Saturday, May 4, 2024

DAB Español, Domingo 05 de Mayo

Día 126, DAB Español, Domingo 05 de Mayo


Jueces 21:1 - Rut 1:22; Juan 4:5-42; Salmos 105:1-15; Proverbios 14:25 (Reina Valera Contemporánea (RVC))








Jueces 21 - Rut 1

Reina Valera Contemporánea

Mujeres para los benjamitas


21 En Mispá, los israelitas juraron que ninguno de ellos dejaría que sus hijas se casaran con los benjaminitas. 2 Se reunieron como pueblo en la presencia de Dios, y toda la noche lloraron, y con grandes lamentos decían:


3 «Señor, Dios de Israel, ¿por qué le ha sucedido esto a nuestro pueblo? ¿Por qué tendría que faltar una de nuestras tribus?»


4 Al día siguiente, muy de mañana, el pueblo se levantó y construyó un altar, y allí le ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación. 5 Luego se preguntaron:


«¿Cuáles tribus, de todas las que componen Israel, no se presentaron ante el Señor?»


Y es que habían hecho un pacto de muerte contra los que no hubieran estado en Mispá. 6 Además, los israelitas estaban tristes por la suerte de la tribu de Benjamín, pues decían:


«Hoy ha sido separada de Israel una de sus tribus. 7 ¿Qué vamos a hacer con los hombres que aun quedan, en cuanto a mujeres para ellos? Nosotros hicimos un pacto ante el Señor, de que no les daremos nuestras hijas por mujeres.»


8 También se preguntaban:


«¿Hay alguien de las tribus de Israel que no se haya presentado ante el Señor en Mispá?»


Y se dieron cuenta de que ninguno de la familia de Jabés Galaad se había presentado a la reunión en el campamento, 9 pues cuando se pasó revista al pueblo, no estuvo allí ninguno de esa familia. 10 Entonces la comunidad envió a doce mil hombres de los más valientes, con las órdenes de matar a todos los habitantes de Jabés Galaad, incluso a mujeres y niños, 11 y a todos los varones, y a las mujeres que ya hubieran tenido relaciones íntimas con algún hombre. 12 Cuando esos israelitas llegaron a Jabés Galaad, hallaron a cuatrocientas doncellas que aún no habían tenido relaciones íntimas con ningún hombre, y las llevaron al campamento en Silo, en la tierra de Canaán.


13 Entonces la comunidad envió un mensaje a los benjaminitas que estaban en la peña de Rimón, para invitarlos a hacer las paces. 14 Cuando los benjaminitas llegaron, les dieron las mujeres que habían traído de Jabés Galaad. Pero aún faltaron mujeres. 15 Y los israelitas tuvieron compasión de los benjaminitas, porque el Señor había dejado un vacío entre las tribus de Israel. 16 Ante esto, los ancianos de la comunidad dijeron:


«¿Qué vamos a hacer para dar mujeres a los hombres que no alcanzaron ninguna?»


Y es que habían matado a todas las mujeres benjaminitas. 17 Resolvieron entonces que las propiedades de Benjamín quedaran en manos de los que habían escapado de morir, para que no desapareciera una tribu de Israel, 18 y dijeron:


«Nosotros no les podemos dar por esposas a nuestras hijas, por causa del pacto que hicimos de condenar al que les dé por mujer a una de sus hijas.»


19 Pero recordaron que cada año se celebraba una fiesta especial del Señor en Silo, al norte de Betel y al oriente del camino que va de Betel a Siquén, y al sur de Lebona. 20 Aconsejaron entonces a los benjaminitas que pusieran emboscadas en los viñedos, 21 y que estuvieran atentos para que, cuando vieran a las mujeres de Silo salir a bailar en grupos, ellos salieran de los viñedos y tomaran para sí a una de las mujeres de Silo, y se la llevara a su tierra. 22 Y añadieron:


«Si los padres o los hermanos de ellas las reclaman, nosotros les pediremos que los perdonen y se las concedan como un favor especial, ya que durante la guerra contra Jabés no tomamos mujeres para todos. Además, como ellos mismos no se las entregaron, no tendrán que sentirse culpables.»


23 Los benjaminitas aceptaron el consejo; y cada uno raptó para sí una de las mujeres que bailaban, y luego se fueron a su tierra, donde volvieron a edificar y habitar sus ciudades. 24 Por su parte, también los israelitas se fueron, cada uno con su familia, a su tierra.


25 En aquellos días no había rey en Israel, y cada quien hacía lo que le parecía mejor.

Rut y Noemí


1 En los días en que los jueces gobernaban en Israel, hubo mucha hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, junto con su mujer y sus dos hijos. 2 Ese hombre se llamaba Elimelec, y su mujer, Noemí; sus hijos se llamaban Majlón y Quelión, y habían nacido en Efrata, de Belén de Judá. Cuando llegaron a los campos de Moab, se quedaron a vivir allí.


3 Pero murió Elimelec, marido de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. 4 Más tarde, ellos se casaron con unas moabitas, una de las cuales se llamaba Orfa, y la otra Rut, y se quedaron a vivir en Moab durante unos diez años. 5 Pero también murieron Majlón y Quelión, y Noemí se quedó desamparada, sin marido ni hijos.


6 Cuando Noemí se enteró de que el Señor había bendecido a su pueblo y que el hambre había terminado, decidió abandonar Moab junto con sus nueras. 7 Las tres mujeres salieron de donde habían vivido, y emprendieron el camino de vuelta a la tierra de Judá. 8 Pero Noemí les dijo a sus dos nueras:


«Es mejor que regresen a la casa de su madre. Que el Señor las trate con misericordia, tal y como ustedes nos trataron a mis hijos y a mí. 9 Que el Señor les conceda hallar reposo, cada una en casa de su propio marido.»


Luego las despidió con un beso, pero ellas se pusieron a llorar a voz en cuello 10 y le dijeron:


«Las dos nos queremos ir contigo a tu pueblo.»


11 Pero Noemí respondió:


«Regresen a su pueblo, hijas mías. No tiene caso que vengan conmigo, pues ya no tengo más hijos que puedan ser sus maridos. 12 ¡Váyanse, hijas mías! Yo ya estoy vieja para tener marido. Y aun cuando abrigara esa esperanza, y esta noche estuviera con un hombre y volviera a tener hijos, 13 ¿habrían de quedarse ustedes sin casar, por causa de ellos? ¡No, hijas mías! Mi amargura es mayor que la de ustedes, porque el Señor se ha puesto en mi contra.»


14 Pero ellas seguían llorando a voz en cuello. Y Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella. 15 Entonces Noemí dijo:


«Mira a tu cuñada. Ya regresa a su pueblo, con sus dioses. ¡Regrésate también tú!»


16 Pero Rut le respondió:


«¡No me pidas que te deje y me aparte de ti!

A dondequiera que tú vayas, iré yo;

dondequiera que tú vivas, viviré.

Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

17

Donde tú mueras, moriré yo,

y allí quiero que me sepulten.

Que el Señor me castigue, y más aún,

si acaso llego a dejarte sola.

¡Sólo la muerte nos podrá separar!»


18 Y como Noemí vio que Rut estaba resuelta a ir con ella, no dijo más. 19 Y así, las dos siguieron caminando juntas hasta llegar a Belén. Y en cuanto entraron a la ciudad, hubo gran agitación entre toda la gente por causa de ellas, pues decían:


«¿Qué, no es ésta Noemí?»


20 Pero ella les respondió:


«Ya no me llamen Noemí.[a] Llámenme Mara.[b] Ciertamente, grande es la amargura que me ha hecho vivir el Todopoderoso. 21 Yo salí de aquí con las manos llenas, pero él me ha hecho volver con las manos vacías. ¿Por qué llamarme Noemí, si el Señor se ha puesto en mi contra, y mis aflicciones vienen del Todopoderoso?»


22 Fue así como Noemí volvió de Moab, acompañada de Rut, su nuera moabita. Llegaron a Belén cuando comenzaba la cosecha de la cebada.

Footnotes


Rut 1:20 Es decir, Placentera.

Rut 1:20 Es decir, Amarga.



Juan 4:5-42

Reina Valera Contemporánea


5 así que fue a una ciudad llamada Sicar, la cual está junto a la heredad que Jacob le dio a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob, y como Jesús estaba cansado del camino, se sentó allí, junto al pozo. Eran casi las doce del día.


7 Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.» 8 Y es que sus discípulos habían ido a la ciudad para comprar de comer. 9 La samaritana le dijo: «¿Y cómo es que tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Y es que los judíos y los samaritanos no se tratan entre sí. 10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”; tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.» 11 La mujer le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua, y el pozo es hondo. Así que, ¿de dónde tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?» 13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; 14 pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna.» 15 La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, para que yo no tenga sed ni venga aquí a sacarla.»


16 Jesús le dijo: «Ve a llamar a tu marido, y luego vuelve acá.» 17 La mujer le dijo: «No tengo marido.» Jesús le dijo: «Haces bien en decir que no tienes marido, 18 porque ya has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Esto que has dicho es verdad.» 19 La mujer le dijo: «Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que el lugar donde se debe adorar es Jerusalén.» 21 Jesús le dijo: «Créeme, mujer, que viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22 Ustedes adoran lo que no saben; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero viene la hora, y ya llegó, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca que lo adoren tales adoradores. 24 Dios es Espíritu; y es necesario que los que lo adoran, lo adoren en espíritu y en verdad.» 25 Le dijo la mujer: «Yo sé que el Mesías, llamado el Cristo, ha de venir; y que cuando él venga nos explicará todas las cosas.» 26 Jesús le dijo: «Yo soy, el que habla contigo.»


27 En esto vinieron sus discípulos, y se asombraron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: «¿Qué pretendes? ¿O de qué hablas con ella?» 28 La mujer dejó entonces su cántaro y fue a la ciudad, y les dijo a los hombres: 29 «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?» 30 Entonces ellos salieron de la ciudad, y fueron a donde estaba Jesús.


31 Mientras tanto, con ruegos los discípulos le decían: «Rabí, come.» 32 Pero él les dijo: «Para comer, yo tengo una comida que ustedes no conocen.» 33 Los discípulos se decían unos a otros: «¿Alguien le habrá traído algo para comer?» 34 Jesús les dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió, y llevar a cabo su obra. 35 ¿Acaso no dicen ustedes: “Aún faltan cuatro meses para el tiempo de la siega”? Pues yo les digo: Alcen los ojos, y miren los campos, porque ya están blancos para la siega. 36 Y el que siega recibe su salario y recoge fruto para vida eterna, para que se alegren por igual el que siembra y el que siega. 37 Porque en este caso es verdad lo que dice el dicho: “Uno es el que siembra, y otro es el que siega.” 38 Yo los he enviado a segar lo que ustedes no cultivaron; otros cultivaron, y ustedes se han beneficiado de sus trabajos.»


39 Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que en su testimonio decía: «Él me dijo todo lo que he hecho.» 40 Entonces los samaritanos fueron adonde él estaba, y le rogaron que se quedara con ellos; y él se quedó allí dos días. 41 Y muchos más creyeron por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: «Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído, y sabemos, que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»


Salmos 105:1-15

Reina Valera Contemporánea

Maravillas del Señor a favor de Israel


105 ¡Alaben al Señor, invoquen su nombre!

¡Que los pueblos reconozcan sus obras!

2

¡Canten, sí, cántenle salmos!

¡Proclamen todas sus maravillas!

3

¡Regocíjense en su santo nombre!

¡Alégrense de corazón los que buscan al Señor!

4

¡Busquen el poder del Señor!

¡Busquen siempre a Dios!

5

¡Recuerden sus grandes maravillas,

sus hechos prodigiosos y sus sabias sentencias!

6

Ustedes son los descendientes de Abrahán;

ustedes son los hijos de Jacob, sus escogidos.


7

El Señor es nuestro Dios;

en toda la tierra prevalecen sus juicios.

8

Nunca se olvida de su pacto,

de la palabra que dictó para mil generaciones.

9

Fue un acuerdo que hizo con Abrahán,

y que lo confirmó con Isaac.

10

Con Jacob lo estableció como decreto;

con Israel lo hizo un pacto duradero

11

cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán

como la herencia que te corresponde.»


12

Ellos no eran numerosos;

eran unos simples forasteros.

13

Andaban de nación en nación,

y de un reino a otro reino;

14

pero Dios no dejó que fueran agraviados,

sino que por ellos castigó a los reyes

15

y dijo: «¡No toquen a mis ungidos!

¡No les hagan daño a mis profetas!»


Proverbios 14:25

Reina Valera Contemporánea


25

El testigo verdadero te salva la vida;

el testigo falso te difama.

Reina Valera Contemporánea (RVC)


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