Día 20, DAB Español, Lunes 20 de Enero
Génesis 41:17-42 Nueva Traducción Viviente (NTV)
17 Entonces el faraón le contó su sueño a José.
—En mi sueño —le dijo—, yo estaba de pie a la orilla
del río Nilo 18 y vi siete vacas gordas y sanas que salían del río y comenzaban
a pastar entre los juncos. 19 Luego vi siete vacas flacas y raquíticas con
aspecto enfermizo que salían después de las primeras. Jamás había visto unos
animales tan lamentables en toda la tierra de Egipto. 20 Entonces esas vacas
flacas y raquíticas se comieron a las siete vacas gordas, 21 pero nadie lo
hubiera creído, ¡porque después seguían siendo tan flacas y raquíticas como
antes! Luego me desperté.
22 »En mi sueño también vi siete espigas llenas de
grano, robustas y hermosas, que crecían de un solo tallo. 23 Después
aparecieron otras siete espigas de grano, pero estaban infestadas, resecas y
marchitadas por el viento oriental. 24 Entonces las espigas secas se tragaron a
las siete robustas. Les conté esos sueños a los magos, pero ninguno pudo
decirme lo que significan.
25 José respondió:
—Ambos sueños del faraón significan lo mismo. Dios le
da a conocer de antemano al faraón lo que está por hacer. 26 Las siete vacas
sanas y las siete espigas robustas representan siete años de prosperidad. 27
Las siete vacas flacas y raquíticas que salieron después, y las siete espigas
resecas y marchitadas por el viento oriental representan siete años de hambre.
28 »Esto sucederá tal como lo he descrito, pues Dios
ha revelado de antemano al faraón lo que está por hacer. 29 Los próximos siete
años serán un período de gran prosperidad en toda la tierra de Egipto, 30 pero
después llegarán siete años de un hambre tan intensa que hará olvidar toda esa
prosperidad de Egipto. El hambre destruirá la tierra. 31 La hambruna será tan
grave que borrará hasta el recuerdo de los años buenos. 32 El haber tenido dos
sueños similares significa que esos acontecimientos fueron decretados por Dios,
y él hará que ocurran pronto.
33 »Por lo tanto, el faraón debería encontrar a un
hombre inteligente y sabio, y ponerlo a cargo de toda la tierra de Egipto. 34
Después el faraón debería nombrar supervisores de la tierra, a fin de que
almacenen una quinta parte de las cosechas durante los siete años buenos. 35
Haga que ellos reúnan toda la producción de alimentos en los años buenos que
vienen y la lleven a los graneros del faraón. Almacene bien el grano y vigílelo
para que haya alimento en las ciudades. 36 De esa manera, habrá suficiente para
comer cuando lleguen los siete años de hambre sobre la tierra de Egipto. De lo
contrario, el hambre destruirá la tierra.
José es nombrado gobernador de Egipto
37 Las sugerencias de José fueron bien recibidas por
el faraón y sus funcionarios. 38 Entonces el faraón preguntó a sus
funcionarios: «¿Acaso encontraremos a alguien como este hombre, tan claramente
lleno del espíritu de Dios?». 39 Así que el faraón dijo a José: «Como Dios te ha
revelado el significado de los sueños a ti, es obvio que no hay nadie más sabio
e inteligente que tú. 40 Quedarás a cargo de mi palacio, y toda mi gente
recibirá órdenes de ti. Solo yo, sentado en mi trono, tendré un rango superior
al tuyo».
41 El faraón dijo a José: «Yo, aquí en persona, te
pongo a cargo de toda la tierra de Egipto». 42 Luego el faraón se quitó de la
mano el anillo con su sello oficial y lo puso en el dedo de José; lo vistió con
ropas de lino de la mejor calidad y le puso un collar de oro. 43 Después hizo
que José subiera al carro de guerra reservado para su segundo en autoridad, y
dondequiera que iba José, se gritaba la orden: «¡Arrodíllense!». Así que el
faraón puso a José a cargo de todo Egipto, 44 y le dijo: «Yo soy el faraón, pero
nadie levantará una mano ni un pie en toda la tierra de Egipto sin tu
aprobación».
45 Luego el faraón le puso un nuevo nombre a José, un
nombre egipcio: Zafnat-panea.[a] También le dio una esposa, quien se llamaba
Asenat y era hija de Potifera, el sacerdote de On.[b] Entonces José se hizo
cargo de toda la tierra de Egipto. 46 Tenía treinta años cuando comenzó a
servir en el palacio del faraón, rey de Egipto. Después, cuando José salió de
la presencia del faraón, inspeccionó toda la tierra de Egipto.
47 Tal como se había predicho, la tierra produjo
cosechas abundantes durante siete años. 48 Todos esos años, José recogió todas
las cosechas que crecieron en Egipto y guardó en las ciudades el grano de los
campos aledaños. 49 Acumuló grandes cantidades de grano, tanto como si fuera
arena a la orilla del mar. Al final, dejó de registrar las cantidades porque
había tanto que resultaba imposible medirlo.
50 Durante ese tiempo, antes del primer año de hambre,
les nacieron dos hijos a José y su esposa Asenat, hija de Potifera, el
sacerdote de On. 51 José llamó a su hijo mayor Manasés,[c] porque dijo: «Dios
me hizo olvidar todas mis angustias y a todos los de la familia de mi padre».
52 José llamó a su segundo hijo Efraín,[d] porque dijo: «Dios me hizo
fructífero en esta tierra de mi aflicción».
53 Finalmente acabaron los siete años de cosechas
abundantes en toda la tierra de Egipto. 54 Después comenzaron los siete años de
hambre, tal como José había predicho. El hambre también azotó a todas las
regiones vecinas, pero en todo Egipto había alimento de sobra. 55 Con el
tiempo, sin embargo, el hambre se extendió por toda la tierra de Egipto
también. Cuando la gente reclamó alimento al faraón, él les dijo: «Vayan a ver
a José y hagan todo lo que les diga». 56 Entonces, dada la gravedad del hambre
en todas partes, José abrió los graneros y distribuyó grano a los egipcios,
porque el hambre era intensa en toda la tierra de Egipto. 57 Y llegaba a Egipto
gente de todas partes para comprarle grano a José, porque el hambre era intensa
en todo el mundo.
Los hermanos de José van a Egipto
42 Cuando Jacob oyó que había grano en Egipto, les
dijo a sus hijos: «¿Por qué están ahí sin hacer nada, mirándose uno a otro? 2
He oído que hay grano en Egipto. Desciendan a Egipto y compren suficiente grano
para que sigamos con vida. De no ser así, moriremos».
3 Entonces los diez hermanos mayores de José
descendieron a Egipto a comprar grano; 4 pero Jacob no dejó que el hermano
menor de José, Benjamín, fuera con ellos, por temor a que pudiera sufrir algún
daño. 5 Así que los hijos de Jacob[e] llegaron a Egipto junto con otras
personas para comprar alimento, porque el hambre también había llegado a
Canaán.
6 Como José era gobernador de Egipto y estaba
encargado de vender el grano a todas las personas, sus hermanos tuvieron que
acudir a él. Cuando llegaron, se inclinaron delante de él, con el rostro en
tierra. 7 José reconoció a sus hermanos enseguida, pero fingió no conocerlos y
les habló con dureza.
—Ustedes, ¿de dónde vienen? —les preguntó.
—De la tierra de Canaán —contestaron—. Venimos a
comprar alimento.
8 Aunque José reconoció a sus hermanos, ellos no lo
reconocieron a él. 9 Entonces recordó los sueños que había tenido acerca de
ellos hacía muchos años atrás, y les dijo:
—¡Ustedes son espías! Han venido para ver lo
vulnerable que se ha hecho nuestra tierra.
10 —¡No, mi señor! —exclamaron—. Sus siervos han
venido simplemente a comprar alimento. 11 Todos nosotros somos hermanos,
miembros de la misma familia. ¡Somos hombres honrados, señor! ¡No somos espías!
12 —¡Sí, lo son! —insistió José—. Han venido para ver
lo vulnerable que se ha hecho nuestra tierra.
13 —Señor —dijeron ellos—, en realidad somos doce en
total. Nosotros, sus siervos, somos todos hermanos, hijos de un hombre que vive
en la tierra de Canaán. Nuestro hermano menor quedó con nuestro padre, y uno de
nuestros hermanos ya no está con nosotros.
14 Pero José insistió:
—Como dije, ¡ustedes son espías! 15 Voy a comprobar su
historia de la siguiente manera: ¡Juro por la vida del faraón que ustedes nunca
se irán de Egipto a menos que su hermano menor venga hasta aquí! 16 Uno de
ustedes irá a traer a su hermano. Los demás se quedarán aquí, en la cárcel. Así
sabremos si su historia es cierta o no. Por la vida del faraón, si resulta que
ustedes no tienen un hermano menor, entonces confirmaré que son espías.
17 Entonces José los metió en la cárcel por tres días.
Footnotes:
41:45a Zafnat-panea probablemente significa «Dios
habla y vive».
41:45b La versión griega dice de Heliópolis; también
en 41:50.
41:51 Manasés suena como un término hebreo que
significa «hacer olvidar».
41:52 Efraín suena como un término hebreo que
significa «fructífero».
42:5 En hebreo de Israel. Ver nota en 35:21.
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Mateo 13:24-46 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Parábola del trigo y la maleza
24 La siguiente es otra historia que contó Jesús: «El
reino del cielo es como un agricultor que sembró buena semilla en su campo. 25
Pero aquella noche, mientras los trabajadores dormían, vino su enemigo, sembró
hierbas malas entre el trigo y se escabulló. 26 Cuando el cultivo comenzó a
crecer y a producir granos, la maleza también creció.
27 »Los empleados del agricultor fueron a hablar con
él y le dijeron: “Señor, el campo donde usted sembró la buena semilla está
lleno de maleza. ¿De dónde salió?”.
28 »“¡Eso es obra de un enemigo!”, exclamó el
agricultor.
»“¿Arrancamos la maleza?”, le preguntaron.
29 »“No —contestó el amo—, si lo hacen, también
arrancarán el trigo. 30 Dejen que ambas crezcan juntas hasta la cosecha.
Entonces les diré a los cosechadores que separen la maleza, la aten en manojos
y la quemen, y que pongan el trigo en el granero”».
Parábola de la semilla de mostaza
31 La siguiente es otra ilustración que usó Jesús: «El
reino del cielo es como una semilla de mostaza sembrada en un campo. 32 Es la
más pequeña de todas las semillas, pero se convierte en la planta más grande
del huerto; crece hasta llegar a ser un árbol y vienen los pájaros y hacen
nidos en las ramas».
Parábola de la levadura
33 Jesús también usó la siguiente ilustración: «El
reino del cielo es como la levadura que utilizó una mujer para hacer pan.
Aunque puso solo una pequeña porción de levadura en tres medidas de harina, la
levadura impregnó toda la masa».
34 Jesús siempre usaba historias e ilustraciones como
esas cuando hablaba con las multitudes. De hecho, nunca les habló sin usar
parábolas. 35 Así se cumplió lo que había dicho Dios por medio del profeta:
«Les hablaré en parábolas.
Les
explicaré cosas escondidas desde la creación del mundo[a]».
Explicación de la parábola del trigo y la maleza
36 Luego, Jesús dejó a las multitudes afuera y entró
en la casa. Sus discípulos le dijeron:
—Por favor, explícanos la historia de la maleza en el
campo.
37 Jesús respondió:
—El Hijo del Hombre[b] es el agricultor que siembra la
buena semilla. 38 El campo es el mundo, y la buena semilla representa a la
gente del reino. La maleza representa a las personas que pertenecen al maligno.
39 El enemigo que sembró la maleza entre el trigo es el diablo. La cosecha es
el fin del mundo,[c] y los cosechadores son los ángeles.
40 »Tal como se separa la maleza y se quema en el
fuego, así será en el fin del mundo. 41 El Hijo del Hombre enviará a sus
ángeles, y ellos quitarán del reino todo lo que produzca pecado y a todos
aquellos que hagan lo malo. 42 Y los ángeles los arrojarán al horno ardiente,
donde habrá llanto y rechinar de dientes. 43 Entonces los justos brillarán como
el sol en el reino de su Padre. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y
entienda!
Parábolas del tesoro escondido y de la perla
44 »El reino del cielo es como un tesoro escondido que
un hombre descubrió en un campo. En medio de su entusiasmo, lo escondió
nuevamente y vendió todas sus posesiones a fin de juntar el dinero suficiente
para comprar el campo.
45 »Además el reino del cielo es como un comerciante
en busca de perlas de primera calidad. 46 Cuando descubrió una perla de gran
valor, vendió todas sus posesiones y la compró.
Footnotes:
13:35 Algunos manuscritos no incluyen del mundo. Sal
78:2.
13:37 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús
empleaba para referirse a sí mismo.
13:39 O del siglo; también en 13:40, 49.
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Salmos 18:1-15 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 18
Para el director del coro: salmo de David, siervo del
Señor. Entonó este cántico al Señor el día que el Señor lo rescató de todos sus
enemigos y de Saúl. Cantó así:
1 Te amo, Señor;
tú eres mi
fuerza.
2 El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;
mi Dios es
mi roca, en quien encuentro protección.
Él es mi escudo, el poder que me salva
y mi lugar
seguro.
3 Clamé al Señor, quien es digno de alabanza,
y me salvó
de mis enemigos.
4 Me enredaron las cuerdas de la muerte;
me arrasó
una inundación devastadora.
5 La tumba[a] me envolvió con sus cuerdas;
la muerte me
tendió una trampa en el camino.
6 Pero en mi angustia, clamé al Señor;
sí, oré a mi
Dios para pedirle ayuda.
Él me oyó desde su santuario;
mi clamor
llegó a sus oídos.
7 Entonces la tierra se estremeció y tembló;
se
sacudieron los cimientos de las montañas;
temblaron a
causa de su enojo.
8 De su nariz salía humo a raudales,
de su boca
saltaban violentas llamas de fuego;
carbones
encendidos se disparaban de él.
9 Abrió los cielos y descendió;
había
oscuras nubes de tormenta debajo de sus pies.
10 Voló montado sobre un poderoso ser angelical,[b]
remontándose
sobre las alas del viento.
11 Se envolvió con un manto de oscuridad
y ocultó su
llegada con oscuras nubes de lluvia.
12 Nubes densas taparon el brillo a su alrededor,
e hicieron
llover granizo y carbones encendidos.[c]
13 El Señor retumbó desde el cielo;
la voz del
Altísimo resonó
en medio del
granizo y de los carbones encendidos.
14 Disparó sus flechas y dispersó a sus enemigos;
destellaron
grandes relámpagos, y quedaron confundidos.
15 Luego, a tu orden, oh Señor,
a la ráfaga
de tu aliento,
pudo verse el fondo del mar,
y los
cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
Footnotes:
18:5 En hebreo El Seol.
18:10 En hebreo un querubín.
18:12 O y relámpagos; también en 18:13.
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Proverbios 4:1-6 Nueva Traducción Viviente (NTV)
El sabio consejo de un padre
4 Hijos míos, escuchen cuando su padre los corrige.
Presten
atención y aprendan buen juicio,
2 porque les doy una buena orientación.
No se alejen
de mis instrucciones.
3 Pues yo, igual que ustedes, fui hijo de mi padre,
amado
tiernamente como el hijo único de mi madre.
4 Mi padre me enseñó:
«Toma en serio mis palabras.
Sigue mis
mandatos y vivirás.
5 Adquiere sabiduría, desarrolla buen juicio.
No te
olvides de mis palabras ni te alejes de ellas.
6 No des la espalda a la sabiduría, pues ella te
protegerá;
ámala, y
ella te guardará.
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