Friday, January 24, 2020

DAB Español, Sábado 25 de Enero


Día 25, DAB Español, Sábado 25 de Enero



Génesis 50:1 - Éxodo 2:10; Mateo 16:13-17:9; Salmos 21; Proverbios 5:1-6 (Nueva Traducción Viviente (NTV))






Génesis 50:1 - Éxodo 2:10 Nueva Traducción Viviente (NTV)

50 José se abrazó al cuerpo de su padre, y lloró y lo besó. 2 Después ordenó a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran el cuerpo de su padre, y Jacob[a] fue embalsamado. 3 El proceso para embalsamarlo llevó cuarenta días, que es el tiempo habitual. Y los egipcios guardaron luto por Jacob durante setenta días.



4 Cumplido el período del luto, José se acercó a los consejeros del faraón y les dijo: «Les ruego que me hagan el favor de hablar al faraón por mí. 5 Díganle que mi padre me hizo pronunciar un juramento. Me dijo: “Escucha, yo estoy a punto de morir. Lleva mi cuerpo de regreso a la tierra de Canaán y entiérrame en la tumba que preparé para mí mismo”. Por lo tanto, le ruego que me permita ir a enterrar a mi padre. Y después del entierro, regresaré sin demora».



6 El faraón concedió la petición de José y le dijo: «Ve y entierra a tu padre, tal como él te hizo prometer». 7 Entonces José partió para enterrar a su padre. Lo acompañaron todos los funcionarios del faraón, todos los ancianos de la casa del faraón, y todos los oficiales de alto rango de Egipto. 8 José llevó a los de su propia casa y a sus hermanos y a los de sus casas, pero dejó en la tierra de Gosén a los niños pequeños y a los rebaños y a las manadas. 9 Una gran cantidad de carros de guerra con sus conductores acompañaron a José.



10 Cuando llegaron al campo de trillar de Atad, cerca del río Jordán, llevaron a cabo un gran servicio conmemorativo muy solemne, con un período de siete días de luto por el padre de José. 11 Los cananeos que vivían en ese lugar los observaron lamentarse en el campo de trillar de Atad, y luego cambiaron el nombre del lugar (situado cerca del Jordán); lo llamaron Abel-mizraim,[b] porque dijeron: «Este es un lugar de gran lamento para estos egipcios».



12 Así que los hijos de Jacob hicieron tal como él les había ordenado. 13 Llevaron su cuerpo a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva que está en el campo de Macpela, cerca de Mamre. Esa es la cueva que Abraham le había comprado a Efrón el hitita como lugar de sepultura permanente.



José perdona a sus hermanos

14 Después de haber enterrado a Jacob, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y todos los que lo habían acompañado al entierro de su padre. 15 Pero ahora que su padre había muerto, los hermanos de José tuvieron temor, y se decían: «Ahora José mostrará su enojo y se vengará por todo el mal que le hicimos».



16 Entonces enviaron a José un mensaje que decía: «Antes de morir, tu padre nos mandó que 17 te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió el control y se echó a llorar. 18 Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron:



—Mira, ¡somos tus esclavos!



19 Pero José les respondió:



—No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos? 20 Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas. 21 No, no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos.



Así que hablándoles con ternura y bondad, los reconfortó.



Muerte de José

22 José y sus hermanos con sus familias siguieron viviendo en Egipto. José vivió hasta los ciento diez años de edad. 23 Alcanzó a ver a tres generaciones de los descendientes de su hijo Efraín, y vivió lo suficiente para ver el nacimiento de los hijos de Maquir, el hijo de Manasés, a quienes recibió como suyos.[c]



24 José les dijo a sus hermanos: «Yo pronto moriré pero ciertamente Dios los ayudará y los sacará de esta tierra de Egipto. Él los hará volver a la tierra que solemnemente prometió dar a Abraham, a Isaac y a Jacob».



25 Entonces José hizo jurar a los hijos de Israel y les dijo: «Cuando Dios venga a ayudarlos y los lleve de regreso, deben llevarse mis huesos con ustedes». 26 José murió a los ciento diez años de edad y los egipcios lo embalsamaron, y pusieron su cuerpo en un ataúd en Egipto.



Los israelitas en Egipto

1 Estos son los nombres de los hijos de Israel (es decir, Jacob) que se trasladaron a Egipto con su padre, cada uno con su familia: 2 Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3 Isacar, Zabulón, Benjamín, 4 Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5 En total, Jacob tuvo setenta[d] descendientes en Egipto, incluido José, quien ya se encontraba allí.



6 Con el tiempo, José y sus hermanos murieron y toda esa generación llegó a su fin. 7 Pero sus descendientes —los israelitas— tuvieron muchos hijos y nietos. De hecho, se multiplicaron tanto que llegaron a ser sumamente poderosos y llenaron todo el territorio.



8 Tiempo después, subió al poder de Egipto un nuevo rey que no conocía nada de José ni de sus hechos. 9 El rey le dijo a su pueblo: «Miren, el pueblo de Israel ahora es más numeroso y más fuerte que nosotros. 10 Tenemos que idear un plan para evitar que los israelitas sigan multiplicándose. Si no hacemos nada, y estalla una guerra, se aliarán con nuestros enemigos, pelearán contra nosotros, y luego se escaparán del reino[e]».



11 Por lo tanto, los egipcios esclavizaron a los israelitas y les pusieron capataces despiadados a fin de subyugarlos por medio de trabajos forzados. Los obligaron a construir las ciudades de Pitón y Ramsés como centros de almacenamiento para el rey. 12 Sin embargo, cuanto más los oprimían, más los israelitas se multiplicaban y se esparcían, y tanto más se alarmaban los egipcios. 13 Por eso los egipcios los hacían trabajar sin compasión. 14 Les amargaban la vida forzándolos a hacer mezcla, a fabricar ladrillos y a hacer todo el trabajo del campo. Además, eran crueles en todas sus exigencias.



15 Después, el faraón, rey de Egipto, dio la siguiente orden a las parteras hebreas Sifra y Puá: 16 «Cuando ayuden a las mujeres hebreas en el parto, presten mucha atención durante el alumbramiento.[f] Si el bebé es niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla vivir». 17 Sin embargo, como las parteras temían a Dios, se negaron a obedecer las órdenes del rey, y también dejaron vivir a los varoncitos.



18 Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras:



—¿Por qué hicieron esto? —les preguntó—. ¿Por qué dejaron con vida a los varones?



19 —Las mujeres hebreas no son como las egipcias —contestaron ellas—, son más vigorosas y dan a luz con tanta rapidez que siempre llegamos tarde.



20 Por eso Dios fue bueno con las parteras, y los israelitas siguieron multiplicándose, y se hicieron cada vez más poderosos. 21 Además, como las parteras temían a Dios, él les concedió su propia familia.



22 Entonces el faraón dio la siguiente orden a todo su pueblo: «Tiren al río Nilo a todo niño hebreo recién nacido; pero a las niñas pueden dejarlas con vida».



Nacimiento de Moisés

2 En esos días, un hombre y una mujer de la tribu de Leví se casaron. 2 La mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo. Al ver que era un niño excepcional, lo escondió durante tres meses. 3 Cuando ya no pudo ocultarlo más, tomó una canasta de juncos de papiro y la recubrió con brea y resina para hacerla resistente al agua. Después puso al niño en la canasta y la acomodó entre los juncos, a la orilla del río Nilo. 4 La hermana del bebé se mantuvo a cierta distancia para ver qué le pasaría al niño.



5 Al poco tiempo, la hija del faraón bajó a bañarse en el río, y sus sirvientas se paseaban por la orilla. Cuando la princesa vio la canasta entre los juncos, mandó a su criada que se la trajera. 6 Al abrir la canasta la princesa vio al bebé. El niño lloraba, y ella sintió lástima por él. «Seguramente es un niño hebreo», dijo.



7 Entonces la hermana del bebé se acercó a la princesa.



—¿Quiere que vaya a buscar a una mujer hebrea para que le amamante al bebé? —le preguntó.



8 —¡Sí, consigue a una! —contestó la princesa.



Entonces la muchacha fue y llamó a la madre del bebé.



9 «Toma a este niño y dale el pecho por mí —le dijo la princesa a la madre del niño—. Te pagaré por tu ayuda». Así que la mujer se fue con el bebé a su casa y lo amamantó.



10 Años más tarde, cuando el niño creció, ella se lo devolvió a la hija del faraón, quien lo adoptó como su propio hijo y lo llamó Moisés,[g] pues explicó: «Lo saqué del agua».



Footnotes:

50:2 En hebreo Israel. Ver nota en 35:21.

50:11 Abel-mizraim significa «lamento de los egipcios».

50:23 En hebreo quienes nacieron sobre las rodillas de José.

1:5 Los Rollos del mar Muerto y la versión griega dicen setenta y cinco; ver notas en Gn 46:27.

1:10 O se apoderarán del reino.

1:16 En hebreo miren entre las dos piedras; posiblemente se refiera a un asiento especial que usaba la mujer durante el parto.

2:10 Moisés suena como un término hebreo que significa «sacar».

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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Mateo 16:13-17:9 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Declaración de Pedro acerca de Jesús

13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, les preguntó a sus discípulos:



—¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?[a]



14 —Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen Jeremías o algún otro profeta.



15 Entonces les preguntó:



—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?



16 Simón Pedro contestó:



—Tú eres el Mesías,[b] el Hijo del Dios viviente.



17 Jesús respondió:



—Bendito eres, Simón hijo de Juan,[c] porque mi Padre que está en el cielo te lo ha revelado. No lo aprendiste de ningún ser humano. 18 Ahora te digo que tú eres Pedro (que significa “roca”),[d] y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.[e] 19 Y te daré las llaves del reino del cielo. Todo lo que prohíbas[f] en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitas[g] en la tierra será permitido en el cielo.



20 Luego advirtió severamente a los discípulos que no le contaran a nadie que él era el Mesías.



Jesús predice su muerte

21 A partir de entonces, Jesús[h] empezó a decir claramente a sus discípulos que era necesario que fuera a Jerusalén, y que sufriría muchas cosas terribles a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero al tercer día resucitaría.



22 Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo[i] por decir semejantes cosas.



—¡Dios nos libre, Señor! —dijo—. Eso jamás te sucederá a ti.



23 Jesús se dirigió a Pedro y le dijo:



—¡Aléjate de mí, Satanás! Representas una trampa peligrosa para mí. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista de Dios.



24 Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme. 25 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 26 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma?[j] ¿Hay algo que valga más que tu alma? 27 Pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones. 28 Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán antes de ver al Hijo del Hombre llegar en su reino».



La transfiguración

17 Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los dos hermanos, Santiago y Juan, y los llevó a una montaña alta para estar a solas. 2 Mientras los hombres observaban, la apariencia de Jesús se transformó a tal punto que la cara le brillaba como el sol y su ropa se volvió tan blanca como la luz. 3 De repente, aparecieron Moisés y Elías y comenzaron a conversar con Jesús.



4 Pedro exclamó: «Señor, ¡es maravilloso que estemos aquí! Si deseas, haré tres enramadas como recordatorios:[k] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías».



5 No había terminado de hablar cuando una nube brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él». 6 Los discípulos estaban aterrados y cayeron rostro en tierra.



7 Entonces Jesús se les acercó y los tocó. «Levántense —les dijo—, no tengan miedo». 8 Cuando levantaron la vista, Moisés y Elías habían desaparecido, y vieron solo a Jesús.



9 Mientras descendían de la montaña, Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre[l] se haya levantado de los muertos».



Footnotes:

16:13 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.

16:16 O el Cristo. Tanto Cristo (término griego) como Mesías (término hebreo) quieren decir «ungido».

16:17 En griego Simón bar-Jonás; ver Jn 1:42; 21:15-17.

16:18a En griego que tú eres Pedro.

16:18b En griego y las puertas del Hades no la conquistarán.

16:19a O ates, o cierres.

16:19b O desates, o abras.

16:21 Algunos manuscritos dicen Jesús el Mesías.

16:22 O comenzó a corregirlo.

16:26 O tu propio ser?; similar en 16:26b.

17:4 En griego tres tabernáculos.

17:9 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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Salmos 21 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Salmo 21

Para el director del coro: salmo de David.

1 ¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh Señor!

    Grita de alegría porque tú le das la victoria.

2 Pues le diste el deseo de su corazón;

    no le has negado nada de lo que te ha pedido. Interludio



3 Le das la bienvenida con éxito y prosperidad;

    le colocaste una corona del oro más puro sobre la cabeza.

4 Te pidió que le preservaras la vida,

    y le concediste su petición;

    los días de su vida se alargan para siempre.

5 Tu victoria le da mucha honra,

    y lo has vestido de esplendor y majestad.

6 Lo has dotado de bendiciones eternas

    y le has dado la alegría de tu presencia.

7 Pues el rey confía en el Señor;

    el amor inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece.



8 Capturarás a todos tus enemigos;

    con tu poderosa mano derecha atraparás a todos los que te odian.

9 Cuando te manifiestes,

    los arrojarás a un horno en llamas.

En su enojo el Señor los consumirá;

    el fuego los devorará.

10 Borrarás a sus hijos de la faz de la tierra;

    nunca tendrán descendientes.

11 Aunque conspiren contra ti,

    sus maquinaciones malignas jamás prosperarán.

12 Pues se darán vuelta y saldrán corriendo

    cuando vean que tus flechas apuntan hacia ellos.

13 Levántate, oh Señor, en tu poder;

    con música y cánticos celebramos tus poderosos actos.



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Proverbios 5:1-6 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Evita a las mujeres inmorales

5 Hijo mío, presta atención a mi sabiduría,

    escucha cuidadosamente mi sabio consejo.

2 Entonces demostrarás discernimiento,

    y tus labios expresarán lo que has aprendido.

3 Pues los labios de una mujer inmoral son tan dulces como la miel

    y su boca es más suave que el aceite.

4 Pero al final ella resulta ser tan amarga como el veneno,

    tan peligrosa como una espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte,

    sus pasos conducen derecho a la tumba.[a]

6 Pues a ella no le interesa en absoluto el camino de la vida.

    Va tambaleándose por un sendero torcido y no se da cuenta.



Footnotes:

5:5 En hebreo al Seol.

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