Wednesday, January 29, 2020

DAB Español, Jueves 30 de Enero


Día 30, DAB Español, Jueves 30 de Enero



Éxodo 10:1-12:13; Mateo 20:1-28; Salmos 25:1-11; Proverbios 6:6-11 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))






Éxodo 10:1-12:13 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Octava plaga: las langostas

10 El Señor dijo a Moisés:



— Preséntate ante el faraón, porque yo soy el que ha hecho que tanto él como sus cortesanos se muestren intransigentes, a fin de que se pongan de manifiesto en medio de ellos mis prodigios. 2 Así podrás contar a tus hijos y a tus nietos cómo castigué a Egipto y qué prodigios realicé entre ellos; y reconocerán que yo soy el Señor.



3 Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron:



— Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar salir a mi pueblo para que me rinda culto? 4 Si te niegas a dejarlo salir, mañana mismo voy a hacer que una plaga de langosta invada tu país. 5 Cubrirán tu país de tal manera que no se podrá ver el suelo, devorando el resto de la cosecha que se salvó del granizo junto con todos los árboles que crecen en los campos. 6 Llenarán tus palacios, las casas de tus cortesanos y las del resto de los egipcios. ¡Será algo como nunca vieron tus padres ni tus abuelos desde que aparecieron sobre la tierra hasta el presente!



Dicho esto, Moisés dio media vuelta y salió de la presencia del faraón. 7 Los cortesanos del faraón le dijeron:



— ¿Hasta cuándo va a ser este hombre nuestra ruina? Deja marchar a esa gente y que rindan culto al Señor, su Dios.



8 Entonces hicieron volver a Moisés y Aarón ante el faraón, el cual les dijo:



— Vayan y rindan culto al Señor su Dios. Pero, ¿quiénes son los que van a ir?



9 Moisés respondió:



— Para celebrar la fiesta en honor del Señor, hemos de ir con nuestros niños y ancianos, con nuestros hijos e hijas, con nuestras ovejas y vacas.



10 El faraón les replicó diciendo:



— ¡Están muy equivocados si piensan que voy a dejar que se marchen con sus niños! ¡Algo están ustedes tramando! 11 No irán como dicen; sólo irán los varones adultos a rendir culto al Señor, ya que eso es lo que ustedes han pedido.



Acto seguido, los echaron de la presencia del faraón.



12 El Señor dijo a Moisés:



— Extiende tu mano sobre Egipto, para que venga sobre el país una plaga de langostas y devore la vegetación que no destruyó el granizo.



13 Moisés extendió su vara, apuntando hacia Egipto, y el Señor hizo soplar sobre el país el viento del este, desde la mañana hasta la noche. Al amanecer, el viento del este había traído una plaga de langostas 14 que invadió todo el país, hasta el último rincón. ¡Nunca antes se había visto tal cantidad de langostas, ni se vio después algo parecido! 15 Las langostas cubrieron el país de tal modo que se oscureció su superficie; devoraron todas las plantas del país y todos los frutos de los árboles que se habían salvado del granizo. No dejaron nada verde en ningún lugar de Egipto: ni en el campo, ni en los árboles.



16 El faraón mandó llamar urgentemente a Moisés y Aarón para decirles:



— Reconozco que he pecado contra el Señor, su Dios, y contra ustedes. 17 Les ruego que de nuevo me perdonen y que rueguen al Señor, su Dios, que aleje de aquí este desastroso castigo.



18 Moisés salió de su presencia y oró al Señor. 19 El Señor cambió la dirección del viento, y un viento fuerte del oeste barrió las langostas y las arrojó al mar de las Cañas. No quedó en todo Egipto una sola langosta. 20 Pero el Señor mantuvo al faraón en su postura intransigente y no dejó salir a los israelitas.



Novena Plaga: Las tinieblas

21 El Señor dijo a Moisés:



— Alza tu mano hacia el cielo, para que aparezcan sobre todo Egipto unas tinieblas tan densas que se puedan palpar.



22 Moisés así lo hizo, y se cernió sobre Egipto una espesa tiniebla que duró tres días. 23 Durante ese tiempo nadie pudo moverse, pues no se veían unos a otros; pero sí hubo luz donde vivían los israelitas. 24 Una vez más el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo:



— Vayan con sus hijos a rendir culto al Señor, su Dios, pero dejen aquí sus ovejas y vacas.



25 Moisés respondió:



— Tienes que dejarnos llevar también las víctimas para los sacrificios y holocaustos en honor del Señor, nuestro Dios; 26 también nuestro ganado ha de venir con nosotros. No dejaremos aquí ni una sola res, porque debemos rendir culto al Señor, nuestro Dios, con las cosas que nos pertenecen; y hasta que no lleguemos allí, no sabremos qué es lo adecuado para rendirle culto.



27 El Señor hizo que el faraón se mantuviera intransigente y que no los dejara salir. 28 Dijo además el faraón a Moisés:



— ¡Fuera de aquí! Y no vuelvas nunca más a presentarte ante mí, pues el día en que aparezcas nuevamente por aquí, morirás.



29 A lo que Moisés respondió:



— Será como dices, no me verás nunca más.



Décima plaga: Muerte de los primogénitos

11 El Señor dijo a Moisés:



— Todavía voy a mandar una plaga más sobre el faraón y los egipcios; después de ella, no sólo los dejará salir, sino que los expulsará. 2 Di, pues, a los israelitas que cada uno pida a sus vecinos y vecinas de Egipto objetos de oro y plata.



3 El Señor hizo que los egipcios fuesen generosos con los israelitas; incluso el mismo Moisés gozaba de gran consideración tanto entre los cortesanos del faraón, como entre el resto de los egipcios. 4 Y dijo Moisés al faraón:



— Esto dice el Señor: A eso de la medianoche pasaré a través de Egipto 5 y todos los primogénitos egipcios morirán, desde el primogénito del faraón, su heredero, hasta el primogénito de la sierva que muele en el molino; y lo mismo sucederá con las primeras crías del ganado 6 Entonces resonarán en todo Egipto gritos de desolación, como nunca los hubo ni los habrá jamás. 7 Pero en lo que se refiere a Israel, se trate de personas o de animales, ni un perro les ladrará, para que ustedes reconozcan que el Señor ha tratado de modo diferente a egipcios e israelitas. 8 Entonces, vendrán a verme tus cortesanos que de rodillas me dirán: “Márchate con todo el pueblo que te sigue”. Después de esto me marcharé.



Y salió Moisés muy indignado de la presencia del faraón.



9 El Señor dijo a Moisés:



— El faraón no les hará caso y tendré que multiplicar mis prodigios en Egipto.



10 Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios en presencia del faraón, pero como el Señor mantuvo al faraón intransigente, este no dejó salir de Egipto a los israelitas.



La salida de Egipto (12,1—15,21)

La Pascua

12 Estando aún Moisés y Aarón en Egipto, les dijo el Señor:



2 — Este mes será para ustedes el principal, el mes con que comenzarán el año. 3 Digan a toda la comunidad de Israel: el diez de este mes cada uno tomará un cordero, uno por cada casa y familia. 4 Si la familia es muy pequeña para comérselo entero, que se junte con su vecino más próximo teniendo en cuenta el número de comensales y la porción de cordero que cada uno pueda comer. 5 El cordero deberá ser de un año, macho y sin ningún defecto. Podrá ser cordero o cabrito. 6 Lo guardarán hasta el día catorce de este mes, y en la tarde de ese día toda la comunidad de Israel procederá a inmolarlo. 7 Untarán luego con la sangre del animal las jambas y el dintel de la puerta de las casas en que se haya de comer. 8 En esa noche se comerá la carne asada al fuego, acompañada de hierbas amargas y panes sin levadura. 9 No comerán nada crudo o cocido. Todo deberá estar asado al fuego: cabeza, patas y vísceras. 10 Nada dejarán para el día siguiente; si queda algo, lo quemarán. 11 Lo comerán así: la túnica atada, las sandalias abrochadas y la vara en la mano; lo comerán a toda prisa. Es la Pascua del Señor.



12 Esa noche recorreré el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto personas como animales. De este modo, yo, el Señor, daré un justo escarmiento a todos los dioses egipcios. 13 La sangre servirá de señal en las casas que ustedes habitan: cuando yo vea la sangre pasaré de largo y no les alcanzará la plaga exterminadora con que castigaré a Egipto.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Mateo 20:1-28 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Parábola de los jornaleros contratados

20 El reino de los cielos puede compararse al amo de una finca que salió una mañana temprano a contratar jornaleros para su viña. 2 Convino con los jornaleros en pagarles el salario correspondiente a una jornada de trabajo, y los envió a la viña. 3 Hacia las nueve de la mañana salió de nuevo y vio a otros jornaleros que estaban en la plaza sin hacer nada. 4 Les dijo: “Vayan también ustedes a la viña. Les pagaré lo que sea justo”. 5 Y ellos fueron. Volvió a salir hacia el mediodía, y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. 6 Finalmente, sobre las cinco de la tarde, volvió a la plaza y encontró otro grupo de desocupados. Les preguntó: “¿Por qué están aquí todo el día sin hacer nada?”. 7 Le contestaron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Pues vayan también ustedes a la viña”.



8 Al anochecer, el amo de la viña ordenó a su capataz: “Llama a los jornaleros y págales su salario, empezando por los últimos hasta los primeros”. 9 Se presentaron, pues, los que habían comenzado a trabajar sobre las cinco de la tarde y cada uno recibió el salario correspondiente a una jornada completa. 10 Entonces los que habían estado trabajando desde la mañana pensaron que recibirían más; pero, cuando llegó su turno, recibieron el mismo salario. 11 Así que, al recibirlo, se pusieron a murmurar contra el amo 12 diciendo: “A estos que sólo han trabajado una hora, les pagas lo mismo que a nosotros, que hemos trabajado toda la jornada soportando el calor del día”. 13 Pero el amo contestó a uno de ellos: “Amigo, no te trato injustamente. ¿No convinimos en que trabajarías por esa cantidad? 14 Pues tómala y vete. Si yo quiero pagar a este que llegó a última hora lo mismo que a ti, 15 ¿no puedo hacer con lo mío lo que quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar tu envidia?”.



16 Así, los que ahora son últimos serán los primeros, y los que ahora son primeros serán los últimos.



Jesús anuncia por tercera vez su muerte y su resurrección (Mc 10,32-34; Lc 18,31-34)

17 Cuando Jesús iba de camino subiendo hacia Jerusalén, llamó aparte a los doce discípulos y les dijo:



18 — Ya ven que estamos subiendo a Jerusalén. Allí el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley que lo condenarán a muerte; 19 luego lo pondrán en manos de extranjeros para que se burlen de él, lo golpeen y lo crucifiquen. Pero al tercer día resucitará.



Petición de los hijos de Zebedeo (Mc 10,35-45)

20 Por entonces se presentó a Jesús la madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y se puso de rodillas con intención de pedirle algo. 21 Jesús le preguntó:



— ¿Qué es lo que deseas?



Ella dijo:



— Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.



22 Jesús respondió:



— No saben lo que están pidiendo. ¿Pueden beber ustedes la misma copa de amargura que yo estoy a punto de beber?



Ellos le contestaron:



— ¡Sí, podemos beberla!



23 Jesús les dijo:



— Pues bien, beberán mi copa de amargura; pero el que se sienten el uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, no es cosa mía concederlo; eso es para quienes mi Padre lo ha reservado.



24 Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se sintieron muy molestos con los dos hermanos. 25 Pero Jesús los reunió y les dijo:



— Como muy bien saben ustedes, los que gobiernan las naciones las someten a su dominio, y los poderosos las rigen despóticamente. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Antes bien, si alguno quiere ser grande, que se ponga al servicio de los demás; 27 y si alguno quiere ser principal, que se haga servidor de todos. 28 De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Salmos 25:1-11 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Salmo 25 (24)

Acuérdate, Señor, de tu misericordia

25 De David.

A ti me dirijo, Señor.

2 Dios mío, en ti confío, no me defraudes,

que mis enemigos no se burlen de mí.

3 Quien en ti espera no quedará defraudado;

pero sí quedará confundido

el que es infiel sin motivo.

4 Señor, muéstrame tus caminos,

enséñame tus sendas,

5 instrúyeme en tu verdad; enséñame,

porque tú eres el Dios que me salva,

en ti pongo mi esperanza cada día.

6 Recuerda, Señor, tu misericordia

y tu amor que desde siempre existen;

7 olvida mis faltas de juventud y mis pecados,

recuérdame en tu amor, por tu bondad, Señor.

8 El Señor es bueno y recto,

él muestra el camino a los pecadores,

9 instruye en la justicia a los humildes,

enseña a los humildes su camino.

10 Las sendas del Señor son amor y verdad

para quienes respetan su alianza y sus mandatos.

11 Señor, haciendo honor a tu nombre,

perdona mi grave pecado.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España



Proverbios 6:6-11 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

El perezoso

6 Mira a la hormiga, perezoso,

observa su conducta y aprende:

7 aunque no tiene jefe,

ni inspector, ni gobernante,

8 prepara en el verano su alimento,

en tiempo de siega almacena su comida.

9 ¿Cuánto tiempo dormirás, perezoso?

¿Cuándo te levantarás del sueño?

10 Un rato de sueño, otro de siesta,

cruzas los brazos y a descansar;

11 y te asalta como un bandido la pobreza

y la penuria como un hombre armado.



La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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