Día 168, DAB Español, Domingo 17 de Junio
1 Reyes 18:1-46; Hechos 11:1-30; Salmos 135; Proverbios 17:12-13 (Reina-Valera 1995 (RVR1995))
1
Reyes 18 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Elías regresa a ver a Acab
18 Pasó mucho tiempo, y tres años después, llegó
palabra de Jehová a Elías, diciendo: «Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover
sobre la faz de la tierra.»
2 Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. En Samaria el
hambre era grave. 3 Acab llamó a Abdías, su mayordomo. Abdías era muy temeroso
de Jehová, 4 pues cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó
a cien profetas y los escondió en cuevas de cincuenta en cincuenta, y los
sustentó con pan y agua. 5 Dijo, pues, Acab a Abdías:
—Ve por el país a todas las fuentes de aguas y a todos
los arroyos, a ver si acaso encontramos pasto con que conservar con vida a los
caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.
6 Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab
fue por un camino y Abdías fue solo por otro. 7 Cuando Abdías iba por el
camino, se encontró con Elías. Al reconocerlo, se postró sobre su rostro y
dijo:
—¿No eres tú Elías, mi señor?
8 —Yo soy; ve y dile a tu amo: “Aquí está Elías” —le
respondió él.
9 Abdías contestó:
—¿En qué he pecado para que entregues a tu siervo en
manos de Acab para que me mate? 10 ¡Vive Jehová, tu Dios!, que no ha habido
nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y cuando
respondían: “No está aquí”, hacía jurar a reinos y a naciones que no te habían
hallado. 11 ¿Y ahora tú dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Aquí está Elías’”? 12
Acontecerá que luego de que yo me haya ido, el espíritu de Jehová te llevará
adonde yo no sepa. Y cuando yo vaya a dar la noticia a Acab, él no te hallará y
me matará. Pero tu siervo teme a Jehová desde su juventud. 13 ¿No le han
contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová,
que escondí en cuevas a cien de los profetas de Jehová, de cincuenta en
cincuenta, y los mantuve con pan y agua? 14 Y ahora dices tú: “Ve y dile a tu
amo: ‘Aquí está Elías’”. ¿Quieres que me mate?
15 Elías le dijo:
—¡Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia
estoy!, que hoy me presentaré ante él.
16 Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, le dio
el aviso, y Acab fue a encontrarse con Elías. 17 Cuando lo vio, le dijo:
—¿Eres tú el que perturbas a Israel?
18 Él respondió:
—Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu
padre, al abandonar los mandamientos de Jehová y seguir a los baales. 19 Manda,
pues, ahora a que todo Israel se congregue en el monte Carmelo, con los
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera,
que comen de la mesa de Jezabel.
Elías y los profetas de Baal
20 Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió
a los profetas en el monte Carmelo. 21 Entonces Elías, acercándose a todo el
pueblo, dijo:
—¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos
pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él.
Y el pueblo no respondió palabra. 22 Elías siguió
hablándole al pueblo:
—Sólo yo he quedado como profeta de Jehová, mientras
que de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. 23 Dénsenos,
pues, dos bueyes, y escojan ellos uno; córtenlo en pedazos y pónganlo sobre
leña, pero que no le prendan fuego. Yo prepararé el otro buey, lo pondré sobre
leña, y tampoco le prenderé fuego. 24 Invocad luego vosotros el nombre de
vuestros dioses; yo invocaré el nombre de Jehová. El Dios que responda por
medio del fuego, ése es Dios.
—Bien dicho —respondió todo el pueblo.
25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal:
«Escoged un buey y preparadlo vosotros primero, pues
sois los más. Invocad luego el nombre de vuestros dioses, pero no le prendáis
fuego.»
26 Ellos tomaron el buey que les fue dado y lo
prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía.
Decían: «¡Baal, respóndenos!» Pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien
respondiera; entre tanto, ellos seguían saltando alrededor del altar que habían
hecho. 27 Hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos diciendo: «Gritad con
voz más fuerte, porque es un dios. Quizá esté meditando, o tenga algún trabajo,
o se haya ido de viaje. ¡Tal vez esté durmiendo y haya que despertarlo!»
28 Seguían ellos clamando a gritos, y se hacían
cortes, conforme a su costumbre, con cuchillos y con lancetas, hasta que les
chorreaba la sangre. 29 Pasó el mediodía y ellos siguieron gritando
frenéticamente hasta la hora de ofrecer el sacrificio, pero no se escuchó
ninguna voz, ni hubo quien respondiera ni escuchara. 30 Entonces dijo Elías a
todo el pueblo: «Acercaos a mí.»
Todo el pueblo se le acercó, y Elías arregló el altar
de Jehová que estaba arruinado. 31 Tomó doce piedras, conforme al número de las
tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová
diciendo: «Israel será tu nombre», 32 y edificó con las piedras un altar al
nombre de Jehová. Después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran
dos medidas de grano. 33 Preparó la leña, cortó el buey en pedazos, lo puso
sobre la leña, 34 y dijo: «Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre el
holocausto y sobre la leña.»
«Hacedlo otra vez», dijo; y lo hicieron otra vez.
«Hacedlo la tercera vez», dijo de nuevo; y lo hicieron
la tercera vez, 35 de manera que el agua corría alrededor del altar, y también
se había llenado de agua la zanja.
36 Cuando llegó la hora de ofrecer el holocausto, se
acercó el profeta Elías y dijo: «Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel,
sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que por
mandato tuyo he hecho todas estas cosas. 37 Respóndeme, Jehová, respóndeme,
para que conozca este pueblo que tú, Jehová, eres el Dios, y que tú haces que
su corazón se vuelva a ti.»
38 Entonces cayó fuego de Jehová y consumió el
holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y hasta lamió el agua que estaba
en la zanja. 39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: «¡Jehová es el
Dios, Jehová es el Dios!»
40 Entonces Elías les dijo: «Apresad a los profetas de
Baal para que no escape ninguno.»
Ellos los apresaron y Elías los condujo al arroyo
Cisón y allí los degolló.
Oración de Elías pidiendo lluvia
41 Entonces Elías dijo a Acab: «Sube, come y bebe;
porque ya se oye el ruido de la lluvia.»
42 Acab subió a comer y a beber. Pero Elías subió a la
cumbre del Carmelo y, postrándose en tierra, puso el rostro entre las rodillas.
43 Luego dijo a su criado:
—Sube ahora y mira hacia el mar.
Él subió, miró y dijo:
—No hay nada.
Pero Elías le ordenó de nuevo:
—Vuelve siete veces.
44 A la séptima vez el criado dijo:
—Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un
hombre, que sube del mar.
Elías dijo:
—Ve y dile a Acab: “Unce tu carro y desciende, para
que la lluvia no te lo impida.”
45 Entre tanto, aconteció que los cielos se
oscurecieron con nubes y viento, y hubo un gran aguacero. Subió a su carro Acab
y se fue a Jezreel. 46 Pero la mano de Jehová estaba sobre Elías, que se ciñó
la cintura y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
Copyright
© 1995 by United Bible Societies
Hechos
11 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén
11 Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en
Judea que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. 2 Por eso,
cuando Pedro subió a Jerusalén, discutían con él los que eran de la
circuncisión, 3 diciendo:
—¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos
y has comido con ellos?
4 Entonces comenzó Pedro a contarles de forma ordenada
lo sucedido, diciendo:
5 —Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y tuve en
éxtasis una visión: algo semejante a un gran lienzo suspendido por las cuatro
puntas, que bajaba del cielo y llegaba hasta mí. 6 Cuando fijé los ojos en él,
consideré y vi cuadrúpedos terrestres, fieras, reptiles y aves del cielo. 7 Y
oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come.” 8 Yo dije: “Señor,
no; porque ninguna cosa común o impura entró jamás en mi boca.” 9 Entonces la
voz me respondió del cielo por segunda vez: “Lo que Dios limpió, no lo llames
tú común.” 10 Esto se repitió tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al
cielo. 11 En aquel instante llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba,
enviados a mí desde Cesarea. 12 Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin
dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un
hombre, 13 quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel que, puesto en
pie, le dijo: “Envía hombres a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por
sobrenombre Pedro; 14 él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú y
toda tu casa.” 15 Cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos,
como también sobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de lo dicho por
el Señor, cuando dijo: “Juan ciertamente bautizó en agua, pero vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo.” 17 Si Dios, pues, les concedió también el
mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo
que pudiera estorbar a Dios?
18 Entonces, oídas estas cosas, callaron y
glorificaron a Dios, diciendo:
—¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios
arrepentimiento para vida!
La iglesia en Antioquía
19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa
de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre
y Antioquía, sin hablar a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. 20 Pero
había entre ellos unos de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en
Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor
Jesús. 21 Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se
convirtió al Señor.
22 Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la
iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé para que fuera hasta
Antioquía. 23 Éste, cuando llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó y exhortó
a todos a que con propósito de corazón permanecieran fieles al Señor. 24 Era un
varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada
al Señor.
25 Después fue Bernabé a Tarso en busca de Saulo; y
cuando lo halló, lo llevó a Antioquía. 26 Se congregaron allí todo un año con
la iglesia, y enseñaron a mucha gente. A los discípulos se les llamó cristianos
por primera vez en Antioquía.
27 En aquellos días, unos profetas descendieron de
Jerusalén a Antioquía. 28 Y levantándose uno de ellos llamado Agabo, daba a
entender por el Espíritu que vendría una gran hambre en toda la tierra
habitada; la cual sobrevino en tiempo de Claudio. 29 Entonces los discípulos,
cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar un socorro a los hermanos
que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los
ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
Copyright
© 1995 by United Bible Societies
Salmos
135 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
La grandeza del Señor y la vanidad de los ídolos
¡Aleluya!
135 ¡Alabad el nombre de Jehová!
Alabadlo, siervos de Jehová,
2 los que estáis en la casa de Jehová,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
3 Alabad a Jah, porque él es bueno;
cantad salmos a su nombre, porque él es benigno,
4 porque Jah ha escogido a Jacob para sí,
a Israel por posesión suya.
5 Yo sé, ciertamente, que Jehová es grande,
y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses.
6 Todo lo que Jehová quiere, lo hace,
en los cielos y en la tierra,
en los mares y en todos los abismos.
7 Hace subir las nubes de los extremos de la tierra;
hace los relámpagos para la lluvia;
saca de sus depósitos los vientos.
8 Él es quien hizo morir a los primogénitos de Egipto,
desde el hombre hasta la bestia.
9 Envió señales y prodigios en medio de ti, Egipto,
contra el faraón y contra todos sus siervos.
10 Destruyó a muchas naciones
y mató a reyes poderosos:
11 A Sehón, rey amorreo,
a Og, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
12 Y dio la tierra de ellos en heredad,
en heredad a Israel su pueblo.
13 ¡Jehová, eterno es tu nombre;
tu memoria, Jehová, de generación en generación!
14 Jehová juzgará a su pueblo
y se compadecerá de sus siervos.
15 Los ídolos de las naciones son plata y oro,
obra de manos de hombres.
16 Tienen boca y no hablan;
tienen ojos y no ven;
17 tienen orejas y no oyen;
tampoco hay aliento en sus bocas.
18 Semejantes a ellos son los que los hacen
y todos los que en ellos confían.
19 Casa de Israel, ¡bendecid a Jehová!
Casa de Aarón, ¡bendecid a Jehová!
20 Casa de Leví, ¡bendecid a Jehová!
Los que teméis a Jehová, ¡bendecid a Jehová!
21 Desde Sión sea bendecido Jehová,
que mora en Jerusalén.
¡Aleluya!
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
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© 1995 by United Bible Societies
Proverbios
17:12-13 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
12 Mejor es toparse con una osa privada de sus
cachorros
que con un fatuo en su necedad.
13 Al que da mal por bien,
el mal no se apartará de su casa.
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
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© 1995 by United Bible Societies
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