Día 19, DAB Español, Domingo 19 de Enero
Génesis 39:1-41:16 Nueva Traducción Viviente (NTV)
José en la casa de Potifar
39 Cuando los mercaderes ismaelitas llevaron a José a
Egipto, lo vendieron a Potifar, un oficial egipcio. Potifar era capitán de la
guardia del faraón, rey de Egipto.
2 El Señor estaba con José, por eso tenía éxito en
todo mientras servía en la casa de su amo egipcio. 3 Potifar lo notó y se dio
cuenta de que el Señor estaba con José, y le daba éxito en todo lo que hacía. 4
Eso agradó a Potifar, quien pronto nombró a José su asistente personal. Lo puso
a cargo de toda su casa y de todas sus posesiones. 5 Desde el día en que José
quedó encargado de la casa y de las propiedades de su amo, el Señor comenzó a
bendecir la casa de Potifar por causa de José. Todos los asuntos de la casa
marchaban bien, y las cosechas y los animales prosperaron. 6 Pues Potifar le
dio a José total y completa responsabilidad administrativa sobre todas sus
posesiones. Con José a cargo, Potifar no se preocupaba por nada, ¡excepto qué
iba a comer!
José era un joven muy apuesto y bien fornido, 7 y la
esposa de Potifar pronto comenzó a mirarlo con deseos sexuales.
—Ven y acuéstate conmigo —le ordenó ella.
8 Pero José se negó:
—Mire —le contestó—, mi amo confía en mí y me puso a
cargo de todo lo que hay en su casa. 9 Nadie aquí tiene más autoridad que yo.
Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo
podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios.
10 Día tras día, ella seguía presionando a José, pero
él se negaba a acostarse con ella y la evitaba tanto como podía. 11 Cierto día,
sin embargo, José entró a hacer su trabajo y no había nadie más allí. 12 Ella
llegó, lo agarró del manto y le ordenó: «¡Vamos, acuéstate conmigo!». José se
zafó de un tirón, pero dejó su manto en manos de ella al salir corriendo de la
casa.
13 Cuando ella vio que tenía el manto en las manos y
que él había huido, 14 llamó a sus siervos. Enseguida todos los hombres
llegaron corriendo. «¡Miren! —dijo ella—. ¡Mi esposo ha traído aquí a este
esclavo hebreo para que nos deje en ridículo! Él entró en mi cuarto para
violarme, pero yo grité. 15 Cuando me oyó gritar, salió corriendo y se escapó,
pero dejó su manto en mis manos».
16 Ella se quedó con el manto hasta que su esposo
regresó a la casa. 17 Luego le contó su versión de lo sucedido: «Ese esclavo
hebreo que trajiste a nuestra casa intentó entrar y aprovecharse de mí; 18
pero, cuando grité, ¡salió corriendo y dejó su manto en mis manos!».
José es encarcelado
19 Potifar se enfureció cuando oyó el relato de su
esposa acerca de cómo José la había tratado. 20 Entonces agarró a José y lo
metió en la cárcel donde estaban los presos del rey. José quedó allí, 21 pero
el Señor estaba con José en la cárcel y le mostró su fiel amor. El Señor hizo
que José fuera el preferido del encargado de la cárcel. 22 Poco después el
director puso a José a cargo de los demás presos y de todo lo que ocurría en la
cárcel. 23 El encargado no tenía de qué preocuparse, porque José se ocupaba de
todo. El Señor estaba con él y lo prosperaba en todo lo que hacía.
José interpreta dos sueños
40 Pasado un tiempo, el jefe de los coperos y el jefe
de los panaderos del faraón ofendieron a su señor, el rey. 2 El faraón se enojó
con esos dos funcionarios 3 y los puso en la cárcel donde estaba José, en el
palacio del capitán de la guardia. 4 Ellos permanecieron en la cárcel durante
mucho tiempo, y el capitán de la guardia los asignó a José, quien se ocupaba de
ellos.
5 Una noche, mientras estaban en la cárcel, el copero
y el panadero del faraón tuvieron cada uno un sueño, y cada sueño tenía su
propio significado. 6 Cuando José los vio a la mañana siguiente, notó que los
dos parecían preocupados.
7 —¿Por qué se ven tan preocupados hoy? —les preguntó.
8 —Anoche los dos tuvimos sueños —contestaron ellos—,
pero nadie puede decirnos lo que significan.
—La interpretación de los sueños es asunto de Dios
—respondió José—. Vamos, cuéntenme lo que soñaron.
9 Entonces el jefe de los coperos fue el primero en
contarle su sueño a José.
—En mi sueño —dijo él—, vi una vid delante de mí. 10
La vid tenía tres ramas, las cuales comenzaron a brotar y a florecer y, en poco
tiempo, produjo racimos de uvas maduras. 11 Yo tenía la copa del faraón en mi
mano, entonces tomé un racimo de uvas y exprimí el jugo en la copa. Después
puse la copa en la mano del faraón.
12 —El sueño significa lo siguiente —dijo José—: las
tres ramas representan tres días; 13 dentro de tres días, el faraón te
levantará y te pondrá nuevamente en tu puesto como jefe de sus coperos. 14 Te
pido que te acuerdes de mí y me hagas un favor cuando las cosas te vayan bien.
Háblale de mí al faraón, para que me saque de este lugar. 15 Pues me trajeron
secuestrado desde mi tierra, la tierra de los hebreos, y ahora estoy aquí en la
cárcel, aunque no hice nada para merecerlo.
16 Cuando el jefe de los panaderos vio que José había
dado una interpretación tan positiva del primer sueño, le dijo a José:
—Yo también tuve un sueño. En mi sueño, había tres
canastas de pasteles blancos sobre mi cabeza. 17 En la canasta de arriba había
todo tipo de pasteles para el faraón, pero llegaron las aves y se los comieron
de la canasta que estaba sobre mi cabeza.
18 —El sueño significa lo siguiente —le dijo José—:
las tres canastas también representan tres días. 19 En tres días, el faraón te
levantará y atravesará tu cuerpo con un poste; luego las aves llegarán y
picotearán tu carne.
20 Tres días después era el cumpleaños del faraón,
quien preparó un banquete para todos sus funcionarios y su personal. Así que
llamó al jefe de sus coperos y al jefe[a] de sus panaderos para que se unieran
a los demás funcionarios. 21 Entonces restituyó al jefe de los coperos a su
cargo anterior, para que volviera a entregar al faraón su copa. 22 Pero el
faraón atravesó al jefe de los panaderos con un poste, tal como José había
predicho cuando le interpretó el sueño. 23 Sin embargo, el jefe de los coperos
del faraón se olvidó de José por completo y nunca más volvió a pensar en él.
Los sueños del faraón
41 Dos años después, el faraón soñó que estaba de pie
a la orilla del río Nilo. 2 En su sueño, vio siete vacas gordas y sanas que
salían del río y comenzaban a pastar entre los juncos. 3 Luego vio otras siete
vacas que salían del Nilo detrás de ellas, pero eran flacas y raquíticas. Esas
vacas se pusieron junto a las vacas gordas, en la ribera del río. 4 ¡Entonces
las vacas flacas y raquíticas se comieron a las siete vacas gordas y sanas! En
ese momento del sueño, el faraón se despertó.
5 Después volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño.
Esta vez vio siete espigas llenas de grano, robustas y hermosas, que crecían de
un solo tallo. 6 Luego aparecieron otras siete espigas de grano, pero estaban
resecas y marchitadas por el viento oriental. 7 ¡Entonces las espigas secas se
tragaron a las siete robustas y bien formadas! El faraón volvió a despertarse y
se dio cuenta de que era un sueño.
8 A la mañana siguiente, el faraón estaba muy
perturbado por los sueños. Entonces llamó a todos los magos y a los sabios de
Egipto. Cuando el faraón les contó sus sueños, ninguno de ellos pudo decirle lo
que significaban.
9 Finalmente habló el jefe de los coperos del rey:
«Hoy he recordado mi falla —le dijo al faraón—. 10 Hace un tiempo, usted se
enojó con el jefe de los panaderos y conmigo, y nos encarceló en el palacio del
capitán de la guardia. 11 Una noche, el jefe de los panaderos y yo tuvimos cada
uno un sueño, y cada sueño tenía su propio significado. 12 Con nosotros, en la
cárcel, había un joven hebreo, que era esclavo del capitán de la guardia.
Nosotros le contamos nuestros sueños, y él nos explicó el significado de cada
sueño. 13 Y todo sucedió tal como él lo había predicho. Yo fui restituido a mi
puesto de copero, y el jefe de los panaderos fue ejecutado y atravesado con un
poste».
14 El faraón mandó llamar a José de inmediato, y
enseguida lo trajeron de la cárcel. Después de afeitarse y cambiarse de ropa,
José se presentó ante el faraón. 15 Entonces el faraón le dijo:
—Anoche tuve un sueño, y nadie aquí puede decirme lo
que significa; pero me enteré de que cuando tú oyes un sueño puedes
interpretarlo.
16 —No está en mis manos el poder para hacerlo
—respondió José—, pero Dios puede decirle lo que su sueño significa y darle
tranquilidad.
Footnotes:
40:20 En hebreo Levantó la cabeza del jefe de sus
coperos y del jefe.
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Mateo 12:46-13:23 Nueva Traducción Viviente (NTV)
La verdadera familia de Jesús
46 Mientras Jesús hablaba a la multitud, su madre y
sus hermanos estaban afuera y pedían hablar con él. 47 Alguien le dijo a Jesús:
«Tu madre y tus hermanos están parados afuera y desean hablar contigo».[a]
48 Jesús preguntó: «¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son
mis hermanos?». 49 Luego señaló a sus discípulos y dijo: «Miren, estos son mi
madre y mis hermanos. 50 Pues todo el que hace la voluntad de mi Padre que está
en el cielo es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Parábola del sembrador
13 Más tarde ese mismo día, Jesús salió de la casa y
se sentó junto al lago. 2 Pronto se reunió una gran multitud alrededor de él, así
que entró en una barca. Se sentó allí y enseñó mientras la gente estaba de pie
en la orilla. 3 Contó muchas historias en forma de parábola como la siguiente:
«¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. 4 A medida
que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los
pájaros vinieron y se las comieron. 5 Otras cayeron en tierra poco profunda con
roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era
poco profunda; 6 pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol
y, como no tenían raíces profundas, murieron. 7 Otras semillas cayeron entre
espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes; 8 pero otras semillas
cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y
hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! 9 El que tenga oídos
para oír, que escuche y entienda».
10 Sus discípulos vinieron y le preguntaron:
—¿Por qué usas parábolas cuando hablas con la gente?
11 —A ustedes se les permite entender los secretos[b]
del reino del cielo —les contestó—, pero a otros no. 12 A los que escuchan mis
enseñanzas se les dará más comprensión, y tendrán conocimiento en abundancia;
pero a los que no escuchan se les quitará aun lo poco que entiendan. 13 Por eso
uso estas parábolas:
Pues ellos miran, pero en realidad no ven.
Oyen, pero
en realidad no escuchan ni entienden.
14 De esa forma, se cumple la profecía de Isaías que
dice:
“Cuando ustedes oigan lo que digo,
no entenderán.
Cuando vean lo que hago,
no
comprenderán.
15 Pues el corazón de este pueblo está endurecido,
y sus oídos
no pueden oír,
y han cerrado los ojos,
así que sus
ojos no pueden ver,
y sus oídos no pueden oír,
y su corazón
no puede entender,
y no pueden volver a mí
para que yo
los sane”[c].
16 »Pero benditos son los ojos de ustedes, porque ven;
y sus oídos, porque oyen. 17 Les digo la verdad, muchos profetas y muchas
personas justas anhelaron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; y
anhelaron oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.
18 »Escuchen ahora la explicación de la parábola
acerca del agricultor que salió a sembrar: 19 Las semillas que cayeron en el
camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden.
Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón.
20 Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y
de inmediato lo reciben con alegría; 21 pero, como no tienen raíces profundas,
no duran mucho. En cuanto tienen problemas o son perseguidos por creer la
palabra de Dios, caen. 22 Las semillas que cayeron entre los espinos
representan a los que oyen la palabra de Dios, pero muy pronto el mensaje queda
desplazado por las preocupaciones de esta vida y el atractivo de la riqueza,
así que no se produce ningún fruto. 23 Las semillas que cayeron en la buena
tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y
producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que
se había sembrado!
Footnotes:
12:47 Algunos manuscritos no incluyen el versículo 47.
Comparar Mc 3:32 y Lc 8:20.
13:11 En griego los misterios.
13:14-15 Is 6:9-10 (versión griega).
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Salmos 17 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 17
Oración de David.
1 Oh Señor, oye mi ruego pidiendo justicia;
escucha mi
grito de auxilio.
Presta oído a mi oración,
porque
proviene de labios sinceros.
2 Declárame inocente,
porque tú
ves a los que hacen lo correcto.
3 Pusiste a prueba mis pensamientos y examinaste mi
corazón durante la noche;
me has
escudriñado y no encontraste ningún mal.
Estoy
decidido a no pecar con mis palabras.
4 He seguido tus mandatos,
los cuales
me impidieron ir tras la gente cruel y perversa.
5 Mis pasos permanecieron en tu camino;
no he
vacilado en seguirte.
6 Oh Dios, a ti dirijo mi oración porque sé que me
responderás;
inclínate y
escucha cuando oro.
7 Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas
maneras.
Con tu gran
poder rescatas
a los que
buscan refugiarse de sus enemigos.
8 Cuídame como cuidarías tus propios ojos;[a]
escóndeme
bajo la sombra de tus alas.
9 Protégeme de los perversos que me atacan,
del enemigo
mortal que me rodea.
10 No tienen compasión;
¡escucha
cómo se jactan!
11 Me rastrean y me rodean,
a la espera
de cualquier oportunidad para tirarme al suelo.
12 Son como leones hambrientos, deseosos por
despedazarme;
como leones
jóvenes, escondidos en emboscada.
13 ¡Levántate, oh Señor!
¡Enfréntalos
y haz que caigan de rodillas!
¡Con tu
espada rescátame de los perversos!
14 Con el poder de tu mano, oh Señor,
destruye a
los que buscan su recompensa en este mundo;
pero sacia el hambre de los que son tu tesoro.
Que sus
hijos tengan abundancia
y dejen
herencia a sus descendientes.
15 Porque soy recto, te veré;
cuando
despierte, te veré cara a cara y quedaré satisfecho.
Footnotes:
17:8 En hebreo como a la niña de tus ojos.
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Proverbios 3:33-35 Nueva Traducción Viviente (NTV)
33 El Señor maldice la casa del perverso,
pero bendice
el hogar de los justos.
34 El Señor se burla de los burlones,
pero muestra
su bondad a los humildes.[a]
35 Los sabios heredan honra,
¡pero los
necios son avergonzados!
Footnotes:
3:34 La versión griega dice El Señor se opone a los
orgullosos / pero da gracia a los humildes. Comparar St 4:6; 1 P 5:5.
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