Día 174, DAB Español, Sábado 23 de Junio
2 Reyes 4:18-5:27; Hechos 15:1-31; Salmos 141; Proverbios 17:23 (Reina-Valera 1995 (RVR1995))
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Reyes 4:18-5:27 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
18 Y el niño creció. Pero un día en que vino a ver a
su padre, que estaba con los segadores, 19 comenzó a gritarle:
—¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!
—Llévalo a su madre —dijo el padre a un criado.
20 Éste lo tomó y lo llevó a su madre, la cual lo tuvo
sentado sobre sus rodillas hasta el mediodía, cuando murió. 21 Subió ella
entonces, lo puso sobre la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta,
salió. 22 Luego llamó a su marido y le dijo:
—Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y
una de las asnas, para que yo vaya corriendo a ver al varón de Dios y regrese
enseguida.
23 —¿Para qué vas a verlo hoy? No es luna nueva ni día
de reposo —dijo él.
—Quédate tranquilo —respondió ella.
24 Después hizo ensillar el asna, y dijo al criado:
—Guía y adelante. No hagas que me detenga en el
camino, sino cuando yo te lo diga.
25 Partió, pues, y llegó al monte Carmelo, donde
estaba el varón de Dios. Cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su
criado Giezi:
—Ahí viene la sunamita. 26 Te ruego que vayas ahora
corriendo a recibirla y le digas: “¿Te va bien a ti? ¿Les va bien a tu marido y
a tu hijo?”
—Bien —dijo ella.
27 Cuando llegó adonde estaba el varón de Dios en el
monte, se asió de sus pies. Giezi se acercó para apartarla, pero el varón de
Dios le dijo:
—Déjala, porque su alma está muy angustiada y Jehová
me ha ocultado el motivo; no me lo ha revelado.
28 Ella dijo:
—¿Acaso le pedí yo un hijo a mi señor? ¿No te dije yo
que no te burlaras de mí?
29 Eliseo dijo entonces a Giezi:
—Ciñe tu cintura, toma mi bastón en tu mano y ve. Si
te encuentras con alguien, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le
respondas. Luego pondrás mi bastón sobre el rostro del niño.
30 La madre del niño dijo:
—¡Vive Jehová y vive tu alma, que no te dejaré!
31 Eliseo se levantó entonces y la siguió. Giezi se
había adelantado a ellos y había puesto el bastón sobre el rostro del niño,
pero éste no tenía voz ni daba señales de vida; así que volvió a encontrarse
con Eliseo y le dijo:
—El niño no despierta.
32 Cuando Eliseo llegó a la casa, el niño ya estaba
muerto, tendido sobre su cama. 33 Entró él entonces, cerró la puerta detrás de
ambos y oró a Jehová. 34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su
boca sobre la boca de él, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos
suyas. Se tendió así sobre él y el cuerpo del niño entró en calor. 35 Luego se
levantó y se paseó por la casa de una a otra parte. Después subió y se tendió
sobre el niño nuevamente. Entonces el niño estornudó siete veces y abrió sus
ojos. 36 Eliseo llamó a Giezi y le dijo: «Llama a la sunamita.»
Giezi la llamó y, cuando ella entró, él le dijo:
«Toma a tu hijo.»
37 Apenas ella entró, se echó a sus pies, postrada en
tierra. Después tomó a su hijo y salió.
Milagros en beneficio de los profetas
38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había mucha hambre en
la tierra. Los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su
criado: «Pon una olla grande y haz potaje para los hijos de los profetas.»
39 Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas,
halló una como parra montés y llenó su falda de calabazas silvestres. Regresó y
las rebanó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era. 40 Después sirvió
para que comieran los hombres. Pero sucedió que al comer ellos de aquel
guisado, empezaron a gritar:
—¡Hombre de Dios, hay muerte en esa olla!
Y no se lo pudieron comer. 41 Entonces Eliseo dijo:
«Traed harina.»
La esparció en la olla y dijo:
«Da de comer a la gente.»
Y no había ya ningún mal en la olla.
42 Llegó entonces un hombre de Baal-salisa, el cual
trajo al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de cebada, y trigo nuevo
en su espiga. Y Eliseo dijo:
—Da a la gente para que coma.
43 Su sirviente respondió:
—¿Cómo podré servir esto a cien hombres?
Pero Eliseo insistió:
—Da a la gente para que coma, porque así ha dicho
Jehová: “Comerán y sobrará.”
44 Entonces el criado les sirvió, ellos comieron y les
sobró, conforme a la palabra de Jehová.
Eliseo y Naamán
5 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era
un hombre que gozaba de gran prestigio delante de su señor, quien lo tenía en
alta estima, pues por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era éste
un hombre valeroso en extremo, pero leproso.
2 De Siria habían salido bandas armadas que se
llevaron cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual se quedó al
servicio de la mujer de Naamán.
3 Ésta dijo a su señora:
—Si rogara mi señor al profeta que está en Samaria, él
lo sanaría de su lepra.
4 Naamán fue y se lo relató a su señor diciendo: «Esto
y esto ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.» 5 Y el rey de
Siria le respondió:
—Está bien, ve y yo enviaré una carta al rey de
Israel.
Salió, pues, Naamán, llevando consigo diez talentos de
plata, seis mil piezas de oro y diez mudas de vestidos, 6 y también le llevó al
rey de Israel una carta que decía: «Cuando recibas esta carta, sabrás por ella
que yo te envío a mi siervo Naamán para que lo sanes de su lepra.»
7 Luego que el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus
vestidos y dijo: «¿Acaso soy yo Dios, que da vida y la quita, para que éste me
envíe a un hombre a que lo sane de su lepra? Considerad ahora y ved cómo busca
ocasión contra mí.»
8 Cuando Eliseo, el varón de Dios, oyó que el rey de
Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: «¿Por qué has rasgado
tus vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel.»
9 Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se paró a
las puertas de la casa de Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un mensajero a
decirle: «Ve y lávate siete veces en el Jordán; tu carne se restaurará y serás
limpio.»
11 Naamán se fue enojado diciendo: «Yo que pensaba:
“De seguro saldrá enseguida, y puesto en pie invocará el nombre de Jehová, su
Dios, alzará su mano, tocará la parte enferma y sanará la lepra.” 12 Abana y
Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me
lavo en ellos, ¿no quedaré limpio también?»
Y muy enojado se fue de allí. 13 Pero sus criados se
le acercaron y le dijeron:
—Padre mío, si el profeta te mandara hacer algo
difícil, ¿no lo harías? ¿Cuánto más si sólo te ha dicho: “Lávate y serás
limpio”?
14 Descendió entonces Naamán y se zambulló siete veces
en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios, y su carne se volvió
como la carne de un niño, y quedó limpio. 15 Luego volvió con todos sus
acompañantes adonde estaba el hombre de Dios, se presentó delante de él y le dijo:
—Ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino
en Israel. Te ruego que recibas un presente de tu siervo.
16 Pero él dijo:
—¡Vive Jehová, en cuya presencia estoy!, que no lo
aceptaré.
Y aunque le instaba a que aceptara alguna cosa, Eliseo
no quiso. 17 Entonces Naamán dijo:
—Te ruego, pues, ¿no se dará a tu siervo de esta
tierra la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no
sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. 18
En esto perdone Jehová a tu siervo: cuando mi señor, el rey, entre en el templo
de Rimón para adorar allí, y se apoye sobre mi brazo, si yo también me inclino
en el templo de Rimón, si hago tal cosa, que Jehová perdone en esto a tu
siervo.
19 Eliseo le respondió:
—Ve en paz.
Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra. 20
Entonces Giezi, criado de Eliseo, el varón de Dios, pensó: «Mi señor ha dejado
marchar a este sirio, Naamán, sin aceptar de sus manos las cosas que había
traído. ¡Vive Jehová, que correré tras él a ver si obtengo alguna cosa!»
21 Siguió Giezi a Naamán, y cuando Naamán vio que
venía corriendo detrás de él, se bajó del carro para recibirlo, y le preguntó:
—¿Va todo bien?
22 —Todo bien —respondió él—. Pero mi señor me envía a
decirte: “Acaban de venir a verme de los montes de Efraín dos jóvenes de los
hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata y dos vestidos
nuevos.”
23 Naamán dijo:
—Toma, por favor, los dos talentos.
Le insistió y ató los dos talentos de plata en dos
bolsas, junto con dos vestidos nuevos, y lo dio todo a dos de sus criados para
que lo llevaran a cuestas delante de Giezi. 24 Cuando llegó a un lugar secreto,
lo tomó de manos de ellos y lo guardó en la casa. Luego mandó a los hombres que
se fueran. 25 Entonces entró y se presentó ante su señor. Eliseo le dijo:
—¿De dónde vienes, Giezi?
—Tu siervo no ha ido a ninguna parte —respondió él.
26 Pero Eliseo insistió:
—Cuando aquel hombre descendió de su carro para
recibirte, ¿no estaba también allí mi corazón? ¿Acaso es tiempo de tomar plata
y tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27 Por
tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre.
Y salió de su presencia leproso, blanco como la nieve.
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
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© 1995 by United Bible Societies
Hechos
15:1-31 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
La asamblea en Jerusalén
15 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a
los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés no podéis ser
salvos.» 2 Pablo y Bernabé tuvieron una discusión y contienda no pequeña con
ellos. Por eso se dispuso que Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieran
a Jerusalén, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión.
3 Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la
iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria contando la conversión de los gentiles;
y causaban gran gozo a todos los hermanos.
4 Al llegar a Jerusalén fueron recibidos por la
iglesia, por los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios
había hecho con ellos. 5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían
creído, se levantaron diciendo:
—Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden
la Ley de Moisés.
6 Entonces se reunieron los apóstoles y los ancianos
para conocer de este asunto. 7 Después de mucha discusión, Pedro se levantó y
les dijo:
—Hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo
Dios escogió que los gentiles oyeran por mi boca la palabra del evangelio y
creyeran. 8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el
Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 9 y ninguna diferencia hizo entre
nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 10 Ahora pues, ¿por qué
tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros
padres ni nosotros hemos podido llevar? 11 Antes creemos que por la gracia del
Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
12 Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé
y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por
medio de ellos entre los gentiles. 13 Cuando ellos callaron, Jacobo respondió
diciendo:
—Hermanos, oídme. 14 Simón ha contado cómo Dios visitó
por primera vez a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15 Y
con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
16 »“Después de esto volveré
y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;
y repararé sus ruinas,
y lo volveré a levantar,
17 para que el resto de los hombres busque al Señor,
y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi
nombre,
18 dice el Señor, que hace conocer todo esto desde
tiempos antiguos.”
19 »Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los
gentiles que se convierten a Dios, 20 sino que se les escriba que se aparten de
las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre, 21
porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en
las sinagogas, donde es leído cada sábado.
22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los
ancianos, con toda la iglesia, elegir a algunos varones y enviarlos a Antioquía
con Pablo y Bernabé: a Judas, que tenía por sobrenombre Barsabás, a Silas,
hombres principales entre los hermanos, 23 y escribir por conducto de ellos:
«Los apóstoles, los ancianos y los hermanos, a los
hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, Siria y Cilicia: Salud.
24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales
no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas,
mandando circuncidaros y guardar la Ley, 25 nos ha parecido bien, habiendo
llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados
Bernabé y Pablo, 26 hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro
Señor Jesucristo. 27 Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de
palabra os harán saber lo mismo, 28 pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a
nosotros no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os
abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación;
si os guardáis de estas cosas, bien haréis. Pasadlo bien.»
30 Así pues, los que fueron enviados descendieron a
Antioquía y, reuniendo a la congregación, entregaron la carta. 31 Habiéndola
leído, se regocijaron por la consolación.
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
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© 1995 by United Bible Societies
Salmos 141 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Oración a fin de ser guardado del mal
Salmo de David
141 Jehová, a ti he clamado; apresúrate a venir a mí;
escucha mi voz cuando te invoque.
2 Suba mi oración delante de ti como el incienso,
el don de mis manos como la ofrenda de la tarde.
3 Pon guarda a mi boca, Jehová;
guarda la puerta de mis labios.
4 No dejes que se incline mi corazón a cosa mala,
para hacer obras impías
con los que hacen maldad;
y no coma yo de sus deleites.
5 Que el justo me castigue y me reprenda será un
favor;
pero que bálsamo de impíos no unja mi cabeza,
pues mi oración será continuamente contra sus
maldades.
6 Serán despeñados sus jueces,
y oirán mis palabras, que son verdaderas.
7 Como quien hiende y rompe la tierra,
son esparcidos nuestros huesos a la boca del seol.
8 Por tanto, a ti, Jehová, Señor, miran mis ojos.
En ti he confiado: no desampares mi alma.
9 Guárdame de los lazos que me han tendido
y de las trampas de los que hacen maldad.
10 Caigan los impíos a una en sus redes,
mientras yo paso adelante.
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
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Proverbios 17:23 Reina-Valera 1995
(RVR1995)
23 El malvado acepta en secreto el soborno
para pervertir las sendas de la justicia.
Reina-Valera
1995 (RVR1995)
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