Día 182, DAB Español, Domingo 1 de Julio
2 Reyes 18:13-19:37; Hechos 21:1-17; Salmos 149; Proverbios 18:8 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
2
Reyes 18:13-19:37 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Senaquerib invade Judá (2 Cr 32,1)
13 El año décimo cuarto del reinado de Ezequías,
Senaquerib, el rey de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas
de Judá. 14 Entonces Ezequías, el rey de Judá, mandó a decir al rey de Asiria
que estaba en Laquis:
— He actuado mal. Retírate de aquí y yo te pagaré el
tributo que me impongas.
El rey de Asiria impuso a Ezequías, el rey de Judá, un
tributo de trescientos talentos de plata y treinta de oro. 15 Ezequías entregó
toda la plata que encontró en el Templo y en el tesoro del palacio real. 16 En
aquella ocasión, Ezequías arrancó del Templo del Señor las puertas y sus
marcos, que él mismo había recubierto de oro, y se los entregó al rey de
Asiria.
Asedio de Jerusalén (2 Cr 32,9-10.12; Is 36,2-22)
17 El rey de Asiria envió desde Laquis a Jerusalén al
general en jefe, al jefe de eunucos y al copero mayor con un importante
contingente de tropas a entrevistarse con el rey Ezequías. Ellos subieron y
llegaron a Jerusalén deteniéndose junto al canal de la alberca de arriba, en el
camino del campo del Batanero. 18 Llamaron al rey y salieron a recibirlos
Eliaquín, hijo de Jelcías, el mayordomo de palacio, acompañado del secretario
Sobná y Joaj, hijo de Asaf, que era el canciller. 19 El copero mayor les dijo:
— Comuniquen a Ezequías el mensaje del emperador, el
rey de Asiria: “¿En qué basas tu confianza? 20 ¿Piensas acaso que la estrategia
y el valor militar son meras palabras? ¿En quién confías para osar rebelarte
contra mí? 21 Veo que confías en Egipto, ese bastón de caña astillada, que se
clava y agujerea la mano de quien se apoya en él. Sólo eso es el faraón, el rey
de Egipto, para quienes confían en él. 22 Y si ustedes me dicen que confían en
el Señor, su Dios, ¿no es ese el Dios cuyos santuarios y altares demolió
Ezequías ordenando a Judá y a Jerusalén que sólo lo adoraran en el altar de
Jerusalén?”. 23 Haz, pues, una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: te daré
dos mil caballos si consigues otros tantos jinetes que los monten. 24 ¿Cómo te
atreves a rechazar a uno de los subordinados de mi señor, confiando en que
Egipto te va a suministrar carros y jinetes? 25 ¿Crees, además, que he venido a
destruir esta ciudad sin el consentimiento del Señor? Ha sido el Señor quien me
ha dicho: “Ataca y devasta este país”.
26 Eliaquín, el hijo de Jilquías, Sobná y Joaj
respondieron al copero mayor:
— Por favor, háblanos en arameo, que lo entendemos. No
nos hables en hebreo delante de la gente que está en la muralla.
27 Les contestó el copero mayor:
— ¿Acaso me ha enviado mi señor a comunicar este
mensaje sólo a tu señor y a ti? También he de transmitirlo a la gente que está
en la muralla y que acabará comiendo sus propios excrementos y bebiendo su
propia orina junto contigo.
28 Entonces el copero mayor se puso en pie y les dijo
en hebreo a voz en grito:
— Escuchen el mensaje del emperador, el rey de Asiria,
29 que dice esto: “No se dejen engañar por Ezequías, porque no podrá librarlos
de mi mano. 30 Que Ezequías no los haga confiar en Dios, diciendo: Estoy
convencido de que el Señor nos salvará y no entregará esta ciudad en poder del
rey de Asiria”. 31 No hagan caso a Ezequías, sino al rey de Asiria que les
dice: “Hagan la paz conmigo y ríndanse a mí; de esa manera cada cual podrá
seguir comiendo los frutos de su parra y de su higuera y podrá seguir bebiendo
agua de su pozo; 32 luego llegaré yo en persona y los llevaré a una tierra como
la de ustedes, una tierra de grano y de mosto, una tierra de mieses y viñas,
una tierra de aceite y miel, donde vivirán y no morirán”. Pero no hagan caso a
Ezequías, pues los engaña diciendo que el Señor los librará. 33 ¿Acaso los
dioses de otras naciones los han podido librar del poder del rey de Asiria? 34
¿Dónde están los dioses de Jamat y Arpad? ¿Dónde, los dioses de Sefarváin, Hená
y Evá? ¿Acaso fueron capaces de librar a Samaría de mi poder? 35 Si ninguno de
los dioses de esos países pudo librarlos de mi ataque, ¿piensan que el Señor
podrá librar a Jerusalén?
36 La gente se quedó callada sin responder palabra,
pues el rey les había ordenado que no le respondieran. 37 Entonces, el
mayordomo de palacio Eliaquín, hijo de Jelcías, el secretario Sobná y el
canciller Joaj, hijo de Asaf, se presentaron a Ezequías con las ropas rasgadas
y le transmitieron el mensaje del copero mayor.
Consulta al profeta Isaías (Is 37,1-9a)
19 Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus ropas, se
vistió de sayal y fue al Templo del Señor. 2 Al mismo tiempo envió al mayordomo
de palacio Jelcías, al secretario Sobná y a los sacerdotes más ancianos,
vestidos de sayal, a ver al profeta Isaías, hijo de Amós, 3 y a comunicarle lo
siguiente:
— Esto dice Ezequías: “Vivimos hoy momentos de
angustia, de castigo y de ignominia, como si el hijo fuera a nacer y la madre
no tuviera fuerzas para alumbrarlo. 4 Ojalá el Señor, tu Dios, haya escuchado
las palabras del copero mayor enviado por su amo, el rey de Asiria, para
insultar al Dios vivo, y lo castigue por esas palabras que el Señor, tu Dios,
ha oído. Por tu parte, intercede por el resto que aún subsiste”.
5 Los servidores del rey Ezequías fueron a ver al
profeta Isaías 6 que les dijo:
— Esto responderán a su señor: “Así dice el Señor: Que
no te asusten las palabras insultantes que has oído proferir a los oficiales
del rey de Asiria contra mí. 7 Yo mismo le voy a infundir un espíritu tal que,
al oír cierta noticia, tendrá que regresar a su país donde lo haré morir a
espada”.
8 Regresó el copero mayor y, al enterarse de que el
rey de Asiria se había retirado de Laquis para atacar Libná, fue allí a su
encuentro. 9 Y es que el rey de Asiria había oído que Tirhacá, el rey de
Etiopía, se había puesto en camino para plantarle batalla.
Nuevas amenazas de Senaquerib (2 Cr 37,9b-20)
Entonces, el rey de Asiria envió nuevos emisarios a
Ezequías con el siguiente mensaje:
10 — Digan a Ezequías, el rey de Judá: “Que no te
engañe tu Dios, en quien confías, asegurándote que Jerusalén no caerá en poder
del rey de Asiria. 11 Seguro que has oído cómo han tratado los reyes de Asiria
a todos los países que han consagrado al exterminio. ¿Y piensas que tú vas a
librarte? 12 ¿Salvaron sus dioses a las naciones que mis antepasados
destruyeron, a saber: Gozán, Jarán, Résef y los habitantes de Edén, en Telasar?
13 ¿Dónde están los reyes de Jamat, de Arpad, de Laír, de Sefarváin, de Ená y
de Evá?”.
14 Ezequías tomó la carta traída por los mensajeros y
la leyó. Luego subió al Templo, la abrió en presencia del Señor 15 y oró así:
— Señor, Dios de Israel, entronizado sobre querubines;
únicamente tú eres el Dios de todos los reinos del mundo. Tú has creado el
cielo y la tierra. 16 Presta oído, Señor, y escucha; abre los ojos, Señor, y
mira. Escucha las palabras que ha transmitido Senaquerib insultando con ellas
al Dios vivo. 17 Es cierto, Señor, que los reyes asirios han asolado a las
naciones y sus territorios, 18 arrojando sus dioses a las llamas y
destruyéndolos; claro que no eran dioses, sino obra de manos humanas fabricados
con madera y piedra. 19 Pero ahora, Señor, Dios nuestro, sálvanos de su poder,
para que todos los reinos del mundo reconozcan que únicamente tú eres, Dios, el
Señor.
Intervención de Isaías (Is 37,21-38)
20 Isaías, hijo de Amós, envió este mensaje a
Ezequías:
— Así dice el Señor, Dios de Israel: He escuchado la
súplica que me has dirigido a propósito de Senaquerib, el rey de Asiria. 21 Y
esta es la palabra que el Señor pronuncia contra él:
Te desprecia y se burla de ti
una simple muchacha,
la ciudad de Sión;
te hace mofa a tus espaldas
la ciudad de Jerusalén.
22 ¿A quién insultas e injurias?
¿Contra quién levantas tu voz,
alzando altanera la mirada?
¡Contra el Santo de Israel!
23 Por medio de tus mensajeros
has insultado al Señor, diciendo:
“Gracias a mis carros numerosos
he subido a las cumbres más altas,
al corazón del Líbano;
he talado sus cedros más esbeltos,
sus más escogidos cipreses;
me adentré en su lugar más oculto,
en sus bosques más espesos.
24 Alumbré y bebí aguas extranjeras;
sequé bajo la planta de mis pies
todos los ríos de Egipto”.
25 ¿Acaso no te has enterado
de que hace tiempo lo tengo decidido.
Lo he planeado desde antaño
y ahora lo llevo a término?
Voy a reducir a escombros
todas las ciudades fortificadas.
26 Sus habitantes, impotentes,
espantados y humillados,
son como hierba del campo,
como césped de pastizal,
como verdín de los tejados,
como mies agostada antes de sazón.
27 Sé bien cuándo te sientas,
conozco tus idas y venidas,
y cuándo te enfureces contra mí.
28 Puesto que ha llegado a mis oídos
tu furia y tu arrogancia contra mí,
pondré mi garfio en tu nariz
y mi argolla en tu hocico,
y te haré volver por el camino
por donde habías venido.
29 Y esto, Ezequías, te servirá de señal: este año
comerán lo que retoñe, y el siguiente, lo que nazca sin sembrar, pero el tercer
año sembrarán y cosecharán; plantarán viñas y comerán sus frutos. 30 El resto
superviviente de Judá volverá a echar raíces por abajo y a producir fruto por
arriba, 31 pues de Jerusalén saldrá un resto, y habrá supervivientes en el
monte Sión. El amor apasionado del Señor del universo lo cumplirá.
32 Por eso, así dice el Señor a propósito del rey de
Asiria:
No entrará en esta ciudad,
no disparará flechas contra ella,
no la cercará con escudos,
ni la asaltará con rampas.
33 Se volverá por donde vino
y no entrará en esta ciudad
—oráculo del Señor—.
34 Protegeré esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi servidor.
35 Aquella misma noche salió el enviado del Señor,
hirió a ciento ochenta mil hombres en el campamento asirio; al levantarse los
asirios por la mañana no había más que cadáveres. 36 Senaquerib, el rey de
Asiria, levantó el campamento, regresó a Nínive y se quedó allí. 37 Y un día,
mientras estaba orando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y
Saréser lo asesinaron y huyeron al país de Ararat. Su hijo Asaradón le sucedió
como rey.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Hechos
21:1-17 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Viaje de Pablo a Jerusalén
21 Después de separarnos de los hermanos, nos
embarcamos y, sin torcer el rumbo, llegamos a Cos. Al día siguiente tocamos
Rodas, y de allí fuimos a Patara 2 donde encontramos un barco que partía para
Fenicia. Tomamos pasaje en él y zarpamos. 3 Nos aproximamos luego a Chipre, que
dejamos a babor, para continuar rumbo a Siria. Poco después arribamos a Tiro,
donde la nave debía descargar sus mercancías. 4 Allí encontramos algunos
discípulos y nos quedamos durante una semana en su compañía. Impulsados por el Espíritu
Santo, los hermanos de Tiro aconsejaban a Pablo que desistiera de su viaje a
Jerusalén. 5 Pero, pasados aquellos días, nos dispusimos a seguir nuestra ruta.
Todos ellos, con sus mujeres y sus hijos, nos acompañaron hasta las afueras de
la ciudad. Allí, puestos de rodillas en la playa, oramos. 6 Tras intercambiar
saludos de despedida, subimos a bordo de la nave, y ellos regresaron a sus
casas.
7 De Tiro nos dirigimos a Tolemaida donde pusimos fin
a nuestra travesía. Saludamos allí a los hermanos y pasamos un día con ellos. 8
Marchamos al día siguiente a Cesarea y fuimos a ver a Felipe, el evangelista,
que era uno de los siete, y nos hospedamos en su casa. 9 Tenía Felipe cuatro
hijas solteras que poseían el don de profecía.
El profeta Agabo
10 Llevábamos ya varios días en Cesarea, cuando llegó
de Judea un profeta llamado Agabo. 11 Vino a vernos, tomó el cinturón de Pablo,
se ató con él los pies y las manos y dijo:
— Esto dice el Espíritu Santo: “Así atarán los judíos
en Jerusalén al dueño de este cinturón. Después lo entregarán en manos de
extranjeros”.
12 Al oír esto, tanto los creyentes de la localidad
como nosotros rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén. 13 Pero él respondió:
— ¿Por qué me desaniman con su llanto? Estoy dispuesto
no sólo a dejarme encadenar, sino a morir en Jerusalén por la causa de Jesús,
el Señor.
14 Y, como no había manera de disuadirlo, dejamos de
insistir, diciendo resignados:
— ¡Que se haga la voluntad del Señor!
15 Unos días más tarde, preparamos nuestro equipaje y
nos dirigimos a Jerusalén. 16 Nos acompañaron algunos discípulos de Cesarea,
quienes nos prepararon alojamiento en casa de Mnasón, un antiguo creyente
chipriota.
Pablo arrestado en Jerusalén (21,17—23,22)
Visita de Pablo a Santiago
17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos
recibieron con alegría.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
149 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 149
Que Israel se regocije en su creador
149 ¡Aleluya!
Canten al Señor un cántico nuevo,
alábenlo en la asamblea de los fieles.
2 Que Israel se regocije en su creador,
que los hijos de Sión se gocen en su rey.
3 Que alaben su nombre entre danzas,
que le canten con cítara y pandero,
4 porque el Señor ama a su pueblo,
a los humildes honra con la victoria.
5 Que los fieles exulten triunfantes,
que en sus lechos griten de alegría,
6 con himnos a Dios en sus gargantas
y espadas de dos filos en sus manos;
7 se vengarán así de las naciones,
castigarán a los pueblos,
8 apresarán a sus reyes con grilletes,
a sus poderosos con cadenas de hierro.
9 Se cumplirá de este modo la sentencia escrita,
y será un honor para todos sus fieles.
¡Aleluya!
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
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Proverbios
18:8 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
8 Las palabras del calumniador son golosinas
que penetran hasta lo más profundo.
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