Día 130, DAB Español, Viernes 10 de Mayo
1 Samuel 8:1-9:27; Juan 6:22-42; Salmos 106:32-48; Proverbios 14:34-35 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
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Samuel 8-9 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
II.— SAMUEL Y SAÚL (8—15)
Institución de la monarquía (8—12)
Israel pide un rey
8 Cuando Samuel se hizo viejo nombró a sus hijos
jueces de Israel. 2 El primogénito se llamaba Joel y el segundo Abías, y ambos
ejercían en Berseba. 3 Sin embargo sus hijos no siguieron sus pasos, pues
buscaban su provecho, aceptaban sobornos y pervertían la justicia. 4 Por ello,
todos los ancianos de Israel se reunieron, fueron a Ramá a ver a Samuel 5 y le
dijeron:
— Mira, tú ya eres viejo y tus hijos no siguen tus
pasos. Por tanto, nómbranos un rey que nos gobierne, como en todas las
naciones.
6 Le disgustó a Samuel el hecho de que le pidieran un
rey para que los gobernara y se puso a orar al Señor. 7 Pero el Señor le dijo:
— Escucha la voz del pueblo en todo lo que te pidan,
pues no te rechazan a ti, sino que es a mí a quien rechazan como rey suyo. 8 Lo
mismo que me han tratado a mí desde que los saqué de Egipto hasta hoy,
abandonándome para dar culto a otros dioses, así te tratan también a ti. 9
Ahora, pues, escúchalos; pero ponlos sobre aviso y dales a conocer los
privilegios del rey que reinará sobre ellos.
10 Samuel transmitió las palabras del Señor a la gente
que le pedía un rey 11 y les dijo:
— Estos serán los derechos del rey que los gobierne:
alistará a los hijos de ustedes y a unos los destinará a sus carros y a sus
caballos para que vayan delante de su carroza; 12 a otros los nombrará jefes y
oficiales de su ejército; a otros los pondrá a trabajar sus campos y a cuidar
sus cosechas, o a fabricar su armamento y los pertrechos de sus carros. 13 A
las hijas de ustedes las pondrá a su servicio como perfumistas, cocineras o
panaderas. 14 Requisará sus mejores campos, viñas y olivares para dárselos a
sus funcionarios. 15 Les cobrará a ustedes el diezmo de sus cereales y viñas y
se lo dará a sus oficiales y funcionarios. 16 Les quitará sus siervos y siervas
junto con sus mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus trabajos. 17 Les
exigirá impuestos por sus rebaños, y ustedes mismos se convertirán en sus
esclavos. 18 En ese momento ustedes se quejarán del rey que habían elegido,
pero entonces el Señor no les responderá. 19 El pueblo no quiso escuchar a
Samuel e insistió:
— ¡No importa! Queremos tener rey. 20 Así también
nosotros seremos como todos los pueblos: nuestro rey nos gobernará y nos
conducirá a luchar en las guerras.
21 Samuel escuchó lo que decía el pueblo y se lo
comunicó al Señor. 22 El Señor le contestó:
— Atiende a su petición y nómbrales un rey.
Entonces Samuel ordenó a los israelitas:
— ¡Todo el mundo a sus pueblos!
Saúl es ungido rey
9 En la tribu de Benjamín había un hombre de buena
posición llamado Quis, hijo de Abiel y descendiente de Seror, Becorat y Afiaj,
el benjaminita. 2 Quis tenía un hijo, llamado Saúl, un joven atractivo y el más
esbelto entre los israelitas, pues les sacaba la cabeza a todos los demás. 3 A
su padre, Quis, se le habían extraviado las asnas; así que le dijo a su hijo
Saúl:
— Llévate a uno de los criados y vete a buscar las
asnas.
4 Recorrió la serranía de Efraín y el término de
Salisá, pero no encontró las asnas. Recorrió el término de Saalín, y nada.
Recorrió también el término de Benjamín y tampoco las encontró. 5 Cuando
llegaron al término de Suf, Saúl dijo al criado que lo acompañaba:
— Vamos a regresar, no sea que mi padre empiece a
preocuparse más por nosotros que por las asnas.
6 Pero el criado le respondió:
— Mira, en esta ciudad vive un hombre de Dios muy
respetado, pues todo lo que dice se cumple puntualmente. Acudamos a él y quizá
nos indique el camino que debemos seguir.
7 Saúl le contestó:
— Pero, si vamos, ¿qué podemos llevar a ese hombre?
Porque ya no nos queda pan en las alforjas y no tenemos nada que ofrecerle.
¿Qué nos queda?
8 Y el criado le dijo:
— Mira, tengo a mano una pequeña moneda de plata. Se
la daré al hombre de Dios para que nos indique el camino.
9 (En Israel antiguamente, cuando alguien iba a
consultar a Dios, decía: “Vamos a ver al vidente”; pues al que actualmente
llamamos “profeta” antes se le llamaba “vidente”).
10 Y Saúl respondió:
— De acuerdo, vamos.
Y se dirigieron a la aldea donde vivía el hombre de
Dios. 11 Cuando subían la cuesta de la aldea, encontraron a unas muchachas que
iban en busca de agua y les preguntaron:
— ¿Está aquí el vidente?
12 Ellas les contestaron:
— Sí, ahí un poco más adelante. Pero dense prisa, pues
ha llegado hoy a la aldea, porque el pueblo celebra un sacrificio en el
santuario. 13 Al llegar a la aldea lo encontrarán ustedes, antes de que suba a
comer al santuario. La gente no comerá hasta que él llegue, pues debe bendecir
la ofrenda. Después podrán comer los invitados. Así que suban ahora, porque lo
encontrarán inmediatamente.
14 Ellos subieron hacia la aldea y cuando entraban en
ella, se toparon con Samuel que salía para subir al santuario local. 15 El día
anterior de la llegada de Saúl, el Señor había revelado directamente a Samuel
lo siguiente:
16 — Mañana a estas horas te enviaré a un hombre de la
región de Benjamín y tú lo ungirás como jefe de mi pueblo Israel. Él defenderá
a mi pueblo del poder de los filisteos, pues he visto el sufrimiento de mi
pueblo y me han llegado sus lamentos.
17 Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le comunicó:
— Ahí tienes al hombre del que te hablé. Ese gobernará
a mi pueblo.
18 Saúl se acercó a Samuel a la entrada de la ciudad y
le dijo:
— Por favor, indícame dónde está la casa del vidente.
19 Samuel le respondió:
— Yo soy el vidente. Sube delante de mí al santuario,
que hoy ustedes comerán conmigo y mañana por la mañana te dejaré marchar y te
revelaré todo cuanto te preocupa. 20 En cuanto a las asnas que se te perdieron
hace tres días, deja de pensar en ellas, porque ya han aparecido. Ahora el
principal interés de Israel son tú y la familia de tu padre.
21 Y Saúl contestó:
— ¿Por qué me dices eso si yo no soy más que un
benjaminita, de la tribu más pequeña de Israel, y mi familia es de las más
insignificantes entre las familias de la tribu de Benjamín?
22 Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo en
la sala y les asignó el lugar de la presidencia entre los invitados, que eran
unos treinta. 23 Luego dijo al cocinero:
— Tráete la ración que te di y que te encargué que
guardaras.
24 El cocinero sacó una pierna entera y se la sirvió a
Saúl. Samuel le dijo:
— Ahí tienes lo que estaba reservado: sírvete y come,
pues se te había guardado para este momento cuando invité a la gente.
Y Saúl comió aquel día con Samuel. 25 Luego bajaron
del santuario a la aldea, prepararon a Saúl un lecho en la terraza 26 y se
acostó. Al amanecer, Samuel llamó a Saúl, diciéndole:
— Levántate, que voy a despedirte.
Saúl se levantó y los dos salieron a la calle. 27
Cuando bajaban por las afueras de la aldea, Samuel dijo a Saúl:
— Di a tu criado que nos adelante. Y tú espera un
momento, que tengo que comunicarte la palabra de Dios.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Juan
6:22-42 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La gente busca a Jesús
22 Al día siguiente, la gente que continuaba al otro
lado del lago advirtió que allí solamente había estado atracada una barca y que
Jesús no se había embarcado en ella con sus discípulos, sino que estos habían
partido solos. 23 Llegaron entre tanto de la ciudad de Tiberíades unas barcas y
atracaron cerca del lugar en que la gente había comido el pan cuando el Señor
pronunció la acción de gracias. 24 Al darse cuenta de que ni Jesús ni sus
discípulos estaban allí, subieron a las barcas y se dirigieron a Cafarnaún en
busca de Jesús.
Discurso sobre el pan de vida
25 Los que buscaban a Jesús lo encontraron al otro
lado y le preguntaron:
— Maestro, ¿cuándo llegaste aquí?
26 Jesús les contestó:
— Estoy seguro de que me buscan no por los milagros
que han visto, sino porque comieron pan hasta saciarse. 27 Deberían preocuparse
no tanto por el alimento transitorio, cuanto por el duradero, el que da vida
eterna. Este es el alimento que les dará el Hijo del hombre, a quien Dios Padre
ha acreditado con su sello.
28 Ellos le preguntaron:
— ¿Qué debemos hacer para portarnos como Dios quiere?
29 Jesús respondió:
— Lo que Dios espera de ustedes es que crean en su
enviado.
30 Ellos replicaron:
— ¿Cuáles son tus credenciales para que creamos en ti?
¿Qué es lo que tú haces? 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el
desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo.
32 Jesús les respondió:
— Yo les aseguro que no fue Moisés el que les dio pan
del cielo. Mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo. 33 El pan que
Dios da, baja del cielo y da vida al mundo.
34 Entonces le pidieron:
— Señor, danos siempre de ese pan.
35 Jesús les contestó:
— Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí, jamás
tendrá hambre; el que cree en mí, jamás tendrá sed. 36 Pero ustedes, como ya
les he dicho, no creen a pesar de haber visto. 37 Todo aquel que el Padre me
confía vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí. 38 Porque yo he bajado
del cielo, no para hacer lo que yo deseo, sino lo que desea el que me ha
enviado. 39 Y lo que desea el que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno
de los que él me ha confiado, sino que los resucite en el último día. 40 Mi
Padre quiere que todos los que vean al Hijo y crean en él, tengan vida eterna;
yo, por mi parte, los resucitaré en el último día.
41 Los judíos comenzaron a criticar a Jesús porque
había dicho que él era “el pan que ha bajado del cielo”. 42 Decían:
— ¿No es este Jesús, el hijo de José? Conocemos a su
padre y a su madre. ¿Cómo se atreve a decir que ha bajado del cielo?
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
106:32-48 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
32 En las aguas de Meribá lo enojaron
causando la desgracia de Moisés,
33 pues le hicieron rebelarse
y habló sin pensar lo que decía.
34 No destruyeron a los pueblos
como el Señor les ordenó.
35 Se mezclaron con los paganos,
aprendieron sus costumbres
36 y adoraron a sus ídolos
que se convirtieron en trampa para ellos.
37 Sacrificaron a sus hijos
y a sus hijas a demonios;
38 vertieron sangre inocente,
la sangre de sus hijos y sus hijas,
que inmolaron a los ídolos de Canaán,
profanando con sangre el país.
39 Con sus acciones se deshonraron,
con sus hechos se pervirtieron.
40 Y el Señor se airó contra su pueblo,
aborreciendo su heredad.
41 Los entregó a las naciones,
sus rivales los dominaron,
42 los subyugaron sus enemigos,
los sometieron a su poder.
43 El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su idea,
se hundieron en su propia culpa.
44 Pero él se fijó en su angustia,
escuchó su clamor
45 y recordó su alianza con ellos;
por su inmenso amor se compadeció,
46 e hizo que se apiadaran
quienes los tenían cautivos.
47 Señor, Dios nuestro, sálvanos.
Reúnenos de entre las naciones
para que alabemos tu santo nombre
y nos llene de orgullo tu alabanza.
48 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!
Y que todo el pueblo diga:
¡Amén! ¡Aleluya!
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios
14:34-35 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
34 La justicia engrandece a una nación,
el pecado cubre a los pueblos de vergüenza.
35 El rey favorece al siervo eficiente
y descarga su cólera sobre el inepto.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
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