2 Crónicas 19:1-20:37; Romanos 10:13-11:12; Salmos 21; Proverbios 20:4-6 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
2 Crónicas 19-20 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
El
profeta Jehú reprende a Josafat
19
Por el contrario, Josafat, rey de Judá, regresó sano y salvo a su palacio en
Jerusalén. 2 Entonces el profeta Jehú hijo de Hananí, salió a recibirlo y le
reclamó: «¿Por qué ayudaste a un malvado, y te hiciste amigo de gente que odia
a Dios? Dios está muy enojado contigo. 3 Sin embargo, a Dios le agrada que
hayas destruido en todo el país las imágenes de Astarté, y que lo ames con
sinceridad».
Josafat
habla a su pueblo y nombra jueces
4-5
Aunque Josafat vivía en Jerusalén, recorría todo su territorio visitando cada
una de sus ciudades; hablaba con la gente y hacía que se arrepintiera y adorara
al Dios de sus antepasados. Al mismo tiempo, iba nombrando jueces en todas las
ciudades de Judá, las cuales había convertido en fortalezas. 6-7 A estos jueces
les decía:
«Ustedes
serán los representantes de la justicia de Dios, no de la justicia humana. Por
eso deben ser muy cuidadosos al cumplir con su deber. Respeten siempre a Dios,
y recuerden que él no acepta las injusticias; él no verá bien que ustedes
favorezcan más a una persona que a otra, o que le den la razón a alguien a
cambio de dinero. Dios los ayudará a ser justos en todo lo que hagan».
8
En la ciudad de Jerusalén, Josafat eligió a algunos de los sacerdotes y de sus
ayudantes, así como a algunos jefes de familia de Israel, para que sirvieran
como jueces y resolvieran los problemas que tuviera la gente. 9 A ellos les dio
las siguientes instrucciones:
«Para
que ustedes cumplan con su trabajo como Dios manda, es necesario que siempre
obedezcan a Dios, y hagan su trabajo con honestidad.
10
»Ustedes deben enseñarles a sus compatriotas a obedecer todo lo que Dios ha
ordenado, ya sea que se trate de un asesinato, o de cualquier otro tipo de
problema. Díganle a la gente que no ofenda a Dios, para que él no los castigue.
Sigan ustedes mi consejo, y no tendrán de qué arrepentirse.
11
»Como jefe de ustedes he puesto a Amarías, el jefe de los sacerdotes; él los
guiará en todos los asuntos que tengan que ver con Dios. Zebadías, hijo de
Ismael y jefe de la tribu de Judá, los ayudará a resolver los asuntos que
tengan que ver con el bienestar del reino. Los ayudantes de los sacerdotes los
ayudarán en lo que ustedes pidan. ¡Dios los ayudará a hacer el bien! ¡Sean
valientes, y manos a la obra!»
Josafat
vence a Moab y a Amón
20
Después de esto, los moabitas, los amonitas, y parte de los meunitas, se
unieron para atacar a Josafat. 2 Los mensajeros de Josafat le dieron aviso,
diciéndole: «¡Un ejército muy numeroso viene a atacarte! Partió de Edom, del
otro lado del Mar Muerto, y ya está muy cerca, en la ciudad de En-gadi».
3
Josafat, lleno de miedo, buscó la ayuda de Dios, y para mostrar su angustia le
pidió a todo su pueblo que no comiera. 4-5 De todas las ciudades de Judá llegó
gente a Jerusalén para pedir la ayuda de Dios. Al ver a la multitud, Josafat se
puso de pie, frente al patio nuevo que está en la entrada del templo de Dios, 6
y oró así:
«Dios
de nuestros antepasados, ¡tú estás en los cielos, y dominas a todas las
naciones de la tierra! ¡La fuerza y el poder te pertenecen! ¡Nadie puede
vencerte!
7
»Dios nuestro, tú expulsaste a los pueblos que antes vivían en este territorio,
y nos lo diste a nosotros, que somos descendientes de tu amigo Abraham.
8
»Éste ha sido nuestro país, y en él edificamos un templo para honrarte; allí
hicimos esta oración: 9 “Si en alguna ocasión nos castigas con toda clase de
males, y en medio de nuestras angustias venimos a buscarte a este templo,
escúchanos y ayúdanos”.
10-11
»Cuando nuestros antepasados salieron de Egipto, tú no les permitiste entrar al
territorio de Amón, Moab y Seír, sino que les mandaste que fueran por otro
camino. Así evitaste que ellos destruyeran a esos pueblos. Pero ahora los
ejércitos de esa gente nos están atacando, y nos quieren echar del territorio
que tú nos diste.
12
»Dios nuestro, ¡castígalos! Nosotros no podemos hacerle frente a un ejército
tan grande. ¡Ni siquiera sabemos qué hacer! Por eso nos dirigimos a ti en busca
de ayuda».
13
Todo el pueblo de Judá, hombres, mujeres y niños, estaba de pie en el templo de
Dios. 14 Allí también se encontraba uno de los ayudantes de los sacerdotes,
llamado Jahaziel hijo de Zacarías. Éstos son los antepasados de Jahaziel:
Asaf,
Matanías,
Jeiel,
Benaías,
Zacarías.
De
pronto, el espíritu de Dios le dio este mensaje a Jahaziel, 15-17 quien dijo:
«¡Rey
Josafat, y todos los que viven en Judá y en Jerusalén, escuchen bien esto! Dios
dice que él peleará contra ese ejército tan numeroso, así que no se alarmen ni
tengan miedo.
»El
día de mañana, ellos subirán por la cuesta de Sis; ustedes salgan a
encontrarlos donde termina el río que está frente al desierto de Jeruel. Pero
no los ataquen; más bien quédense quietos allí, y sean testigos de cómo Dios
peleará contra ellos».
18
Entonces Josafat se puso de rodillas, hasta tocar el suelo con la frente, y
todos los que estaban con él también se arrodillaron ante Dios y lo adoraron.
19 Mientras tanto, los descendientes de Quehat y de Coré, de la tribu de Leví,
se pusieron de pie, alzaron su voz y empezaron a cantar alabanzas a Dios.
20
Al día siguiente, se levantaron muy temprano y se prepararon para ir hacia el
desierto de Tecoa. Cuando iban saliendo de Jerusalén, Josafat se puso de pie y
les dijo: «Escúchenme con atención, todos los que viven en Jerusalén y en Judá:
Confíen en nuestro Dios, y en sus profetas; si lo hacen, todo saldrá bien;
¡nada nos sucederá!»
21
Luego Josafat se puso de acuerdo con el pueblo, y eligió a varios cantores para
que marcharan al frente del ejército, y fueran cantando y alabando a Dios con
el himno que dice: «Den gracias a Dios, porque él nunca deja de amarnos». Los
cantores marcharon, vestidos con sus trajes especiales, 22-23 y en cuanto
empezaron a cantar, Dios confundió a los enemigos de Judá. Fue tal la
confusión, que los amonitas y los moabitas atacaron a los de Seír, hasta que
acabaron con todos. Luego, los amonitas y los moabitas se pelearon entre ellos,
y acabaron matándose unos a otros. Así fue como cayeron derrotados.
24-25
Cuando el ejército de Judá llegó hasta el punto desde el cual se ve el desierto,
sólo vieron un montón de cadáveres regados por todos lados. ¡No quedó nadie con
vida!
Entonces
Josafat y su ejército fueron a apoderarse de las pertenencias de sus enemigos.
Encontraron gran cantidad de alimentos, ropa y utensilios valiosos; era tanto
lo que había, que pasaron tres días recogiéndolo todo, y ni aun así pudieron
llevárselo.
26
Al cuarto día se reunieron en un valle para bendecir a Dios. Por eso, hasta el
día en que se escribió esta historia, a ese lugar se le conoce como «Valle de Bendición».
27
Y como Dios les había dado una gran alegría por la derrota de sus enemigos,
todos los hombres de Judá y de Jerusalén regresaron muy felices a Jerusalén,
bajo el mando de Josafat. 28 Al llegar, se dirigieron al templo de Dios tocando
arpas, instrumentos de cuerdas y trompetas.
29
Cuando los demás pueblos de la región se enteraron de que Dios mismo había
peleado contra los enemigos de Israel, tuvieron mucho miedo 30 y ya no se
atrevieron a pelear contra Israel. Desde entonces, el reinado de Josafat gozó
de mucha tranquilidad.
Resumen
del reinado de Josafat (1 R 22.41-50)
31
Josafat tenía treinta y cinco años de edad cuando fue nombrado rey, y reinó en
Jerusalén veinticinco años. Su madre se llamaba Azubá, y era hija de Silhí.
32
Josafat se comportó siempre bien, y obedeció a Dios en todo, así como lo había
hecho su padre Asá. 33 Sin embargo, Josafat no destruyó los pequeños templos
que había en las colinas, donde se adoraba a otros dioses, pues no todos amaban
a Dios con sinceridad.
34-37
A pesar de que Ocozías, rey de Israel, era un hombre malvado, Josafat también
se unió a él, y juntos construyeron barcos en el puerto de Esión-guéber, para
enviarlos a Tarsis. Fue entonces cuando Eliézer hijo de Dodavahu, de la ciudad
de Maresá, le dio a Josafat este mensaje de parte de Dios: «A Dios no le agradó
que te unieras a Ocozías, y por eso destruirá los barcos que has construido».
Y
así sucedió; los barcos se hundieron y no pudieron partir hacia Tarsis.
La
historia de Josafat, de principio a fin, está escrita en «Las historias de Jehú
hijo de Hananí», que son parte del libro de la historia de los reyes de Israel.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
Romanos 10:13-11:12 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
13
Pues la Biblia también dice: «Dios salvará a los que lo reconozcan como su
Dios.» 14 Pero, ¿cómo van a reconocerlo, si no confían en él? ¿Y cómo van a
confiar en él, si nada saben de él? ¿Y cómo van a saberlo, si nadie les habla
acerca del Señor Jesucristo? 15 ¿Y cómo hablarán de Jesucristo, si Dios no los
envía? Como dice la Biblia: «¡Qué hermoso es ver llegar a los que traen buenas
noticias!»
16
Sin embargo, no todos han aceptado estas buenas noticias. Como dijo el profeta
Isaías: «Señor, ¡nadie ha creído a nuestro mensaje!» 17 Así que las personas
llegan a confiar en Dios cuando oyen el mensaje acerca de Jesucristo.
18
Pero yo pregunto: ¿Será que no han tenido oportunidad de oír el mensaje? ¡Claro
que lo han oído! Porque la Biblia dice:
«Sus
palabras recorren toda la tierra
y
llegan hasta el fin del mundo.»
19
Vuelvo entonces a preguntar: ¿Será que los israelitas no se han dado cuenta?
¡Claro que sí se han dado cuenta! Pues, en primer lugar, Dios dijo por medio de
Moisés:
«Haré
que los israelitas se pongan celosos
de
un pueblo sin importancia.
Haré
que se enojen
con
gente de poco entendimiento.»
20
Después, Isaías se atrevió a recordar algo que Dios había dicho:
«Me
encontraron aquellos
que
no me buscaban.
Me
presenté ante gente
que
no preguntaba por mí.»
21
Pero del pueblo de Israel, Dios dijo por medio de Isaías:
«Todo
el día le ofrecí ayuda
a
un pueblo terco y desobediente.»
Dios
no ha rechazado a su pueblo
11
1-2 Entonces me pregunto: ¿Será que Dios ha rechazado al pueblo que él mismo eligió?
¡Claro que no! Dios no ha rechazado a los judíos, a quienes eligió desde el
principio de la creación. Yo mismo soy israelita; soy descendiente de Abraham y
pertenezco a la tribu de Benjamín.
Como
ustedes bien saben, hay en la Biblia un relato, en donde Elías se queja con
Dios acerca del pueblo de Israel. 3 Allí Elías le dice a Dios: «Señor, han
matado a tus profetas y han destruido tus altares. Yo soy el único profeta que
queda con vida, y también a mí me quieren matar.» 4 Pero Dios le contesta: «Todavía
tengo siete mil israelitas que no han adorado al falso dios Baal.»
5
Lo mismo pasa ahora. Dios es bueno, y ha elegido a un pequeño grupo de judíos
que aún confían en él. 6 Pero Dios los eligió porque él es bueno, y no porque
ellos hayan hecho algo para merecerlo. Esto sólo puede suceder así porque Dios
es bueno de verdad.
7
Realmente, sólo el pequeño grupo elegido por Dios logró encontrar lo que todos
los demás buscaban. Y es que los demás eran muy tercos. 8 Como dice la Biblia:
«Dios
les cerró la mente,
los
ojos y los oídos,
hasta
el día de hoy.»
9
También leemos que David dijo:
«¡Que
sus fiestas se conviertan
en
trampas y redes,
para
que desagraden a Dios
y
sean castigados!
10
»¡Que
se nublen sus ojos
para
que no puedan ver!
¡Que
para siempre sus espaldas
se
doblen de tanto sufrir!»
La
salvación de los no judíos
11
Sin embargo, aunque los judíos no pudieron agradar a Dios, tampoco fallaron del
todo. Más bien, por la desobediencia de los judíos, los que no son judíos
pueden ser salvados por Dios. Y esto hará que los judíos se pongan celosos. 12
Ahora bien, si por la desobediencia de los judíos el resto del mundo recibió
ayuda, ¡con más razón la recibirá cuando todos los judíos sean aceptados por
Dios!
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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© 2000 by United Bible Societies
Salmos 21 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Dios
le da la victoria al rey
SALMO
21 (20)
Himno
de David.
21
Dios mío,
el
rey está muy alegre
porque
tú le has dado fuerzas;
el
rey se alegra mucho
porque
le has dado la victoria.
2
Le
has concedido
lo
que él más deseaba,
jamás
le negaste
lo
que él te pidió.
3
Saliste
a su encuentro
con
ricas bendiciones,
le
pusiste en la cabeza
una
corona de oro fino.
4
Te
pidió que le dieras vida,
y
lo dejaste vivir muchos años.
5
Gracias
a tu ayuda
aumentó
su poder,
gracias
a tu ayuda
aumentó
su fama.
6
Nunca
dejas de bendecirlo;
tu
presencia lo llena de alegría.
7
El
rey confía en tu amor,
y
tú, Dios altísimo,
no
lo dejarás fracasar.
8-9
Rey
mío,
cuando
tú te hagas presente,
apresarás
con tu poder
a
todos tus enemigos;
¡apresarás
a los que no te quieren
y
les prenderás fuego!
Acabarás
con ellos,
¡en
tu enojo los consumirás!
10
Borrarás
de este mundo
a
todos sus hijos.
Borrarás
de esta tierra
a
todos sus descendientes.
11
Tal
vez quieran hacerte daño
y
hagan planes contra ti,
pero
no lograrán su propósito.
12
Cuando
los ataques,
huirán
por todos lados.
13
¡Dios
mío, muestra tu gran poder,
y
cantaremos himnos
por
tus grandes victorias!
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Proverbios 20:4-6 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
4
Quien
no trabaja en otoño
se
muere de hambre en invierno.
5
Los
planes de la mente humana
son
profundos como el mar;
quien
es inteligente los descubre.
6
Hay
muchos que afirman ser leales,
pero
nadie encuentra gente confiable.
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en lenguaje actual (TLA)
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