Día 26, DAB Español, Domingo 26 de Enero
Éxodo 2:11-3:22; Mateo 17:10-27; Salmos 22:1-18;
Proverbios 5:7-14 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Éxodo 2:11-3:22 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Moisés huye de Egipto
11 Hecho ya un hombre, Moisés salió un día a visitar a
sus hermanos y vio sus penalidades. También fue testigo de cómo un egipcio
maltrataba a un hebreo, hermano suyo de raza. 12 Miró a uno y otro lado y,
viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena. 13 Al día
siguiente volvió a salir y vio a dos hebreos que se estaban peleando. Le dijo
al agresor:
— ¿Por qué golpeas a tu compañero?
14 Y este le respondió:
— ¿Quién te ha nombrado jefe y juez entre nosotros?
¿Acaso pretendes matarme, como mataste al egipcio?
Entonces Moisés tuvo miedo, pues pensó: “Sin duda el
asunto se ha hecho público”.
15 Y, en efecto, el faraón se enteró de lo que había
ocurrido y ordenó que lo buscaran y lo ajusticiasen. Pero Moisés, huyendo de
él, se refugió en la región de Madián, y allí se sentó junto a un pozo.
16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas. Vinieron
estas a sacar agua y, mientras estaban llenando el abrevadero para dar de beber
al rebaño de su padre, 17 llegaron unos pastores y las echaron de allí.
Entonces Moisés salió en su defensa y abrevó el rebaño. 18 Cuando regresaron a
casa de su padre Reuel, este les preguntó:
— ¿Cómo es que hoy han regresado tan pronto?
19 A lo cual respondieron:
— Un egipcio nos libró de los pastores, sacó agua y
abrevó el rebaño.
20 Reuel continuó preguntando:
— ¿Y dónde está ese hombre? ¿Cómo han dejado que se
marche? Vayan e invítenlo a que se hospede aquí.
21 Moisés se quedó a vivir en casa de Reuel, el cual
le dio a su hija Séfora por esposa. 22 Ella dio a luz un niño y Moisés lo llamó
Guersón, porque dijo: “Soy un extranjero en una tierra extraña”.
23 Pasado mucho tiempo, el rey de Egipto murió, pero
los israelitas seguían esclavizados, quejándose y lamentándose. Desde la
esclavitud sus gritos de dolor llegaron hasta Dios 24 que, oyendo su gemido, se
acordó de la alianza que había hecho con Abrahán, Isaac y Jacob. 25 Y viendo a
los israelitas, tuvo conocimiento del trance por el que estaban pasando.
Vocación y misión de Moisés (3,1—7,7)
Vocación de Moisés
3 Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro,
sacerdote de Madián. Conduciendo el rebaño a través del desierto, llegó al
Horeb, el monte de Dios. 2 Allí se le apareció el ángel del Señor como una
llama de fuego, en medio de una zarza. Se fijó y quedó sorprendido al ver que
la zarza ardía, pero no se consumía. 3 Entonces Moisés se dijo:
— Voy a acercarme para observar este extraño fenómeno,
y ver por qué no se consume la zarza.
4 Al ver el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo
llamó desde la zarza:
— ¡Moisés! ¡Moisés!
— Aquí estoy, respondió Moisés.
5 Dios le dijo:
— No te acerques; quítate las sandalias, porque estás
pisando un lugar sagrado.
6 Y añadió:
— Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de
Abrahán, de Isaac y de Jacob.
Moisés, sintió miedo de mirar a Dios y se tapó la
cara.
7 El Señor continuó diciendo:
— He visto la angustiosa situación de mi pueblo en
Egipto, he escuchado los gritos de dolor que le causan sus opresores y conozco
sus calamidades. 8 Ahora he decidido librarlos del poder de los egipcios y
sacarlos de ese país para conducirlos a una tierra fértil y espaciosa, a una
tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, hititas, amorreos,
fereceos, jeveos y jebuseos. 9 El lamento de los israelitas ha llegado a mí, y
he visto cómo los tiranizan los egipcios. 10 Ve, pues; yo te envío al faraón
para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.
11 Entonces Moisés preguntó a Dios:
— ¿Quién soy yo para presentarme al faraón y sacar de
Egipto a los israelitas?
12 Dios le contestó:
— Yo estaré contigo, y esta es la señal de que soy yo
quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, me adorarán en este
monte.
13 Moisés le respondió:
— De acuerdo, me presentaré ante los israelitas y les
diré: “El Dios de sus antepasados me envía a ustedes”; pero si ellos me
preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?
14 Dios dijo a Moisés:
— Soy el que soy.
Y añadió:
— Esto responderás a los israelitas: “Yo soy” me envía
a ustedes. 15 Les dirás también: “Yahweh, el Dios de nuestros antepasados, el
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre
eterno: así me llamarán de generación en generación”. 16 Reúne, pues, a los
ancianos de Israel y diles: “El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de
Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho: Los he visitado
y he observado cómo los tratan los egipcios; 17 así que he determinado acabar
con sus penalidades y llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos,
fereceos, jeveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel”. 18 Ellos te
harán caso. Entonces, tú y los ancianos de Israel se presentarán al rey de
Egipto, y le dirán: “El Señor, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro
encuentro. Permítenos que nos adentremos durante tres días por el desierto para
ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios”. 19 Yo sé que el rey de Egipto no
los dejará marchar, a no ser por la fuerza. 20 Pero yo desplegaré mi poder y
heriré a Egipto valiéndome de toda clase de prodigios, hasta que el faraón los deje
marchar. 21 Además, haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, de
modo que cuando salgan no lo hagan con las manos vacías, 22 sino que cada mujer
pedirá a su vecina o a las dueñas de la casas donde se alojan, objetos que sean
de plata y oro, y ropas para vestir a sus hijos e hijas. Así será como
despojarán a los egipcios.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Mateo
17:10-27 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
10
Los discípulos le preguntaron:
—
¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?
11
Jesús les contestó:
— Es
cierto que Elías ha de venir y ha de ponerlo todo en orden. 12 Pero yo les
aseguro que Elías ya vino, aunque ellos no lo reconocieron, sino que lo
maltrataron a su antojo. Y el Hijo del hombre va a sufrir de la misma manera a
manos de ellos.
13
Entonces los discípulos cayeron en la cuenta de que Jesús estaba refiriéndose a
Juan el Bautista.
Curación
de un muchacho poseído por el demonio (Mc 9,14-29; Lc 9,37-43a)
14
Cuando volvieron a donde estaba la gente, un hombre se acercó a Jesús y, puesto
de rodillas delante de él, 15 le dijo:
—
Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques que le hacen sufrir lo
indecible y muchas veces se arroja al fuego o al agua. 16 Lo he traído a tus
discípulos, pero no han podido sanarlo.
17
Jesús exclamó:
—
¡Gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo habré de estar entre ustedes? ¿Hasta
cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme aquí al muchacho.
18
En seguida dio una orden, salió del muchacho el demonio y en aquel mismo
instante quedó curado.
19
Más tarde se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron aparte:
—
¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese demonio?
20
Jesús les contestó:
—
Porque ustedes no tuvieron fe. Les aseguro que si tuvieran fe, aunque sólo
fuera como un grano de mostaza, le dirían a este monte: “¡Quítate de ahí y
ponte allí!”, y el monte cambiaría de lugar. Nada les resultaría imposible. 21
[Pero este género de demonios sólo sale por medio de la oración y el ayuno].
Jesús
anuncia por segunda vez su muerte y su resurrección (Mc 9,30-32; Lc 9,43b-45)
22
Estando todos reunidos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos:
— El
Hijo del hombre va a ser entregado a hombres 23 que lo matarán, pero al tercer
día resucitará.
Al
oír esto, los discípulos se entristecieron mucho.
El
impuesto del Templo
24
Cuando llegaron a Cafarnaún, se dirigieron a Pedro los encargados de recaudar
los impuestos del Templo y le preguntaron:
—
¿No paga el Maestro de ustedes el impuesto del Templo?
25
Pedro les contestó:
—
Sin duda que sí.
Más
tarde, al llegar Pedro a casa, Jesús lo abordó, diciéndole:
—
Simón, ¿qué te parece? Los reyes de este mundo, ¿de quiénes perciben impuestos
y tributos? ¿De sus propios súbditos o de los extranjeros?
26
Pedro contestó:
— De
los extranjeros.
Y
Jesús añadió:
—
Por tanto, los súbditos están exentos. 27 Pero, en fin, para que nadie se
ofenda, acércate al lago y echa el anzuelo al agua. En la boca del primer pez
que pesques encontrarás la moneda precisa. Págales con ella el impuesto por ti
y por mí.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Salmos
22:1-18 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo
22 (21)
Tú,
Señor, no te alejes
22
Al maestro del coro. Según “La cierva de la aurora”. Salmo de David.
2
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Está
lejos mi salvación y son mis palabras un gemido.
3
Dios mío, te llamo de día y no me respondes,
de
noche y no encuentro descanso.
4 Tú
eres el Santo, el que se sienta en el trono,
rodeado
por las alabanzas de Israel.
5 En
ti confiaron nuestros antepasados,
confiaron
y tú los liberaste;
6 te
imploraron y quedaron libres,
confiaron
en ti y no fueron defraudados.
7
Pero yo soy un gusano, no una persona,
la
deshonra del ser humano, la vergüenza del pueblo.
8
Cuantos me ven se ríen de mí,
hacen
muecas con los labios, balancean la cabeza:
9
“¡Que acuda al Señor; que él lo libre;
que
lo salve si tanto lo ama!”.
10
Fuiste tú quien me sacó del vientre,
quien
me protegió junto al pecho de mi madre;
11
desde el seno materno te fui confiado,
desde
el vientre de mi madre tú eres mi Dios.
12
No te separes de mí, que la angustia está cerca
y no
hay quien me ayude.
13
Manadas de novillos me cercan,
toros
de Basán me acosan.
14
Abren sus fauces contra mí
cual
león que ruge y despedaza.
15
Me diluyo como el agua,
mis
huesos se desencajan,
mi
corazón, como cera,
se
derrite en mis entrañas;
16
está agostada mi fuerza como la tierra seca,
mi
lengua está pegada al paladar;
tú
me hundes en el polvo de la muerte.
17
Me acorralan jaurías,
hordas
de criminales me asedian,
como
un león asedian mis manos y mis pies.
18
Puedo contar todos mis huesos.
Ellos
me miran, se fijan en mí,
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Proverbios
5:7-14 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
7
Por tanto, hijo mío, escúchame
y no
rechaces mis palabras:
8
aleja de ella tu camino
y no
te acerques a la puerta de su casa;
9 no
vayas a entregar tu honor a otros
y tu
dignidad a un hombre despiadado;
10
no vayas a saciar a extraños con tu esfuerzo
y
acabe tu fatiga en casa ajena.
11
Al final habrás de lamentarlo
cuando
tus carnes se consuman,
12 y
tengas que decir:
“¿Cómo
pude rechazar la corrección
y mi
mente despreció las advertencias?
13
¿Por qué no escuché a mis maestros
ni
presté atención a mis educadores?
14
Casi me hundo en la desgracia
ante
la asamblea reunida”.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
No comments:
Post a Comment