Monday, May 31, 2021

DAB Español, Martes 01 de Junio

Día 152, DAB Español, Martes 01 de Junio

2 Samuel 18:1-19:10; Juan 20:1-31; Salmos 119:153-176; Proverbios 16:14-15 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))









2 Samuel 18:1-19:10

La Palabra (Hispanoamérica)

 

18 David pasó revista a sus tropas y designó jefes de millar y jefes de centuria. 2 Luego dividió el ejército en tres tercios: el primero al mando de Joab, el segundo al mando de Abisay, hijo de Seruyá y hermano de Joab, y el tercero al mando de Itay, el de Gat. Y dijo a la gente:

 

— Yo también iré con ustedes.

 

3 Pero ellos le contestaron:

 

— Tú no debes venir, pues si tenemos que huir, nadie nos prestará atención; y aunque muramos la mitad de nosotros, tampoco nos prestarán atención. Pero tú vales tanto como diez mil de nosotros y es preferible que nos ayudes desde la ciudad.

 

4 Entonces el rey les dijo:

 

— Haré lo que les parezca mejor.

 

Y se quedó junto a la puerta, mientras todo el ejército salía por grupos de mil y de cien. 5 Luego el rey dio a Joab, a Abisay y a Itay el siguiente encargo:

 

— Traten con respeto al joven Absalón.

 

Y toda la tropa escuchó las órdenes del rey a los capitanes a propósito de Absalón.

 

6 El ejército salió al campo para enfrentarse a Israel. La batalla tuvo lugar en el bosque de Efraín: 7 allí cayó derrotado el ejército de Israel ante la gente de David. Aquel día sufrió una gran derrota: cayeron doce mil hombres. 8 La lucha se extendió por todo el territorio y aquel día el bosque causó más estragos que la espada.

 

9 Absalón, montado en un mulo, se encontró de frente con la gente de David y, al pasar el mulo bajo las ramas de una gran encina, se le enredó la cabeza en la encina y quedó colgando en el aire, mientras el mulo que montaba siguió adelante. 10 Alguien que lo vio informó a Joab:

 

— He visto a Absalón colgando de una encina.

 

11 Joab dijo al que le traía la información:

 

— Si lo has visto, ¿por qué no lo abatiste allí mismo? Te habría dado diez siclos de plata y un cinturón.

 

12 Pero el hombre dijo a Joab:

 

— Ni aunque tuviese en la mano diez mil siclos de plata atentaría yo contra el hijo del rey. Con nuestros propios oídos escuchamos la orden que el rey les dio a ti, a Abisay y a Itay de respetar al joven Absalón. 13 Entonces habría arriesgado mi vida en vano, pues el rey lo descubre todo y tú te habrías quedado al margen.

 

14 Joab le contestó:

 

— ¡No quiero seguir perdiendo el tiempo contigo!

 

Echó mano a tres flechas y las clavó en el corazón de Absalón, que todavía colgaba vivo de la encina. 15 Luego diez muchachos, asistentes de Joab, rodearon a Absalón y lo remataron.

 

16 Entonces Joab hizo sonar el cuerno, y el ejército cesó de perseguir a Israel, pues Joab lo detuvo. 17 Luego recogieron el cuerpo de Absalón, lo arrojaron a una fosa grande que había en el bosque y pusieron encima un buen montón de piedras. Todos los israelitas huyeron a sus tiendas.

 

18 Absalón se había levantado en vida un monumento en el valle del Rey, pues pensaba: “No tengo un hijo que conserve mi nombre”. Así que puso su nombre al monumento y todavía hoy se denomina Monumento de Absalón.

 

19 Ajimás, hijo de Sadoc, dijo:

 

— Voy corriendo a llevarle al rey la buena noticia de que el Señor lo ha librado de sus enemigos.

 

20 Pero Joab le dijo:

 

— Tú no eres el más indicado para llevar hoy la noticia; otro día será. Hoy no darías buenas noticias, porque ha muerto el hijo del rey.

 

21 Entonces Joab dijo a un cusita:

 

— Ve a comunicar al rey lo que has visto.

 

El cusita hizo una reverencia ante Joab y salió corriendo. 22 Pero Ajimás, el hijo de Sadoc, volvió a insistirle a Joab:

 

— A pesar de todo, déjame que vaya corriendo también yo tras el cusita.

 

Y Joab le dijo:

 

— ¿Por qué te empeñas en correr también tú, hijo mío, si no obtendrás ninguna recompensa?

 

23 Él insistió:

 

— A pesar de todo, quiero ir.

 

Entonces Joab le dijo:

 

— Corre, pues.

 

Ajimás echó a correr por el camino de la llanura y adelantó al cusita. 24 David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela subió al observatorio de la puerta, sobre la muralla, alzó la vista y vio venir a un hombre solo. 25 El centinela gritó para avisar al rey. Y el rey dijo:

 

— Si viene solo es que trae buenas noticias.

 

26 El centinela vio a otro hombre corriendo y gritó al guardián:

 

— Viene otro hombre corriendo solo.

 

Y el rey dijo:

 

— También ese trae buenas noticias.

 

27 El centinela dijo:

 

— Por su forma de correr, el primero me parece Ajimás, el hijo de Sadoc.

 

Y David comentó:

 

— Es buena gente, vendrá con buenas noticias.

 

28 Ajimás se acercó y saludó al rey:

 

— ¡Salud!

 

Luego hizo una reverencia al rey inclinando su rostro y añadió:

 

— ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que ha entregado en tu poder a la gente que se había rebelado contra el rey, mi señor!

 

29 Y el rey le preguntó:

 

— ¿Está bien el joven Absalón?

 

Ajimás respondió:

 

— Vi un gran alboroto cuando tu servidor Joab me enviaba, pero no sé lo que era. 30 El rey le dijo:

 

— Apártate y quédate ahí.

 

Él se retiró y se quedó allí. 31 Entonces llegó el cusita y dijo:

 

— ¡Hay buenas noticias para mi señor, el rey! El Señor te ha librado hoy de todos los que se habían rebelado contra ti.

 

32 El rey preguntó al cusita:

 

— ¿Está bien el joven Absalón?

 

Y el cusita respondió:

 

— ¡Que acaben como él todos los enemigos del rey, mi señor, y cuantos se rebelen para hacerte daño!

 

19 El rey se conmovió, subió a la habitación que había encima de la puerta y se puso a llorar diciendo mientras subía:

 

— ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!

 

2 Informaron a Joab de que el rey estaba llorando y lamentándose por Absalón; 3 así que la victoria de aquel día se transformó en luto para toda la tropa, pues la gente oyó decir aquel mismo día que el rey estaba muy afectado por su hijo. 4 Y la tropa entró a escondidas aquel día en la ciudad, como hacen los que se sienten avergonzados por haber huido del combate.

 

5 Mientras tanto el rey se tapaba el rostro y decía a grandes gritos:

 

— ¡Hijo mío, Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!

 

6 Entonces Joab se presentó ante el rey y le dijo:

 

— Hoy has cubierto de vergüenza a tus servidores que acaban de salvarles la vida a ti, a tus hijos e hijas, y a tus mujeres y concubinas; 7 resulta que amas a los que te odian y odias a los que te aman. Hoy has demostrado que para ti no cuentan ni jefes ni soldados. Ahora me doy cuenta de que te habría gustado más que Absalón estuviera vivo y todos nosotros muertos. 8 Así que, decídete y sal a animar a los soldados; pues te juro por Dios que si no sales ahora, no quedará nadie contigo esta noche; y esta será la peor de todas las desgracias que te hayan sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.

 

9 Entonces el rey se levantó, se sentó en la puerta y avisaron a la tropa:

 

— El rey está sentado en la puerta.

 

Y toda la tropa se presentó ante el rey.

Regreso de David

 

Los israelitas habían huido a sus tiendas, 10 y en todas las tribus de Israel la gente discutía, diciendo:

 

— El rey nos ha salvado de todos nuestros enemigos y nos ha librado de los filisteos. Pero ha tenido que abandonar el país por culpa de Absalón.

Juan 20

La Palabra (Hispanoamérica)

El sepulcro vacío (Mt 28,1.8; Mc 16,1-4.7; Lc 24,1-39.12)

 

20 El primer día de la semana, muy de mañana, antes incluso de amanecer, María Magdalena fue al sepulcro y vio que estaba quitada la piedra que tapaba la entrada. 2 Volvió entonces corriendo adonde estaban Pedro y el otro discípulo a quien Jesús tanto quería y les dijo:

 

— Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.

 

3 Pedro y el otro discípulo salieron inmediatamente hacia el sepulcro. 4 Iban corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más deprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Se asomó al interior y vio las vendas de lino en el suelo; pero no entró. 6 Después, tras sus huellas, llegó Simón Pedro y entró en el sepulcro. Vio las vendas de lino en el suelo 7 y vio también el paño que habían colocado alrededor de la cabeza de Jesús. Sólo que el paño no estaba en el suelo con las vendas, sino bien doblado y colocado aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. 9 Y es que hasta entonces no habían entendido la Escritura, según la cual Jesús tenía que resucitar triunfante de la muerte. 10 Después, los discípulos regresaron a casa.

Aparición a María Magdalena (Mc 16,9-11)

 

11 María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro. Sin cesar de llorar, se asomó al interior del sepulcro 12 y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Los ángeles le preguntaron:

 

— Mujer, ¿por qué lloras?

 

Ella contestó:

 

— Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.

 

14 Volvió entonces la vista atrás, y vio a Jesús que estaba allí, pero no lo reconoció. 15 Jesús le preguntó:

 

— Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscando?

 

Ella, creyendo que era el jardinero, le contestó:

 

— Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo misma iré a recogerlo.

 

16 Entonces Jesús la llamó por su nombre:

 

— ¡María!

 

Ella se volvió y exclamó en arameo:

 

— ¡Rabboní! (que quiere decir “Maestro”).

 

17 Jesús le dijo:

 

— No me retengas, porque todavía no he ido a mi Padre. Anda, ve y diles a mis hermanos que voy a mi Padre, que es también el Padre de ustedes; a mi Dios, que es también el Dios de ustedes.

 

18 María Magdalena fue a donde estaban los discípulos y les anunció:

 

— He visto al Señor y esto es lo que me ha encargado.

Jesús se aparece a los discípulos (Lc 24,36-49)

 

19 Aquel mismo primer día de la semana, al anochecer, estaban reunidos los discípulos en una casa, con las puertas bien cerradas por miedo a los judíos. Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:

 

— La paz esté con ustedes.

 

20 Dicho lo cual les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 21 Jesús volvió a decirles:

 

— La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así los envío yo a ustedes.

 

22 Sopló entonces sobre ellos y les dijo:

 

— Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.

Jesús y Tomás

 

24 Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban “el Mellizo”, no estaba con ellos cuando se les presentó Jesús. 25 Así que le dijeron los otros discípulos:

 

— Hemos visto al Señor.

 

A lo que Tomás contestó:

 

— Si no veo en sus manos la señal de los clavos; más aún, si no meto mi dedo en la señal dejada por los clavos y mi mano en la herida del costado, no lo creeré.

 

26 Ocho días después, se hallaban también reunidos en casa los discípulos, y Tomás con ellos. Aunque tenían las puertas bien cerradas, Jesús se presentó allí en medio y les dijo:

 

— La paz esté con ustedes.

 

27 Después dijo a Tomás:

 

— Trae aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en la herida de mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.

 

28 Tomás contestó:

 

— ¡Señor mío y Dios mío!

 

29 Jesús le dijo:

 

— ¿Crees porque has visto? ¡Dichosos los que crean sin haber visto!

Finalidad del evangelio

 

30 Jesús hizo en presencia de sus discípulos otros muchos milagros que no han sido recogidos en este libro. 31 Estos han sido narrados para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida por medio de él.

Salmos 119:153-176

La Palabra (Hispanoamérica)

 

153

Mira mi pesar y líbrame,

que no he olvidado tu ley.

154

Defiende mi causa, sálvame,

dame vida según tu promesa.

155

La salvación está lejos de los malvados,

pues no les preocupan tus normas.

156

Señor, tu misericordia es inmensa,

dame vida según tu justicia.

157

Muchos me persiguen y me acosan,

pero yo no me he apartado de tus normas.

158

He visto traidores que detesto,

porque no han respetado tu promesa.

159

Observa cómo amo tus preceptos;

Señor, por tu amor, dame la vida.

160

Esencia de tu palabra es la verdad,

son eternos tus justos decretos.

 

161

Sin razón los poderosos me persiguen,

pero lo único que yo respeto es tu palabra.

162

Me alegro tanto por tu promesa

como quien halla un gran botín.

163

Odio y detesto la mentira,

estoy enamorado de tu ley.

164

Siete veces al día te alabo

por tus justas decisiones.

165

Gozan de paz quienes aman tu ley,

no encuentran obstáculo alguno.

166

Señor, tu salvación espero,

cumplo tus mandamientos;

167

yo respeto tus mandatos

y los amo intensamente.

168

Respeto tus preceptos y mandatos,

eres testigo de toda mi conducta.

 

169

Señor, que mi grito llegue hasta ti,

hazme entender según tu palabra.

170

Atiende, Señor, mi súplica;

sálvame tú según tu promesa.

171

Que mis labios proclamen tu alabanza,

porque tú me enseñas tus normas.

172

Que mi lengua pregone tu promesa,

pues todos tus mandatos son justos.

173

Que tu mano venga en mi ayuda,

porque yo escogí tus preceptos.

174

Anhelo, Señor, tu salvación,

tu ley constituye mi delicia.

175

Que yo viva para alabarte,

que tus preceptos me ayuden.

176

Ando errante como oveja descarriada;

ven a buscar a tu siervo,

que no olvido tus mandatos.

Proverbios 16:14-15

La Palabra (Hispanoamérica)

 

14

La ira del rey es presagio de muerte,

pero el sabio consigue aplacarla.

15

El rostro radiante del rey es promesa de vida,

su favor es nube preñada de lluvia.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

 

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

 

DAB Español, Domingo 28 de Abril

Día 119, DAB Español, Domingo 28 de Abril Jueces 8:17-9:21; Lucas 23:44-24:12; Salmos 99; Proverbios 14:9-10 (Traducción en lenguaje actual ...