Día 18, DAB Español, Sábado 18 de Enero
Génesis 37:1-38:30; Mateo 12:22-45; Salmos 16;
Proverbios 3:27-32 (Dios Habla Hoy (DHH))
Génesis 37-38 Dios Habla Hoy (DHH)
37 Jacob se quedó a vivir en Canaán, donde su padre
había vivido por algún tiempo. 2 Ésta es la historia de la familia de Jacob.
José y sus hermanos
Cuando José era un muchacho de diecisiete años,
cuidaba las ovejas junto con sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que
eran las concubinas de su padre. Y José llevaba a su padre quejas de la mala
conducta de sus hermanos.
3 Israel quería a José más que a sus otros hijos,
porque había nacido cuando él ya era viejo. Por eso le hizo una túnica muy
elegante. 4 Pero al darse cuenta sus hermanos de que su padre lo quería más que
a todos ellos, llegaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban.
5 Una vez José tuvo un sueño, y se lo contó a sus
hermanos; pero ellos lo odiaron más todavía, 6 porque les dijo:
—Escuchen, voy a contarles el sueño que tuve. 7 Soñé
que todos nosotros estábamos en el campo, haciendo manojos de trigo; de pronto,
mi manojo se levantó y quedó derecho, pero los manojos de ustedes se pusieron
alrededor del mío y le hicieron reverencias.
8 Entonces sus hermanos contestaron:
—¿Quieres decir que tú vas a ser nuestro rey, y que
nos vas a dominar?
Y lo odiaron todavía más por sus sueños y por la forma
en que los contaba.
9 Después José tuvo otro sueño, que también les contó
a sus hermanos. Les dijo:
—¿Saben que tuve otro sueño, en el que veía que el
sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias?
10 Cuando José contó este sueño a su padre y a sus
hermanos, su padre le reprendió y le dijo:
—¿Qué quieres decir con este sueño que tuviste? ¿Acaso
tu madre, tus hermanos y yo tendremos que hacerte reverencias?
11 Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre
pensaba mucho en este asunto.
José es vendido por sus hermanos
12 Un día los hermanos de José fueron a Siquem,
buscando pastos para las ovejas de su padre. 13 Entonces Israel le dijo a José:
—Mira, tus hermanos están en Siquem cuidando las
ovejas. Quiero que vayas a verlos.
—Iré con mucho gusto —contestó José.
14 —Bueno —dijo Israel—, ve y fíjate cómo están tus
hermanos y las ovejas, y regresa luego a traerme la noticia.
Israel mandó a José desde el valle de Hebrón, y cuando
José llegó a Siquem, 15 se perdió por el campo. Entonces un hombre lo encontró
y le preguntó:
—¿Qué andas buscando?
16 —Ando buscando a mis hermanos —respondió José—.
¿Podría usted decirme dónde están cuidando las ovejas?
17 —Ya se fueron de aquí —dijo el hombre—. Les oí
decir que se iban a Dotán.
José fue en busca de sus hermanos y los encontró en
Dotán. 18 Ellos lo vieron venir a lo lejos, y antes de que se acercara hicieron
planes para matarlo. 19 Se dijeron unos a otros:
—¡Miren, ahí viene el de los sueños! 20 Vengan, vamos
a matarlo; luego lo echaremos a un pozo y diremos que un animal salvaje se lo
comió. ¡Y vamos a ver qué pasa con sus sueños!
21 Cuando Rubén oyó esto, quiso librarlo de sus
hermanos, y dijo:
—No lo matemos. 22 No derramen sangre. Échenlo a este
pozo que está en el desierto, pero no le pongan la mano encima.
Rubén dijo esto porque quería poner a salvo a José y
devolvérselo a su padre; 23 pero cuando José llegó a donde estaban sus
hermanos, ellos le quitaron la túnica que llevaba puesta, 24 lo agarraron y lo
echaron al pozo, que estaba vacío y seco. 25 Después se sentaron a comer.
En esto, vieron venir una caravana de ismaelitas que
venían de Galaad y que traían en sus camellos perfumes, bálsamo y mirra, para
llevarlos a Egipto. 26 Entonces Judá les dijo a sus hermanos:
—¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano, y después
tratar de ocultar su muerte? 27 Es mejor que lo vendamos a los ismaelitas y no
que lo matemos, porque después de todo es nuestro hermano.
Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él, 28 y cuando
los comerciantes madianitas pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron
del pozo y lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Así se
llevaron a José a Egipto.
29 Cuando Rubén regresó al pozo y no encontró a José
allí adentro, rasgó su ropa en señal de dolor. 30 Luego volvió a donde estaban
sus hermanos, y les dijo:
—¡El muchacho ya no está! ¿Ahora qué voy a hacer?
31 Entonces ellos tomaron la túnica de José y la
mancharon con la sangre de un cabrito que mataron; 32 luego se la mandaron a su
padre, con este mensaje: «Encontramos esto. Fíjate bien si es o no la túnica de
tu hijo.»
33 En cuanto Jacob la reconoció, dijo: «¡Sí, es la
túnica de mi hijo! Algún animal salvaje lo hizo pedazos y se lo comió.» 34
Entonces Jacob rasgó su ropa y se vistió de luto, y por mucho tiempo lloró la
muerte de su hijo. 35 Todos sus hijos y sus hijas trataban de consolarlo, pero
él no quería que lo consolaran; al contrario, lloraba por su hijo y decía:
«Guardaré luto por mi hijo, hasta que vaya a reunirme con él entre los
muertos.»
36 En Egipto, los madianitas vendieron a José a un
hombre llamado Potifar, que era funcionario del faraón, el rey de Egipto, y
capitán de su guardia.
Judá y Tamar
38 En aquel tiempo, Judá se apartó de sus hermanos y
se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, que era del pueblo de
Adulam. 2 Allí conoció a la hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella.
Cuando se unieron, 3 ella quedó embarazada y tuvo un hijo, al cual llamó Er. 4
Volvió a quedar embarazada y tuvo otro hijo, al cual llamó Onán. 5 Todavía
volvió a tener otro hijo, al cual llamó Selá, que nació cuando Judá estaba en
Quezib.
6 Judá casó a Er, su hijo mayor, con una mujer llamada
Tamar. 7 Pero al Señor no le agradaba la mala conducta de Er, y le quitó la
vida. 8 Entonces Judá le dijo a Onán:
—Únete a la viuda de tu hermano y cumple así con tu
deber de cuñado, para que tu hermano pueda tener descendientes por medio de ti.
9 Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían
considerados suyos. Por eso, cada vez que se unía con la viuda de su hermano,
procuraba que ella no quedara embarazada, para que su hermano no tuviera descendientes
por medio de él. 10 El Señor se disgustó mucho por lo que Onán hacía, y también
a él le quitó la vida. 11 Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar:
—Quédate viuda en la casa de tu padre, hasta que mi
hijo Selá sea mayor de edad.
En realidad, Judá pensaba que también Selá podría
morir como sus hermanos. Así Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.
12 Pasó el tiempo y murió la esposa de Judá, la hija
de Súa. Cuando Judá dejó de guardar luto, fue al pueblo de Timnat, donde
estaban los que trasquilaban sus ovejas, y su amigo Hirá el adulamita lo
acompañó. 13 Cuando Tamar supo que su suegro había ido a Timnat a trasquilar
sus ovejas, 14 se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que
nadie la reconociera, y se sentó a la entrada del pueblo de Enaim, que está en
el camino a Timnat. Hizo esto porque se dio cuenta de que Selá ya era mayor de
edad, y sin embargo no la habían casado con él.
15 Cuando Judá la vio, pensó que era una prostituta,
pues ella se había cubierto la cara. 16 Entonces se apartó del camino para
acercarse a ella y, sin saber que era su nuera, le dijo:
—¿Me dejas acostarme contigo?
—¿Qué me vas a dar por acostarte conmigo? —le preguntó
ella.
17 —Voy a mandarte uno de los cabritos de mi rebaño
—contestó Judá.
—Está bien —dijo ella—, pero déjame algo tuyo como
prenda hasta que me lo mandes.
18 —¿Qué quieres que te deje? —preguntó Judá.
—Dame tu sello con el cordón, y el bastón que tienes
en la mano —respondió ella.
Judá se los dio y se acostó con ella, y la dejó embarazada.
19 Después Tamar fue y se quitó el velo que tenía puesto, y volvió a ponerse su
vestido de viuda.
20 Más tarde Judá mandó el cabrito por medio de su
amigo adulamita, para que la mujer le devolviera las prendas, pero su amigo ya
no la encontró. 21 Entonces les preguntó a los hombres de ese lugar:
—¿Dónde está esa prostituta de Enaim, la que estaba
junto al camino?
—Aquí no ha estado ninguna prostituta —le contestaron.
22 Entonces él regresó a donde estaba Judá, y le dijo:
—No encontré a la mujer, y además los hombres del
lugar me dijeron que allí no había estado ninguna prostituta.
23 Y Judá contestó:
—Pues que se quede con las cosas, para que nadie se
burle de nosotros; pero que conste que yo mandé el cabrito y tú no la
encontraste.
24 Como tres meses después, vinieron a decirle a Judá:
—Tamar, la nuera de usted, se ha acostado con otros
hombres, y como resultado de ello ha quedado embarazada.
—¡Sáquenla y quémenla! —gritó Judá.
25 Pero cuando la estaban sacando, ella le mandó decir
a su suegro: «El dueño de estas cosas es el que me dejó embarazada. Fíjese
usted a ver de quién son este sello con el cordón y este bastón.» 26 Cuando
Judá reconoció las cosas, dijo: «Ella ha hecho bien, y yo mal, porque no la
casé con mi hijo Selá.» Y nunca más volvió a acostarse con ella.
27 El día que Tamar dio a luz, tuvo mellizos. 28 Al
momento de nacer, uno de ellos sacó la mano. Entonces la partera le ató un hilo
rojo en la mano, y dijo: «Éste salió primero.» 29 Pero en ese momento el niño
metió la mano, y fue su hermano el que nació primero. Por eso la partera lo
llamó Fares, pues dijo: «¡Cómo te abriste paso!» 30 Luego nació el otro niño,
el que tenía el hilo rojo en la mano, y lo llamó Zérah.
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966,
1970, 1979, 1983, 1996.
Mateo 12:22-45 Dios Habla Hoy (DHH)
Acusación contra Jesús
22 Llevaron a Jesús un hombre ciego y mudo, que estaba
endemoniado, y Jesús le devolvió la vista y el habla. 23 Todos se preguntaban
admirados: «¿Será éste el Hijo de David?»
24 Al oír esto, los fariseos dijeron: «Beelzebú, el
jefe de los demonios, es quien le ha dado a este hombre el poder de
expulsarlos.»
25 Jesús, que sabía lo que estaban pensando, les dijo:
«Todo país dividido en bandos enemigos, se destruye a sí mismo; y una ciudad o
una familia dividida en bandos, no puede mantenerse. 26 Así también, si Satanás
expulsa al propio Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues,
mantendrá su poder? 27 Ustedes dicen que yo expulso a los demonios por el poder
de Beelzebú; pero si es así, ¿quién da a los seguidores de ustedes el poder
para expulsarlos? Por eso, ellos mismos demuestran que ustedes están
equivocados. 28 Porque si yo expulso a los demonios por medio del Espíritu de
Dios, eso significa que el reino de los cielos ya ha llegado a ustedes.
29 »¿Cómo podrá entrar alguien en la casa de un hombre
fuerte y robarle sus cosas, si primero no lo ata? Solamente así podrá
robárselas.
30 »El que no está a mi favor, está en contra mía; y
el que conmigo no recoge, desparrama.
31 »Por eso les digo que Dios perdonará a los hombres
todos los pecados y todo lo malo que digan, pero no les perdonará que con sus
palabras ofendan al Espíritu Santo. 32 Dios perdonará incluso a aquel que diga
algo contra el Hijo del hombre; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no
lo perdonará ni en el mundo presente ni en el venidero.
El árbol se conoce por su fruto
33 »Si el árbol es bueno, dará buen fruto; si el árbol
es malo, dará mal fruto; pues el árbol se conoce por su fruto. 34 ¡Raza de
víboras! ¿Cómo pueden decir cosas buenas, si ustedes mismos son malos? De lo
que abunda en el corazón, habla la boca. 35 El hombre bueno dice cosas buenas
porque el bien está en él, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está
en él. 36 Y yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta
de cualquier palabra inútil que hayan pronunciado. 37 Pues por tus propias
palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable.»
Algunos piden una señal milagrosa
38 Algunos de los fariseos y maestros de la ley
dijeron entonces a Jesús:
—Maestro, queremos verte hacer alguna señal milagrosa.
39 Jesús les contestó:
—Esta gente malvada e infiel pide una señal milagrosa;
pero no va a dársele más señal que la del profeta Jonás. 40 Pues así como Jonás
estuvo tres días y tres noches dentro del gran pez, así también el Hijo del hombre
estará tres días y tres noches dentro de la tierra. 41 Los de Nínive se
levantarán en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y
la condenarán; porque los de Nínive se volvieron a Dios cuando oyeron el
mensaje de Jonás, y lo que hay aquí es mayor que Jonás. 42 También la reina del
Sur se levantará en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este
tiempo, y la condenará; porque ella vino de lo más lejano de la tierra para
escuchar la sabiduría de Salomón, y lo que hay aquí es mayor que Salomón.
El espíritu impuro que regresa
43 »Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, anda
por lugares secos buscando descanso; y si no lo encuentra, piensa: 44
“Regresaré a mi casa, de donde salí.” Cuando regresa, encuentra a ese hombre como
una casa desocupada, barrida y arreglada. 45 Entonces va y reúne otros siete
espíritus peores que él, y todos juntos se meten a vivir en aquel hombre, que
al final queda peor que al principio. Eso mismo le va a suceder a esta gente
malvada.
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Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966,
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Salmos 16 Dios Habla Hoy (DHH)
No hay mejor herencia
(1a) Poema de David.
16 (1b) ¡Cuida, oh Dios, de mí, pues en ti busco
protección!
2 Yo te he dicho:
«Tú eres mi Señor, mi bien;
nada es comparable a ti.»
3 Los dioses del país son poderosos,
según dicen los que en ellos se complacen,
4 los que aumentan el número de sus ídolos
y los siguen con gran devoción.
¡Jamás tomaré parte en sus sangrientos sacrificios!
¡Jamás pronunciaré sus nombres con mis labios!
5 Tú, Señor, eres mi todo;
tú me colmas de bendiciones;
mi vida está en tus manos.
6 Primoroso lugar me ha tocado en suerte;
¡hermosa es la herencia que me ha correspondido!
7 Bendeciré al Señor, porque él me guía,
y en lo íntimo de mi ser me corrige por las noches.
8 Siempre tengo presente al Señor;
con él a mi derecha, nada me hará caer.
9 Por eso, dentro de mí,
mi corazón está lleno de alegría.
Todo mi ser vivirá confiadamente,
10 pues no me dejarás en el sepulcro,
¡no abandonarás en la fosa a tu amigo fiel!
11 Me mostrarás el camino de la vida.
Hay gran alegría en tu presencia;
hay dicha eterna junto a ti.
Dios Habla Hoy (DHH)
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Proverbios 3:27-32 Dios Habla Hoy (DHH)
27 Nunca niegues un favor a tus dueños,
cuando en tu mano esté el hacerlo.
28 No dejes para mañana
la ayuda que puedas dar hoy.
29 No hagas planes perversos
contra el que vive confiado en ti.
30 No busques pelea con nadie,
si nadie te ha hecho daño.
31 No envidies al desalmado
ni trates de imitar su conducta;
32 porque al Señor le repugnan los malvados,
pero a los buenos les brinda su confianza.
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