Friday, January 31, 2020

DAB Español, Sábado 1 de Febrero


Día 32, DAB Español, Sábado 1 de Febrero

Éxodo 13:18-15:19; Mateo 21:23-46; Salmos 26; Proverbios 6:16-19 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))






Éxodo 13:18-15:19 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

18 Por eso Dios hizo que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto hacia el mar de las Cañas.



Los israelitas salieron de Egipto bien aprovisionados. 19 Moisés llevó consigo los restos de José, pues este se lo había hecho prometer a los israelitas. Les había dicho: “Sin duda, Dios vendrá a socorrerlos, y cuando eso ocurra, se llevarán de aquí mis restos”.



20 Partieron de Sucot y acamparon en Etán, donde comienza el desierto. 21 El Señor caminaba delante de ellos: durante el día en una columna de nube para señalarles el camino; y por la noche, en una columna de fuego para alumbrarlos; así podían caminar de día y de noche. 22 Nunca se apartaban del pueblo las columnas: la de nube durante el día, y la de fuego durante la noche.



Los israelitas cruzan el mar Rojo

14 El Señor dijo a Moisés:



2 — Di a los israelitas que cambien de dirección y acampen en Pi Ajirot, entre Migdol y el mar, frente a Baal Sefón. Que instalen las tiendas mirando al mar. 3 El faraón pensará que los israelitas no saben salir de Egipto y que el desierto les cierra el paso. 4 Y yo haré que el faraón no se dé por vencido y los persiga; y de nuevo mostraré mi gloria a costa de él y de todos sus ejércitos. Así los egipcios tendrán que reconocer que yo soy el Señor.



Los israelitas cumplieron esta orden. 5 Cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el faraón y sus cortesanos cambiaron de parecer con respecto a los israelitas, y se dijeron: “¿Qué es lo que hemos hecho? Hemos dejado marchar a los israelitas, quedándonos sin mano de obra”. 6 Entonces el faraón mandó preparar inmediatamente su carro y reunió a su ejército: 7 los seiscientos carros mejor equipados y el resto de los carros de Egipto, con sus correspondientes capitanes.



8 Y el Señor hizo que el faraón, el rey de Egipto, se obstinase en perseguir a los israelitas que habían partido en plan de vencedores.



9 Los egipcios con todo su ejército, con carros y caballería, salieron a perseguir a los israelitas y les dieron alcance en el lugar donde estaban acampados, a orillas del mar, junto a Pi Ajirot, frente a Baal Sefón. 10 En cuanto los israelitas se percataron de que el faraón y su ejército iban hacia ellos, muertos de miedo clamaron al Señor, 11 y dijeron a Moisés:



— ¿Es que no había sepulcros en Egipto, para que nos hicieses venir a morir al desierto? ¿Para esto nos has sacado de Egipto? 12 ¿No te decíamos allí que nos dejaras en paz sirviendo a los egipcios, pues más nos valía ser esclavos suyos que morir en el desierto?



13 Y Moisés respondió al pueblo:



— No tengan miedo; manténganse firmes y verán la victoria que el Señor les va a conceder hoy; a esos egipcios que ahora ven, les aseguro que no los verán nunca más. 14 El Señor luchará por ustedes que sólo deben esperar en silencio.



15 Entonces el Señor dijo a Moisés:



— ¿A qué vienen esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. 16 Y tú levanta tu vara y extiende la mano sobre el mar que se abrirá en dos para que los israelitas lo atraviesen pisando en seco. 17 Yo haré que los egipcios se empeñen en alcanzarlos y se metan en el mar detrás de ustedes. Entonces manifestaré mi poder sobre el faraón y todo su ejército, sobre sus carros y su caballería. 18 Y cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de su caballería, los egipcios tendrán que reconocer que yo soy el Señor.



19 El ángel de Dios, que iba delante del campamento de Israel, se situó en la retaguardia; y también la columna de nube que marchaba delante de ellos 20 se interpuso entre el ejército egipcio y los israelitas. La nube se oscureció dejando la noche lóbrega, de modo que no pudieron acercarse los unos a los otros.



21 Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo que el mar se retirase valiéndose de un viento huracanado del este que sopló durante toda la noche y que dividió las aguas en dos, dejando seco el mar.



22 Los israelitas entraron en medio del mar, pisando en seco, mientras las aguas formaban una especie de muralla a ambos lados.



23 Los egipcios, persiguiéndolos, entraron en medio del mar con los caballos del faraón, sus carros y su caballería. 24 Poco antes de despuntar el alba, el Señor miró al ejército egipcio desde la columna de fuego y nube y lo desbarató. 25 Atascó las ruedas de los carros que a duras penas podían avanzar. Entonces los egipcios se dijeron:



— Huyamos de los israelitas, porque el Señor lucha a su favor contra nosotros.



26 Pero el Señor dijo a Moisés:



— Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se precipiten sobre los egipcios, sus carros y su caballería.



27 Moisés extendió su mano sobre el mar y, al despuntar el día, el mar volvió a su estado normal. Los egipcios trataron de huir, pero se encontraron con las aguas, y el Señor hizo que los egipcios muriesen anegados por el mar. 28 Las aguas, al juntarse, engulleron carros y caballería, y a todo el ejército del faraón que había entrado en el mar en persecución de los israelitas. No se salvó ni uno.



29 Los israelitas, en cambio, cruzaron el mar por tierra seca, mientras las aguas formaban para ellos una muralla a derecha e izquierda.



30 Aquel día el Señor salvó a Israel del poder de los egipcios. Los israelitas pudieron ver los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar, 31 reconociendo el gran poder desplegado por el Señor contra los egipcios. El pueblo veneró al Señor y depositó su confianza en él y en Moisés, su siervo.



Canto de Moisés y María

15 Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor:



Cantaré al Señor,

sublime ha sido su victoria;

caballos y jinetes hundió en el mar.

2 El Señor es mi fortaleza y mi refugio,

él fue mi salvación.

Él es mi Dios, por eso lo alabaré;

es el Dios de mi padre,

por eso lo ensalzaré.

3 El Señor es un guerrero,

su nombre es “Señor”.

4 Él hundió en el mar

los carros y el ejército del faraón;

lo mejor de sus capitanes

el mar de las Cañas se tragó.

5 Cayeron hasta el fondo como piedras,

el mar profundo los cubrió.

6 Fue tu diestra quien lo hizo,

resplandeciente de poder;

tu diestra, Señor, aniquiló al enemigo.

7 Con la inmensidad de tu poder

aplastaste a tus enemigos;

lanzaste el ardor de tu enojo

y como paja se consumieron.

8 Al soplo de tu aliento,

las aguas se amontonaron,

como un muro se alzaron las olas,

y los abismos se cuajaron

en el corazón del mar.

9 Decía el enemigo:

“los perseguiré, los alcanzaré,

me repartiré sus despojos,

y mi codicia saciaré.

Desenvainaré mi espada;

con mi poder los destruiré”.

10 Al soplo de tu aliento,

los cubrió el mar;

como plomo se hundieron

en las impetuosas aguas.

11 ¿Quién hay como tú, Señor,

entre los dioses?

¿Quién como tú,

magnífico en santidad,

terrible por tus hazañas,

autor de prodigios?

12 Extendiste tu diestra

y los tragó la tierra.

13 Guiaste con tu amor,

al pueblo que rescataste;

lo guiaste con tu poder

hasta tu santa morada.

14 Lo oyeron los pueblos

y se estremecieron;

los habitantes de Filistea

se echaron a temblar.

15 Se llenaron de horror

los jefes de Edom;

temblaron de angustia

los príncipes de Moab;

se acobardaron

los habitantes de Canaán.

16 Cayó sobre ellos terror y miedo.

Ante la grandeza de tu poder

quedaron petrificados,

hasta que pasó tu pueblo, Señor,

el pueblo que tu adquiriste.

17 Tú los introduces y los plantas

en el monte de tu heredad,

lugar donde pusiste tu morada,

en el santuario, Señor,

que fundaron tus manos.

18 ¡El Señor reina eternamente!



19 Cuando la caballería del faraón, con sus carros y jinetes, entró en el mar, el Señor hizo que las aguas se volviesen contra ellos; en cambio, los israelitas cruzaron el mar caminando sobre tierra seca.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Mateo 21:23-46 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La autoridad de Jesús (Mc 11,27-33; Lc 20,1-8)

23 Jesús entró en el Templo y mientras enseñaba se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron:



— ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado para ello?



24 Jesús les contestó:



— Yo también voy a preguntarles una cosa. Si me responden, les diré con qué derecho hago todo esto. 25 ¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: del cielo o de los hombres?



Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si contestamos que lo recibió de Dios, él nos dirá: ‘¿Por qué, pues, no le creyeron?’ 26 Y si decimos que lo recibió de los hombres, corremos el peligro de la reacción del pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta”. 27 Así que respondieron a Jesús:



— No lo sabemos.



A lo que él replicó:



— Pues tampoco yo les diré con qué derecho hago todo esto.



Parábola de los dos hijos

28 — ¿Qué les parece? Una vez, un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos: “Hijo, hoy tienes que ir a trabajar a la viña”. 29 El hijo contestó: “No quiero ir”. Pero más tarde cambió de idea y fue. 30 Lo mismo le dijo el padre al otro hijo, que le contestó: “Sí, padre, iré”. Pero no fue. 31 Díganme, ¿cuál de los dos cumplió el mandato de su padre?



Ellos respondieron:



— El primero.



Y Jesús añadió:



— Pues les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van a entrar en el reino de Dios antes que ustedes. 32 Porque vino Juan mostrando con su vida cómo se debe cumplir la voluntad de Dios, y ustedes no le creyeron; en cambio, sí le creyeron los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Y ustedes lo vieron, pero ni aun así cambiaron de actitud dándole crédito.



Parábola de los labradores criminales (Mc 12,1-12; Lc 20,9-19)

33 Escuchen esta otra parábola: Una vez un padre de familia plantó una viña, la cercó con una valla, construyó un lagar y levantó en ella una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió sus criados para percibir de los labradores el fruto que le correspondía. 35 Pero los labradores, cayendo sobre los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. 36 El amo envió otros criados, en mayor número que la primera vez; pero los labradores hicieron lo mismo con ellos. 37 Por último envió a su propio hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. 38 Pero cuando los labradores vieron que se trataba del hijo del amo, se dijeron: “Este es el heredero. Matémoslo, y apoderémonos de su herencia”. 39 Y, echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo asesinaron. 40 Por tanto, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?



41 Contestaron a Jesús:



— Son unos miserables; los hará perecer sin compasión y confiará la viña a otros labradores que le entreguen a su tiempo el fruto que le corresponda.



42 Añadió Jesús:



— ¿Acaso no han leído ustedes en las Escrituras:



La piedra que desecharon los constructores,

se ha convertido en la piedra principal.

Esto lo ha hecho el Señor,

y nos resulta verdaderamente maravilloso?



43 Por eso, les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y será entregado a un pueblo que produzca los frutos que corresponden al Reino. 44 [En cuanto a la piedra, el que caiga sobre ella, se estrellará, y a quien la piedra le caiga encima, lo aplastará].



45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron estas parábolas de Jesús, comprendieron que se refería a ellos. 46 Por eso buscaban la manera de apresarlo; pero temían a la gente, porque muchos lo consideraban profeta.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Salmos 26 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Salmo 26 (25)

Hazme justicia, Señor.

26 De David.

Hazme justicia, Señor, pues camino con rectitud.

En el Señor confío, jamás dudaré.

2 Señor, examíname, ponme a prueba,

sondea mi conciencia y mis pensamientos.

3 Ante mí tengo presente tu amor

y con tu verdad recorro mi camino.

4 No tomo asiento con los falsos

ni me alío con los hipócritas;

5 detesto la asamblea de los malvados

y no me siento con los perversos.

6 Lavo mis manos en señal de inocencia

y me acerco a tu altar, Señor,

7 para hacer resonar un clamor de gratitud

y proclamar todas tus maravillas.

8 Señor, yo amo la casa en que habitas,

el lugar que es morada de tu gloria.

9 No me reúnas con pecadores,

ni con gente sanguinaria,

10 que el mal está en sus manos

y el soborno colma su diestra.

11 Pero yo camino con rectitud,

sálvame y apiádate de mí.

12 Mis pies están firmes en el camino recto.

En medio de la asamblea bendeciré al Señor.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Proverbios 6:16-19 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Siete cosas detestables

16 Hay seis cosas que detesta el Señor

y una séptima que aborrece del todo:

17 ojos altaneros, lengua mentirosa,

manos manchadas de sangre inocente,

18 mente que trama planes perversos,

pies ligeros para correr hacia el mal,

19 testigo falso que difunde mentiras

y el que atiza discordias entre hermanos.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Thursday, January 30, 2020

DAB Español, Viernes 31 de Enero


Día 31, DAB Español, Viernes 31 de Enero



Éxodo 12:14-13:17; Mateo 20:29-21:22; Salmos 25:12-22; Proverbios 6:12-15 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))






Éxodo 12:14-13:17 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

14 Ese será para ustedes un día memorable; en él celebrarán fiesta en honor del Señor, y esto quedará como institución perpetua para las generaciones futuras.



Los panes sin levadura

15 Durante siete días comerán panes sin levadura; desde el primer día harán desaparecer la levadura de sus casas, porque cualquiera que comiere algo fermentado durante esos días será expulsado de Israel. 16 Tanto el primer día como el séptimo, celebrarán una asamblea sagrada. Durante esos días no estará permitido realizar ningún trabajo, exceptuando únicamente el necesario para preparar la comida. 17 Observarán la fiesta de los Panes sin levadura, porque en ese día saqué yo a sus tribus de Egipto. Celebrarán ese día como institución perpetua para las generaciones venideras. 18 Desde la tarde del día catorce del primer mes hasta la tarde del veintiuno comerán panes sin levadura. 19 Durante esos siete días no deberá haber levadura en sus casas, porque cualquiera que coma algo fermentado, tanto si es extranjero como si es israelita, será expulsado de la comunidad de Israel.



20 No comerán nada fermentado; donde quiera que vivan, comerán panes sin levadura.



Sacrificio del cordero

21 Moisés convocó a todos los ancianos de Israel y les dijo:



— Vayan a escoger un cordero por familia, e inmólenlo para celebrar la Pascua. 22 Después tomen un manojo de hisopo, empápenlo en la sangre del animal recogida en un recipiente, y unten con ella el dintel y las dos jambas de la puerta. Que nadie salga de su casa hasta la mañana siguiente. 23 Porque el Señor pasará hiriendo de muerte a los egipcios, y cuando vea la sangre en el dintel y en las dos jambas, pasará sin detenerse en aquella puerta y no dejará que el exterminador entre en sus casas para matar. 24 Obedezcan este mandato del Señor como una ley perpetua para ustedes y para sus hijos. 25 Cuando ustedes entren en la tierra que el Señor les va a dar, tal como lo ha prometido, seguirán celebrando este rito. 26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa este rito?”, 27 les responderán: “Es el sacrificio de la Pascua en honor del Señor, que pasó sin detenerse en las casas de los israelitas en Egipto, cuando hirió de muerte a los egipcios y protegió a nuestras familias”.



Entonces los israelitas se postraron en actitud de adoración. 28 Luego hicieron lo que el Señor había ordenado a Moisés y Aarón.



La muerte de los primogénitos

29 A medianoche, el Señor hizo morir a los primogénitos en Egipto, desde el primogénito del faraón —heredero del trono— hasta el primogénito del que estaba encerrado en el calabozo, y también a las primeras crías del ganado. 30 Se levantó aquella noche el faraón junto con sus cortesanos y todos los egipcios, y un alarido inmenso se oyó en todo Egipto porque no había casa en donde no hubiera algún muerto. 31 Esa misma noche el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón para decirles:



— Marchénse, aléjense de mi gente; ustedes y todos los israelitas vayan a ofrecer culto al Señor, como lo pidieron. 32 Lleven también con ustedes las ovejas y las vacas, como querían, y márchense. Y rueguen por mí.



Éxodo de Egipto

33 Los egipcios apuraban al pueblo, para que saliese del país cuanto antes, pues decían: “Vamos a morir todos”. 34 El pueblo recogió la masa de harina aún sin fermentar y, junto con las artesas, la envolvieron en mantas y se la echaron al hombro. 35 Además, obedeciendo las órdenes de Moisés, les pidieron a los egipcios objetos de oro y plata, y vestidos. 36 El Señor hizo que los israelitas se ganasen el favor de los egipcios, que les dieron todo cuanto les pedían. Así fue como despojaron a los egipcios.



37 Los israelitas partieron de Ramsés en dirección a Sucot; eran más de seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38 Además partió con ellos una enorme muchedumbre de gente con gran cantidad de ovejas y vacas. 39 Como la masa que sacaron de Egipto no llegó a fermentar, la cocieron e hicieron panes sin levadura, pues al tener que salir precipitadamente, expulsados por los egipcios, no tuvieron tiempo de hacer otras provisiones para el viaje.



40 Los israelitas estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años. 41 Y justo en el mismo día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años, todos los ejércitos del Señor salieron de Egipto. 42 Aquella noche el Señor veló para sacarlos de Egipto. Esa es la noche del Señor, noche en que los israelitas también deberán mantenerse en vela generación tras generación.



Leyes de la Pascua

43 El Señor dijo a Moisés y Aarón:



— Estas son las instrucciones relativas a la Pascua: Ningún extranjero podrá comer el cordero pascual. 44 En cambio, sí podrá comer de él el esclavo que hayas comprado y circuncidado. 45 Tampoco lo comerá el inmigrante ni el jornalero. 46 Lo comerán todo en la misma casa. No se sacará de la casa el más mínimo trozo de carne del animal sacrificado, ni se le quebrará un solo hueso. 47 Toda la comunidad de Israel celebrará la Pascua. 48 Y si el inmigrante que vive con ustedes quiere celebrar la Pascua en honor del Señor, antes deberá circuncidar a todos los varones de su familia. Después de esto podrá celebrar la Pascua como uno más de ustedes. Pero ningún incircunciso participará de la Pascua. 49 Habrá una misma ley para los nativos y para los inmigrantes que habiten entre ustedes.



50 Los israelitas lo hicieron todo según lo ordenado por el Señor a Moisés y Aarón. 51 Y aquel mismo día, el Señor sacó de Egipto a los israelitas como un ejército en orden de batalla.



Consagración de los primogénitos

13 El Señor dijo a Moisés:



2 — Conságrame todos los primogénitos de los israelitas; porque el primer parto de toda madre, sea de persona o de animal, me pertenece.



Los panes sin levadura

3 Y Moisés dijo al pueblo:



— Recuerden siempre este día, en el cual fueron liberados de la esclavitud de Egipto, porque el poder del Señor ha sido el que los ha sacado de aquí. Por eso, no comerán pan fermentado. 4 Ustedes salen hoy de aquí, en el mes de Abib. 5 En este mismo mes, cuando el Señor te haya introducido en la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, jeveos y jebuseos, una tierra que mana leche y miel y que te daré porque así lo prometió a tus antepasados, entonces celebrarán el siguiente rito: 6 comerás panes sin levadura durante siete días, y el séptimo día harás fiesta en honor del Señor. 7 Durante esos siete días se comerá pan sin levadura; en ninguna parte de tu territorio deberá haber levadura o pan fermentado. 8 Ese día explicarás a tu hijo: “Hacemos esto recordando lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto”. 9 Este rito será para ti como una marca en tu mano o una señal en tu frente para que te acuerdes de tener siempre en los labios la ley del Señor, pues él te sacó de Egipto con gran poder. 10 Por eso has de celebrar este rito año tras año, en la fecha señalada.



Los primogénitos

11 Cuando el Señor te haya introducido en la tierra de los cananeos y tomes posesión de ella, como te prometió a ti y a tus antepasados, 12 entonces consagrarás al Señor todos los primogénitos. También las primeras crías de tu ganado, si son machos, pertenecen al Señor. 13 Pero puedes rescatar la primera cría del asno, sustituyéndola por un cordero; si no la rescatas, deberás desnucarla. Estás obligado a presentar ofrenda por cada primogénito humano, para rescatarlo. 14 Y cuando tu hijo te pregunte el día de mañana: “¿Qué significa esto?”, le responderás: “El Señor, con su gran poder, nos sacó de Egipto donde vivíamos como esclavos. 15 Y como el faraón se volvió intransigente y no nos dejaba salir, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo personas que animales. Por eso le sacrifico al Señor los primogénitos del ganado, si son machos, y rescato los primogénitos de mis hijos. 16 Este rito te servirá como una marca que pones sobre tu mano o como un signo en la frente para recordar que fue el Señor, con su gran poder, el que nos sacó de Egipto”.



Salida de Egipto

17 Una vez que el faraón dejó marchar al pueblo, Dios no los condujo por la ruta de los filisteos, aunque era el camino más corto, pues se dijo: “Si esta gente es atacada y tiene que luchar, se acobardará y regresará a Egipto”.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Mateo 20:29-21:22 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Curación de dos ciegos (Mc 10,46-52, Lc 18,35-43)

29 Cuando salían de Jericó, una multitud acompañaba a Jesús. 30 En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba por allí, se pusieron a gritar:



— ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!



31 La gente les decía que se callaran, pero ellos gritaban cada vez más:



— ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!



32 Entonces Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó:



— ¿Qué quieren que haga por ustedes?



33 Los ciegos le contestaron:



— Señor, que podamos ver.



34 Jesús, conmovido, les tocó los ojos, y al punto los ciegos recobraron la vista y se fueron tras él.



V.— JESÚS EN JERUSALÉN (21—28)

Acciones simbólicas y controversias (21—25)

Entrada triunfal (Mc 11,1-11; Lc 19,28-38; Jn 12,12-19)

21 Cerca ya de Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos 2 con este encargo:



— Vayan a la aldea que está ahí enfrente, y en seguida encontrarán una borrica atada, y a su lado un pollino. Desátenlos y tráiganmelos. 3 Y si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita y que en seguida los devolverá. 4 Esto sucedió en cumplimiento de lo dicho por medio del profeta:



5 Digan a Jerusalén, la ciudad de Sión:

Mira, tu Rey viene a ti lleno de humildad,

montado en un asno, en un pollino,

hijo de animal de carga.



6 Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado. 7 Le llevaron la borrica y el pollino, pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús montó encima. 8 Un gran gentío alfombraba con sus mantos el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían al paso de Jesús. 9 Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:



—¡ Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡ Gloria al Dios Altísimo!



10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, hubo gran agitación en la ciudad. Unos a otros se preguntaban:



— ¿Quién es este?



11 Y la gente decía:



— Este es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.



Los comerciantes del Templo (Mc 11,15-19; Lc 19,45-48; Jn 2,13-22)

12 Jesús entró en el Templo y expulsó a todos los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los cambistas de monedas y los puestos de los vendedores de palomas 13 increpándolos:



— Esto dicen las Escrituras: Mi casa ha de ser casa de oración; pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.



14 Más tarde se acercaron a Jesús, en el Templo, algunos ciegos y tullidos, y él los curó. 15 Pero los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se sintieron muy molestos al ver los milagros que Jesús había hecho y al oír que los niños gritaban en el Templo dando vivas al Hijo de David. 16 Por eso le preguntaron:



— ¿No oyes lo que estos están diciendo?



Jesús les contestó:



— ¡Claro que lo oigo! Pero ¿es que nunca han leído ustedes en las Escrituras aquello de: sacarás alabanza de labios de los pequeños y de los niños de pecho? 17 Y dejándolos, salió de la ciudad y se fue a Betania, donde pasó la noche.



La higuera sin fruto (Mc 11,12-14.20-24)

18 Por la mañana temprano, cuando Jesús volvía a la ciudad, sintió hambre. 19 Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella; pero únicamente encontró hojas. Entonces dijo a la higuera:



— ¡Que nunca más vuelvas a dar fruto!



Y en aquel mismo instante se secó la higuera. 20 Al ver aquello, los discípulos se quedaron atónitos, y decían:



— ¿Cómo ha podido secarse de repente la higuera?



21 Jesús les contestó:



— Les aseguro que, si tienen fe y no dudan, no solamente harán esto de la higuera, sino que si dicen a este monte que se quite de ahí y se arroje al mar, así ocurrirá. 22 Todo cuanto pidan orando con fe, lo recibirán.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Salmos 25:12-22 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

12 A quien venere al Señor,

él le enseñará qué camino elegir;

13 vivirá con prosperidad

y su descendencia heredará la tierra.

14 El Señor se confía a sus fieles

anunciándoles su alianza.

15 Mis ojos tengo siempre en el Señor,

él libera mis pies de la trampa.

16 Atiéndeme, apiádate de mí

que estoy solo y desvalido.

17 Mis angustias se multiplican,

líbrame tú de mis pesares.

18 Mira mis aflicciones y penas,

perdóname mis pecados;

19 mira cuántos son mis enemigos

y el rencor con que me odian.

20 Protégeme, sálvame,

no me defraudes, pues en ti confío.

21 La integridad y la rectitud me protejan

porque en ti tengo puesta mi esperanza.

22 ¡Señor, libera a Israel

de todas sus angustias!



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Proverbios 6:12-15 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

El malhechor

12 El perverso y malhechor

camina con gesto torcido,

13 mirando con mala intención,

arrastrando los pies,

señalando con los dedos,

14 urdiendo maldades en su mente perversa

y provocando riñas continuamente.

15 Por eso llegará su ruina repentina,

será destruido de inmediato y sin remedio.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Wednesday, January 29, 2020

DAB Español, Jueves 30 de Enero


Día 30, DAB Español, Jueves 30 de Enero



Éxodo 10:1-12:13; Mateo 20:1-28; Salmos 25:1-11; Proverbios 6:6-11 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))






Éxodo 10:1-12:13 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Octava plaga: las langostas

10 El Señor dijo a Moisés:



— Preséntate ante el faraón, porque yo soy el que ha hecho que tanto él como sus cortesanos se muestren intransigentes, a fin de que se pongan de manifiesto en medio de ellos mis prodigios. 2 Así podrás contar a tus hijos y a tus nietos cómo castigué a Egipto y qué prodigios realicé entre ellos; y reconocerán que yo soy el Señor.



3 Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron:



— Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar salir a mi pueblo para que me rinda culto? 4 Si te niegas a dejarlo salir, mañana mismo voy a hacer que una plaga de langosta invada tu país. 5 Cubrirán tu país de tal manera que no se podrá ver el suelo, devorando el resto de la cosecha que se salvó del granizo junto con todos los árboles que crecen en los campos. 6 Llenarán tus palacios, las casas de tus cortesanos y las del resto de los egipcios. ¡Será algo como nunca vieron tus padres ni tus abuelos desde que aparecieron sobre la tierra hasta el presente!



Dicho esto, Moisés dio media vuelta y salió de la presencia del faraón. 7 Los cortesanos del faraón le dijeron:



— ¿Hasta cuándo va a ser este hombre nuestra ruina? Deja marchar a esa gente y que rindan culto al Señor, su Dios.



8 Entonces hicieron volver a Moisés y Aarón ante el faraón, el cual les dijo:



— Vayan y rindan culto al Señor su Dios. Pero, ¿quiénes son los que van a ir?



9 Moisés respondió:



— Para celebrar la fiesta en honor del Señor, hemos de ir con nuestros niños y ancianos, con nuestros hijos e hijas, con nuestras ovejas y vacas.



10 El faraón les replicó diciendo:



— ¡Están muy equivocados si piensan que voy a dejar que se marchen con sus niños! ¡Algo están ustedes tramando! 11 No irán como dicen; sólo irán los varones adultos a rendir culto al Señor, ya que eso es lo que ustedes han pedido.



Acto seguido, los echaron de la presencia del faraón.



12 El Señor dijo a Moisés:



— Extiende tu mano sobre Egipto, para que venga sobre el país una plaga de langostas y devore la vegetación que no destruyó el granizo.



13 Moisés extendió su vara, apuntando hacia Egipto, y el Señor hizo soplar sobre el país el viento del este, desde la mañana hasta la noche. Al amanecer, el viento del este había traído una plaga de langostas 14 que invadió todo el país, hasta el último rincón. ¡Nunca antes se había visto tal cantidad de langostas, ni se vio después algo parecido! 15 Las langostas cubrieron el país de tal modo que se oscureció su superficie; devoraron todas las plantas del país y todos los frutos de los árboles que se habían salvado del granizo. No dejaron nada verde en ningún lugar de Egipto: ni en el campo, ni en los árboles.



16 El faraón mandó llamar urgentemente a Moisés y Aarón para decirles:



— Reconozco que he pecado contra el Señor, su Dios, y contra ustedes. 17 Les ruego que de nuevo me perdonen y que rueguen al Señor, su Dios, que aleje de aquí este desastroso castigo.



18 Moisés salió de su presencia y oró al Señor. 19 El Señor cambió la dirección del viento, y un viento fuerte del oeste barrió las langostas y las arrojó al mar de las Cañas. No quedó en todo Egipto una sola langosta. 20 Pero el Señor mantuvo al faraón en su postura intransigente y no dejó salir a los israelitas.



Novena Plaga: Las tinieblas

21 El Señor dijo a Moisés:



— Alza tu mano hacia el cielo, para que aparezcan sobre todo Egipto unas tinieblas tan densas que se puedan palpar.



22 Moisés así lo hizo, y se cernió sobre Egipto una espesa tiniebla que duró tres días. 23 Durante ese tiempo nadie pudo moverse, pues no se veían unos a otros; pero sí hubo luz donde vivían los israelitas. 24 Una vez más el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo:



— Vayan con sus hijos a rendir culto al Señor, su Dios, pero dejen aquí sus ovejas y vacas.



25 Moisés respondió:



— Tienes que dejarnos llevar también las víctimas para los sacrificios y holocaustos en honor del Señor, nuestro Dios; 26 también nuestro ganado ha de venir con nosotros. No dejaremos aquí ni una sola res, porque debemos rendir culto al Señor, nuestro Dios, con las cosas que nos pertenecen; y hasta que no lleguemos allí, no sabremos qué es lo adecuado para rendirle culto.



27 El Señor hizo que el faraón se mantuviera intransigente y que no los dejara salir. 28 Dijo además el faraón a Moisés:



— ¡Fuera de aquí! Y no vuelvas nunca más a presentarte ante mí, pues el día en que aparezcas nuevamente por aquí, morirás.



29 A lo que Moisés respondió:



— Será como dices, no me verás nunca más.



Décima plaga: Muerte de los primogénitos

11 El Señor dijo a Moisés:



— Todavía voy a mandar una plaga más sobre el faraón y los egipcios; después de ella, no sólo los dejará salir, sino que los expulsará. 2 Di, pues, a los israelitas que cada uno pida a sus vecinos y vecinas de Egipto objetos de oro y plata.



3 El Señor hizo que los egipcios fuesen generosos con los israelitas; incluso el mismo Moisés gozaba de gran consideración tanto entre los cortesanos del faraón, como entre el resto de los egipcios. 4 Y dijo Moisés al faraón:



— Esto dice el Señor: A eso de la medianoche pasaré a través de Egipto 5 y todos los primogénitos egipcios morirán, desde el primogénito del faraón, su heredero, hasta el primogénito de la sierva que muele en el molino; y lo mismo sucederá con las primeras crías del ganado 6 Entonces resonarán en todo Egipto gritos de desolación, como nunca los hubo ni los habrá jamás. 7 Pero en lo que se refiere a Israel, se trate de personas o de animales, ni un perro les ladrará, para que ustedes reconozcan que el Señor ha tratado de modo diferente a egipcios e israelitas. 8 Entonces, vendrán a verme tus cortesanos que de rodillas me dirán: “Márchate con todo el pueblo que te sigue”. Después de esto me marcharé.



Y salió Moisés muy indignado de la presencia del faraón.



9 El Señor dijo a Moisés:



— El faraón no les hará caso y tendré que multiplicar mis prodigios en Egipto.



10 Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios en presencia del faraón, pero como el Señor mantuvo al faraón intransigente, este no dejó salir de Egipto a los israelitas.



La salida de Egipto (12,1—15,21)

La Pascua

12 Estando aún Moisés y Aarón en Egipto, les dijo el Señor:



2 — Este mes será para ustedes el principal, el mes con que comenzarán el año. 3 Digan a toda la comunidad de Israel: el diez de este mes cada uno tomará un cordero, uno por cada casa y familia. 4 Si la familia es muy pequeña para comérselo entero, que se junte con su vecino más próximo teniendo en cuenta el número de comensales y la porción de cordero que cada uno pueda comer. 5 El cordero deberá ser de un año, macho y sin ningún defecto. Podrá ser cordero o cabrito. 6 Lo guardarán hasta el día catorce de este mes, y en la tarde de ese día toda la comunidad de Israel procederá a inmolarlo. 7 Untarán luego con la sangre del animal las jambas y el dintel de la puerta de las casas en que se haya de comer. 8 En esa noche se comerá la carne asada al fuego, acompañada de hierbas amargas y panes sin levadura. 9 No comerán nada crudo o cocido. Todo deberá estar asado al fuego: cabeza, patas y vísceras. 10 Nada dejarán para el día siguiente; si queda algo, lo quemarán. 11 Lo comerán así: la túnica atada, las sandalias abrochadas y la vara en la mano; lo comerán a toda prisa. Es la Pascua del Señor.



12 Esa noche recorreré el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto personas como animales. De este modo, yo, el Señor, daré un justo escarmiento a todos los dioses egipcios. 13 La sangre servirá de señal en las casas que ustedes habitan: cuando yo vea la sangre pasaré de largo y no les alcanzará la plaga exterminadora con que castigaré a Egipto.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

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Mateo 20:1-28 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Parábola de los jornaleros contratados

20 El reino de los cielos puede compararse al amo de una finca que salió una mañana temprano a contratar jornaleros para su viña. 2 Convino con los jornaleros en pagarles el salario correspondiente a una jornada de trabajo, y los envió a la viña. 3 Hacia las nueve de la mañana salió de nuevo y vio a otros jornaleros que estaban en la plaza sin hacer nada. 4 Les dijo: “Vayan también ustedes a la viña. Les pagaré lo que sea justo”. 5 Y ellos fueron. Volvió a salir hacia el mediodía, y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. 6 Finalmente, sobre las cinco de la tarde, volvió a la plaza y encontró otro grupo de desocupados. Les preguntó: “¿Por qué están aquí todo el día sin hacer nada?”. 7 Le contestaron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Pues vayan también ustedes a la viña”.



8 Al anochecer, el amo de la viña ordenó a su capataz: “Llama a los jornaleros y págales su salario, empezando por los últimos hasta los primeros”. 9 Se presentaron, pues, los que habían comenzado a trabajar sobre las cinco de la tarde y cada uno recibió el salario correspondiente a una jornada completa. 10 Entonces los que habían estado trabajando desde la mañana pensaron que recibirían más; pero, cuando llegó su turno, recibieron el mismo salario. 11 Así que, al recibirlo, se pusieron a murmurar contra el amo 12 diciendo: “A estos que sólo han trabajado una hora, les pagas lo mismo que a nosotros, que hemos trabajado toda la jornada soportando el calor del día”. 13 Pero el amo contestó a uno de ellos: “Amigo, no te trato injustamente. ¿No convinimos en que trabajarías por esa cantidad? 14 Pues tómala y vete. Si yo quiero pagar a este que llegó a última hora lo mismo que a ti, 15 ¿no puedo hacer con lo mío lo que quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar tu envidia?”.



16 Así, los que ahora son últimos serán los primeros, y los que ahora son primeros serán los últimos.



Jesús anuncia por tercera vez su muerte y su resurrección (Mc 10,32-34; Lc 18,31-34)

17 Cuando Jesús iba de camino subiendo hacia Jerusalén, llamó aparte a los doce discípulos y les dijo:



18 — Ya ven que estamos subiendo a Jerusalén. Allí el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley que lo condenarán a muerte; 19 luego lo pondrán en manos de extranjeros para que se burlen de él, lo golpeen y lo crucifiquen. Pero al tercer día resucitará.



Petición de los hijos de Zebedeo (Mc 10,35-45)

20 Por entonces se presentó a Jesús la madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y se puso de rodillas con intención de pedirle algo. 21 Jesús le preguntó:



— ¿Qué es lo que deseas?



Ella dijo:



— Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.



22 Jesús respondió:



— No saben lo que están pidiendo. ¿Pueden beber ustedes la misma copa de amargura que yo estoy a punto de beber?



Ellos le contestaron:



— ¡Sí, podemos beberla!



23 Jesús les dijo:



— Pues bien, beberán mi copa de amargura; pero el que se sienten el uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, no es cosa mía concederlo; eso es para quienes mi Padre lo ha reservado.



24 Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se sintieron muy molestos con los dos hermanos. 25 Pero Jesús los reunió y les dijo:



— Como muy bien saben ustedes, los que gobiernan las naciones las someten a su dominio, y los poderosos las rigen despóticamente. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Antes bien, si alguno quiere ser grande, que se ponga al servicio de los demás; 27 y si alguno quiere ser principal, que se haga servidor de todos. 28 De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

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Salmos 25:1-11 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Salmo 25 (24)

Acuérdate, Señor, de tu misericordia

25 De David.

A ti me dirijo, Señor.

2 Dios mío, en ti confío, no me defraudes,

que mis enemigos no se burlen de mí.

3 Quien en ti espera no quedará defraudado;

pero sí quedará confundido

el que es infiel sin motivo.

4 Señor, muéstrame tus caminos,

enséñame tus sendas,

5 instrúyeme en tu verdad; enséñame,

porque tú eres el Dios que me salva,

en ti pongo mi esperanza cada día.

6 Recuerda, Señor, tu misericordia

y tu amor que desde siempre existen;

7 olvida mis faltas de juventud y mis pecados,

recuérdame en tu amor, por tu bondad, Señor.

8 El Señor es bueno y recto,

él muestra el camino a los pecadores,

9 instruye en la justicia a los humildes,

enseña a los humildes su camino.

10 Las sendas del Señor son amor y verdad

para quienes respetan su alianza y sus mandatos.

11 Señor, haciendo honor a tu nombre,

perdona mi grave pecado.



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Proverbios 6:6-11 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

El perezoso

6 Mira a la hormiga, perezoso,

observa su conducta y aprende:

7 aunque no tiene jefe,

ni inspector, ni gobernante,

8 prepara en el verano su alimento,

en tiempo de siega almacena su comida.

9 ¿Cuánto tiempo dormirás, perezoso?

¿Cuándo te levantarás del sueño?

10 Un rato de sueño, otro de siesta,

cruzas los brazos y a descansar;

11 y te asalta como un bandido la pobreza

y la penuria como un hombre armado.



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DAB Español, Sábado 27 de Abril

Día 118, DAB Español, Sábado 27 de Abril Jueces 7:1-8:16; Lucas 23:11-43; Salmos 97-98; Proverbios 14:7-8 (Reina Valera Actualizada (RVA-201...