2 Reyes 22:4-23:30; Hechos 21:37-22:16; Salmos 1; Proverbios 18:11-12 (Dios Habla Hoy (DHH))
2 Reyes 22:4-23:30 Dios Habla Hoy
(DHH)
4
—Ve a ver a Hilquías, el sumo sacerdote, y dile que reúna el dinero que ha sido
llevado al templo del Señor y que los porteros han recogido de entre la gente,
5 y que lo entregue a los encargados de las obras del templo del Señor, para
que ellos a su vez paguen a los que trabajan en la reparación del templo, 6 es
decir, a los carpinteros, maestros de obras y albañiles, y también para que
compren madera y piedras de cantería para reparar el templo. 7 Dile también que
no les pida cuentas del dinero que se les entregue, porque actúan con honradez.
8
Hilquías, el sumo sacerdote, le contó a Safán, el cronista, que había
encontrado el libro de la ley en el templo del Señor; y le entregó el libro, y
Safán lo leyó. 9 Después Safán fue a informar de esto al rey, y le dijo:
—Los
siervos de Su Majestad han fundido la plata que había en el templo, y la han
entregado a los encargados de reparar el templo del Señor.
10
También informó Safán al rey de que el sacerdote Hilquías le había entregado un
libro, y lo leyó Safán al rey. 11 Al escuchar el rey lo que decía el libro de
la Ley, se rasgó la ropa, 12 y en seguida ordenó a Hilquías, a Ahicam, hijo de
Safán, a Acbor, hijo de Micaías, a Safán, el cronista, y a Asaías, oficial del
rey:
13
—Vayan a consultar al Señor por mí y por el pueblo y por todo Judá, en cuanto
al contenido de este libro que se ha encontrado; pues el Señor debe estar muy
furioso contra nosotros, ya que nuestros antepasados no prestaron atención a lo
que dice este libro ni pusieron en práctica todo lo que está escrito en él.
14
Hilquías, Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, fueron a ver a la profetisa Huldá,
esposa de Salum, hijo de Ticvá y nieto de Harhás, encargado del guardarropa del
templo. Huldá vivía en el Segundo Barrio de Jerusalén, y cuando le hablaron, 15
ella les contestó:
—Ésta
es la respuesta del Señor, Dios de Israel: “Díganle a la persona que los ha
enviado a consultarme, 16 que yo, el Señor, digo: Voy a acarrear un desastre
sobre este lugar y sobre sus habitantes, conforme a todo lo anunciado en el
libro que ha leído el rey de Judá. 17 Pues me han abandonado y han quemado
incienso a otros dioses, provocando mi irritación con todas sus prácticas; por
eso se ha encendido mi ira contra este lugar, y no se apagará. 18 Díganle,
pues, al rey de Judá, que los ha enviado a consultar al Señor, que el Señor, el
Dios de Israel, dice también: Por haber prestado atención a lo que has oído, 19
y porque te has conmovido y sometido a mí al escuchar mi declaración contra
este lugar y sus habitantes, que serán arrasados y malditos, y por haberte
rasgado la ropa y haber llorado delante de mí, yo también por mi parte te he
escuchado. Yo, el Señor, te lo digo. 20 Por lo tanto, te concederé morir en paz
y reunirte con tus antepasados, sin que llegues a ver el desastre que voy a
acarrear sobre este lugar.”
Los
enviados del rey regresaron para llevarle a éste la respuesta.
23
Entonces el rey mandó llamar a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén, para
que se reunieran con él. 2 Luego el rey y todos los hombres de Judá, y los
habitantes de Jerusalén, y los sacerdotes, los profetas y la nación entera,
desde el más pequeño hasta el más grande, fueron al templo del Señor. Allí el
rey les leyó en voz alta todo lo que decía el libro de la alianza que había
sido encontrado en el templo del Señor. 3 Luego el rey se puso de pie junto a
la columna, y se comprometió ante el Señor a obedecerle, a poner en práctica
fielmente y con toda sinceridad sus mandamientos, mandatos y leyes, y a cumplir
las condiciones de la alianza que estaban escritas en el libro. Y todo el
pueblo aceptó también el compromiso.
Reforma
de Josías
4
Entonces el rey ordenó a Hilquías, sumo sacerdote, y a su segundo sacerdote y a
los porteros, que sacaran del templo del Señor todos los objetos del culto de
Baal y de Aserá y de todos los astros del cielo, y los quemó en las afueras de
Jerusalén, en los campos de Cedrón, y llevó luego las cenizas a Betel. 5
Después quitó de sus puestos a los sacerdotes que los reyes de Judá habían
nombrado para que quemaran incienso en los santuarios en lugares altos que
había en las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, y a los
sacerdotes que quemaban incienso a Baal, al sol, a la luna, a los planetas y a
todos los astros del cielo. 6 Sacó fuera de Jerusalén la imagen de Aserá que
estaba en el templo del Señor, la quemó en el arroyo Cedrón hasta convertirla
en ceniza y luego la esparció sobre la fosa común. 7 También derrumbó las
habitaciones dedicadas a la prostitución entre hombres, que era practicada como
un culto en el templo del Señor, donde las mujeres tejían mantos para la diosa
Aserá.
8
Después ordenó que vinieran todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y
profanó todos los santuarios en lugares altos, desde Gueba hasta Beerseba,
donde esos sacerdotes habían quemado incienso, y derribó los altares de los
demonios que había en la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, situados a
la entrada de la ciudad, al lado izquierdo. 9 Pero los sacerdotes de los
santuarios en lugares altos no iban al altar del Señor en Jerusalén, sino que
comían pan sin levadura con sus compañeros sacerdotes.
10
Josías también profanó el quemadero que había en el valle de Ben-hinom, para
que nadie quemara a su hijo o a su hija como sacrificio a Moloc. 11 Quitó los
caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol, los cuales estaban a la
entrada del templo del Señor, junto a la habitación de Natán-mélec, el
encargado de las dependencias, y quemó también el carro del sol. 12 Además
derribó los altares que los reyes de Judá habían construido en la parte alta de
la sala de Ahaz, y los altares que Manasés había construido en los patios del
templo del Señor; los destrozó y arrojó sus escombros al arroyo Cedrón.
13
El rey profanó también los santuarios paganos que había al oriente de
Jerusalén, en la parte sur del monte de los Olivos, los cuales había construido
Salomón, rey de Israel, para Astarté, diosa aborrecible de los sidonios; para
Quemós, ídolo aborrecible de los moabitas, y para Milcom, ídolo aborrecible de
los amonitas. 14 También hizo pedazos las piedras y los troncos sagrados, y
llenó de huesos humanos los lugares donde habían estado. 15 En cuanto al altar
y al santuario pagano de Betel, que fueron construidos por Jeroboam, hijo de
Nabat, que hizo pecar a los israelitas, Josías los destrozó hasta hacerlos
polvo, y les prendió fuego; y le prendió fuego también a la representación de
Aserá.
16
Cuando Josías regresó y vio los sepulcros que había en la colina misma, mandó
que sacaran los huesos que hubiera en ellos, y los quemó sobre el altar,
profanándolo. Así se cumplió la palabra del Señor trasmitida por el profeta que
había anunciado esto. 17 Luego preguntó:
—¿Qué
monumento es ése que veo allá?
Los
hombres de la ciudad le respondieron:
—Es
el sepulcro del profeta que vino de Judá y anunció lo que Su Majestad ha hecho
con el altar de Betel.
18
Entonces Josías ordenó:
—Déjenlo
así. Que nadie toque sus huesos.
Así
se respetaron sus restos y los del profeta que había venido de Samaria.
19
En cuanto a todos los edificios de los santuarios paganos que había en Samaria,
y que los reyes de Israel habían construido provocando la ira del Señor, Josías
los eliminó e hizo con ellos lo mismo que había hecho en Betel. 20 Después mató
sobre los altares a todos los sacerdotes de los santuarios paganos que allí
había, y sobre ellos quemó huesos humanos. Después regresó a Jerusalén.
Josías
celebra la Pascua
21
El rey ordenó a todo el pueblo que celebrara la Pascua en honor del Señor su
Dios, según estaba escrito en el libro de la alianza. 22 Nunca se había
celebrado una Pascua como ésta desde la época de los caudillos que gobernaron
en Israel, ni en todo el tiempo de los reyes de Israel y de Judá. 23 Fue en el
año dieciocho del reinado de Josías cuando en Jerusalén se celebró aquella
Pascua en honor del Señor.
Devoción
de Josías
24
Josías eliminó también a los brujos y adivinos, a los ídolos familiares y a
otros ídolos, y a todos los aborrecibles objetos de culto que se veían en Judá
y en Jerusalén. Lo hizo para cumplir los términos de la ley escritos en el
libro que el sacerdote Hilquías había encontrado en el templo del Señor. 25 No
hubo ningún rey, ni antes ni después de él, que como él se volviera al Señor
con todo su corazón y con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a la
ley de Moisés.
26
A pesar de ello, el Señor siguió enojado, pues todavía estaba enfurecido contra
Judá por todas las ofensas con que Manasés le había provocado. 27 Por eso dijo
el Señor que iba a apartar de su presencia a Judá, como había apartado a
Israel, y que iba a rechazar la ciudad de Jerusalén que había escogido, y el
templo en el que había dicho que residiría su nombre.
Muerte
de Josías
28
El resto de la historia de Josías y de todo lo que hizo, está escrito en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá. 29 En su tiempo, el faraón Necao,
rey de Egipto, se dirigió hacia el río Éufrates para ayudar al rey de Asiria.
El rey Josías le salió al encuentro; pero en Meguido, en cuanto Necao lo vio,
lo mató. 30 Sus oficiales pusieron su cadáver en un carro y lo llevaron desde
Meguido a Jerusalén, donde lo enterraron en su sepulcro. La gente del pueblo
tomó entonces a Joacaz, hijo de Josías, y lo consagraron como rey en lugar de
su padre.
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Habla Hoy (DHH)
Dios
habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Hechos 21:37-22:16 Dios Habla Hoy
(DHH)
Discurso
de Pablo ante el pueblo
37
Cuando ya iban a meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante del
batallón:
—¿Puedo
hablar con usted un momento?
El
comandante le contestó:
—¿Sabes
hablar griego? 38 Entonces, ¿tú no eres aquel egipcio que hace algún tiempo
comenzó una rebelión y salió al desierto con cuatro mil guerrilleros?
39
Pablo le dijo:
—Yo
soy judío, natural de Tarso de Cilicia, ciudadano de una población importante;
pero, por favor, permítame usted hablar a la gente.
40
El comandante le dio permiso, y Pablo se puso de pie en las gradas y con la
mano hizo callar a la gente. Cuando se hizo silencio, les habló en hebreo,
diciendo:
22
«Hermanos y padres, escuchen lo que les digo en mi defensa.»
2
Al oír que les hablaba en hebreo, guardaron aún más silencio. Pablo continuó:
3
«Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me crié aquí en Jerusalén y
estudié bajo la dirección de Gamaliel, muy de acuerdo con la ley de nuestros
antepasados. Siempre he procurado servir a Dios con todo mi corazón, tal como
todos ustedes lo hacen hoy día. 4 Antes perseguí a muerte a quienes seguían
este Nuevo Camino, y los arresté y metí en la cárcel, ya fueran hombres o
mujeres. 5 El jefe de los sacerdotes y todos los ancianos son testigos de esto.
Ellos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá en
busca de creyentes, para traerlos aquí a Jerusalén y castigarlos.
6
»Pero mientras iba yo de camino, y estando ya cerca de Damasco, a eso del
mediodía, una fuerte luz del cielo brilló de repente a mi alrededor, 7 y caí al
suelo. Y oí una voz, que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 8
Pregunté: “¿Quién eres, Señor?” Y la voz me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret,
el mismo a quien tú estás persiguiendo.” 9 Los que iban conmigo vieron la luz,
pero no oyeron la voz del que me hablaba. 10 Yo pregunté: “¿Qué debo hacer,
Señor?” Y el Señor me dijo: “Levántate y sigue tu viaje a Damasco. Allí se te
dirá todo lo que debes hacer.” 11 Como el brillo de la luz me dejó ciego, mis
compañeros me llevaron de la mano a Damasco.
12
»Allí había un hombre llamado Ananías, que era muy piadoso y obediente a la ley
de Moisés; todos los judíos que vivían en Damasco hablaban muy bien de él. 13
Ananías vino a verme, y al llegar me dijo: “Hermano Saulo, recibe de nuevo la
vista.” En aquel mismo momento recobré la vista, y pude verlo. 14 Luego añadió:
“El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y
para que veas al que es justo y oigas su voz de sus propios labios. 15 Pues tú vas
a ser testigo suyo ante todo el mundo, y vas a contar lo que has visto y oído.
16 Y ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lávate de tus pecados,
invocando el nombre del Señor.”
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Habla Hoy (DHH)
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Salmos 1 Dios Habla Hoy (DHH)
Felicidad
verdadera
1
Feliz el hombre
que
no sigue el consejo de los malvados,
ni
va por el camino de los pecadores,
ni
hace causa común con los que se burlan de Dios,
2
sino
que pone su amor en la ley del Señor
y
en ella medita noche y día.
3
Ese
hombre es como un árbol
plantado
a la orilla de un río,
que
da su fruto a su tiempo
y
jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo
lo que hace, le sale bien!
4
Con
los malvados no pasa lo mismo,
pues
son como paja que se lleva el viento.
5
Por
eso los malvados caerán bajo el juicio de Dios
y
no tendrán parte en la comunidad de los justos.
6
El
Señor cuida el camino de los justos,
pero
el camino de los malos lleva al desastre.
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Habla Hoy (DHH)
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Proverbios 18:11-12 Dios Habla Hoy
(DHH)
11
El
rico cree que sus riquezas
son
una ciudad protegida por altos muros.
12
Tras
el orgullo viene el fracaso;
tras
la humildad, la prosperidad.
Dios
Habla Hoy (DHH)
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