Día 158, DAB Español, Jueves 7 de Junio
1 Reyes 2:1-3:2; Hechos 5:1-42; Salmos 125; Proverbios 16:25 (Reina-Valera 1960 (RVR1960))
1
Reyes 2:1-3:2 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Mandato de David a Salomón
2 Llegaron los
días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo:
2 Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate,
y sé hombre.
3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en
sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus
testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que
prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;
4 para que confirme Jehová la palabra que me habló,
diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad,
de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el
trono de Israel.
5 Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia,
lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a
Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la
sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre
sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.
6 Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás
descender sus canas al Seol en paz.
7 Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás
misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron de
esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu hermano.
8 También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de
Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo
iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por
Jehová diciendo: Yo no te mataré a espada.
9 Pero ahora no lo absolverás; pues hombre sabio eres,
y sabes cómo debes hacer con él; y harás descender sus canas con sangre al
Seol.
Muerte de David
(1 Cr. 29. 26-30)
10 Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en
su ciudad.
11 Los días que reinó David sobre Israel fueron
cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en
Jerusalén.
12 Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y
su reino fue firme en gran manera.
Salomón afirma su reino
13 Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé
madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Es tu venida de paz? El respondió: Sí, de
paz.
14 En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y
ella dijo: Di.
15 El dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo
Israel había puesto en mí su rostro para que yo reinara; mas el reino fue
traspasado, y vino a ser de mi hermano, porque por Jehová era suyo.
16 Ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y
ella le dijo: Habla.
17 El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey
Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag sunamita por mujer.
18 Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.
19 Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por
Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a
sentarse en su trono, e hizo traer una silla para su madre, la cual se sentó a
su diestra.
20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti;
no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.
21 Y ella dijo: Dése Abisag sunamita por mujer a tu
hermano Adonías.
22 El rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Por
qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino;
porque él es mi hermano mayor, y ya tiene también al sacerdote Abiatar, y a
Joab hijo de Sarvia.
23 Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me
haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras.
24 Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y
me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como
me había dicho, que Adonías morirá hoy.
25 Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía
hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.
26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot,
a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto
has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David mi padre, y además has
sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre.
27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de
Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la
casa de Elí en Silo.
28 Y vino la noticia a Joab; porque también Joab se
había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab
al tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar.
29 Y se le hizo saber a Salomón que Joab había huido
al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a
Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él.
30 Y entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo:
El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía
volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así dijo Joab, y así me respondió.
31 Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y
entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha
derramado injustamente.
32 Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza;
porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los
cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner,
general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército
de Judá.
33 La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza
de Joab, y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; mas sobre David y
sobre su descendencia, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente
paz de parte de Jehová.
34 Entonces Benaía hijo de Joiada subió y arremetió
contra él, y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.
35 Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada
sobre el ejército, y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.
36 Después envió el rey e hizo venir a Simei, y le
dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y mora ahí, y no salgas de allí a una
parte ni a otra;
37 porque sabe de cierto que el día que salieres y
pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu
cabeza.
38 Y Simei dijo al rey: La palabra es buena; como el
rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén
muchos días.
39 Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos
de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei,
diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.
40 Entonces Simei se levantó y ensilló su asno y fue a
Aquis en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos
de Gat.
41 Luego fue dicho a Salomón que Simei había ido de
Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.
42 Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le
dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te protesté diciendo: El día que
salieres y fueres acá o allá, sabe de cierto que morirás? Y tú me dijiste: La
palabra es buena, yo la obedezco.
43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de
Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?
44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal,
el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová,
pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza.
45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David
será firme perpetuamente delante de Jehová.
46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el
cual salió y lo hirió, y murió.
Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.
Salomón se casa con la hija de Faraón
3 Salomón hizo
parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón, y la trajo a
la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de
Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.
2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares
altos; porque no había casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos
tiempos.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en
América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Hechos
5 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Ananías y Safira
5 Pero cierto
hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,
2 y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer;
y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.
3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu
corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la
heredad?
4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no
estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los
hombres, sino a Dios.
5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino
un gran temor sobre todos los que lo oyeron.
6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y
sacándolo, lo sepultaron.
7 Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que
entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
8 Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto
la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.
9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al
Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu
marido, y te sacarán a ti.
10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y
cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron
junto a su marido.
11 Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre
todos los que oyeron estas cosas.
Muchas señales y maravillas
12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas
señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de
Salomón.
13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con
ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.
14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran
número así de hombres como de mujeres;
15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los
ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese
sobre alguno de ellos.
16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a
Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran
sanados.
Pedro y Juan son perseguidos
17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los
que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;
18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la
cárcel pública.
19 Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las
puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:
20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al
pueblo todas las palabras de esta vida.
21 Habiendo oído esto, entraron de mañana en el
templo, y enseñaban.
Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban
con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel,
y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
22 Pero cuando llegaron los alguaciles, no los
hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso,
23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado
cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas
cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.
24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el
jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué
vendría a parar aquello.
25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí,
los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
26 Entonces fue el jefe de la guardia con los
alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el
pueblo.
27 Cuando los trajeron, los presentaron en el
concilio, y el sumo sacerdote les preguntó,
28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no
enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra
doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.
29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es
necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien
vosotros matasteis colgándole en un madero.
31 A éste, Dios ha exaltado con su diestra por
Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y
también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
33 Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían
matarlos.
34 Entonces levantándose en el concilio un fariseo
llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que
sacasen fuera por un momento a los apóstoles,
35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por
vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres.
36 Porque antes de estos días se levantó Teudas,
diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos
hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y
reducidos a nada.
37 Después de éste, se levantó Judas el galileo, en
los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y
todos los que le obedecían fueron dispersados.
38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y
dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
39 mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis
tal vez hallados luchando contra Dios.
40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles,
después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y
los pusieron en libertad.
41 Y ellos salieron de la presencia del concilio,
gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del
Nombre.
42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no
cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en
América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Salmos
125 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Dios protege a su pueblo
Cántico gradual.
125 Los que
confían en Jehová son como el monte de Sion,
Que no se
mueve, sino que permanece para siempre.
2 Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,
Así Jehová está alrededor de su pueblo
Desde ahora y para siempre.
3 Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la
heredad de los justos;
No sea que extiendan los justos sus manos a la
iniquidad.
4 Haz bien, oh Jehová, a los buenos,
Y a los que son rectos en su corazón.
5 Mas a los que se apartan tras sus perversidades,
Jehová los llevará con los que hacen iniquidad;
Paz sea sobre Israel.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en
América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Proverbios
16:25 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
25 Hay camino que parece derecho al hombre,
Pero su fin es camino de muerte.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en
América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
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