Sunday, June 24, 2018

DAB Español, Lunes 25 de Junio

Día 176, DAB Español, Lunes 25 de Junio

2 Reyes 8:1-9:15; Hechos 16:16-40; Salmos 143; Proverbios 17:26 (Nueva Versión Internacional (NVI))






2 Reyes 8:1-9:15 Nueva Versión Internacional (NVI)
La sunamita recupera su terreno
8 Ahora bien, Eliseo le había dicho a la mujer a cuyo hijo él había revivido: «Anda, vete con tu familia a vivir donde puedas, porque el Señor ha ordenado que haya una gran hambre en el país, y que esta dure siete años». 2 La mujer se dispuso a seguir las instrucciones del hombre de Dios y se fue con su familia al país de los filisteos, donde se quedó siete años.

3 Al cabo de los siete años, cuando regresó del país de los filisteos, la mujer fue a rogarle al rey que le devolviera su casa y sus tierras. 4 En esos momentos el rey estaba hablando con Guiezi, el criado del hombre de Dios, y le había dicho: «Cuéntame todas las maravillas que ha hecho Eliseo». 5 Y precisamente cuando Guiezi le contaba al rey que Eliseo había revivido al niño muerto, la madre llegó para rogarle al rey que le devolviera su casa y sus tierras. Así que Guiezi dijo:

―Mi señor y rey, esta es la mujer, y este es el hijo que Eliseo revivió.

6 El rey le hizo preguntas a la mujer, y ella se lo contó todo. Entonces el rey le ordenó a un funcionario[a] que se encargara de ella y le dijo:

―Devuélvele todo lo que le pertenecía, incluso todas las ganancias que hayan producido sus tierras, desde el día en que salió del país hasta hoy.

Jazael, rey de Siria
7 Luego Eliseo se fue a Damasco. Ben Adad, rey de Siria, estaba enfermo y, cuando le avisaron que el hombre de Dios había llegado, 8 le ordenó a Jazael: «Llévale un regalo al hombre de Dios. Cuando lo veas, consulta al Señor por medio de él para saber si me voy a recuperar de esta enfermedad».

9 Jazael fue a ver a Eliseo, y como regalo le llevó de las mejores mercancías de Damasco, cargadas en cuarenta camellos. Cuando llegó, se presentó ante él y le dijo:

―Ben Adad, rey de Siria, su servidor,[b] me ha enviado para preguntarle si él se va a recuperar de su enfermedad.

10 Eliseo respondió:

―Ve y dile que[c] sobrevivirá a esa enfermedad, aunque el Señor me ha revelado que de todos modos va a morir.

11 Luego Eliseo se quedó mirándolo fijamente, hasta que Jazael se sintió incómodo.[d] Entonces el hombre de Dios se echó a llorar.

12 ―¿Por qué llora mi señor? —le preguntó Jazael.

―Porque yo sé bien que vas a causarles mucho daño a los israelitas —respondió—. Vas a incendiar sus fortalezas, y a matar a sus jóvenes a filo de espada; despedazarás a los niños y les abrirás el vientre a las mujeres embarazadas.

13 Jazael exclamó:

―¡Qué es este servidor de usted sino un pobre perro! ¿Cómo es posible que haga tal cosa?

Entonces Eliseo le declaró:

―El Señor me ha revelado que vas a ser rey de Siria.

14 Jazael se despidió de Eliseo y regresó para presentarse ante su rey. Cuando Ben Adad le preguntó qué le había dicho Eliseo, Jazael le respondió:

―Me dijo que usted sobrevivirá a su enfermedad.

15 Pero al día siguiente tomó una colcha y, empapándola en agua, le tapó la cara al rey hasta asfixiarlo. Así fue como Jazael usurpó el trono.

Jorán, rey de Judá
16 En el quinto año del reinado de Jorán hijo de Acab, rey de Israel y contemporáneo de Josafat, rey de Judá, Jorán hijo de Josafat ascendió al trono de Judá. 17 Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años. 18 Jorán hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, como lo había hecho la familia de Acab, y llegó incluso a casarse con la hija de Acab. 19 Pero el Señor no quiso destruir a Judá por consideración a su siervo David, pues le había prometido mantener encendida para siempre una lámpara para él y sus descendientes.

20 En tiempos de Jorán, los edomitas se sublevaron contra Judá y se nombraron su propio rey. 21 Por lo tanto, Jorán marchó sobre Zaír con todos sus carros de combate. Los edomitas cercaron a Jorán y a los capitanes de los carros, pero durante la noche Jorán logró abrirse paso; sin embargo, su ejército se dispersó.[e] 22 Desde entonces Edom ha estado en rebelión contra Judá, al igual que la ciudad de Libná, que en ese mismo tiempo se sublevó.

23 Los demás acontecimientos del reinado de Jorán, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 24 Cuando murió, fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Ocozías lo sucedió en el trono.

Ocozías, rey de Judá
25 En el año duodécimo de Jorán hijo de Acab, rey de Israel, Ocozías hijo de Jorán ascendió al trono de Judá. 26 Tenía veintidós años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén un año. Su madre era Atalía, nieta[f] de Omrí, rey de Israel. 27 Ocozías hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de la familia de Acab, con la que estaba emparentado.

28 Ocozías, junto con Jorán hijo de Acab, marchó hacia Ramot de Galaad para hacerle guerra a Jazael, rey de Siria, pero en la batalla los sirios hirieron a Jorán. 29 Por eso el rey Jorán tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en Ramot,[g] cuando luchó contra Jazael, rey de Siria. Como Jorán hijo de Acab convalecía en Jezrel, Ocozías hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitarlo.

Jehú ungido rey de Israel
9 Un día, el profeta Eliseo llamó a un miembro de la comunidad de los profetas. «Arréglate la ropa para viajar —le ordenó—. Toma este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad. 2 Cuando llegues, busca a Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi. Ve adonde esté, apártalo de sus compañeros y llévalo a un cuarto. 3 Toma entonces el frasco, derrama el aceite sobre su cabeza y declárale: “Así dice el Señor: ‘Ahora te unjo como rey de Israel’. Luego abre la puerta y huye; ¡no te detengas!»

4 Acto seguido, el joven profeta se fue a Ramot de Galaad. 5 Cuando llegó, encontró reunidos a los capitanes del ejército y les dijo:

―Tengo un mensaje para el capitán.

―¿Para cuál de todos nosotros? —preguntó Jehú.

―Para usted, mi capitán —respondió.

6 Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el profeta lo ungió con el aceite y declaró:

«Así dice el Señor, Dios de Israel: “Ahora te unjo como rey sobre mi pueblo Israel. 7 Destruirás a la familia de Acab, tu señor, y así me vengaré de la sangre de mis siervos los profetas; castigando a Jezabel, vengaré la sangre de todos mis siervos. 8 Toda la familia de Acab perecerá, pues de sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón,[h] esclavo o libre. 9 Haré con ellos lo mismo que hice con la familia de Jeroboán hijo de Nabat y con la familia de Basá hijo de Ahías. 10 Y en cuanto a Jezabel, los perros se la comerán en el campo de Jezrel, y nadie le dará sepultura”».

Acto seguido, el profeta abrió la puerta y huyó. 11 Cuando Jehú salió para volver a reunirse con los capitanes, uno de ellos le preguntó:

―¿Todo bien? ¿Qué quería ese loco?

―Ustedes ya lo conocen —respondió—, y saben cómo habla.

12 ―¡Pamplinas! —replicaron—. Dinos la verdad.

Jehú admitió:

―Esto es lo que me declaró, palabra por palabra: “Así dice el Señor: ‘Ahora te unjo como rey de Israel’.

13 Dicho esto, todos se apresuraron a tender sus mantos sobre los escalones, a los pies de Jehú. Luego tocaron la trompeta y gritaron: «¡Viva el rey Jehú!»

Jehú asesina a Jorán y a Ocozías
14 Entonces Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán. Sucedió que Jorán, con todo el ejército israelita, había estado defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Siria, 15 pero tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en la batalla. Así que Jehú les dijo a sus partidarios: «Si ustedes quieren que yo sea rey, no dejen que nadie salga de la ciudad para ir a Jezrel con el informe».

Footnotes:
8:6 funcionario. Lit. eunuco.
8:9 servidor. Lit. hijo.
8:10 dile que (mss. hebreos); di que no (TM).
8:11 se quedó … se sintió incómodo. Alt. se quedó inmovilizado por largo rato.
8:21 Los edomitas … dispersó. Texto de difícil traducción.
8:26 nieta. Lit. hija.
8:29 Ramot. Lit. Ramá (variante de Ramot).
9:8 hasta el último varón. Lit. al que orina contra la pared.
Nueva Versión Internacional (NVI)
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1986, 1999, 2015 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.

Hechos 16:16-40 Nueva Versión Internacional (NVI)
Pablo y Silas en la cárcel
16 Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos. 17 Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando:

―Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación.

18 Así continuó durante muchos días. Por fin Pablo se molestó tanto que se volvió y reprendió al espíritu:

―¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella!

Y en aquel mismo momento el espíritu la dejó.

19 Cuando los amos de la joven se dieron cuenta de que se les había esfumado la esperanza de ganar dinero, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, ante las autoridades. 20 Los presentaron ante los magistrados y dijeron:

―Estos hombres son judíos, y están alborotando a nuestra ciudad, 21 enseñando costumbres que a los romanos se nos prohíbe admitir o practicar.

22 Entonces la multitud se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados mandaron que les arrancaran la ropa y los azotaran. 23 Después de darles muchos golpes, los echaron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los custodiara con la mayor seguridad. 24 Al recibir tal orden, este los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo.

25 A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban. 26 De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas. 27 El carcelero despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada y estuvo a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó:

28 ―¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí!

29 El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas. 30 Luego los sacó y les preguntó:

―Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?

31 ―Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.

32 Luego les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa. 33 A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas; en seguida fueron bautizados él y toda su familia. 34 El carcelero los llevó a su casa, les sirvió comida y se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios.

35 Al amanecer, los magistrados mandaron a unos guardias al carcelero con esta orden: «Suelta a esos hombres». 36 El carcelero, entonces, le informó a Pablo:

―Los magistrados han ordenado que los suelte. Así que pueden irse. Vayan en paz.

37 Pero Pablo respondió a los guardias:

―¿Cómo? A nosotros, que somos ciudadanos romanos, que nos han azotado públicamente y sin proceso alguno, y nos han echado en la cárcel, ¿ahora quieren expulsarnos a escondidas? ¡Nada de eso! Que vengan ellos personalmente a escoltarnos hasta la salida.

38 Los guardias comunicaron la respuesta a los magistrados. Estos se asustaron cuando oyeron que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, 39 así que fueron a presentarles sus disculpas. Los escoltaron desde la cárcel, pidiéndoles que se fueran de la ciudad. 40 Al salir de la cárcel, Pablo y Silas se dirigieron a la casa de Lidia, donde se vieron con los hermanos y los animaron. Después se fueron.

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Salmos 143 Nueva Versión Internacional (NVI)
Salmo de David.
143 Escucha, Señor, mi oración;
    atiende a mi súplica.
Por tu fidelidad y tu justicia,
    respóndeme.
2 No lleves a juicio a tu siervo,
    pues ante ti nadie puede alegar inocencia.

3 El enemigo atenta contra mi vida:
    quiere hacerme morder el polvo.
Me obliga a vivir en las tinieblas,
    como los que murieron hace tiempo.
4 Ya no me queda aliento;
    dentro de mí siento paralizado el corazón.
5 Traigo a la memoria los tiempos de antaño:
    medito en todas tus proezas,
    considero las obras de tus manos.
6 Hacia ti extiendo las manos;
    me haces falta, como el agua a la tierra seca. Selah

7 Respóndeme pronto, Señor,
    que el aliento se me escapa.
No escondas de mí tu rostro,
    o seré como los que bajan a la fosa.
8 Por la mañana hazme saber de tu gran amor,
    porque en ti he puesto mi confianza.
Señálame el camino que debo seguir,
    porque a ti elevo mi alma.
9 Señor, líbrame de mis enemigos,
    porque en ti busco refugio.
10 Enséñame a hacer tu voluntad,
    porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me guíe
    por un terreno sin obstáculos.

11 Por tu nombre, Señor, dame vida;
    por tu justicia, sácame de este aprieto.
12 Por tu gran amor, destruye a mis enemigos;
    acaba con todos mis adversarios.
    ¡Yo soy tu siervo!

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Proverbios 17:26 Nueva Versión Internacional (NVI)
26 No está bien castigar al inocente,
    ni azotar por su rectitud a gente honorable.

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