1 Crónicas 16:37-18:17; Romanos 2:1-23; Salmos 10:6-18; Proverbios 19:8-9 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
1 Crónicas 16:37-18:17 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
Conclusión
(2 Sm 6,19b-20a)
37
David dejó allí ante el Arca de la alianza del Señor a Asaf y a sus hermanos,
para su servicio permanente, según el ritual cotidiano. 38 Y designó como
porteros a Obededón y a sesenta y ocho de sus familiares, junto con Obededón,
hijo de Jedutún, y Josá. 39 Al sacerdote Sadoc y a sus familiares sacerdotes
los encargó de la Tienda del Señor que había en el santuario de Gabaón, 40 para
que ofreciesen holocaustos permanentemente al Señor sobre el altar de los
holocaustos, por la mañana y por la tarde, según lo prescrito en la ley que el
Señor dictó a Israel. 41 Con ellos estaban Hemán, Jedutún y el resto de los
escogidos y designados nominalmente para alabar al Señor, cuyo amor no tiene
fin. 42 Hemán y Jedutún hacían sonar trompetas, timbales y los instrumentos de
la alabanza divina. Los hijos de Jedutún eran porteros.
43
Finalmente todo el pueblo se marchó, cada cual a su casa, mientras David
regresaba también a bendecir su casa.
La
promesa dinástica de Natán (2 Sm 7)
17
Una vez que David se hubo instalado en su casa dijo al profeta Natán:
—
Mira, yo estoy viviendo en una casa de cedro, mientras que el Arca de la
alianza del Señor está bajo una lona.
2
Natán le respondió:
—
Haz lo que estás pensando, que Dios está contigo.
3
Pero aquella misma noche Natán recibió este mensaje del Señor:
4
— Di a mi siervo David: “Esto dice el Señor: No serás tú quien me construya a
mí una casa para vivir en ella. 5 Yo nunca he vivido en una casa desde el día
en que hice subir a Israel hasta hoy, sino que he estado de tienda en tienda y
de santuario en santuario. 6 Y en todo el tiempo en que estuve viajando de un
sitio a otro con todo Israel, a ninguno de los jueces que elegí para pastorear
a mi pueblo le hablé de construirme una casa de cedro”. 7 Ahora, pues, dile a
mi siervo David: “Esto dice el Señor del universo: Yo te saqué de los pastos y
de cuidar rebaños para ser el jefe de mi pueblo, Israel; 8 te he acompañado en
todas tus andanzas, te he quitado de la vista a tus enemigos y pienso hacerte
tan famoso como los más famosos de la tierra. 9 Asignaré un lugar a mi pueblo,
Israel, y lo asentaré en él para que lo habite sin sobresaltos y sin que los
malvados vuelvan a humillarlo, como al principio 10 cuando nombré jueces en mi
pueblo, Israel; también someteré a todos tus enemigos. Además, te anuncio que
el Señor te edificará una dinastía. 11 Y cuando tu vida se acabe para irte con
tus antepasados, mantendré después de ti a tu descendencia, a uno de tus hijos,
y consolidaré su reino. 12 Él me construirá una casa y yo consolidaré su trono
para siempre. 13 Yo seré su padre y él será mi hijo, y no le retiraré mi
fidelidad, como se la retiré a tu predecesor. 14 Lo estableceré en mi casa y en
mi reino eternamente y su trono quedará consolidado para siempre”.
15
Natán comunicó a David todas estas palabras y visiones.
16
Entonces el rey David entró a presentarse ante el Señor y dijo:
—
¿Quién soy yo, Dios, el Señor, y qué es mi familia para que me hayas hecho
llegar hasta aquí? 17 Y por si te pareciera poco, oh Dios, te has referido a la
dinastía de tu siervo para el futuro y me has tratado como a una persona
importante, Dios, el Señor. 18 ¿Qué más podría yo añadirte en relación con el
honor de que has revestido a tu siervo, si tú me conoces de sobra? 19 Señor,
por amor a tu siervo y según tu voluntad has realizado toda esta gran obra,
para dar a conocer todas tus maravillas. 20 Señor, no hay nadie como tú, ni hay
Dios fuera de ti, por todo lo que ha llegado a nuestros oídos. 21 ¿Qué otra
nación hay en la tierra que sea como tu pueblo, Israel, a quien Dios haya ido a
rescatar para convertirlo en su pueblo y hacerte famoso con grandes hazañas y
prodigios y expulsando a las naciones ante tu pueblo, al que rescataste de
Egipto? 22 Has hecho a tu pueblo, Israel, pueblo tuyo para siempre y tú, Señor,
te has convertido en su Dios. 23 Así, pues, Señor, que se confirme para siempre
la promesa que has hecho a tu siervo y a su familia, y cumple cuanto has dicho.
24 Que se confirme, para que tu nombre sea siempre famoso y puedan decir: “El
Señor del universo es el Dios de Israel”. Y que la casa de tu siervo David se
mantenga en tu presencia. 25 Puesto que tú, mi Dios, has revelado a tu siervo
que le edificarás una dinastía, por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte
esta plegaria. 26 Tú, Señor, eres Dios y has prometido esta dicha a tu siervo.
27 Dígnate, pues, bendecir la dinastía de tu siervo, para que permanezca
siempre en tu presencia. Ya que lo que tú bendices, Señor, bendito queda para
siempre.
Las
guerras de David (18—20)
Victorias
de David (2 Sm 8,1-14)
18
Después de esto, David derrotó a los filisteos, los sometió y les arrebató Gat
y sus dominios. 2 También derrotó a Moab y quedó sometido a David como vasallo
tributario. 3 Más tarde derrotó a Adadézer, rey de Sobá en Jamat, cuando iba a
establecer su dominio en el río Éufrates. 4 David le capturó mil carros, siete
mil soldados de caballería y veinte mil de infantería, y quebró las patas de
todos los caballos de tiro, dejando sólo cien carros. 5 Los arameos de Damasco
acudieron a socorrer a Adadézer, rey de Sobá, pero David mató a veinte mil de
sus hombres. 6 Luego David puso gobernadores sobre los arameos de Damasco, que
le quedaron sometidos como vasallos tributarios. Y el Señor hacía triunfar a
David en todas sus campañas.
7
David se apoderó de los escudos de oro que llevaban los oficiales de Adadézer y
los llevó a Jerusalén. 8 Y en Tébaj y Cun, ciudades de Adadézer, David se
incautó de una gran cantidad de bronce, con el que Salomón fabricó el mar de
bronce, las columnas y los utensilios de bronce.
9
Cuando Tou, el rey de Jamat se enteró de que David había derrotado a todo el
ejército del rey de Sobá, Adadézer, 10 envió a su hijo Hadorán al rey David
para saludarlo y felicitarlo por su victoria en la guerra contra Adadézer, pues
este era enemigo de Tou. Hadorán llevaba toda clase de objetos de oro, plata y
bronce. 11 El rey David consagró estos objetos al Señor, junto con la plata y
el oro requisados a todas las naciones: Edom, Moab, los amonitas, los filisteos
y Amalec.
12
Abisay, hijo de Seruyá, derrotó a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal.
13 Luego puso gobernadores en Edom, quedando los edomitas sometidos a David. Y
el Señor hacía triunfar a David en todas sus campañas.
Organización
de la corte (2 Sm 8,15-18)
14
David reinó sobre todo Israel, administrando el derecho y la justicia para todo
su pueblo. 15 Joab, hijo de Seruyá, era el jefe del ejército; Josafat, hijo de
Ajilud, era el heraldo; 16 Sadoc, hijo de Ajitub, y Abimélec, hijo de Abiatar,
eran los sacerdotes; Sausá era el secretario; 17 Banaías, hijo de Joyadá, era
el jefe de los quereteos y peleteos; y los hijos de David eran los principales
ayudantes del rey.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Romanos 2:1-23 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
El
justo juicio de Dios
2
Por eso, tú, quienquiera que seas, no tienes excusa cuando te eriges en juez de
los demás. Al juzgar a otro, tú mismo te condenas, pues te eriges en juez no
siendo mejor que los demás. 2 Es sabido que el juicio de Dios cae con rigor
sobre quienes así se comportan. 3 Y tú que condenas a quienes actúan así, pero
te portas igual que ellos, ¿te imaginas que vas a librarte del castigo de Dios?
4 ¿Te es, acaso, indiferente la inagotable bondad, paciencia y generosidad de
Dios, y no te das cuenta de que es precisamente esa bondad la que está
impulsándote a cambiar de conducta? 5 Eres de corazón terco y obstinado, con lo
que estás amontonando castigos sobre ti para aquel día de castigo, cuando Dios
se manifieste como justo juez 6 y pague a cada uno según su merecido: 7 a los
que buscan la gloria, el honor y la inmortalidad mediante la práctica constante
del bien, les dará vida eterna; 8 en cambio, a los contumaces en rechazar la verdad
y adherirse a la injusticia les corresponde un implacable castigo. 9 Habrá
angustia y sufrimiento para cuantos hacen el mal: para los judíos, desde luego;
pero también para los no judíos. 10 Gloria, honor y paz, en cambio, para los
que hacen el bien, tanto si son judíos como si no lo son. 11 Porque en Dios no
caben favoritismos. 12 Quienes han pecado sin estar bajo la ley, perecerán sin
necesidad de recurrir a la ley; y quienes hayan pecado estando bajo la ley, por
ella serán juzgados. 13 Porque no basta escuchar la ley para que Dios nos
restablezca en su amistad; es necesario cumplirla. 14 Y es que si los paganos,
que no tienen ley, actúan de acuerdo con ella movidos de la natural
inclinación, aunque parezca que no tienen ley, ellos mismos son su propia ley.
15 La llevan escrita en el corazón, como lo demuestra el testimonio de su
conciencia y sus propios pensamientos, que unas veces los acusan y otras los
defienden. 16 Esto es lo que se manifestará el día en que, conforme al mensaje
que yo anuncio, juzgue Dios por medio de Jesucristo lo que los seres humanos
mantienen oculto.
Ni
la ley ni la circuncisión evitarán el pecado
17
¿Y qué decir de ti? Alardeas de judío, confías en la ley y estás orgulloso de
Dios. 18 Dices que conoces su voluntad y que la ley te ha enseñado a discernir
lo que es más valioso. 19 Te consideras guía de ciegos, y luz de cuantos viven
en tinieblas. 20 Crees poseer el secreto de instruir a los ignorantes y de
enseñar a los párvulos porque crees tener en la ley el compendio de toda
ciencia y toda verdad. 21 Pues bien, ¿por qué no aprendes, tú que enseñas a los
otros? ¿Por qué robas, tú que exhortas a no robar? 22 ¿Por qué cometes
adulterio, tú que condenas el adulterio en los demás? ¿Por qué haces negocios
en sus templos, tú que aborreces los ídolos? 23 ¿Por qué presumes de la ley, tú
que afrentas a Dios al no cumplirla?
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Salmos 10:6-18 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
6
Él
piensa: “Nadie me hará caer;
seré
feliz, no me alcanzará la desgracia”.
7
Su
boca está llena de maldición, mentira y engaño;
bajo
su lengua hay injusticia y maldad.
8
Se
aposta al acecho junto a los poblados,
a
escondidas mata al inocente,
sus
ojos espían al desvalido.
9
Se
esconde al acecho
como
león en su guarida,
acecha
para apresar al humilde,
lo
apresa atrayéndolo a su trampa.
10
Se
agazapa, se encorva
y
caen en sus garras los desvalidos.
11
Piensa:
“Dios lo ha olvidado,
ha
ocultado su rostro, nunca vio nada”.
12
¡Ponte,
Señor, en acción!
¡Muestra,
oh Dios, tu poder!
No
olvides a los humildes.
13
¿Por
qué el malvado injuria al Señor
pensando:
“de nada me hace responsable”?
14
Pero
tú lo has visto, tú miras la miseria y el dolor
para
acogerlos en tus manos.
En
ti se abandona el desvalido,
tú
eres quien protege al huérfano.
15
Destruye
el poder del malvado y del injusto,
hazle
responder de su maldad
hasta
que desaparezca por completo.
16
El
Señor es el rey eterno,
los
paganos desaparecerán de su tierra.
17
Tú
atiendes, Señor, el deseo de los humildes,
fortaleces
su corazón, les prestas oído;
18
haces
justicia al huérfano y al oprimido,
¡que
el simple mortal no vuelva a sembrar el miedo!
La
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Proverbios 19:8-9 La Palabra
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8
El
que adquiere cordura aprecia su vida,
quien
cuida la inteligencia halla la dicha.
9
Testigo
falso no quedará impune,
el
mentiroso perecerá.
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