2 Crónicas 17:1-18:34; Romanos 9:25-10:12; Salmos 20; Proverbios 20:2-3 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
2 Crónicas 17-18 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
Josafat,
rey de Judá
17
1-9 En lugar de Asá reinó su hijo Josafat. Dios ayudó a Josafat porque se
comportó como antes lo había hecho David, su antepasado. Josafat no adoró a las
imágenes del dios Baal; además tuvo el valor de quitar, de todo el territorio
de Judá, los pequeños templos de las colinas, que se usaban para adorar ídolos,
y destruyó las imágenes de la diosa Astarté.
Josafat
obedeció a Dios, al igual que su padre, pues no siguió el ejemplo de los reyes
de Israel. Por el contrario, cuando ya llevaba tres años de gobernar, envió a
los oficiales más importantes de su reino a enseñar la ley de Dios a todo el
pueblo.
Y
ellos así lo hicieron: recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando acerca
del libro de la Ley. Éstos son los nombres de los oficiales que envió el rey:
Ben-hail,
Abdías,
Zacarías,
Natanael,
Micaías.
Con
ellos iban los siguientes ayudantes de los sacerdotes:
Semaías,
Netanías,
Zebadías,
Asael,
Semiramot,
Jonatán,
Adonías,
Tobías,
Tobadonías.
También
los acompañaban los sacerdotes Elisamá y Joram.
En
respuesta, Dios le permitió al rey Josafat tener bajo su control a todo su
reino, y logró fortalecer sus ciudades para resistir cualquier ataque de
Israel. El rey puso jefes del ejército y tropas en todo el territorio de Judá y
en sus ciudades fortificadas, y en las ciudades que Asá había conquistado en el
territorio de Efraín.
Además,
toda la gente de Judá le hacía regalos. Por eso Josafat llegó a ser muy rico y
estimado. 10 Y como todos los países vecinos de Judá le tenían miedo a Dios, no
se atrevían a pelear contra Josafat. 11 Por el contrario, para estar en paz con
Josafat, algunos de los filisteos le llevaban plata y otros regalos. De la
misma manera, los árabes le llevaron siete mil setecientos carneros y la misma
cantidad de chivos.
12
Josafat se hacía cada vez más poderoso; construyó en el territorio de Judá
fortalezas y ciudades para almacenar alimentos, 13 y llegó a poseer muchas
propiedades en las ciudades de Judá. Además, tenía en Jerusalén una guardia de
soldados muy valientes. 14 Ésta es la lista de los jefes de esos soldados, de
acuerdo a la tribu a la que pertenecían.
De
la tribu de Judá:
Adná,
jefe principal de trescientos mil soldados.
15
Johanán, jefe de doscientos ochenta mil soldados.
16
Amasías hijo de Zicrí, que servía voluntariamente a Dios, jefe de doscientos
mil soldados.
17
De la tribu de Benjamín:
Eliadá,
jefe de doscientos mil hombres armados con arcos y escudos.
18
Jozabad, jefe de ciento ochenta mil hombres listos para la guerra.
19
Todos estos hombres estaban bajo las órdenes del rey, al igual que los
valientes soldados que el rey había enviado a proteger las fortalezas y
ciudades por todo el territorio de Judá.
Micaías
anuncia que Ahab será vencido (1 R 22.1-28)
18
1-3 Josafat llegó a ser muy rico y poderoso. Se casó con una hija de Ahab,
quien en ese momento era rey de Israel y vivía en Samaria. Pasados algunos
años, Josafat fue a visitar a Ahab. Para celebrar la visita de Josafat y sus
acompañantes, Ahab mandó matar muchas ovejas y reses.
Luego
Ahab trató de convencer a Josafat de que atacaran juntos la ciudad de Ramot, en
la región de Galaad. Esa ciudad pertenecía al rey de Siria. Ahab le dijo a
Josafat:
—¿Me
ayudarías a quitarle al rey de Siria la ciudad de Ramot de Galaad?
Josafat
le contestó:
—Tú
y yo somos del mismo pueblo. Así que mi ejército y mis caballos están a tu
disposición. 4 Pero antes de ir a luchar, averigua si Dios está de acuerdo.
5
Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, que eran alrededor de
cuatrocientos, y les preguntó:
—¿Debo
atacar a Ramot de Galaad para recuperarla?
Los
profetas contestaron:
—Atácala,
porque Dios te la va a entregar.
6
Pero Josafat dijo:
—¿No
hay por acá otro profeta de Dios al que le podamos consultar?
7
El rey de Israel le respondió:
—Hay
un profeta al que podemos consultar. Se llama Micaías, y es hijo de Imlá. Pero
yo lo odio porque nunca me anuncia cosas buenas, sino siempre cosas malas.
Josafat
le dijo:
—No
digas eso.
8
Entonces el rey de Israel llamó a un oficial y le dijo:
—Trae
pronto a Micaías hijo de Imlá.
9
Ahab y Josafat llevaban puestos sus trajes reales y estaban sentados sobre sus
tronos en un lugar alto, a la entrada de Samaria. En ese lugar se le quitaba la
cáscara al trigo. Delante de ellos estaban todos los profetas dando mensajes.
10 Sedequías hijo de Quenaaná, se había hecho unos cuernos de hierro, y con
ellos en la mano gritaba: «Dios ha dicho que con estos cuernos Ahab atacará a
los sirios hasta destruirlos».
11
Todos los profetas anunciaban lo mismo, y le decían a Ahab: «Ataca a Ramot de
Galaad, porque vas a triunfar. Dios va a darte la ciudad».
12
Mientras tanto, el oficial que había ido a buscar a Micaías, le dijo a éste:
—Todos
los profetas han anunciado que el rey Ahab vencerá. Habla tú como ellos y
anuncia al rey algo bueno.
13
Pero Micaías le contestó:
—Juro
por Dios que sólo diré lo que Dios me diga.
14
Cuando Micaías se presentó delante del rey, éste le preguntó:
—Micaías,
¿debo atacar a Ramot de Galaad?
Micaías
le respondió:
—Atácala
y triunfarás. Dios te entregará la ciudad.
15
Pero el rey le dijo:
—¿Cuántas
veces te he rogado que me digas la verdad de parte de Dios?
16
Micaías contestó:
—Veo
a todo el pueblo de Israel desparramado por las montañas. Andan como las
ovejas, cuando no tienen pastor. Dios dijo que no tienen quién los dirija. Que
cada uno vuelva tranquilo a su hogar.
17
Entonces Ahab le dijo a Josafat:
—¿No
te dije que Micaías no me iba a anunciar nada bueno?
18
Micaías dijo:
—No
debiste decir eso. Ahora escucha el mensaje que Dios te envía. Yo vi a Dios
sentado sobre su trono. Todos los ángeles del cielo estaban de pie, unos a la
derecha y otros a la izquierda. 19 Entonces Dios preguntó quién iría a
convencer a Ahab de que atacara a Ramot de Galaad y fuera vencido ahí. Unos
decían una cosa, mientras que otros decían otra. 20 Pero un espíritu vino
delante de Dios y dijo que él iría a convencer a Ahab. 21-22 Dios le preguntó
cómo iba a hacerlo. El espíritu dijo que haría que los profetas dijeran
mentiras. Dios le permitió ir y hacer que los profetas dijeran mentiras, para
convencer a Ahab. Así que Dios ha decidido que en esta batalla seas derrotado.
23
Entonces Sedequías hijo de Quenaaná se acercó, le dio a Micaías una bofetada en
la cara y le dijo:
—¿Cómo
te atreves a decir que el espíritu de Dios me ha abandonado, y que te ha
hablado a ti?
24
Y Micaías le contestó:
—Cuando
se cumpla lo que dije, te darás cuenta de que he dicho la verdad, y tendrás que
esconderte donde puedas.
25
El rey de Israel ordenó:
—¡Llévense
preso a Micaías! Entréguenlo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a mi hijo
Joás. 26 Díganles que lo pongan en la cárcel, y que no le den más que pan y
agua hasta que yo regrese sano y salvo de la batalla.
27
Micaías dijo:
—Si
tú regresas sano y salvo, significará que Dios no ha hablado por medio de mí.
Después,
dirigiéndose a todos, agregó:
—¡Tengan
en cuenta lo que he dicho!
Los
sirios vencen a Ahab (1 R 22.29-40)
28
Ahab y Josafat fueron a atacar Ramot de Galaad. 29 Ahab le dijo a Josafat: «Yo
me voy a disfrazar para ir a la batalla, pero tú puedes usar tu propia ropa».
Así
que el rey de Israel se disfrazó y fue a luchar.
30
El rey de Siria había dado esta orden a los treinta y dos capitanes de sus
carros de combate: «¡Ataquen sólo al rey de Israel!»
31-32
Cuando los capitanes vieron a Josafat dijeron: «Seguramente él es el rey de
Israel».
Así
que lo rodearon para atacarlo, pero Josafat gritó pidiendo ayuda. Y Dios lo
ayudó, pues hizo que los capitanes de los carros de combate se dieran cuenta de
que no era Ahab, y así dejaran de perseguirlo.
33
Pero un soldado tiró con su arco una flecha al azar e hirió a Ahab. La flecha
le entró por uno de los huecos de su armadura. Entonces el rey le dijo al
soldado que manejaba su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla,
porque estoy malherido».
34
Ese día la batalla fue muy dura. Algunos soldados mantuvieron en pie al rey en
su carro de combate, para que se enfrentara a los sirios, pero murió al caer la
tarde.
Traducción
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Romanos 9:25-10:12 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
25
Como dice Dios en el libro del profeta Oseas:
«A
un pueblo que no me pertenece,
lo
llamaré mi pueblo.
A
un pueblo que no amo,
le
mostraré mi amor.
26
»Y allí donde les dije:
“Ustedes
no son mi pueblo”,
les
diré:
“Ustedes
son mi pueblo,
porque
yo soy el Dios de la vida.”»
27
Además, el profeta Isaías dijo acerca de los israelitas:
«Aunque
los israelitas sean tantos
como
los granos de arena en la playa,
sólo
unos cuantos serán salvados.
28
Muy
pronto el Señor juzgará
a
todos los habitantes de la tierra.»
29
Y, como el mismo Isaías dijo:
«Si
el Dios todopoderoso
no
hubiera salvado a unos pocos,
ahora
mismo estaríamos
como
las ciudades de Sodoma y Gomorra.»[a]
Israel
y Cristo
30
¿Qué más les puedo decir? Que aunque la gente de otros pueblos no estaba
haciendo nada para que Dios los aceptara, él los aceptó porque confiaron en él.
31 En cambio, los israelitas fueron rechazados, porque trataban de cumplir la
ley para que Dios los aceptara. 32 ¿Y por qué no fueron aceptados? Porque
querían que Dios los aceptara por lo que hacían, y no por confiar sólo en él.
Por eso Cristo fue para ellos como una piedra en la que tropezaron. 33 En la
Biblia Dios dijo:
«Yo
pongo en Jerusalén
una
roca con la cual
muchos
tropezarán y caerán.
Pero
Dios no defraudará
a
los que confíen en él.»
10
Hermanos en Cristo, con todo mi corazón deseo y pido a Dios que él salve del
castigo a los israelitas. 2 Estoy seguro de que ellos tienen muchos deseos de
servir a Dios, pero no saben cómo hacerlo. 3 No comprenden que sólo Dios nos
puede declarar inocentes. Por eso han tratado de hacer algo para que Dios los
acepte. En realidad, han rechazado la manera en que Dios quiere aceptarlos. 4
Dios ya no nos acepta por obedecer la ley; ahora sólo acepta a los que confían
en Cristo. Con Cristo, la ley llegó a su cumplimiento.
Todos
pueden ser salvos
5
Al referirse a los que obedecen la ley para que Dios los acepte, Moisés
escribió lo siguiente: «La persona que obedezca la ley se salvará si la
cumple.» 6 Al contrario, esto es lo que dice de los que confían en Dios para
que él los acepte: «Nunca te preguntes: “¿Quién subirá al cielo?”», es decir,
subir al cielo para pedirle a Cristo que baje. 7 «Tampoco te preguntes: “¿Quién
bajará al mundo de los muertos?”», es decir, bajar allá para pedirle a Cristo
que resucite.
8
Más bien, la Biblia dice: «El mensaje de Dios está cerca de ti; está en tu boca
y en tu corazón.» Y ese mismo mensaje es el que les traemos: que debemos
confiar en Dios. 9 Pues si ustedes reconocen con su propia boca que Jesús es el
Señor, y si creen de corazón que Dios lo resucitó, entonces se librarán del
castigo que merecen. 10 Pues si creemos de todo corazón, seremos aceptados por
Dios; y si con nuestra boca reconocemos que Jesús es el Señor, Dios nos
salvará.
11
La Biblia dice: «Dios no deja en vergüenza a los que confían en él.» 12 No
importa si son judíos o no lo son, porque todos tienen el mismo Dios, y él es
muy bueno con todos los que le piden ayuda.
Footnotes:
Romanos 9:29 Sodoma y Gomorra: Durante el
tiempo de Abraham, Dios destruyó estas dos ciudades porque sus habitantes eran
muy malos (Génesis 19.1-28; Isaías 1.9).
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en lenguaje actual (TLA)
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Salmos 20 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Dios
ayuda al rey
SALMO
20 (19)
Himno
de David.
20
Que Dios te responda
cuando
te encuentres en aprietos;
que
el Dios de Israel
te
brinde su protección.
2
Que
Dios te envíe su ayuda
desde
su santuario;
que
Dios te dé su apoyo
desde
Jerusalén.
3
Que
Dios se acuerde siempre
de
todas tus ofrendas,
y
reciba con gusto los animales
que
presentas en su honor.
4
Que
Dios te conceda
lo
que pidas de todo corazón,
y
que haga realidad
lo
que pienses hacer.
5
¡Lanzaremos
gritos de alegría
cuando
Dios te conceda la victoria,
y
alabando a nuestro Dios
haremos
ondear las banderas!
¡Que
Dios te conceda
todo
lo que pidas!
6
Ahora
estoy bien seguro
de
que Dios le dará la victoria
al
rey que él ha elegido.
Sé
que Dios le responderá
desde
su santo cielo;
sé
que con su poder
le
dará al rey grandes victorias.
7
Algunos
confían en sus carros de guerra,
otros
confían en sus caballos,
pero
nosotros sólo confiamos
en
nuestro Dios.
8
Esa
gente tropezará y caerá,
pero
nosotros nos levantaremos
y
seguiremos de pie.
9
Dios
nuestro,
¡dale
al rey la victoria!,
¡respóndenos
cuando te llamemos!
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Proverbios 20:2-3 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
2
Cuando
el rey se enoja
es
como un león que ruge;
quien
lo hace enojar,
pone
en peligro su vida.
3
Cualquier
tonto inicia un pleito,
pero
quien lo evita merece aplausos.
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