2 Reyes 20:1-22:3; Hechos 21:18-36; Salmos 150; Proverbios 18:9-10 (Dios Habla Hoy (DHH))
2 Reyes 20:1-22:3 Dios Habla Hoy (DHH)
Enfermedad
y curación de Ezequías
20
Por aquel tiempo, Ezequías cayó gravemente enfermo, y el profeta Isaías, hijo
de Amós, fue a verlo y le dijo:
—El
Señor dice: “Da tus últimas instrucciones a tu familia, porque vas a morir; no
te curarás.”
2
Ezequías volvió la cara hacia la pared y oró así al Señor: 3 «Yo te suplico,
Señor, que te acuerdes de cómo te he servido fiel y sinceramente, haciendo lo
que te agrada.» Y lloró amargamente.
4
Y ocurrió que antes de que Isaías saliera al patio central del palacio, el
Señor se dirigió a Isaías y le dijo: 5 «Vuelve y dile a Ezequías, jefe de mi
pueblo: “El Señor, Dios de tu antepasado David, dice: Yo he escuchado tu
oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y dentro de tres días podrás ir
al templo del Señor. 6 Voy a darte quince años más de vida. A ti y a Jerusalén
los libraré del rey de Asiria. Yo protegeré esta ciudad, por consideración a mi
siervo David y a mí mismo.”»
7
Isaías mandó hacer una pasta de higos, y la hicieron y se la aplicaron al rey
en la parte enferma, y el rey se curó. 8 Entonces Ezequías preguntó a Isaías:
—¿Por
medio de qué señal voy a darme cuenta de que el Señor me va a sanar, y de que
dentro de tres días podré ir al templo del Señor?
9
Isaías respondió:
—Ésta
es la señal que el Señor te dará en prueba de que te cumplirá su promesa:
¿Quieres que la sombra avance diez gradas, o que las retroceda?
10
Y Ezequías le contestó:
—Que
la sombra avance es cosa fácil. Lo difícil es que retroceda.
11
Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra
retrocediera las diez gradas que había avanzado en el reloj de sol de Ahaz.
Ezequías
recibe a los enviados de Babilonia
12
Por aquel tiempo, el rey Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia,
oyó decir que Ezequías había estado enfermo, y por medio de unos mensajeros le
envió cartas y un regalo. 13 Ezequías los atendió y les mostró su tesoro, la
plata y el oro, los perfumes, el aceite fino y su depósito de armas, y todo lo
que se encontraba en sus depósitos. No hubo nada en su palacio ni en todo su
reino que no les mostrara. 14 Entonces fue el profeta Isaías a ver al rey
Ezequías y le preguntó:
—¿De
dónde vinieron esos hombres, y qué te dijeron?
Ezequías
respondió:
—Vinieron
de un país lejano; vinieron de Babilonia.
15
Isaías le preguntó:
—¿Y
qué vieron en tu palacio?
Ezequías
contestó:
—Vieron
todo lo que hay en él. No hubo nada en mis depósitos que yo no les mostrara.
16
Isaías dijo entonces a Ezequías:
—Escucha
este mensaje del Señor: 17 “Van a venir días en que todo lo que hay en tu
palacio y todo lo que juntaron tus antepasados hasta el día de hoy, será
llevado a Babilonia. No quedará aquí nada. 18 Aun a algunos de tus propios
descendientes se los llevarán a Babilonia, los castrarán y los pondrán como
criados en el palacio del rey.”
19
Ezequías, pensando que al menos durante su vida habría paz y seguridad,
respondió a Isaías:
—El
mensaje que me has traído de parte del Señor es favorable.
Muerte
de Ezequías
20
El resto de la historia de Ezequías y de sus hazañas, y de cómo construyó el
estanque y el canal para llevar el agua a la ciudad, está escrito en el libro
de las crónicas de los reyes de Judá. 21 Cuando murió Ezequías, reinó en su
lugar su hijo Manasés.
Reinado
de Manasés en Judá
21
Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta
y cinco años. Su madre se llamaba Hepsiba. 2 Pero sus hechos fueron malos a los
ojos del Señor, pues practicó las mismas infamias de las naciones que el Señor
había arrojado de la presencia de los israelitas: 3 reconstruyó los santuarios
paganos que Ezequías, su padre, había destruido; levantó altares a Baal e hizo
una imagen de Aserá, como había hecho Ahab, rey de Israel; además adoró y
rindió culto a todos los astros del cielo, 4 y construyó altares en el templo
del Señor, acerca del cual el Señor había dicho que sería la residencia de su
nombre en Jerusalén. 5 Levantó otros altares en los dos atrios del templo del
Señor, y los dedicó a todos los astros del cielo.
6
Además hizo quemar a sus hijos en sacrificio, practicó la invocación de
espíritus y la adivinación, y estableció el espiritismo y la hechicería. Tan
malos fueron sus hechos a los ojos del Señor, que acabó por provocar su
indignación. 7 También colocó una imagen de Aserá en el templo del Señor,
acerca del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «Este templo
en Jerusalén, que he escogido entre todas las tribus de Israel, será para
siempre la residencia de mi nombre. 8 No volveré a arrojar a los israelitas de
la tierra que di a sus antepasados, con tal de que cumplan y practiquen todo lo
que les he ordenado, y todas las enseñanzas que les dio mi siervo Moisés.»
9
Pero ellos no hicieron caso. Por el contrario, Manasés los llevó a actuar con
más perversidad que las naciones que el Señor había aniquilado ante los
israelitas. 10 Por lo tanto, el Señor habló por medio de sus siervos los
profetas, y dijo: 11 «Por haber cometido Manasés tantas infamias, y por ser su
maldad mayor que la de los amorreos que hubo antes que él, ya que ha hecho que
Judá peque con sus ídolos, 12 yo, el Señor, el Dios de Israel, declaro: Voy a
acarrear tal desastre sobre Jerusalén y Judá, que hasta le van a doler los
oídos a quien lo oiga. 13 Mediré a Jerusalén con la misma medida que a Samaria
y a la descendencia de Ahab; la voy a dejar limpia, como cuando se limpia un plato
y se pone boca abajo. 14 En cuanto al resto de mi pueblo, lo abandonaré y lo
entregaré en manos de sus enemigos, para que sean saqueados y despojados por
ellos. 15 Porque sus hechos han sido malos a mis ojos, y me han estado
irritando desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta el
presente.»
16
Además de los pecados que Manasés hizo cometer a Judá y de sus malas acciones a
los ojos del Señor, fue tanta la sangre inocente que derramó en Jerusalén, que
la llenó de extremo a extremo. 17 El resto de la historia de Manasés y de todo
lo que hizo, y los pecados que cometió, está escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Judá. 18 Cuando murió, lo enterraron en el jardín de
su palacio, en el jardín de Uzá. Después reinó en su lugar su hijo Amón.
Reinado
de Amón en Judá
19
Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dos
años. Su madre se llamaba Mesulémet, y era hija de Harús, de Jotbá. 20 Pero sus
hechos fueron malos a los ojos del Señor, como los de su padre Manasés, 21 pues
siguió sus mismos malos pasos y rindió culto y adoró a los mismos ídolos que su
padre había adorado. 22 Así abandonó al Señor, el Dios de sus antepasados, y no
actuó conforme a su voluntad.
23
Los oficiales de Amón conspiraron contra él, y lo asesinaron en su palacio. 24
Pero la gente del pueblo mató a los que habían conspirado contra el rey Amón, y
en su lugar hicieron reinar a su hijo Josías.
25
El resto de la historia de Amón y de lo que hizo, está escrito en el libro de
las crónicas de los reyes de Judá. 26 Lo enterraron en su sepulcro del jardín
de Uzá. Después reinó en su lugar su hijo Josías.
Reinado
de Josías en Judá
22
Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante
treinta y un años. Su madre se llamaba Jedidá, hija de Adaías, y era de Boscat.
2 Los hechos de Josías fueron rectos a los ojos del Señor, pues siguió en todo
la conducta de David, su antepasado, sin desviarse de ella para nada.
Se
encuentra el libro de la Ley
3
En el año dieciocho del reinado de Josías, el rey envió al templo del Señor a
su cronista Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulam. Le dijo:
Dios
Habla Hoy (DHH)
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Hechos 21:18-36 Dios Habla Hoy (DHH)
18
Al día siguiente, Pablo fue con nosotros a visitar a Santiago, y allí estaban
también todos los ancianos. 19 Pablo los saludó, y luego les contó
detalladamente las cosas que Dios había hecho por medio de él entre los no
judíos. 20 Cuando lo oyeron, alabaron a Dios. Dijeron a Pablo:
—Bueno,
hermano, ya ves que entre los judíos hay muchos miles que han creído, y todos
ellos insisten en que es necesario seguir la ley de Moisés. 21 Y les han
informado que a todos los judíos que viven en el extranjero tú les enseñas que
deben renegar de la ley de Moisés, y les dices que no deben circuncidar a sus
hijos ni seguir nuestras costumbres. 22 ¿Qué hay de esto? Pues sin duda la
gente va a saber que has venido. 23 Lo mejor es que hagas lo siguiente: Hay
aquí, entre nosotros, cuatro hombres que tienen que cumplir una promesa. 24
Llévalos contigo, purifícate junto con ellos y paga sus gastos, para que ellos
puedan hacerse cortar el cabello. Así todos verán que no es cierto lo que les
han dicho de ti, sino que, al contrario, tú también obedeces la ley. 25 En
cuanto a los que no son judíos y han creído, ya les hemos escrito nuestra
decisión: no deben comer carne que haya sido ofrecida a los ídolos, ni sangre,
ni carne de animales estrangulados, y deben evitar los matrimonios prohibidos.
Arresto
de Pablo en el templo
26
Entonces Pablo se llevó a los cuatro hombres, y al día siguiente se purificó
junto con ellos; luego entró en el templo para avisar cuándo terminarían los
días del cumplimiento de la promesa, es decir, cuándo cada uno de ellos tendría
que presentar su ofrenda.
27
Estando ya por terminar los siete días, unos judíos de la provincia de Asia
vieron a Pablo en el templo y alborotaron a la gente. Se lanzaron contra Pablo,
28 gritando: «¡Israelitas, ayúdennos! Éste es el hombre que anda por todas
partes enseñando a la gente cosas que van contra nuestro pueblo, contra la ley
de Moisés y contra este templo. Además, ahora ha metido en el templo a unos
griegos, profanando este Lugar santo.»
29
Decían esto porque antes lo habían visto en la ciudad con Trófimo de Éfeso, y
pensaban que Pablo lo había llevado al templo.
30
Toda la ciudad se alborotó, y la gente llegó corriendo. Agarraron a Pablo y lo
arrastraron fuera del templo, cerrando inmediatamente las puertas. 31 Estaban a
punto de matarlo, cuando al comandante del batallón romano le llegó la noticia
de que toda la ciudad de Jerusalén se había alborotado. 32 El comandante reunió
a sus soldados y oficiales, y fue corriendo a donde estaba la gente. Cuando
vieron al comandante y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. 33 Entonces
el comandante se acercó, arrestó a Pablo y mandó que lo sujetaran con dos
cadenas. Después preguntó quién era y qué había hecho. 34 Pero unos gritaban
una cosa y otros otra, de modo que el comandante no podía aclarar nada a causa
del ruido que hacían; así que mandó llevarlo al cuartel. 35 Al llegar a las
gradas del cuartel, los soldados tuvieron que llevar a Pablo a cuestas, debido
a la violencia de la gente; 36 porque todos iban detrás, gritando: «¡Muera!»
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Salmos 150 Dios Habla Hoy (DHH)
Alabanza
universal a Dios
150
¡Aleluya!
¡Alaben
a Dios en su santuario!
¡Alábenlo
en su majestuosa bóveda celeste!
2
¡Alábenlo
por sus hechos poderosos!
¡Alábenlo
por su grandeza infinita!
3
¡Alábenlo
con toques de trompeta!
¡Alábenlo
con arpa y salterio!
4
¡Alábenlo
danzando al son de panderos!
¡Alábenlo
con flautas e instrumentos de cuerda!
5
¡Alábenlo
con platillos sonoros!
¡Alábenlo
con platillos vibrantes!
6
¡Que
todo lo que respira alabe al Señor!
¡Aleluya!
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Proverbios 18:9-10 Dios Habla Hoy
(DHH)
9
Los
perezosos y los destructores
¡hasta
hermanos resultan!
10
El
nombre del Señor es una torre poderosa
a
la que acuden los justos en busca de protección.
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