Día 173, DAB Español, Viernes 22 de Junio
2 Reyes 3:1-4:17; Hechos 14:8-28; Salmos 140; Proverbios 17:22 (Reina-Valera 1995 (RVR1995))
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Reyes 3:1-4:17 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Reinado de Joram de Israel
3 Joram hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre
Israel en el año dieciocho de Josafat, rey de Judá. Reinó doce años. 2 Pero
hizo lo malo a los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su madre, pues
quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho. 3 No obstante, se entregó
a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se
apartó de ellos.
Eliseo predice la victoria sobre Moab
4 Mesa, rey de Moab, era propietario de ganados y
pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con su lana. 5
Pero cuando Acab murió, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. 6
Salió entonces de Samaria el rey Joram y pasó revista a todo Israel. 7 Fue y
envió a decir a Josafat, rey de Judá: «El rey de Moab se ha rebelado contra mí:
¿quieres venir conmigo a la guerra contra Moab?»
El rey de Judá respondió: «Iré, porque yo soy como tú,
mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos.» 8 Y añadió: «¿Por qué
camino iremos?»
Joram respondió: «Por el camino del desierto de Edom.»
9 Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá y
el rey de Edom. Como tuvieron que dar un rodeo por el desierto, a los siete
días de camino les faltó agua para el ejército y para las bestias que los
seguían. 10 Entonces el rey de Israel dijo:
—¡Ah! Jehová ha llamado a estos tres reyes para
entregarlos en manos de los moabitas.
11 Pero Josafat dijo:
—¿Acaso no hay aquí profeta de Jehová para que
consultemos a Jehová por medio de él?
Uno de los siervos del rey de Israel dijo:
—Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías.
12 —Éste tendrá palabra de Jehová —afirmó Josafat.
El rey de Israel, Josafat y el rey de Edom
descendieron hacia donde él estaba. 13 Pero Eliseo dijo al rey de Israel:
—¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡Vete a los profetas
de tu padre y a los profetas de tu madre!
El rey de Israel le respondió:
—No, porque Jehová ha reunido a estos tres reyes para
entregarlos en manos de los moabitas.
14 Eliseo dijo:
—¡Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy!,
que si no sintiera respeto por Josafat, rey de Judá, no te miraría a ti ni te
vería. 15 Pero ahora traedme un músico.
Mientras el músico tocaba, la mano de Jehová se posó
sobre Eliseo, 16 quien dijo: «Así ha dicho Jehová: “Haced en este valle muchos
estanques.” 17 Porque así dice Jehová: “No veréis viento, ni veréis lluvia,
pero este valle se llenará de agua y beberéis vosotros, vuestras bestias y
vuestros ganados.” 18 Y como esto es poca cosa a los ojos de Jehová, él
entregará también a los moabitas en vuestras manos. 19 Destruiréis toda ciudad
fortificada y toda villa hermosa, talaréis todo buen árbol, cegaréis todas las
fuentes de aguas y destruiréis con piedras toda tierra fértil.»
20 Aconteció, pues, que a la mañana, cuando se ofrece
el sacrificio, de la parte de Edom vinieron las aguas y la tierra se inundó. 21
Al enterarse todos los de Moab que los reyes subían a pelear contra ellos, se
juntaron desde los que apenas podían ceñir armadura en adelante, y se pusieron
en la frontera. 22 Cuando se levantaron por la mañana y brilló el sol sobre las
aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre 23 y dijeron:
«¡Esto es sangre derramada a espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro y
cada uno ha dado muerte a su compañero. Conque ¡al botín, Moab!»
24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se
levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron ante
ellos. Entonces los persiguieron, mataron a los de Moab, 25 asolaron las
ciudades y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra y las
llenaron. Cegaron también todas las fuentes de las aguas y derribaron todos los
buenos árboles. Sólo quedó en pie la ciudad de Kir-hareset, pero los honderos
la rodearon y la destruyeron.
26 Cuando el rey de Moab vio que lo vencían en la
batalla, tomó consigo setecientos hombres que manejaban espada para atacar al
rey de Edom; pero no pudieron hacerlo. 27 Entonces tomó a su primogénito, que
había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Esto provocó
tan gran enojo contra Israel, que se alejaron de allí y regresaron a su tierra.
El aceite de la viuda
4 Una de las mujeres de los hijos de los profetas
clamó a Eliseo diciendo:
—Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu
siervo era temeroso de Jehová. Pero el acreedor ha venido para llevarse a dos
hijos míos como siervos.
2 Eliseo le dijo:
—¿Qué puedo yo hacer por ti? Dime qué tienes en tu
casa.
Ella respondió:
—Tu sierva no tiene ninguna cosa en la casa, sino una
vasija de aceite.
3 Él le dijo:
—Ve y pídeles vasijas prestadas a todos tus vecinos,
vasijas vacías, todas las que puedas conseguir. 4 Luego entra y enciérrate
junto a tus hijos. Ve llenando todas las vasijas y poniendo aparte las que
estén llenas.
5 Se fue la mujer y se encerró con sus hijos. Ellos le
traían las vasijas y ella echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron
llenas, dijo a uno de sus hijos:
—Tráeme otras vasijas.
—No hay más vasijas —respondió él.
Entonces cesó el aceite. 7 Ella fue a contárselo al hombre
de Dios, el cual dijo:
—Ve, vende el aceite y paga a tus acreedores; tú y tus
hijos vivid de lo que quede.
Eliseo y la sunamita
8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por
Sunem, y una mujer importante que allí vivía le invitó insistentemente a que se
quedara a comer. Cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. 9
Entonces la mujer dijo a su marido:
—Mira, yo sé que este que siempre pasa por nuestra
casa es un santo hombre de Dios. 10 Te ruego que hagamos un pequeño aposento de
paredes, pongamos allí una cama, una mesa, una silla y un candelabro, para que
cuando él venga a visitarnos, se quede en él.
11 Aconteció que un día vino él por allí, se quedó en
aquel aposento y allí durmió. 12 Entonces dijo a Giezi, su criado:
—Llama a esta sunamita.
El criado la llamó, y cuando ella se presentó ante él,
13 Eliseo dijo a Giezi:
—Dile: “Ciertamente te has mostrado solícita hacia
nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que
hable por ti al rey, o al general del ejército?”
—Yo habito en medio de mi pueblo —respondió ella.
14 —¿Qué, pues, haremos por ella? —dijo él.
Y Giezi respondió:
—Ella no tiene hijos y su marido es viejo.
15 —Llámala —dijo Eliseo.
Él la llamó y ella se paró en la puerta. 16 Entonces
Eliseo le dijo:
—El año que viene, por este tiempo, sostendrás un hijo
en tus brazos.
Ella dijo:
—No, señor mío, varón de Dios, no te burles de tu
sierva.
17 Al año siguiente, la mujer concibió y dio a luz un
hijo, en el tiempo que Eliseo le había dicho.
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
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Hechos
14:8-28 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Pablo es apedreado en Listra
8 Cierto hombre de Listra estaba sentado,
imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9 Éste
oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos y viendo que tenía fe para
ser sanado, 10 dijo a gran voz:
—¡Levántate derecho sobre tus pies!
Él
saltó y anduvo.
11 Entonces la gente, al ver lo que Pablo había hecho,
alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: «¡Dioses con la semejanza de hombres
han descendido a nosotros!»
12 A Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio,
porque éste era el que llevaba la palabra. 13 El sacerdote de Júpiter, cuyo
templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las
puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14 Cuando
lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas y se lanzaron entre
la multitud, gritando 15 y diciendo:
—¿Por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres
semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis
al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay.
16 En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar por sus propios
caminos; 17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien,
dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de
alegría nuestros corazones.
18 Pero aun diciendo estas cosas, difícilmente
lograban impedir que la multitud les ofreciera sacrificio.
19 Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de
Iconio que persuadieron a la multitud; apedrearon a Pablo y lo arrastraron
fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20 Pero estando rodeado por los
discípulos, se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente salió con Bernabé
para Derbe.
21 Después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y
de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, 22
confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que permanecieran en
la fe y diciéndoles: «Es necesario que a través de muchas tribulaciones
entremos en el reino de Dios.» 23 Constituyeron ancianos en cada iglesia y,
después de orar y de ayunar, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Regreso a Antioquía de Siria
24 Pasando por Pisidia vinieron a Panfilia. 25
Predicaron la palabra en Perge y luego descendieron a Atalia. 26 De allí
navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para
la obra que habían cumplido. 27 Al llegar, reunieron a la iglesia y les
refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos y cómo había abierto
la puerta de la fe a los gentiles. 28 Se quedaron allí mucho tiempo con los
discípulos.
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
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Salmos 140 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Súplica de protección contra los perseguidores
Al músico principal. Salmo de David
140 Líbrame, Jehová, del hombre malo;
guárdame de hombres violentos,
2 los cuales maquinan males en el corazón
y cada día provocan contiendas.
3 Aguzan su lengua como una serpiente;
veneno de víbora hay debajo de sus labios. Selah
4 Guárdame, Jehová, de manos del impío;
líbrame de hombres injuriosos,
que han planeado trastornar mis pasos.
5 Me han tendido lazo y cuerdas los soberbios;
han tendido red junto a la senda;
me han puesto lazos. Selah
6 He dicho a Jehová: «Dios mío eres tú;
escucha, Jehová, la voz de mis ruegos.
7 Jehová, Señor, potente salvador mío,
tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de la
batalla.»
8 No concedas, Jehová, al impío sus deseos;
no saques adelante sus pensamientos,
para que no se ensoberbezca. Selah
9 En cuanto a los que por todas partes me rodean,
la maldad de sus propios labios cubrirá sus cabezas.
10 Caerán sobre ellos brasas,
serán echados en el fuego,
en abismos profundos de donde no escaparán.
11 El hombre deslenguado no será firme en la tierra;
el mal cazará al hombre injusto para derribarlo.
12 Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del
afligido
y el derecho de los necesitados.
13 Ciertamente los justos alabarán tu nombre;
¡los rectos morarán en tu presencia!
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
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Proverbios
17:22 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
22 El corazón alegre es una buena medicina,
pero el espíritu triste seca los huesos.
Reina-Valera
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