos los días de la semana, las ofrendas de los sábados, las de
cada mes, y las que se ofrecen a Dios en las fiestas de cada año. 4 Luego el
rey le pidió a la gente que vivía en Jerusalén, que también diera ofrendas para
que los sacerdotes y sus ayudantes tuvieran todo lo necesario para vivir, y así
ellos pudieran dedicarse por completo a servir a Dios como él lo ordena.
5
En cuanto los israelitas se enteraron de la petición del rey, dieron en
abundancia de lo mejor que tenían: de su cosecha de trigo, vino, aceite y miel,
y de todo lo que habían recogido de sus campos. También entregaron la décima
parte de todo lo que tenían, que resultó ser una gran cantidad de cosas.
6-7
Era el mes de Siván,[b] cuando la gente de Israel y de Judá empezó a llevar a
Jerusalén la décima parte de sus reses, de sus ovejas y de lo que habían
apartado para Dios. Después de cuatro meses dejaron de guardar y acomodar sus
ofrendas.
8
Cuando Ezequías y los principales jefes vieron esa gran cantidad de ofrendas,
bendijeron a Dios y a su pueblo Israel. 9 Entonces Ezequías les pidió a los
sacerdotes y a sus ayudantes que le informaran sobre lo que se estaba haciendo
con esas ofrendas. 10 Azarías, que era el jefe de los sacerdotes, y
descendiente de Sadoc, le respondió:
«Dios
ha bendecido a su pueblo, y es tanto lo que desde el principio han traído al
templo, que no nos ha faltado comida; por el contrario, ha sobrado mucho».
11
Entonces Ezequías mandó que prepararan las bodegas del templo de Dios, 12 y
allí guardaron todos los diezmos y ofrendas que la gente había traído. Para
cuidar de todo eso, nombraron a Conanías y a su hermano Simí, que eran
ayudantes de los sacerdotes. 13 Bajo sus órdenes estaban los vigilantes, que
también fueron nombrados por el rey y por Azarías, que era el jefe principal
del templo de Dios. Sus nombres eran:
Jehiel,
Azazías,
Náhat,
Asael,
Jerimot,
Jozabad,
Eliel,
Ismaquías,
Máhat,
Benaías.
14-19
Coré hijo de Imná, de la tribu de Leví, tenía a su cargo la vigilancia de la
entrada este del templo, y era el responsable de cuidar las ofrendas que la
gente daba voluntariamente a Dios. También se encargaba de repartirlas entre
los sacerdotes y sus ayudantes.
Coré
tenía seis ayudantes que, con toda honradez, repartían las ofrendas entre los
sacerdotes y los ayudantes que vivían en las ciudades y campos de pastoreo del
territorio de Judá. Los sacerdotes que recibían esa ayuda debían ser
descendientes de Aarón, y los ayudantes debían estar en la lista oficial de
ayudantes al servicio de Dios. Éstos eran los seis ayudantes:
Edén,
Minjamín,
Jesús,
Semaías,
Amarías,
Secanías.
La
repartición se hacía de la siguiente manera: en un libro estaban escritos los
nombres de todos los sacerdotes y los ayudantes mayores de tres años. La lista
de los sacerdotes seguía el orden de la familia a la que pertenecían, y la
lista de los ayudantes tenía una sección con todos aquellos mayores de veinte
años, según el turno y el trabajo que hacían. Como éstos estaban totalmente
dedicados a servir a Dios, en el libro también estaban registrados los nombres
de todos sus familiares, es decir, de sus esposas, hijos e hijas.
Y
así, todos los sacerdotes y levitas que iban al templo para cumplir con sus
trabajos diarios, según el turno y trabajo que les tocaba hacer, recibían la
parte que les correspondía.
20-21
Ezequías tuvo éxito en la organización del trabajo del templo, porque todo lo
hizo con el único deseo de agradar a Dios, y porque siempre actuó de acuerdo
con su ley. Por eso Dios consideró que todo lo que Ezequías hizo en el
territorio de Judá, lo había hecho con sinceridad.
Footnotes:
2 Crónicas 30:1 Ziv. Véase nota en 3.1-2.
2 Crónicas 31:6 Siván. Véase nota en 15.10.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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© 2000 by United Bible Societies
Romanos 15:1-23 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Ayudar
a los más débiles
15
Nosotros, los que sí sabemos lo que Dios quiere, no debemos pensar sólo en lo
que es bueno para nosotros mismos. Más bien, debemos ayudar a los que todavía
no tienen esa seguridad. 2 Todos debemos apoyar a los demás, y buscar su bien.
Así los ayudaremos a confiar más en Dios. 3 Porque ni aun Cristo pensaba sólo
en lo que le agradaba a él. Como Dios dice en la Biblia: «Me siento ofendido
cuando te ofenden a ti.» 4 Todo lo que está escrito en la Biblia es para
enseñarnos. Lo que ella nos dice nos ayuda a tener ánimo y paciencia, y nos da
seguridad en lo que hemos creído. 5 Aunque, en realidad, es Dios quien nos da
paciencia y nos anima. A él le pido que los ayude a ustedes a llevarse bien con
todos, siguiendo el ejemplo de Jesucristo. 6 Así, todos juntos podrán alabar a
Dios el Padre.
La
buena noticia es para todos
7
Por eso, es necesario que se acepten unos a otros tal y como son, así como
Cristo los aceptó a ustedes. Así, todos alabarán a Dios. 8 Pues Cristo vino y
sirvió a los judíos, para mostrar que Dios es fiel y cumple las promesas que
les hizo a nuestros antepasados. 9 También vino para que los que no son judíos
den gracias a Dios por su bondad. Pues así dice la Biblia:
«Por
eso te alabaré
en
todos los países,
y
te cantaré himnos.»
10
También leemos:
«Y
ustedes, pueblos vecinos,
alégrense
junto con el pueblo de Dios.»
11
En otra parte, la Biblia dice:
«Naciones
todas, pueblos todos,
¡alaben
a Dios!»
12
Y también el profeta Isaías escribió:
«Un
descendiente de Jesé[a]
se
levantará con poder.
Él
gobernará a las naciones,
y
ellas confiarán sólo en él.»
13
Que Dios, quien nos da seguridad, los llene de alegría. Que les dé la paz que
trae el confiar en él. Y que, por el poder del Espíritu Santo, los llene de
esperanza.
El
trabajo de Pablo como apóstol
14
Hermanos en Cristo, estoy seguro de que ustedes son muy buenos y están llenos
de conocimientos, pues saben aconsejarse unos a otros. 15 Sin embargo, me he
atrevido a escribirles abiertamente acerca de algunas cosas, para que no las
olviden. Lo hago porque Dios ha sido bueno conmigo, 16 y porque me eligió para
servir a Jesucristo y ayudar a los que no son judíos. Debo ser para ellos como
un sacerdote, que les anuncie la buena noticia de Dios y los lleve a su
presencia como una ofrenda agradable, dedicada sólo para él por medio del
Espíritu Santo.
17
Por lo que Jesucristo ha hecho en mí, puedo sentirme orgulloso de mi servicio a
Dios. 18 En realidad, sólo hablaré de lo que Cristo hizo a través de mí, para
lograr que los no judíos obedezcan a Dios. Y lo he logrado, no sólo por medio
de mis palabras, sino también por mis hechos. 19 Por el poder del Espíritu
Santo he hecho muchos milagros y maravillas, y he anunciado la buena noticia
por todas partes, desde Jerusalén hasta la región de Iliria. 20 Siempre he tratado
de anunciar a Cristo en regiones donde nadie antes hubiera oído hablar de él.
Así, al anunciar la buena noticia, no me he aprovechado del trabajo anterior de
otros apóstoles. 21 Más bien, he querido hacer lo que dice la Biblia:
«Lo
verán y lo comprenderán
aquellos
que nunca antes
habían
oído hablar de él.»
Pablo
piensa visitar Roma
22-23
Hermanos míos, muchas veces he querido ir a Roma, para visitarlos. No he podido
hacerlo porque el anunciar las buenas noticias me ha mantenido muy ocupado.
Pero, como ya terminé mi trabajo en esta región, y como ya hace tiempo he
querido verlos,
Footnotes:
Romanos 15:12 Jesé fue el padre del rey
David. El descendiente que gobernará sobre los países es Jesús, pues él era
parte de esa familia.
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Salmos 25:1-11 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Ayúdanos
y protégenos
SALMO
25 (24)
Himno
de David.
25
1-2 Mi Señor y Dios,
a
ti dirijo mis ruegos
porque
en ti confío.
No
me hagas pasar vergüenza;
no
permitas que mis enemigos
se
burlen de mí.
3
Tampoco
dejes que pasen vergüenza
los
que en ti confían;
¡la
vergüenza deben pasarla
los
que traicionan a otros!
4-5
Dios
mío,
enséñame
a vivir
como
tú siempre has querido.
Tú
eres mi Dios y salvador,
y
en ti siempre confío.
6-7
Dios
mío,
por
tu amor y tu bondad
acuérdate
de mí.
Recuerda
que siempre me has mostrado
tu
ternura y gran amor;
pero
olvídate de los pecados
que
cometí cuando era joven.
8-10
Dios
mío, tú eres bueno
y
siempre actúas con justicia.
Enseñas
a los pecadores
a
hacer lo bueno;
enseñas
a los humildes
a
hacer lo bueno y lo justo.
Con
quienes cumplen tu pacto
y
obedecen tus mandamientos
tú
siempre actúas
con
amor y fidelidad.
11
Dios
mío,
es
muy grande mi maldad;
pero
por todo lo que tú eres,
te
ruego que me perdones.
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Proverbios 20:13-15 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
13
Si
sólo piensas en dormir
terminarás
en la pobreza.
Mejor
piensa en trabajar,
y
nunca te faltará comida.
14
Para
el que compra,
ninguna
mercancía es buena;
para
el que vende,
ninguna
mercancía es mejor.
15
Podrá
haber mucho oro,
y
muchas piedras preciosas,
pero
nada hay más valioso
que
las enseñanzas del sabio.
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