Saturday, October 21, 2023

DAB Español, Domingo 22 de Octubre

Día 295, DAB Español, Domingo 22 de Octubre


Jeremías 39:1-41:18; 2 Timoteo 1:1-18; Salmos 90-91; Proverbios 26:1-2 (Reina Valera Contemporánea (RVC))








Jeremías 39-41

Reina Valera Contemporánea

Caída de Jerusalén


39 En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén con todo su ejército, y sitió la ciudad. 2 A los nueve días del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, se abrió una brecha en la muralla de la ciudad, 3 por la que entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, es decir, Nergal Sarézer, Samgar Nebo, Sarsequín el Rabsaris, Nergal Sarézer el Rabmag, y todos los demás príncipes del rey de Babilonia, y acamparon en la puerta central. 4 Cuando los vieron el rey Sedequías de Judá y todos sus soldados, huyeron de noche. Salieron de la ciudad por el camino del jardín real, por la puerta entre las dos murallas, y el rey salió por el camino del Arabá. 5 Pero el ejército caldeo los siguió, y alcanzaron y apresaron a Sedequías en los llanos de Jericó. Entonces lo llevaron a Ribla, en tierra de Jamat, donde se encontraba el rey Nabucodonosor de Babilonia, y éste le dictó sentencia. 6 Allí en Ribla, el rey de Babilonia mandó degollar en presencia de Sedequías a los hijos de éste, lo mismo que a todos los nobles de Judá. 7 Al rey Sedequías le sacó los ojos, y se lo llevó a Babilonia sujeto con grilletes. 8 Los caldeos les prendieron fuego al palacio del rey y a las casas del pueblo, y derribaron las murallas de Jerusalén. 9 A los que quedaron con vida en la ciudad, y a los que se habían pasado a su bando, y a todos los sobrevivientes del pueblo, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó cautivos a Babilonia. 10 Sin embargo, el capitán Nabuzaradán dejó en Judá a la gente pobre, que no tenía nada, y les dio viñas y terrenos.

Nabucodonosor cuida de Jeremías


11 En cuanto a Jeremías, Nabucodonosor le había dado a Nabuzaradán las siguientes instrucciones: 12 «Tómalo y cuida de él. No le hagas ningún daño. Más bien, haz con él lo que yo te diga.»


13 Fue así como Nabuzaradán, capitán de la guardia, y Nabusazbán el Rabsaris, Nergal Sarézer el Rabmag, y todos los príncipes del rey de Babilonia, 14 ordenaron sacar a Jeremías del patio de la cárcel, para entregárselo a Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán, quien se lo llevó a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir entre el pueblo.

Dios promete salvar a Ébed Mélec


15 Mientras Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel, la palabra del Señor vino a él, y le dijo:


16 «Ve y habla con Ébed Mélec, el etíope, y dile de mi parte: “Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, te hago saber que voy a traer sobre esta ciudad todo lo que ya he anunciado. Será para su mal, y no para su bien. Cuando eso suceda, tú mismo serás testigo. 17 Pero yo te pondré a salvo, y no caerás en manos de esa gente, a la que temes.


—Palabra del Señor.


18 ”Yo te libraré. No morirás a filo de espada, sino que tu vida será tu botín de guerra, porque tuviste confianza en mí.”»


—Palabra del Señor.

Jeremías y el remanente con Gedalías


40 La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Nabuzaradán, el capitán de la guardia, lo liberó en Ramá, y de que él había estado encadenado y marchaba entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que eran llevados a Babilonia. 2 El capitán de la guardia tomó a Jeremías y le dijo:


«El Señor, tu Dios, había anunciado este mal contra este lugar, 3 y ha cumplido con lo que había dicho. Esto les ha sucedido porque ustedes pecaron contra el Señor y no lo obedecieron. 4 Ahora yo te he quitado las cadenas que tenías en las manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven. Yo cuidaré de ti. Pero si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, no vengas. Ahí está todo el país, delante de ti. Puedes ir a donde quieras, y a donde te parezca mejor. 5 Si prefieres quedarte, regresa a donde está Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán, pues el rey de Babilonia lo ha puesto al frente de todas las ciudades de Judá. Puedes quedarte con él y vivir entre el pueblo; o ir a donde te parezca mejor.»


Dicho esto, el capitán de la guardia le dio provisiones y un regalo, y lo despidió. 6 Entonces Jeremías se fue a Mispá, donde estaba Gedalías hijo de Ajicán, y vivió allí, entre el pueblo que se había quedado en el país.


7 Cuando todos los jefes del ejército de Judá que no se habían rendido, y sus hombres, supieron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país a Gedalías hijo de Ajicán, y que había dejado a su cargo a los hombres, las mujeres y los niños, y a los pobres de la tierra que no habían sido llevados a Babilonia, 8 fueron a Mispá para hablar con Gedalías. Ellos eran Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Careaj, Seraías hijo de Tanjumet, los hijos de Efay el netofatita, y Jezanías, que era hijo de un macatita, más todos sus hombres. 9 A ellos y a sus hombres Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán, les hizo este juramento:


«No teman servir a los caldeos. Quédense a vivir en el país y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien. 10 Yo me quedaré a vivir en Mispá para hablar con los caldeos cuando vengan a vernos. Ustedes pueden tomar el vino, los frutos de verano y el aceite, y ponerlo en sus almacenes, y quédense en las ciudades que han tomado.»


11 Todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón y de Edom, y los que estaban en todas las tierras, se enteraron de que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá, y que había nombrado gobernador a Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán. 12 Entonces todos estos judíos regresaron de todos los lugares por donde habían sido esparcidos, y vinieron a la tierra de Judá para ver a Gedalías en Mispá, y para recoger vino y abundantes frutos.

Conspiración de Ismael contra Gedalías


13 Johanán hijo de Careaj y todos los jefes de los soldados que no se habían rendido fueron a ver a Gedalías en Mispá, 14 Y le dijeron:


«¿Acaso no sabes que Baalís, el rey de los amonitas, ha enviado a Ismael hijo de Netanías para que te mate?»


Pero Gedalías hijo de Ajicán no les creyó. 15 Entonces allí en Mispá, Johanán hijo de Careaj habló en secreto con Gedalías y le propuso:


«Voy a ir en busca de Ismael hijo de Netanías, y lo mataré sin que nadie lo sepa. Si él llegara a matarte, ¡todos los judíos que se han reunido contigo se dispersarían, y el resto de Judá perecerá!»


16 Pero Gedalías hijo de Ajicán le dijo a Johanán hijo de Careaj:


«No lo hagas. Eso que dices de Ismael es una falsedad.»


41 En el mes séptimo, Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la descendencia real, fue a Mispá para visitar a Gedalías hijo de Ajicán, y allí en Mispá comieron pan juntos. Lo acompañaban algunos príncipes del rey y otros diez hombres. 2 De pronto, Ismael hijo de Netanías y los diez hombres que con él estaban se levantaron y, con sus espadas, hirieron a Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán. Así mataron a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país. 3 Ismael mató también a todos los judíos que estaban en Mispá con Gedalías, y a los soldados caldeos que allí se encontraban.


4 Un día después, cuando aún nadie sabía que Ismael había matado a Gedalías, 5 unos ochenta hombres llegaron de Siquén, de Silo y de Samaria. Venían con la barba raída y con los vestidos rasgados, y con heridas en el cuerpo, y en sus manos traían una ofrenda e incienso para llevarlos a la casa del Señor. 6 Desde Mispá, Ismael hijo de Netanías les salió al encuentro. Iba todo lloroso. Cuando los encontró, les dijo:


«Vengan a ver a Gedalías hijo de Ajicán.»


7 En cuanto aquellos hombres estuvieron dentro de la ciudad, Ismael hijo de Netanías y los hombres que estaban con él los degollaron, y luego los echaron dentro de una cisterna. 8 Pero entre esos hombres había diez que le dijeron a Ismael:


«No nos mates. En el campo tenemos mucho trigo y cebada, y aceite y miel.»


A esos diez, Ismael los dejó con vida.


9 La cisterna en donde Ismael hijo de Netanías arrojó los cadáveres de todos los hombres que había matado por causa de Gedalías era la misma que el rey Asa había hecho para defenderse de Basá rey de Israel. Pero Ismael la llenó de muertos. 10 Después Ismael se pasó al bando de los amonitas, y se llevó cautivos a los sobrevivientes que había en Mispá, a las hijas del rey, y a todo el pueblo que Nabuzaradán, el capitán de la guardia, había dejado a cargo de Gedalías hijo de Ajicán.


11 Cuando Johanán hijo de Careaj y todos los jefes de los soldados que estaban con él supieron todo el mal que había hecho Ismael hijo de Netanías, 12 tomaron a todos sus hombres y fueron a pelear contra Ismael hijo de Netanías, al que hallaron junto al gran estanque que está en Gabaón. 13 Toda la gente que Ismael tenía prisionera se alegró al ver a Johanán hijo de Careaj y a todos los capitanes de soldados que lo acompañaban. 14 Entonces todos los cautivos que Ismael había traído desde Mispá se volvieron contra él y se unieron a Johanán hijo de Careaj, 15 pero Ismael hijo de Netanías se escapó de Johanán con ocho hombres, y se fue al país de los amonitas. 16 Entonces Johanán hijo de Careaj y todos los jefes de soldados que estaban con él tomaron al resto del pueblo que había rescatado de manos de Ismael hijo de Netanías, es decir, a los soldados, mujeres, niños y eunucos que Johanán había traído de Gabaón y que Ismael se había llevado de Mispá después de matar a Gedalías hijo de Ajicán, 17 y se fueron y habitaron en Guerut Quimán, que está cerca de Belén, con la intención de emigrar a Egipto, 18 pues por haberle dado muerte Ismael hijo de Netanías a Gedalías hijo de Ajicán, al cual el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra, tenían miedo de los caldeos.

2 Timoteo 1

Reina Valera Contemporánea

Saludo


1 Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios y según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, amado hijo: Que tengas gracia, misericordia y paz, de Dios el Padre y de Jesucristo nuestro Señor.

Testificando de Cristo


3 Doy gracias a Dios, a quien, como mis antepasados, sirvo con limpia conciencia, de que siempre, día y noche, me acuerdo de ti en mis oraciones. 4 Al acordarme de tus lágrimas siento deseos de verte, para llenarme de gozo; 5 pues me viene a la memoria la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que habita en ti también. 6 Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios, que por la imposición de mis manos está en ti. 7 Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.


8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, preso suyo. Al contrario, participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, 9 quien nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, quien quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio, 11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los no judíos. 12 Por eso mismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 13 Retén la forma de las sanas palabras que oíste de mí, en la fe y en el amor que es en Cristo Jesús. 14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros.


15 Ya sabes que me abandonaron todos los que están en Asia, dos de los cuales son Figelo y Hermógenes. 16 Que el Señor tenga misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me reanimó, y no se avergonzó de mis cadenas, 17 sino que cuando estuvo en Roma, me buscó afanosamente y me halló. 18 Que en aquel día el Señor le conceda hallar misericordia cerca del Señor. Tú mejor que nadie sabes cuánto nos ayudó en Éfeso.

Salmos 90-91

Reina Valera Contemporánea

LIBRO IV

Eternidad de Dios y transitoriedad del hombre

Oración de Moisés, varón de Dios.


90 Señor, tú has sido nuestro refugio

de una generación a otra generación.

2

Antes de que nacieran los montes

y de que formaras la tierra y el mundo;

desde los tiempos primeros

y hasta los tiempos postreros,

¡tú eres Dios!


3

Nos devuelves al polvo cuando dices:

«¡De vuelta al polvo, seres mortales!»

4

Para ti, mil años son, en realidad,

como el día de ayer, que ya pasó;

¡son como una de las vigilias de la noche!


5

¡Nos arrebatas como una violenta corriente!

¡Somos etéreos como un sueño!

¡Somos como la hierba que crece en la mañana!

6

Por la mañana crecemos y florecemos,

y por la tarde se nos corta, y nos secamos.


7

Con tu furor somos consumidos;

con tu ira quedamos desconcertados.

8

Tienes ante ti nuestras maldades;

¡pones al descubierto nuestros pecados!


9

Nuestra vida declina por causa de tu ira;

nuestros años se esfuman como un suspiro.

10

Setenta años son los días de nuestra vida;

ochenta años llegan a vivir los más robustos.

Pero esa fuerza no es más que trabajos y molestias,

pues los años pronto pasan, lo mismo que nosotros.


11

¿Quién conoce la fuerza de tu ira,

y hasta qué punto tu enojo debe ser temido?

12

¡Enséñanos a contar bien nuestros días,

para que en el corazón acumulemos sabiduría!


13

Señor, ¿hasta cuándo te volverás a nosotros?

¡Calma ya tu enojo con tus siervos!

14

¡Sácianos de tu misericordia al empezar el día,

y todos nuestros días cantaremos y estaremos felices!

15

¡Danos la alegría que no tuvimos

todo el tiempo que nos afligiste,

todos los años en que experimentamos el mal!

16

¡Haz que tus obras se manifiesten en tus siervos,

y que tu gloria repose sobre sus hijos!

17

Señor y Dios nuestro, ¡muéstranos tu bondad

y confirma la obra de nuestras manos!

¡Sí, confirma la obra de nuestras manos!

A la sombra del Omnipotente


91 El que habita al abrigo del Altísimo

y se acoge a la sombra del Omnipotente,

2

dice al Señor: «Tú eres mi esperanza, mi Dios,

¡el castillo en el que pongo mi confianza!»


3

El Señor te librará de las trampas del cazador;

te librará de la peste destructora.

4

El Señor te cubrirá con sus plumas,

y vivirás seguro debajo de sus alas.

¡Su verdad es un escudo protector!


5

No tendrás temor de los terrores nocturnos,

ni de las flechas lanzadas de día;

6

no temerás a la peste que ronda en la oscuridad,

ni a la mortandad que destruye a pleno sol.

7

A tu izquierda caerán mil,

y a tu derecha caerán diez mil,

pero a ti no te alcanzará la mortandad.

8

¡Tú lo verás con tus propios ojos!

¡Tú verás a los impíos recibir su merecido!


9

Por haber puesto al Señor por tu esperanza,

por poner al Altísimo como tu protector,

10

no te sobrevendrá ningún mal,

ni plaga alguna tocará tu casa.


11

El Señor mandará sus ángeles a ti,

para que te cuiden en todos tus caminos.

12

Ellos te llevarán en sus brazos,

y no tropezarán tus pies con ninguna piedra.

13

Aplastarás leones y víboras;

¡pondrás tu pie sobre leones y serpientes!


14

«Yo lo pondré a salvo, porque él me ama.

Lo enalteceré, porque él conoce mi nombre.

15

Él me invocará, y yo le responderé;

estaré con él en medio de la angustia.

Yo lo pondré a salvo y lo glorificaré.

16

Le concederé muchos años de vida,

y le daré a conocer mi salvación.»

Proverbios 26:1-2

Reina Valera Contemporánea


26 No conviene la nieve en el verano,

ni la lluvia en el tiempo de la siega,

ni colmar de honores al necio.


2

Gorrión sin rumbo, golondrina que revolotea:

¡eso es la maldición sin causa, pues nunca llega!

Reina Valera Contemporánea (RVC)


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