Sunday, December 14, 2025

DAB Español, Lunes 15 de Diciembre

Día 350, DAB Español, Lunes 15 de Diciembre


Miqueas 1:1-4:13; Apocalipsis 6:1-17; Salmos 134; Proverbios 30:1-4 (Reina Valera Contemporánea (RVC))











Miqueas 1-4

Reina Valera Contemporánea


1 La palabra del Señor vino a Miqueas de Moreset durante el reinado de Yotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá. Esto es lo que Miqueas vio acerca de Samaria y de Jerusalén.


2 «¡Escuchen, pueblos todos! ¡Presta atención, tierra, con todos tus habitantes! ¡Que desde su santo templo nuestro Dios y Señor sea testigo contra ustedes! 3 ¡Miren al Señor! ¡Ya sale de su lugar! ¡Ya desciende para hollar las alturas de la tierra! 4 Bajo sus pies los montes se derriten, como la cera ante el fuego; los valles se ahondan, como partidos por las aguas que se precipitan al abismo. 5 Y todo esto sucede por causa de la rebelión de Jacob y por los pecados de la casa de Israel. ¡Y la causa de la rebelión de Jacob es Samaria! ¡Y los lugares altos de Judá están en Jerusalén!


6 »Por eso voy a convertir a Samaria en un montón de ruinas y en tierra para plantar viñas; ¡voy a esparcir sus piedras por el valle, y a dejar al descubierto sus cimientos! 7 Todas sus estatuas serán hechas pedazos, y todas sus ganancias serán arrojadas al fuego. ¡Yo destruiré a todos sus ídolos! El dinero que juntó por la paga de sus prostituciones, en dinero de prostitución se convertirá.»


8 Por eso lloro y gimo. Por eso ando descalzo y semidesnudo. Mis quejas parecen aullidos de chacales, lamentos de avestruces. 9 La llaga de Samaria es dolorosa, y se ha extendido hasta Judá. Ha llegado hasta Jerusalén, hasta la puerta de mi pueblo.


10 No lo digan en Gat, ni lloren demasiado. ¡Revuélquense en el polvo de Bet Leafrá! 11 Sigan adelante, habitantes de Safir, desnudos y avergonzados; y ustedes, habitantes de Zanán, no salgan, que Betesel está llorando y les ha retirado su apoyo. 12 Los habitantes de Marot anhelan con ansias recibir el bien, pero de parte del Señor el mal ha llegado hasta las puertas mismas de Jerusalén.


13 Ustedes, habitantes de Laquis, que fueron los primeros causantes del pecado de la bella Sión, enganchen a sus carros los caballos más veloces, porque en ustedes se han hallado las rebeliones de Israel. 14 Por lo tanto, ustedes pagarán tributo a Moréset Gat, y las casas de Aczib serán una trampa para los reyes de Israel. 15 Y ustedes, habitantes de Maresa, van a tener un nuevo amo, y los mejores hombres de Israel huirán hasta Adulán.


16 Rápate, pues, la cabeza y aféitate la barba por los hijos en que te deleitas; quédate calvo como el águila, porque tus hijos serán llevados en cautiverio, lejos de ti.

¡Ay de los que oprimen a los pobres!


2 ¡Ay de los que aun acostados hacen planes inicuos y maquinan el mal, y en cuanto amanece los ejecutan, porque tienen el poder en la mano! 2 Codician las propiedades de otros, y se las quitan; codician casas, y las toman; oprimen al hombre y a su familia, al hombre y a su heredad. 3 Por lo tanto, así ha dicho el Señor:


«Ya he pensado lanzar contra esta familia una calamidad de la cual no saldrán bien parados. No volverán a andar erguidos, porque ese tiempo será malo.»


4 Cuando llegue el momento, su mal será proverbial, y como lamento les cantarán esta endecha:


«Hemos sido destruidos por completo.

Dios ha cambiado la suerte de nuestro pueblo.

¡Nos ha quitado nuestros campos!

¡Se los ha dado a otros en propiedad!»


5 Así que no habrá quien reparta terrenos por sorteo en la congregación del Señor.


6 Ustedes ordenan a los profetas que no profeticen, y dicen que no tendrán de que avergonzarse.


7 Ustedes, que dicen ser de la casa de Jacob, preguntan si se ha acortado mi espíritu, y si ésta es mi forma de actuar. Pero, ¿acaso mis palabras no hacen bien al que se conduce con rectitud?


8 Ustedes, que ayer eran mi pueblo, hoy se han vuelto mis enemigos. A los que pasan, descaradamente los despojan de sus capas, como si fueran sus adversarios de guerra. 9 A las mujeres de mi pueblo las echan fuera de las casas que son su delicia, y a sus niños les arrebatan para siempre la honra que les di.


10 «¡Vamos, levántense, que éste no es un lugar de reposo! ¡Está contaminado y demasiado corrompido! 11 Si alguien viene con espíritu de falsedad, y mentirosamente les dice: “Voy a profetizar acerca del vino y de la sidra”, a gente como ésa este pueblo la considera profeta.


12 »Pero ten por seguro, Jacob, que yo te reuniré. Ten por seguro que yo recogeré al resto de Israel. Voy a reunirlos como a las ovejas de Bosra, como a los rebaños en medio de su aprisco, que se alborotan cuando ven mucha gente. 13 El que va abriendo el camino irá al frente de ellos, y una vez abierto el camino pasarán por la puerta y volverán a salir. Yo, el Señor, soy su rey, y marcharé a la cabeza, al frente de ellos.

Acusación contra los dirigentes de Israel


3 Yo dije entonces: Escuchen ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿Acaso no les toca a ustedes saber lo que es justo? 2 Ustedes aborrecen lo bueno y aman lo malo; le arrancan a mi pueblo la piel y la carne, hasta dejarlo en los huesos. 3 Sí, se comen la carne de mi pueblo y le arrancan la piel, le rompen los huesos y los descuartizan, como cuando se echa la carne en la olla y se pone en el caldero. 4 Pero cuando clamen al Señor, él no les responderá; más bien, en ese momento les volverá la espalda por todo el mal que han hecho.


5 «Así ha dicho el Señor acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, esos que hablan de paz cuando se les da de comer, pero que declaran la guerra cuando no se les da nada: 6 La profecía se les volverá noche, y sus adivinanzas se les volverán oscuridad. Sobre esos profetas se pondrá el sol, y el día se les volverá tinieblas. 7 ¡Esos profetas quedarán avergonzados! ¡Esos adivinos quedarán confundidos! ¡Se quedarán con la boca cerrada, porque no tendrán respuesta de Dios! 8 En cambio, yo estoy lleno del poder del espíritu del Señor; lleno de justicia y de fuerza, para denunciar la rebelión de Jacob y el pecado de Israel.


9 »Escuchen ahora esto, jefes de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de Israel, que aborrecen la justicia y pervierten todo lo recto; 10 que edifican a Sión con sangre, y a Jerusalén con injusticia. 11 Sus jefes dictan sentencia a cambio del soborno; sus sacerdotes cobran por impartir sus enseñanzas, y sus profetas adivinan a cambio de dinero, y se apoyan en el Señor cuando dicen: “¿No es verdad que el Señor está entre nosotros? ¡Ningún mal nos sobrevendrá!” 12 Por eso, por culpa de ustedes Sión será arada como un campo, Jerusalén vendrá a ser un montón de ruinas, y el monte del templo quedará hecho un matorral.»

Reinado universal del Señor


4 En los últimos días el monte de la casa del Señor será confirmado como cabeza de los montes y exaltado por encima de las colinas, y a él acudirán los pueblos. 2 Muchas naciones vendrán, y dirán: «¡Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob! Él nos guiará por sus caminos, y nosotros iremos por sus sendas.» Porque la enseñanza saldrá de Sión; de Jerusalén saldrá la palabra del Señor. 3 Y el Señor juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas y lejanas; y éstas convertirán sus espadas en azadones y sus lanzas en hoces. Ninguna nación volverá a levantar la espada contra otra nación, ni se entrenarán más para hacer la guerra. 4 Cada uno se sentará bajo su vid y a la sombra de su higuera, y no habrá nadie que pueda amedrentarlos. Esto lo ha declarado la boca del Señor de los ejércitos.


5 Podrán todos los pueblos andar en el nombre de su dios, pero nosotros ahora y siempre andaremos en el nombre del Señor nuestro Dios.

Israel será redimido del cautiverio


6 «Cuando llegue el día, reuniré a las ovejas que cojean con las que se apartaron del camino y con las que afligí; 7 con las que cojean haré un remanente, y con las descarriadas haré una nación fuerte. Y desde ahora y para siempre yo reinaré sobre ellos en el monte de Sión.»


—Palabra del Señor.


8 Y tú, torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sión, hasta ti volverá el señorío de antaño, el reino de la hija de Jerusalén. 9 Pero dime, ¿por qué gritas tanto? ¿Acaso ya no tienes rey? ¿Acaso esos dolores de parturienta te han venido porque tu consejero ha perecido? 10 ¡Pues sufre y llora, hija de Sión, con dolores de parturienta, porque ahora vas a salir de la ciudad, y vivirás en el campo, y llegarás hasta Babilonia. Allí serás liberada; allí el Señor te salvará del poder de tus enemigos.


11 Muchas naciones se han juntado ahora contra ti, y dicen: «¡Que Sión sea profanada! ¡Que se nos conceda ver eso con nuestros propios ojos!» 12 Pero esas naciones no conocen los planes del Señor; no entienden sus designios, ni que él los junta como a manojos de trigo, para trillarlos. 13 ¡Levántate y tríllalos, hija de Sión! ¡Yo te daré cuernos de hierro y garras de bronce, para que desmenuces a muchos pueblos! Y las riquezas que les arrebates las consagrarás al Señor de toda la tierra.



Apocalipsis 6

Reina Valera Contemporánea

Los sellos


6 Entonces vi que el Cordero rompió uno de los sellos, y oí que uno de los cuatro seres vivientes me decía con voz de trueno: «¡Ven!» 2 Yo miré, y vi un caballo blanco. El que lo montaba tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió para vencer y seguir venciendo.


3 Abrió entonces el segundo sello, y oí al segundo ser viviente decirme: «¡Ven!» 4 Salió entonces otro caballo, éste de color rojo, y al que lo montaba se le dio una gran espada, junto con el poder de adueñarse de la paz de la tierra y de hacer que los hombres se mataran unos a otros.


5 El Cordero rompió el tercer sello, y entonces oí que el tercer ser viviente me decía: «¡Ven!» Vi entonces aparecer un caballo negro, y el que lo montaba llevaba en la mano una balanza. 6 En medio de los cuatro seres vivientes, oí una voz que decía: «¡Un kilo de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un día! ¡Pero no seas injusto con el aceite ni con el vino!»


7 Al abrir el Cordero el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que me decía: «¡Ven!» 8 Yo miré, y vi aparecer un caballo descolorido, y el que lo montaba se llamaba Muerte. Tras él venía el Infierno. Recibió poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con guerras, hambre y mortandad, y con las fieras de la tierra.


9 Al abrir el Cordero el quinto sello, debajo del altar vi a las almas de los que habían muerto por causa de la palabra de Dios y de su testimonio. 10 A gran voz decían: «Señor santo y verdadero, ¿hasta cuándo seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra sangre? 11 Entonces se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansaran todavía un poco más de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos, que también sufrirían la muerte como ellos.


12 Yo vi cuando el Cordero abrió el sexto sello, y entonces se produjo un gran terremoto. El sol se cubrió de oscuridad, como con un vestido de luto, y la luna entera se puso roja como la sangre; 13 las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como caen los higos cuando un fuerte viento sacude la higuera. 14 El cielo se esfumó, como si fuera un pergamino que se enrolla, y todos los montes y las islas fueron removidas de su lugar. 15 Todos se escondieron en las cuevas y entre las grietas de los montes: lo mismo los reyes de la tierra que los príncipes, los ricos, los capitanes y los poderosos; lo mismo los esclavos que los libres; 16 y decían a los montes y a las peñas: «¡Caigan sobre nosotros! ¡No dejen que nos mire el que está sentado sobre el trono! ¡Escóndannos de la ira del Cordero! 17 El gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá mantenerse en pie?»



Salmos 134

Reina Valera Contemporánea

Exhortación a la alabanza

Cántico gradual.


134 Ustedes todos, siervos del Señor,

que por las noches vigilan su templo,

¡bendigan al Señor!

2

¡Levanten las manos hacia el santuario

y bendigan al Señor!


3

¡Que te bendiga desde Sión el Señor,

creador del cielo y de la tierra!



Proverbios 30:1-4

Reina Valera Contemporánea

Las palabras de Agur


30 Palabras proféticas de Agur, hijo de Jaqué, dirigidas a Itiel, a Itiel y a Ucal.


2

¡No hay nadie más ignorante que yo!

¡No hay en mí raciocinio humano!

3

No tengo estudios ni sabiduría;

¡no tengo conocimiento alguno del Dios santo!

4

¿Quién puede subir al cielo, y bajar de allí?

¿Quién puede retener al viento entre sus puños?

¿Quién puede retener el mar en un paño?

¿Quién estableció los límites de la tierra?

¿Sabes su nombre, y el nombre de su hijo?

Reina Valera Contemporánea (RVC)


Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas

Saturday, December 13, 2025

DAB Español, Domingo 14 de Diciembre

Día 349, DAB Español, Domingo 14 de Diciembre


Jonás 1:1-4:13; Apocalipsis 5:1-14; Salmos 133; Proverbios 29:26-27 (Reina Valera Contemporánea (RVC))











Jonás 1-4

Reina Valera Contemporánea

Jonás huye de Dios


1 La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay, y le dijo:


2 «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y predica contra ella, porque hasta mí ha llegado la maldad de sus habitantes.»


3 Y Jonás se levantó para irse a Tarsis y huir de la presencia del Señor. Descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis. Entonces pagó su pasaje y, para alejarse de la presencia del Señor, subió a bordo, dispuesto a irse con ellos a Tarsis.


4 Pero el Señor hizo que en el mar se levantara un fuerte viento, y se desató una tempestad tan grande que parecía que la nave se iba a partir. 5 Los marineros tenían mucho miedo, y cada uno de ellos clamaba a su dios. Entonces echaron al mar los enseres que había en la nave, para deshacerse de ellos. Jonás, en cambio, había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir. 6 Así que el patrón de la nave se le acercó y le dijo:


«¿Qué te pasa, dormilón? ¡Levántate, y clama a tu Dios! Tal vez tenga compasión de nosotros, y no pereceremos.»


7 Los marineros decían cada uno a sus compañeros:


«Vengan, echemos suertes para saber por culpa de quién nos ha sobrevenido este mal.»


Y echaron suertes, y la suerte recayó sobre Jonás. 8 Entonces ellos le dijeron:


«Dinos ahora por qué nos ha sobrevenido este mal. ¿A qué te dedicas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»


9 Y él les respondió:


«Soy hebreo, y temo al Señor, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.»


10 Aquellos hombres tuvieron mucho miedo, y le dijeron:


«¿Por qué has hecho esto?»


Y como sabían que Jonás huía de la presencia del Señor, pues él mismo se lo había dicho, 11 le dijeron:


«¿Qué haremos contigo para que el mar se calme?»


Y como el mar se iba embraveciendo más y más, 12 Jonás les respondió:


«Pues agárrenme y échenme al mar, y el mar se calmará. Yo sé bien que por mi culpa les ha sobrevenido esta gran tempestad.»


13 Aquellos hombres se esforzaron para llevar la nave a tierra, pero no pudieron porque el mar se iba embraveciendo más y más. 14 Entonces clamaron al Señor y dijeron:


«Señor, te rogamos que no nos dejes perecer por causa de este hombre, ni nos culpes de derramar sangre inocente, pues tú, Señor, haces lo que te parece mejor.»


15 Entonces tomaron a Jonás y lo arrojaron al mar, y la furia del mar se calmó. 16 Y aquellos hombres sintieron gran temor del Señor, y le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos. 17 Pero el Señor tenía preparado un gran pez, para que se tragara a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.

Oración de Jonás


2 Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez, 2 y dijo:


«Señor, en mi angustia te invoqué, y tú me oíste.

Desde el fondo del abismo clamé a ti,

y tú escuchaste mi voz.

3

Me echaste a las profundidades del mar,

y las corrientes me rodearon;

¡todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí!

4

Entonces dije:

“Me has desechado delante de tus ojos,

pero todavía he de ver tu santo templo.”


5

Las aguas me rodearon hasta el cuello,

y el abismo me envolvió.

¡Las algas se enredaron en mi cabeza!

6

Bajé hasta los cimientos de los montes;

la tierra echó para siempre sus cerrojos sobre mí;

pero tú, mi Señor y Dios, rescataste mi vida del sepulcro.

7

Cuando dentro de mí desfallecía mi alma,

me acordé de ti, Señor,

Y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo.


8

Los que siguen vanidades ilusorias,

abandonan tu misericordia.

9

Pero yo, con voz de alabanza,

te ofreceré sacrificios y cumpliré mis promesas.

La salvación es tuya, Señor.»


10 Y el Señor ordenó al pez que vomitara a Jonás en tierra.

Nínive se arrepiente


3 La palabra del Señor vino a Jonás por segunda vez, y le dijo:


2 «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y proclama allí el mensaje que yo te daré.»


3 Jonás se levantó y, conforme a la palabra del Señor, fue a Nínive. Y era Nínive una ciudad grande en extremo, de tres días de camino. 4 Jonás comenzó a recorrer la ciudad, camino de un día, y en su predicación decía:


«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»


5 Todos los habitantes de Nínive creyeron a Dios y decretaron ayuno, y desde el mayor hasta el menor se vistieron de cilicio.


6 Cuando la noticia llegó hasta el rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se despojó de sus vestidos, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza; 7 luego ordenó que, por mandato suyo y de sus altos personajes, se proclamara en Nínive este decreto:


«Ningún hombre ni animal, ni tampoco ningún buey ni oveja, debe probar bocado ni alimento alguno, ni beber agua. 8 Al contrario, hombres y animales por igual deberán cubrirse de cilicio y clamar a Dios con todas sus fuerzas. Apártese cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. 9 ¿Quién sabe? Tal vez Dios se arrepienta y el ardor de su ira se calme, ¡y entonces no pereceremos!»


10 Y al ver Dios lo que hicieron, y que se habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles el daño que les había anunciado, y desistió de hacerlo.

El enojo de Jonás


4 Pero Jonás se quedó muy disgustado, y se enojó. 2 Entonces oró al Señor y le dijo:


«Y bien, Señor, ¿no es esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? ¡Por eso me apresuré a huir a Tarsis! ¡Ya sabía yo que tú eres un Dios clemente y piadoso, lento para la ira y grande en misericordia, y que te arrepientes del mal! 3 Yo te ruego, Señor, que me quites la vida. ¡Prefiero la muerte a la vida!»


4 Y el Señor le dijo:


«¿Te parece bien enojarte tanto?»


5 Entonces Jonás salió de la ciudad y acampó en la parte oriental de la ciudad; allí se hizo una enramada y se sentó bajo su sombra, esperando a ver lo que sucedería en la ciudad.


6 Dios, el Señor, preparó una enredadera para que creciera por encima de Jonás y le hiciera sombra sobre la cabeza, y le quitara el malestar. Jonás se alegró en gran manera por la enredadera. 7 Pero al día siguiente, al llegar el alba, Dios dispuso que un gusano dañara la enredadera, y ésta se marchitó. 8 Además, Dios dispuso que al salir el sol soplara un fuerte viento solano, y el sol le dio a Jonás en la cabeza. Éste casi se desmayaba, y hasta deseaba morirse. Decía: «Mejor me sería morir que seguir viviendo.»


9 Entonces Dios le dijo a Jonás:


«¿Tanto enojo te causa lo que le pasó a la enredadera?»


Y él respondió:


«Es tanto el enojo que me causa, ¡que hasta quisiera morirme!»


10 Y el Señor le dijo:


«Tú sientes lástima por la enredadera, por la cual no trabajaste, y a la cual no hiciste crecer; durante una noche creció, y a la noche siguiente dejó de existir. 11 ¿Y yo no habría de tener piedad de Nínive, esa gran ciudad con más de ciento veinte mil habitantes que no saben distinguir cuál es su mano derecha y cuál su mano izquierda, y donde hay muchos animales?»



Apocalipsis 5

Reina Valera Contemporánea

El rollo y el Cordero


5 Vi entonces que el que estaba sentado en el trono tenía en la mano derecha un libro, el cual estaba escrito por dentro y por fuera. El libro estaba sellado con siete sellos. 2 Vi también a un ángel poderoso, que a gran voz proclamaba: «¿Quién es digno de abrir el libro y de quitarle los sellos?» 3 Pero no había nadie en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra, que pudiera abrir el libro, y ni siquiera mirarlo. 4 Yo lloraba mucho al ver que no había nadie digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. 5 Y uno de los ancianos me dijo: «No llores, pues el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido y puede abrir el libro y quitarle sus siete sellos.»


6 En ese momento vi un Cordero en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos. Estaba de pie, y parecía haber sido inmolado. Tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete espíritus que Dios ha enviado por toda la tierra. 7 El Cordero se acercó al que estaba sentado en el trono, y de su mano derecha tomó el libro. 8 Tan pronto como lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Todos llevaban arpas, y también copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos, 9 y entonaban un cántico nuevo, que decía:


«Digno eres de tomar el libro

y de abrir sus sellos,

porque fuiste inmolado.

Con tu sangre redimiste para Dios

gente de toda raza, lengua, pueblo y nación,

10

y para nuestro Dios los hiciste

reyes y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra.»


11 Miré entonces, y alrededor del trono oí la voz de muchos ángeles, y de los seres vivientes y de los ancianos. Eran una multitud incontable; ¡miríadas y miríadas de ellos! 12 A grandes voces decían:


«Digno es el Cordero inmolado

de recibir el poder y las riquezas,

la sabiduría y la fortaleza,

la honra, la gloria y la alabanza.»


13 Entonces oí que todo lo creado en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían:


«Al que está sentado en el trono,

y al Cordero,

sean dadas la alabanza, la honra,

la gloria y el poder,

por los siglos de los siglos.»


14 Los cuatro seres vivientes decían: «Amén.» Y los veinticuatro ancianos se inclinaron y adoraron.



Salmos 133

Reina Valera Contemporánea

El amor fraternal

Cántico gradual. De David.


133 ¡Qué bueno es, y qué agradable,

que los hermanos convivan en armonía!

2

Es como el buen perfume

que resbala por la cabeza de Aarón,

y llega hasta su barba

y hasta el borde de sus vestiduras.

3

Es como el rocío del monte Hermón,

que cae sobre los montes de Sión.

Allí el Señor ha decretado para su pueblo

bendición y vida para siempre.



Proverbios 29:26-27

Reina Valera Contemporánea


26

Muchos buscan el favor del gobernante,

pero la sentencia de cada uno viene del Señor.

27

Para los justos, los malvados son repugnantes;

para los malvados, los repugnantes son los justos.

Reina Valera Contemporánea (RVC)


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DAB Español, Lunes 15 de Diciembre

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