Día 25, DAB Español, Sábado 25 de Enero
Génesis 50:1 - Éxodo 2:10; Mateo 16:13-17:9; Salmos
21; Proverbios 5:1-6 (Nueva Traducción Viviente (NTV))
Génesis 50:1 - Éxodo 2:10 Nueva Traducción Viviente
(NTV)
50 José se abrazó al cuerpo de su padre, y lloró y lo
besó. 2 Después ordenó a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran
el cuerpo de su padre, y Jacob[a] fue embalsamado. 3 El proceso para
embalsamarlo llevó cuarenta días, que es el tiempo habitual. Y los egipcios
guardaron luto por Jacob durante setenta días.
4 Cumplido el período del luto, José se acercó a los
consejeros del faraón y les dijo: «Les ruego que me hagan el favor de hablar al
faraón por mí. 5 Díganle que mi padre me hizo pronunciar un juramento. Me dijo:
“Escucha, yo estoy a punto de morir. Lleva mi cuerpo de regreso a la tierra de
Canaán y entiérrame en la tumba que preparé para mí mismo”. Por lo tanto, le
ruego que me permita ir a enterrar a mi padre. Y después del entierro,
regresaré sin demora».
6 El faraón concedió la petición de José y le dijo:
«Ve y entierra a tu padre, tal como él te hizo prometer». 7 Entonces José
partió para enterrar a su padre. Lo acompañaron todos los funcionarios del
faraón, todos los ancianos de la casa del faraón, y todos los oficiales de alto
rango de Egipto. 8 José llevó a los de su propia casa y a sus hermanos y a los
de sus casas, pero dejó en la tierra de Gosén a los niños pequeños y a los
rebaños y a las manadas. 9 Una gran cantidad de carros de guerra con sus
conductores acompañaron a José.
10 Cuando llegaron al campo de trillar de Atad, cerca
del río Jordán, llevaron a cabo un gran servicio conmemorativo muy solemne, con
un período de siete días de luto por el padre de José. 11 Los cananeos que
vivían en ese lugar los observaron lamentarse en el campo de trillar de Atad, y
luego cambiaron el nombre del lugar (situado cerca del Jordán); lo llamaron
Abel-mizraim,[b] porque dijeron: «Este es un lugar de gran lamento para estos
egipcios».
12 Así que los hijos de Jacob hicieron tal como él les
había ordenado. 13 Llevaron su cuerpo a la tierra de Canaán y lo enterraron en
la cueva que está en el campo de Macpela, cerca de Mamre. Esa es la cueva que
Abraham le había comprado a Efrón el hitita como lugar de sepultura permanente.
José perdona a sus hermanos
14 Después de haber enterrado a Jacob, José regresó a
Egipto junto con sus hermanos y todos los que lo habían acompañado al entierro
de su padre. 15 Pero ahora que su padre había muerto, los hermanos de José
tuvieron temor, y se decían: «Ahora José mostrará su enojo y se vengará por
todo el mal que le hicimos».
16 Entonces enviaron a José un mensaje que decía:
«Antes de morir, tu padre nos mandó que 17 te dijéramos: “Por favor, perdona a
tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado
con tanta crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te
suplicamos que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió
el control y se echó a llorar. 18 Entonces sus hermanos llegaron, y se
arrojaron al suelo delante de José y dijeron:
—Mira, ¡somos tus esclavos!
19 Pero José les respondió:
—No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos?
20 Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me
puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas. 21
No, no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos.
Así que hablándoles con ternura y bondad, los
reconfortó.
Muerte de José
22 José y sus hermanos con sus familias siguieron
viviendo en Egipto. José vivió hasta los ciento diez años de edad. 23 Alcanzó a
ver a tres generaciones de los descendientes de su hijo Efraín, y vivió lo
suficiente para ver el nacimiento de los hijos de Maquir, el hijo de Manasés, a
quienes recibió como suyos.[c]
24 José les dijo a sus hermanos: «Yo pronto moriré
pero ciertamente Dios los ayudará y los sacará de esta tierra de Egipto. Él los
hará volver a la tierra que solemnemente prometió dar a Abraham, a Isaac y a
Jacob».
25 Entonces José hizo jurar a los hijos de Israel y
les dijo: «Cuando Dios venga a ayudarlos y los lleve de regreso, deben llevarse
mis huesos con ustedes». 26 José murió a los ciento diez años de edad y los
egipcios lo embalsamaron, y pusieron su cuerpo en un ataúd en Egipto.
Los israelitas en Egipto
1 Estos son los nombres de los hijos de Israel (es
decir, Jacob) que se trasladaron a Egipto con su padre, cada uno con su
familia: 2 Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3 Isacar, Zabulón, Benjamín, 4 Dan,
Neftalí, Gad y Aser. 5 En total, Jacob tuvo setenta[d] descendientes en Egipto,
incluido José, quien ya se encontraba allí.
6 Con el tiempo, José y sus hermanos murieron y toda
esa generación llegó a su fin. 7 Pero sus descendientes —los israelitas—
tuvieron muchos hijos y nietos. De hecho, se multiplicaron tanto que llegaron a
ser sumamente poderosos y llenaron todo el territorio.
8 Tiempo después, subió al poder de Egipto un nuevo
rey que no conocía nada de José ni de sus hechos. 9 El rey le dijo a su pueblo:
«Miren, el pueblo de Israel ahora es más numeroso y más fuerte que nosotros. 10
Tenemos que idear un plan para evitar que los israelitas sigan multiplicándose.
Si no hacemos nada, y estalla una guerra, se aliarán con nuestros enemigos,
pelearán contra nosotros, y luego se escaparán del reino[e]».
11 Por lo tanto, los egipcios esclavizaron a los
israelitas y les pusieron capataces despiadados a fin de subyugarlos por medio
de trabajos forzados. Los obligaron a construir las ciudades de Pitón y Ramsés
como centros de almacenamiento para el rey. 12 Sin embargo, cuanto más los
oprimían, más los israelitas se multiplicaban y se esparcían, y tanto más se
alarmaban los egipcios. 13 Por eso los egipcios los hacían trabajar sin
compasión. 14 Les amargaban la vida forzándolos a hacer mezcla, a fabricar
ladrillos y a hacer todo el trabajo del campo. Además, eran crueles en todas
sus exigencias.
15 Después, el faraón, rey de Egipto, dio la siguiente
orden a las parteras hebreas Sifra y Puá: 16 «Cuando ayuden a las mujeres
hebreas en el parto, presten mucha atención durante el alumbramiento.[f] Si el
bebé es niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla vivir». 17 Sin embargo, como
las parteras temían a Dios, se negaron a obedecer las órdenes del rey, y
también dejaron vivir a los varoncitos.
18 Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las
parteras:
—¿Por qué hicieron esto? —les preguntó—. ¿Por qué
dejaron con vida a los varones?
19 —Las mujeres hebreas no son como las egipcias
—contestaron ellas—, son más vigorosas y dan a luz con tanta rapidez que
siempre llegamos tarde.
20 Por eso Dios fue bueno con las parteras, y los
israelitas siguieron multiplicándose, y se hicieron cada vez más poderosos. 21
Además, como las parteras temían a Dios, él les concedió su propia familia.
22 Entonces el faraón dio la siguiente orden a todo su
pueblo: «Tiren al río Nilo a todo niño hebreo recién nacido; pero a las niñas
pueden dejarlas con vida».
Nacimiento de Moisés
2 En esos días, un hombre y una mujer de la tribu de
Leví se casaron. 2 La mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo. Al ver que
era un niño excepcional, lo escondió durante tres meses. 3 Cuando ya no pudo
ocultarlo más, tomó una canasta de juncos de papiro y la recubrió con brea y
resina para hacerla resistente al agua. Después puso al niño en la canasta y la
acomodó entre los juncos, a la orilla del río Nilo. 4 La hermana del bebé se
mantuvo a cierta distancia para ver qué le pasaría al niño.
5 Al poco tiempo, la hija del faraón bajó a bañarse en
el río, y sus sirvientas se paseaban por la orilla. Cuando la princesa vio la
canasta entre los juncos, mandó a su criada que se la trajera. 6 Al abrir la
canasta la princesa vio al bebé. El niño lloraba, y ella sintió lástima por él.
«Seguramente es un niño hebreo», dijo.
7 Entonces la hermana del bebé se acercó a la
princesa.
—¿Quiere que vaya a buscar a una mujer hebrea para que
le amamante al bebé? —le preguntó.
8 —¡Sí, consigue a una! —contestó la princesa.
Entonces la muchacha fue y llamó a la madre del bebé.
9 «Toma a este niño y dale el pecho por mí —le dijo la
princesa a la madre del niño—. Te pagaré por tu ayuda». Así que la mujer se fue
con el bebé a su casa y lo amamantó.
10 Años más tarde, cuando el niño creció, ella se lo
devolvió a la hija del faraón, quien lo adoptó como su propio hijo y lo llamó
Moisés,[g] pues explicó: «Lo saqué del agua».
Footnotes:
50:2 En hebreo Israel. Ver nota en 35:21.
50:11 Abel-mizraim significa «lamento de los
egipcios».
50:23 En hebreo quienes nacieron sobre las rodillas de
José.
1:5 Los Rollos del mar Muerto y la versión griega
dicen setenta y cinco; ver notas en Gn 46:27.
1:10 O se apoderarán del reino.
1:16 En hebreo miren entre las dos piedras;
posiblemente se refiera a un asiento especial que usaba la mujer durante el
parto.
2:10 Moisés suena como un término hebreo que significa
«sacar».
Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Mateo 16:13-17:9 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Declaración de Pedro acerca de Jesús
13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de
Filipo, les preguntó a sus discípulos:
—¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?[a]
14 —Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el
Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen Jeremías o algún otro profeta.
15 Entonces les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
16 Simón Pedro contestó:
—Tú eres el Mesías,[b] el Hijo del Dios viviente.
17 Jesús respondió:
—Bendito eres, Simón hijo de Juan,[c] porque mi Padre
que está en el cielo te lo ha revelado. No lo aprendiste de ningún ser humano.
18 Ahora te digo que tú eres Pedro (que significa “roca”),[d] y sobre esta roca
edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.[e] 19 Y te
daré las llaves del reino del cielo. Todo lo que prohíbas[f] en la tierra será
prohibido en el cielo, y todo lo que permitas[g] en la tierra será permitido en
el cielo.
20 Luego advirtió severamente a los discípulos que no
le contaran a nadie que él era el Mesías.
Jesús predice su muerte
21 A partir de entonces, Jesús[h] empezó a decir
claramente a sus discípulos que era necesario que fuera a Jerusalén, y que
sufriría muchas cosas terribles a manos de los ancianos, de los principales
sacerdotes y de los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero al tercer
día resucitaría.
22 Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a
reprenderlo[i] por decir semejantes cosas.
—¡Dios nos libre, Señor! —dijo—. Eso jamás te sucederá
a ti.
23 Jesús se dirigió a Pedro y le dijo:
—¡Aléjate de mí, Satanás! Representas una trampa
peligrosa para mí. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no
desde el punto de vista de Dios.
24 Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de
ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir,
tomar su cruz y seguirme. 25 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás,
pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 26 ¿Y qué beneficio
obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma?[j] ¿Hay algo que
valga más que tu alma? 27 Pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la
gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones. 28 Les
digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán antes de ver al
Hijo del Hombre llegar en su reino».
La transfiguración
17 Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los dos
hermanos, Santiago y Juan, y los llevó a una montaña alta para estar a solas. 2
Mientras los hombres observaban, la apariencia de Jesús se transformó a tal
punto que la cara le brillaba como el sol y su ropa se volvió tan blanca como
la luz. 3 De repente, aparecieron Moisés y Elías y comenzaron a conversar con
Jesús.
4 Pedro exclamó: «Señor, ¡es maravilloso que estemos
aquí! Si deseas, haré tres enramadas como recordatorios:[k] una para ti, una
para Moisés y la otra para Elías».
5 No había terminado de hablar cuando una nube
brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado,
quien me da gran gozo. Escúchenlo a él». 6 Los discípulos estaban aterrados y
cayeron rostro en tierra.
7 Entonces Jesús se les acercó y los tocó. «Levántense
—les dijo—, no tengan miedo». 8 Cuando levantaron la vista, Moisés y Elías
habían desaparecido, y vieron solo a Jesús.
9 Mientras descendían de la montaña, Jesús les ordenó:
«No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre[l] se haya
levantado de los muertos».
Footnotes:
16:13 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús
empleaba para referirse a sí mismo.
16:16 O el Cristo. Tanto Cristo (término griego) como
Mesías (término hebreo) quieren decir «ungido».
16:17 En griego Simón bar-Jonás; ver Jn 1:42;
21:15-17.
16:18a En griego que tú eres Pedro.
16:18b En griego y las puertas del Hades no la
conquistarán.
16:19a O ates, o cierres.
16:19b O desates, o abras.
16:21 Algunos manuscritos dicen Jesús el Mesías.
16:22 O comenzó a corregirlo.
16:26 O tu propio ser?; similar en 16:26b.
17:4 En griego tres tabernáculos.
17:9 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba
para referirse a sí mismo.
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Salmos 21 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 21
Para el director del coro: salmo de David.
1 ¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh Señor!
Grita de
alegría porque tú le das la victoria.
2 Pues le diste el deseo de su corazón;
no le has
negado nada de lo que te ha pedido. Interludio
3 Le das la bienvenida con éxito y prosperidad;
le colocaste
una corona del oro más puro sobre la cabeza.
4 Te pidió que le preservaras la vida,
y le
concediste su petición;
los días de
su vida se alargan para siempre.
5 Tu victoria le da mucha honra,
y lo has
vestido de esplendor y majestad.
6 Lo has dotado de bendiciones eternas
y le has
dado la alegría de tu presencia.
7 Pues el rey confía en el Señor;
el amor
inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece.
8 Capturarás a todos tus enemigos;
con tu
poderosa mano derecha atraparás a todos los que te odian.
9 Cuando te manifiestes,
los
arrojarás a un horno en llamas.
En su enojo el Señor los consumirá;
el fuego los
devorará.
10 Borrarás a sus hijos de la faz de la tierra;
nunca
tendrán descendientes.
11 Aunque conspiren contra ti,
sus
maquinaciones malignas jamás prosperarán.
12 Pues se darán vuelta y saldrán corriendo
cuando vean
que tus flechas apuntan hacia ellos.
13 Levántate, oh Señor, en tu poder;
con música y
cánticos celebramos tus poderosos actos.
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Proverbios 5:1-6 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Evita a las mujeres inmorales
5 Hijo mío, presta atención a mi sabiduría,
escucha
cuidadosamente mi sabio consejo.
2 Entonces demostrarás discernimiento,
y tus labios
expresarán lo que has aprendido.
3 Pues los labios de una mujer inmoral son tan dulces
como la miel
y su boca es
más suave que el aceite.
4 Pero al final ella resulta ser tan amarga como el
veneno,
tan
peligrosa como una espada de dos filos.
5 Sus pies descienden a la muerte,
sus pasos
conducen derecho a la tumba.[a]
6 Pues a ella no le interesa en absoluto el camino de
la vida.
Va
tambaleándose por un sendero torcido y no se da cuenta.
Footnotes:
5:5 En hebreo al Seol.
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