Deuteronomio 18:1-20:20; Lucas 9:28-50; Salmos 73; Proverbios 12:10 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
Deuteronomio 18-20 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Derechos
de los levitas
18
»Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no recibirán en
Israel ningún terreno en propiedad. Sólo participarán de las ofrendas quemadas
al Señor y de lo que le pertenece. 2 No tendrán ninguna propiedad entre sus
hermanos, porque su propiedad es el Señor, como ya él se lo ha dicho. 3 A lo
que tendrán derecho los sacerdotes, por parte del pueblo, es a los bueyes o
corderos que se ofrezcan en sacrificio, de los cuales se les dará la
espaldilla, las quijadas y el cuajar. 4 También les darás las primicias de tu
grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas. 5
El Señor tu Dios los ha escogido de entre todas tus tribus, para que él y sus
hijos estén siempre atentos a servir en su nombre.
6
»Cuando un levita salga de alguna de las ciudades israelitas donde haya vivido,
y con todo el deseo de su alma llegue al lugar que el Señor escoja, 7
ministrará en el nombre del Señor su Dios, como lo hacen todos sus hermanos
levitas que estén allí delante del Señor. 8 Además de sus patrimonios, recibirá
para comer una ración igual a la que reciben los otros.
Amonestación
contra costumbres paganas
9
»Cuando entres a la tierra que el Señor tu Dios te da, no cometas los mismos
actos repugnantes que practican esas naciones. 10 Que no haya en ti nadie que
haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni nadie que practique la
adivinación, ni sea agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11 ni encantador, ni
adivino, ni mago, ni nadie que consulte a los muertos. 12 Al Señor le repugnan
todos los que hacen estas cosas, y precisamente por estos actos repugnantes el
Señor tu Dios va a expulsar de tu presencia a estas naciones. 13 Delante del
Señor tu Dios debes ser perfecto, 14 porque las naciones de las que vas a tomar
posesión prestan oído a los agoreros y a los adivinos, pero a ti el Señor tu
Dios no te permite hacer eso.
Dios
promete un profeta como Moisés
15
»El Señor tu Dios hará que surja en medio de ti, de entre tus hermanos, un
profeta como yo. A él deberán escuchar, 16 tal y como le pediste al Señor tu
Dios el día de la asamblea en Horeb, cuando dijiste: “No quiero volver a oír la
voz del Señor mi Dios, ni tampoco quiero volver a ver tan impresionante fuego,
pues no quiero morir.” 17 El Señor me dijo: “Esto que dicen está muy bien. 18
Voy a hacer que de entre sus hermanos surja un profeta como tú. Pondré mis
palabras en sus labios, y él les comunicará todo lo que yo le ordene decir. 19
Pero yo le pediré cuentas a todo el que no atienda las palabras que ese profeta
proclame en mi nombre. 20 Y el profeta a quien yo no le haya ordenado hablar, o
que hable en nombre de otros dioses pero pretenda hablar en mi nombre, será
condenado a muerte. 21 Tal vez digas en tu corazón: ‘¿Y cómo vamos a saber si
esa palabra no proviene del Señor?’ 22 Tú no tengas miedo de ese profeta, que
si llega a hablar en mi nombre y sus palabras no se cumplen ni se hacen
realidad, eso hará ver que yo, el Señor, no he hablado, y que tal profeta habló
con arrogancia.”
Las
ciudades de refugio
19
»Cuando el Señor tu Dios haya destruido a las naciones cuya tierra el Señor tu
Dios te da en posesión, y tú la hayas ocupado y habites en sus ciudades y en
sus casas; 2 en la tierra que el Señor tu Dios te da en posesión apartarás tres
ciudades. 3 Dividirás en tres partes la tierra que el Señor tu Dios te da en
posesión, y arreglarás los caminos para que todo homicida pueda huir a ellas.
4
»Éstas son las reglas para el homicida que huya a ellas: vivirá el que, sin
proponérselo y sin antes haber tenido enemistad con su prójimo, lo hiera de
muerte. 5 Por ejemplo, si va al monte a cortar leña en compañía de su prójimo
y, al soltar el golpe con el hacha para cortar algún árbol, ésta se suelta del
mango y golpea a su prójimo y éste muere; entonces podrá huir a una de estas
ciudades, y quedar con vida. 6 De lo contrario, si el camino es largo, el que
quiera vengar al muerto podría perseguir al homicida y alcanzarlo y,
enfurecido, herirlo de muerte, cuando en realidad no merecía morir porque nunca
antes medió enemistad con su prójimo.
7
»Por lo tanto, yo te mando que apartes tres ciudades. 8 Y si el Señor tu Dios
ensancha tu territorio, como se lo juró a tus padres, y te da toda la tierra
que prometió dar a tus padres, 9 entonces a estas tres ciudades añadirás tres
más, siempre y cuando cumplas todos estos mandamientos que hoy te prescribo, y
los pongas por obra, y ames al Señor tu Dios y vayas siempre por sus caminos.
10 Así no se derramará sangre inocente en la tierra que el Señor tu Dios te da
en posesión, ni serás culpado de derramar sangre.
11
»Pero si alguien aborrece a su prójimo y lo acecha, y se levanta contra él y le
quita la vida, aunque huya a alguna de estas ciudades 12 los ancianos de su
ciudad mandarán sacarlo de allí, y lo entregarán al vengador del homicidio para
que lo mate. 13 No lo compadezcas, sino quita de Israel al que derrame sangre
inocente. Así te irá bien.
14
»Cuando tomes posesión de la tierra que el Señor tu Dios te da, no reduzcas los
linderos de la propiedad de tu prójimo, que tus antepasados fijaron.
Leyes
sobre el testimonio
15
»En caso de algún delito o pecado relacionado con alguna ofensa cometida, no se
tomará en cuenta contra nadie a un solo testigo. La acusación se mantendrá sólo
por el testimonio de dos o tres testigos.
16
»Cuando algún testigo acuse falsamente a alguien, 17 las dos partes se
presentarán delante del Señor, y delante de los sacerdotes y jueces que en esos
días estén en funciones. 18 Los jueces investigarán el caso, y si el testigo
resulta ser falso, y falsamente acusa a su hermano, 19 entonces se hará con él
lo que él había pensado hacer con su hermano. Así quitarás el mal de en medio
de ti, 20 y el resto de la gente se enterará y temerá, y no se volverá a
cometer una maldad semejante en tu medio.
21
»No tengas compasión de nadie. Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente,
mano por mano, pie por pie.
Leyes
para la guerra
20
»Cuando salgas a combatir a tus enemigos, no tengas temor de ellos, aun cuando
veas que tienen caballos y carros de guerra, y que su ejército es más grande
que el tuyo, porque contigo está el Señor tu Dios, el cual te sacó de la tierra
de Egipto. 2 Cuando ya se dispongan a combatir, el sacerdote se pondrá de pie y
arengará al pueblo. 3 Les dirá: “Oye, Israel: este día ustedes van a entrar en
combate contra sus enemigos. No se descorazonen. No tengan miedo ni se
espanten. No pierdan el ánimo al enfrentarse a ellos, 4 porque el Señor su Dios
va con ustedes, y peleará en favor de ustedes contra sus enemigos, y les dará
la victoria.” 5 Los oficiales, por su parte, dirán al pueblo: “¿Quién de ustedes
ha construido una casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya de regreso a su casa,
no sea que muera en batalla y algún otro la estrene. 6 ¿Quién ha plantado una
viña, y aún no ha disfrutado de ella? Vaya de regreso a su casa, no sea que
muera en batalla, y algún otro la disfrute. 7 ¿Y quién ésta comprometido, y aún
no se ha casado? Vaya de regreso a su casa, no sea que muera en batalla, y
algún otro se case con su novia.” 8 Además de esto, los oficiales dirán al
pueblo: “¿Quién de ustedes tiene miedo y se acobarda? Vaya de regreso a su
casa, para que no contagie a sus hermanos con su cobardía.” 9 Y en cuanto los
oficiales hayan hablado con el pueblo, los capitanes del ejército tomarán el
mando y se pondrán a la cabeza del ejército.
10
»Cuando te dispongas a atacar una ciudad, envíale primero un mensaje de paz. 11
Si su respuesta es también de paz, y te abre las puertas, entonces todo el
pueblo que esté en ella te pagará tributo y te servirá. 12 Pero si no hace la
paz contigo, y te declara la guerra, entonces sitiarás la ciudad 13 y cuando el
Señor tu Dios te la haya entregado herirás a filo de espada a todos sus
hombres. 14 Te quedarás sólo con las mujeres, los niños y los animales, y con
todo el botín que haya en la ciudad. También te comerás el botín de tus enemigos,
a los que el Señor tu Dios te entregará. 15 Esto mismo harás con todas las
ciudades que estén alejadas de ti y que no sean parte de las ciudades de estas
naciones. 16 Pero no dejarás con vida a nadie que sea de las ciudades de estos
pueblos que el Señor tu Dios te da en posesión, 17 sino que destruirás por
completo a los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, jivitas y jebuseos, tal y
como el Señor tu Dios te lo ha ordenado. 18 Si no lo haces, ellos te enseñarán
a cometer todos los actos repugnantes que hacen para honrar a sus dioses, y
entonces pecarás contra el Señor tu Dios.
19
»Cuando sities alguna ciudad y en el ataque pases muchos días para
conquistarla, no destruyas sus árboles ni los derribes a golpe de hacha, porque
ellos te brindarán alimento. No los eches abajo durante el sitio, pues no son
hombres y no pueden responder a tu ataque; sólo son árboles del campo. 20
Podrás destruir y derribar todo árbol que sepas que no es frutal, y construir
con ellos torres de asalto y conquistar la ciudad que te hace la guerra.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
Copyright
© 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Lucas 9:28-50 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
La
transfiguración
28
Como ocho días después de que Jesús dijo esto, subió al monte a orar, y se
llevó con él a Pedro, Juan y Jacobo. 29 Y mientras oraba, cambió la apariencia
de su rostro, y su vestido se hizo blanco y resplandeciente. 30 Aparecieron
entonces dos hombres, y conversaban con él. Eran Moisés y Elías, 31 que
rodeados de gloria hablaban de la partida de Jesús, la cual se iba a cumplir en
Jerusalén. 32 Pedro y los que estaban con él tenían mucho sueño pero, como se
quedaron despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban
con él. 33 Mientras éstos se alejaban de Jesús, Pedro dijo: «Maestro, ¡qué
bueno es para nosotros estar aquí! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti,
otro para Moisés, y otro para Elías.» Pero no sabía lo que decía. 34 Y mientras
decía esto, una nube los cubrió, y tuvieron miedo de entrar en la nube. 35
Entonces, desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado.
¡Escúchenlo!» 36 Cuando la voz cesó, Jesús se encontraba solo. Pero ellos
mantuvieron esto en secreto y, durante aquellos días, no le dijeron a nadie lo
que habían visto.
Jesús
sana a un muchacho endemoniado
37
Al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud les salió al
encuentro, 38 y con fuerte voz un hombre de la multitud le dijo: «Maestro, te
ruego que veas a mi hijo. ¡Es el único hijo que tengo! 39 Sucede que un
espíritu se apodera de él, y de repente lo sacude con violencia, y lo hace
gritar y echar espuma por la boca. Cuando lo atormenta, a duras penas lo deja
tranquilo. 40 Yo les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no
pudieron.» 41 Jesús dijo entonces: «¡Ay, gente incrédula y perversa! ¿Hasta
cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? ¡Trae acá a tu hijo!» 42
Mientras el muchacho se acercaba, el demonio lo derribó y lo sacudió con
violencia, pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó al muchacho, y se lo
entregó a su padre. 43 Y todos se admiraban de la grandeza de Dios.
Jesús
anuncia otra vez su muerte
Entre
el asombro que causaba todo lo que Jesús hacía, dijo él a sus discípulos: 44
«Pongan mucha atención a estas palabras: El Hijo del Hombre será entregado a
los poderes de este mundo.» 45 Pero ellos no las entendieron, pues les estaban
veladas para que no las entendieran, y tenían miedo de preguntarle qué querían
decir.
¿Quién
es el mayor?
46
En cierta ocasión, los discípulos comenzaron a discutir acerca de quién de
ellos era el más importante. 47 Cuando Jesús se dio cuenta de lo que estaban
pensando, tomó a un niño y, poniéndolo junto a él, 48 les dijo: «Cualquiera que
reciba a un niño así en mi nombre, me recibe a mí; y cualquiera que me recibe a
mí, recibe al que me envió. Porque el más insignificante entre todos ustedes,
es el más grande de ustedes.»
El
que no está contra nosotros, está a favor de nosotros
49
Entonces Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu
nombre, pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros.» 50 Jesús le dijo:
«No se lo prohíban, porque el que no está contra nosotros, está a favor de
nosotros.»
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
Copyright
© 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Salmos 73 Reina Valera Contemporánea
(RVC)
LIBRO
III
El
destino de los malos
Salmo
de Asaf.
73
¡Ah, Dios es bueno con Israel,
con
los limpios de corazón!
2
En
cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
poco
faltó para que mis pasos resbalaran.
3
Y
es que tuve envidia de los arrogantes,
al
ver cómo prosperaban esos malvados.
4
Ellos
no se acongojan ante la muerte,
pues
están llenos de vigor.
5
No
se afanan ni se ven golpeados
como
el resto de los mortales.
6
La
soberbia es su corona,
y
la violencia es su vestido.
7
Tan
gordos están que los ojos se les saltan;
siempre
satisfacen los apetitos de su corazón.
8
Entre
burlas hacen planes malvados y violentos,
y
siempre hablan con altanería.
9
Con
su boca ofenden al cielo,
y
con su lengua denigran a la tierra.
10
Por
eso el pueblo de Dios se vuelve a ellos,
y
absorben sus palabras como si bebieran agua.
11
Hasta
dicen: «¿Cómo va a saberlo Dios?
¡De
esto no se enterará el Altísimo!»
12
¡Bien
puede verse que estos impíos
se
hacen ricos sin que nada les preocupe!
13
¡Ah!,
pero de nada me ha servido
mantener
mi corazón y mis manos sin pecado,
14
pues
a todas horas recibo azotes
y
soy castigado todas las mañanas.
15
Si
acaso llegara yo a hablar como ellos,
estaría
traicionando a la generación de tus hijos.
16
Me
puse a pensar en esto para entenderlo,
pero
me resultó un trabajo muy difícil.
17
Sólo
cuando entré en el santuario de Dios,
pude
comprender en lo que ellos van a terminar.
18
¡Ah!,
pero tú vas a hacerlos resbalar;
vas
a hacerlos caer en desgracia.
19
¡En
un instante acabarás con ellos!
¡Perecerán
por completo, consumidos de terror!
20
Como
quien despierta de un sueño,
cuando
tú, Señor, despiertes, harás que se desvanezcan.
21
Yo
tenía el alma llena de amargura,
y
sentía que el corazón me punzaba.
22
Era
yo tan torpe que no podía entenderlo;
en
tu presencia, era yo como una bestia.
23
Y
no obstante, siempre he estado contigo;
tú
me has tomado de la mano derecha,
24
me
has guiado para seguir tu consejo,
y
al final me recibirás en gloria.
25
¿A
quién tengo en los cielos? ¡Sólo a ti!
¡Sin
ti, no quiero nada aquí en la tierra!
26
Aunque
mi cuerpo y mi corazón desfallecen,
tú,
Dios mío, eres la roca de mi corazón,
¡eres
la herencia que para siempre me ha tocado!
27
Es
un hecho: los que se alejan de ti perecerán;
¡tú
destruirás a todos los que de ti se aparten!
28
En
cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de ti!
¡En
ti, Señor, he puesto mi esperanza
para
proclamar todas tus obras!
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
Copyright
© 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Proverbios 12:10 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
10
El
justo sabe cuando su bestia tiene hambre,
pero
los impíos son crueles de corazón.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
Copyright
© 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas