Friday, May 31, 2019

DAB Español, Sábado 1 de Junio

Día 152, DAB Español, Sábado 1 de Junio

2 Samuel 18:1-19:10; Juan 20:1-31; Salmos 119:153-176; Proverbios 16:14-15 (Nueva Biblia Viva (NBV))






2 Samuel 18:1-19:10 Nueva Biblia Viva (NBV)
Muerte de Absalón
18 David pasó revista a sus tropas y puso jefes de mil y de cien soldados. 2 La tercera parte de los soldados quedó bajo el mando de Joab; otra tercera parte, bajo el mando de Abisay (hermano de Joab, hijo de Sarvia), y la otra tercera parte, bajo el mando de Itay el guitita. El rey quería dirigir al pueblo, 3 pero ellos se opusieron con firmeza:

―Mi rey no debe hacer eso —le dijeron—, porque si tenemos que huir, o la mitad de nosotros muere, los enemigos no irán tras nosotros, porque es a usted al que buscan. Usted vale más que diez mil de nosotros, y es mejor que se quede en la ciudad y nos envíe socorro si lo necesitamos.

4 ―Bien, hagan lo que les parezca mejor —respondió finalmente el rey, y se quedó en la puerta de la ciudad viendo pasar sus tropas.

5 Pero antes de que se marcharan, el rey les suplicó a Joab, a Abisay y a Itay:

―Por amor a mí, traten con gentileza al joven Absalón.

Y los soldados oyeron cuando el rey les daba este encargo.

6 Marcharon a pelear contra los israelitas, y la batalla comenzó en el bosque de Efraín. 7 Los israelitas fueron derrotados por los hombres de David. Hubo una gran matanza y veinte mil hombres murieron aquel día. 8 La batalla se extendió a través de todo el país, y fueron más los que se perdieron en el bosque que los que murieron a espada.

9 Durante la batalla, Absalón se encontró de repente con algunos hombres de David, y mientras huía en su mula, pasó debajo de las ramas de una gran encina, y el pelo se le enredó en las ramas. La mula siguió su camino, pero él quedó suspendido de las ramas. 10 Uno de los hombres de David lo vio y se lo dijo a Joab.

11 ―¿Qué? ¿Lo has visto y no le has dado muerte? —dijo Joab—. Yo te habría recompensado con diez monedas de plata y un cinturón.

12 ―Aun cuando me hubiera dado mil monedas de plata, no lo habría hecho, porque todos oímos que el rey les dijo a usted, a Abisay y a Itay: “Por amor a mí, no le hagan daño al joven Absalón”. 13 Y si yo hubiera traicionado al rey dando muerte a su hijo (y el rey ciertamente hubiera descubierto quién lo hizo), usted mismo habría sido el primero en acusarme.

14 ―¡Basta de decir necedades! —dijo Joab.

Enseguida tomó tres dardos y los clavó en el corazón de Absalón, que aún colgaba vivo de la encina. 15 Luego, diez de los jóvenes escuderos de Joab rodearon a Absalón y terminaron de matarlo. 16 Joab hizo sonar la trompeta, y sus hombres dejaron de perseguir a Israel. 17 Arrojaron el cuerpo de Absalón en un gran hoyo que había en el bosque y pusieron un gran montón de piedras sobre él. Todo Israel huyó.

18 (Absalón había edificado un monumento para sí en el valle del rey, porque se dijo: «No tengo hijos que lleven mi nombre». Lo llamó Columna de Absalón, y con ese nombre se le conoce todavía).

David hace duelo
19 Entonces Ajimaz hijo de Sadoc le dijo a Joab:

―Correré a llevarle la buena noticia al rey David, de que el Señor lo ha salvado de su enemigo Absalón.

20 ―No —le dijo Joab—, la muerte de su hijo no es una buena noticia para el rey. Puedes servirme de mensajero en otra oportunidad.

21 Entonces Joab le dijo a un soldado de Cus:

―Anda y dile al rey lo que has visto.

El hombre se inclinó y se echó a correr. 22 Pero Ajimaz le rogó a Joab:

―Déjame acompañar a ese soldado.

―No, no es necesario que vayas, hijo mío —replicó Joab—. ¡No habrá recompensa por esa noticia!

23 ―No importa; de todos modos, quiero ir —insistió Ajimaz.

Y Joab finalmente dijo:

―Bien, anda también.

Entonces Ajimaz tomó por un atajo a través de la llanura y llegó allí antes que el soldado de Cus. 24 David estaba sentado a la puerta de la ciudad. Cuando el centinela subió a su puesto de vigilancia sobre el muro, vio que un hombre solo corría hacia ellos. 25 Entonces le avisó al rey David, y el rey respondió:

―Si viene solo, debe traer buenas noticias.

Pero mientras este hombre se acercaba, 26 el centinela vio a otro que corría hacia ellos. Entonces gritó:

―¡Viene otro hombre detrás!

Y el rey respondió:

―Ese también debe traer buenas noticias.

27 El centinela dijo:

―El primer hombre parece ser Ajimaz hijo de Sadoc.

―Es un hombre de bien y ha de venir con buenas noticias —dijo el rey.

28 Ajimaz se acercó, saludó al rey, y se inclinó con su rostro a tierra, y dijo:

―¡Bendito sea el Señor tu Dios que ha destruido a los rebeldes que se atrevieron a levantarse en su contra!

29 ―¿Y cómo está el joven Absalón? —preguntó el rey—. ¿Está bien?

―Cuando Joab me dijo que viniera había mucho alboroto, pero yo no supe de qué se trataba —respondió Ajimaz.

30 ―Espera aquí —le dijo el rey.

Ajimaz se hizo a un lado. 31 En eso llegó el soldado de Cus y dijo:

―¡Tengo buenas noticias para mi señor el rey! Hoy el Señor lo ha librado de todos lo que se rebelaban contra usted.

32 ―¿Y cómo está el joven Absalón? ¿Está bien? —preguntó el rey.

―¡Ojalá todos los enemigos de mi señor el rey mueran como murió ese muchacho! —respondió el hombre.

33 Al oír la noticia, el rey rompió a llorar y subió al cuarto que estaba encima de la puerta. Se lamentaba diciendo:

«¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, hijo mío, Absalón, hijo mío!». Entonces, el rey se entristeció mucho, subió a la habitación que estaba encima de la puerta, y mientras lloraba, decía: «¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!».

19 Joab se enteró de que el rey estaba muy afligido y llorando por la muerte de su hijo Absalón. 2 Cuando el pueblo se enteró del profundo dolor del rey por su hijo, el gozo de la maravillosa victoria de aquel día se convirtió en profunda tristeza. 3 Todo el pueblo se replegó y entró en la ciudad como si estuvieran avergonzados y hubieran sido derrotados en la batalla.

4 El rey, con el rostro entre las manos, lloraba: «¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón, hijo mío!».

5 Entonces Joab fue a la habitación del rey y le dijo: «Avergüenza a todos sus siervos que han salvado su vida y la de sus hijos e hijas, y la de sus esposas y concubinas; como si hubiéramos cometido un delito. 6 ¡Parece que ama a los que lo odian, y odia a los que lo aman! Se ve claramente que nosotros nada significamos para usted. Si Absalón estuviera vivo, y todos nosotros hubiéramos muerto, usted estaría feliz. 7 Ahora, levántese y hable de corazón a los que lo siguen, porque le aseguro por el Señor, que si no lo hace, ninguno de ellos se quedará aquí para la noche. ¡Eso será peor desgracia que todas las desgracias juntas que haya tenido!».

David regresa a Jerusalén
8 Al oír esto, el rey salió y se sentó junto a la entrada de la ciudad. Cuando el pueblo lo supo, fue y se presentó delante de él.

Por su parte, los israelitas que habían acompañado a Absalón regresaron a sus casas. 9 Y por todas partes sólo se hablaba de lo que había sucedido. La gente comentaba: «El rey David nos libró del poder de nuestros enemigos. Fue él quien nos salvó del dominio de los filisteos. Pero por culpa de Absalón tuvo que huir del país. 10 Siendo que Absalón, al que habíamos elegido como rey, ha muerto, ¿por qué no le rogamos al rey David que regrese y siga siendo nuestro rey?».

Nueva Biblia Viva (NBV)
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Juan 20 Nueva Biblia Viva (NBV)
El sepulcro vacío
20 El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían movido la piedra que cerraba la entrada.

2 Así que fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el discípulo al que Jesús quería mucho, y les dijo:

―¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!

3 Pedro y el otro discípulo salieron hacia el sepulcro. 4 Los dos iban corriendo, pero como el otro discípulo corría más rápido que Pedro, llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó para mirar, y vio las vendas, pero no entró. 6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas, 7 y la tela que había cubierto la cabeza de Jesús. Pero la tela no estaba con las vendas sino enrollada en lugar aparte.

8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. 9 Hasta ese momento no habían entendido la Escritura que dice que Jesús tenía que resucitar.

Jesús se aparece a María Magdalena
10 Los discípulos regresaron a su casa, 11 pero María se quedó afuera del sepulcro llorando. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies.

13 Le preguntaron los ángeles:

―¿Por qué lloras, mujer?

Ella les respondió:

―Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.

14 Acabando de decir esto, volvió la mirada y vio allí a Jesús de pie, aunque ella no sabía que era él.

15 Jesús le dijo:

―¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?

Ella creyó que era el que cuidaba el huerto, y le dijo:

―Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él.

16 Jesús le dijo:

―María.

Ella se volvió y le dijo:

―¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro).

17 Jesús le dijo:

―Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: “Voy a reunirme con mi Padre, que es el Padre de ustedes; con mi Dios, que es el Dios de ustedes”.

18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos: «¡He visto al Señor!», y les contaba lo que él le había dicho.

Jesús se aparece a sus discípulos
19 El primer día de la semana por la tarde, mientras los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús. Se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:

―¡La paz sea con ustedes!

20 Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.

21 Jesús volvió a decir:

―¡La paz sea con ustedes! Como mi Padre me envió, así yo los envío a ustedes.

22 Luego sopló sobre ellos y les dijo:

―Reciban el Espíritu Santo. 23 A los que ustedes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a los que ustedes no se los perdonen, no les serán perdonados.

Jesús se aparece a Tomás
24 Tomás, uno de los doce, al que le decían el Gemelo, no había estado con los discípulos cuando Jesús llegó. 25 Así que los otros discípulos le dijeron:

―¡Hemos visto al Señor!

Tomás les respondió:

―Si no veo las heridas de los clavos en sus manos y meto en ellas mi dedo, y mi mano en su costado, no lo creeré.

26 Ocho días después, estaban los discípulos reunidos otra vez en la casa, y Tomás estaba con ellos. Las puertas estaban cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:

―¡La paz sea con ustedes!

27 Luego le dijo a Tomás:

―Pon aquí tu dedo y mira mis manos. Trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino que debes creer.

28 Tomás dijo:

―¡Señor mío y Dios mío!

29 Jesús le dijo:

―Tú has creído porque me has visto; dichosos los que no han visto y aun así creen.

30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos que no están escritas en este libro. 31 Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida.

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Salmos 119:153-176 Nueva Biblia Viva (NBV)
153 Mira mis penas y líbrame, pues no he olvidado tu ley. 154 Defiende mi causa; ponte de mi lado. Protege mi vida como lo prometiste. 155 Los malvados están lejos de la salvación porque ellos no buscan tus decretos. 156 Señor, cuán grande es tu misericordia; devuélveme la vida conforme a tu justicia.

157 Muchos me persiguen y me causan problemas, pero yo no me aparto de tu voluntad. 158 Detesté a esos traidores porque tu palabra no les importa nada. 159 Señor, mira cuánto amo tus mandatos. Devuélveme ahora la vida conforme a tu gran amor. 160 Todas tus palabras son verdad; todas tus leyes son justas y permanecen para siempre.

161 Grandes hombres me han perseguido sin causa, pero mi corazón solamente teme a tu palabra. 162 En tu palabra me regocijo como quien descubre un gran tesoro. 163 ¡Cómo detesto toda falsedad, y cómo amo tus leyes! 164 Te alabaré siete veces al día porque tus leyes son justas.

165 Los que aman tus leyes tienen profunda paz y no tropiezan. 166 Anhelo tu salvación, Señor, y por eso he obedecido tus mandamientos. 167 He obedecido tus decretos, y los amo mucho. 168 Sí, he obedecido tus mandamientos y decretos, porque tu sabes todo lo que hago.

169 Oh Señor, escucha mi clamor, dame el sentido común que prometiste. 170 Escucha mis plegarias. Líbrame como lo prometiste. 171 Que se llenen mis labios de alabanza, pues tú me enseñas tus decretos. 172 Que mi lengua entone un canto a tu palabra, pues todos tus mandamientos son justos. 173 Que estés listo para ayudarme, pues yo he decidido seguir tus mandamientos. 174 Oh Señor, he anhelado tu salvación, y tu ley es mi deleite. 175 Déjame vivir para alabarte; que tus leyes me ayuden.

176 Me he apartado como oveja extraviada; ven y encuéntrame, porque no me he olvidado de tus mandamientos.

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Proverbios 16:14-15 Nueva Biblia Viva (NBV)
14 La ira del rey lleva mensaje de muerte, pero el sabio la apaciguará.

15 El rostro radiante del rey es signo de vida; su favor es como lluvia en primavera.

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