Sunday, January 12, 2020

DAB Español, Lunes 13 de Enero


Día 13, DAB Español, Lunes 13 de Enero



Génesis 28:1-29:35; Mateo 9:18-38; Salmos 11; Proverbios 3:11-12 (Dios Habla Hoy (DHH))






Génesis 28-29 Dios Habla Hoy (DHH)

28 Entonces Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le dio esta orden: «No te cases con ninguna mujer de esta tierra de Canaán. 2 Vete a Padán-aram, a la casa de tu abuelo Betuel, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3 Que el Dios todopoderoso te bendiga y te dé muchos descendientes, para que de ti salgan muchas naciones. 4 Que te dé a ti, y también a tus descendientes, la bendición que le prometió a Abraham, para que sean dueños de esta tierra donde ahora vivimos como extranjeros, pues él se la prometió a Abraham.»



5 Así fue como Isaac envió a Jacob a Padán-aram. Jacob llegó a casa de Labán, que era hijo de Betuel el arameo y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y Esaú.



Esaú se casa

6 Esaú había visto cuando Isaac le dio su bendición a Jacob y lo envió a Padán-aram para casarse allá. También se fijó en que su padre, al bendecirlo, le encargó que no se casara con ninguna mujer de Canaán, 7 y que Jacob se fue a Padán-aram como su padre y su madre le habían dicho. 8 De esa manera Esaú se dio cuenta de que a su padre no le agradaban las mujeres de Canaán; 9 por eso fue a ver a Ismael, hijo de Abraham, y tomó por esposa a su hija Mahalat, que era hermana de Nebaiot, además de las esposas cananeas que ya tenía.



Dios se aparece a Jacob en Betel

10 Jacob salió de Beerseba y tomó el camino de Harán. 11 Llegó a cierto lugar y allí se quedó a pasar la noche, porque el sol ya se había puesto. Tomó como almohada una de las piedras que había en el lugar, y se acostó a dormir. 12 Allí tuvo un sueño, en el que veía una escalera que estaba apoyada en la tierra y llegaba hasta el cielo, y por la cual los ángeles de Dios subían y bajaban. 13 También veía que el Señor estaba de pie junto a él, y que le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tus descendientes les daré la tierra en donde estás acostado. 14 Ellos llegarán a ser tantos como el polvo de la tierra, y se extenderán al norte y al sur, al este y al oeste, y todas las familias del mundo serán bendecidas por medio de ti y de tus descendientes. 15 Yo estoy contigo; voy a cuidarte por dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No voy a abandonarte sin cumplir lo que te he prometido.»



16 Cuando Jacob despertó de su sueño, pensó: «En verdad el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.» 17 Tuvo mucho miedo, y pensó: «Este lugar es muy sagrado. Aquí está la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!»



18 Al día siguiente Jacob se levantó muy temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la puso de pie como un pilar, y la consagró derramando aceite sobre ella. 19 En ese lugar había antes una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel.



20 Allí Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me cuida en este viaje que estoy haciendo, si me da qué comer y con qué vestirme, 21 y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22 Esta piedra que he puesto como pilar, será casa de Dios; y siempre te daré, oh Dios, la décima parte de todo lo que tú me des.»



Jacob en Harán

29 Jacob siguió su camino y se fue a la tierra de los del oriente.



2 En el campo vio un pozo, cerca del cual estaban descansando tres rebaños de ovejas, porque los animales bebían agua de él. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande, 3 y cuando todos los rebaños se juntaban allí, los pastores quitaban la piedra para darles agua a las ovejas, y luego volvían a tapar el pozo. 4 Jacob preguntó a los pastores:



—¿De dónde son ustedes, amigos míos?



—Somos de Harán —contestaron ellos.



5 —¿Conocen ustedes a Labán, el hijo de Nahor? —volvió a preguntar.



—Sí, lo conocemos —respondieron.



6 —¿Está bien de salud? —insistió Jacob.



—Sí, Labán está bien —dijeron los pastores—. Mire usted, aquí viene su hija Raquel con sus ovejas.



7 Entonces Jacob dijo:



—Todavía es de día, y es muy temprano para encerrar las ovejas. ¿Por qué no les dan agua y las llevan a pastar?



8 Pero ellos le contestaron:



—No podemos hacerlo. Tenemos que esperar a que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra de la boca del pozo, para poder darles agua a las ovejas.



9 Mientras Jacob estaba hablando con ellos, Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues ella era quien las cuidaba. 10 Tan pronto como Jacob la vio con las ovejas de su tío Labán, fue y quitó la piedra de la boca del pozo, y les dio agua a las ovejas; 11 luego la saludó con un beso, y comenzó a llorar. 12 Cuando Jacob le contó que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, Raquel fue corriendo a contárselo a su padre.



13 Labán, al oír hablar de Jacob, el hijo de su hermana, salió corriendo a recibirlo, lo abrazó, lo saludó con un beso y lo llevó a su casa. Luego Jacob le contó todo lo que había pasado. 14 Y Labán le dijo: «Verdaderamente tú eres uno de mi propia sangre.»



Jacob trabaja por Raquel y Lía

Jacob se quedó con Labán durante un mes. 15 Después de ese tiempo, Labán le dijo:



—No vas a trabajar para mí sin ganar nada, sólo porque eres mi pariente. Dime cuánto quieres que te pague.



16 Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, y la menor, Raquel. 17 Lía tenía unos ojos muy tiernos, pero Raquel era hermosa de pies a cabeza. 18 Como Jacob se había enamorado de Raquel, contestó:



—Por Raquel, tu hija menor, trabajaré siete años para ti.



19 Entonces Labán contestó:



—Es mejor dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo.



20 Y así Jacob trabajó por Raquel durante siete años, aunque a él le pareció muy poco tiempo porque la amaba mucho. 21 Cuando pasaron los siete años, Jacob le dijo a Labán:



—Dame mi mujer, para que me case con ella, porque ya terminó el tiempo que prometí trabajar por ella.



22 Entonces Labán invitó a todos sus vecinos a la fiesta de bodas que hizo. 23 Pero por la noche Labán tomó a Lía y se la llevó a Jacob, y Jacob durmió con ella. 24 Además, Labán le regaló a Lía una de sus esclavas, llamada Zilpá, para que la atendiera. 25 A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que había dormido con Lía, y le reclamó a Labán:



—¿Qué cosa me has hecho? ¿No trabajé contigo por Raquel? Entonces, ¿por qué me has engañado?



26 Y Labán le contestó:



—Aquí no acostumbramos que la hija menor se case antes que la mayor. 27 Cumple con la semana de bodas de Lía y entonces te daremos también a Raquel, si es que te comprometes a trabajar conmigo otros siete años.



28 Jacob aceptó, y cuando terminó la semana de bodas de Lía, Labán le dio a Raquel por esposa. 29 Labán también le dio a Raquel una de sus esclavas, llamada Bilhá, para que la atendiera. 30 Jacob se unió también a Raquel, y la amó mucho más que a Lía, aunque tuvo que trabajar con Labán durante siete años más.



Los hijos de Jacob

31 Cuando el Señor vio que Jacob despreciaba a Lía, hizo que ésta tuviera hijos, pero a Raquel la mantuvo estéril. 32 Lía quedó embarazada y tuvo un hijo, al que llamó Rubén, porque dijo: «El Señor me vio triste. Por eso ahora mi esposo me amará.»



33 Después Lía tuvo otro hijo, al que llamó Simeón, y entonces dijo: «El Señor oyó que me despreciaban, y por eso me dio un hijo más.»



34 Y otra vez tuvo un hijo, al cual llamó Leví, porque dijo: «Ahora mi esposo se unirá más a mí, porque ya le he dado tres hijos.»



35 Lía tuvo aún otro hijo, al cual llamó Judá, porque dijo: «Esta vez alabaré al Señor.» Después de esto, dejó de tener hijos.



Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.



Mateo 9:18-38 Dios Habla Hoy (DHH)

La mujer enferma y la hija de Jairo

18 Mientras Jesús les estaba hablando, un jefe de los judíos llegó, se arrodilló ante él y le dijo:



—Mi hija acaba de morir; pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a la vida.



19 Jesús se levantó, y acompañado de sus discípulos se fue con él. 20 Entonces una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con derrames de sangre, se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde de la capa. 21 Porque pensaba: «Tan sólo con que llegue a tocar su capa, quedaré sana.» 22 Pero Jesús se dio la vuelta, vio a la mujer y le dijo:



—Ánimo, hija, por tu fe has sido sanada.



Y desde aquel mismo momento quedó sana.



23 Cuando Jesús llegó a casa del jefe de los judíos, y vio que los músicos estaban preparados ya para el entierro y que la gente lloraba a gritos, 24 les dijo:



—Sálganse de aquí, pues la muchacha no está muerta, sino dormida.



La gente se rió de Jesús, 25 pero él los hizo salir; luego entró y tomó de la mano a la muchacha, y ella se levantó. 26 Y por toda aquella región corrió la noticia de lo que había pasado.



Jesús sana a dos ciegos

27 Al salir Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritando:



—¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!



28 Cuando Jesús entró en la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó:



—¿Creen ustedes que puedo hacer esto?



—Sí, Señor —le contestaron.



29 Entonces Jesús les tocó los ojos, y les dijo:



—Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen.



30 Y recobraron la vista. Jesús les advirtió mucho:



— Procuren que no lo sepa nadie.



31 Pero, apenas salieron, contaron por toda aquella región lo que Jesús había hecho.



Jesús sana a un mudo

32 Mientras los ciegos salían, algunas personas trajeron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. 33 En cuanto Jesús expulsó al demonio, el mudo comenzó a hablar. La gente, admirada, decía:



—¡Nunca se ha visto en Israel una cosa igual!



34 Pero los fariseos decían:



—Es el propio jefe de los demonios quien le ha dado a éste el poder de expulsarlos.



La cosecha es mucha

35 Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino, y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. 36 Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. 37 Dijo entonces a sus discípulos:



—Ciertamente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos. 38 Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla.



Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.



Salmos 11 Dios Habla Hoy (DHH)

Plena confianza en el Señor

(1a) Del maestro de coro. De David.

11 (1b) Yo busco mi refugio en el Señor.

Es por demás que me digan:

«Huye a los montes, como las aves.

2 Fíjate en los malvados:

ponen la flecha en la cuerda,

tensan el arco

y, desde un lugar escondido,

disparan contra los hombres honrados.

3 Y cuando las bases mismas se vienen abajo,

¿qué puede hacer el hombre honrado?»



4 El Señor está en su santo templo.

El Señor tiene su trono en el cielo,

y con ojos bien abiertos

vigila atentamente a los hombres.

5 El Señor vigila a justos y a malvados,

y odia con toda su alma

a los que aman la violencia.

6 El Señor hará llover sobre los malos

brasas, fuego y azufre,

y traerá un viento que todo lo quemará.

¡El Señor les dará su merecido!

7 El Señor es justo

y ama lo que es justo;

¡por eso lo verán cara a cara los sinceros!



Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.



Proverbios 3:11-12 Dios Habla Hoy (DHH)

11 No rechaces, hijo mío, la corrección del Señor,

ni te disgustes por sus reprensiones;

12 porque el Señor corrige a quien él ama,

como un padre corrige a su hijo favorito.



Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

No comments:

Post a Comment

DAB Español, Viernes 10 de Mayo

Día 131, DAB Español, Viernes 10 de Mayo 1 Samuel 8:1-9:27; Juan 6:22-42; Salmos 106:32-48; Proverbios 14:34-35 (Reina Valera Contemporánea ...