Tuesday, October 21, 2025

DAB Español, Miércoles 22 de Octubre

Día 296, DAB Español, Miércoles 22 de Octubre


Jeremías 39:1-41:18; 2 Timoteo 1:1-18; Salmos 90-91; Proverbios 26:1-2 (Nueva Biblia Viva (NBV))










    

Jeremías 39-41

Nueva Biblia Viva

La caída de Jerusalén


39 Fue en enero del noveno año del reinado del rey Sedequías de Judá que el rey Nabucodonosor y su ejército volvieron a atacar a Jerusalén y la sitiaron. 2 Dos años después, en el mes de julio, abrieron una brecha en la muralla, por la cual entraron y la ciudad cayó rendida. 3 Todos los oficiales del ejército babilónico entraron y, triunfantes, se sentaron delante de la puerta principal de la ciudad. Nergal Sarézer estaba allí, con Samgar, Nebo Sarsequín y Nergal Sarézer, el hombre de confianza del rey, y muchos otros.


4 Cuando el rey Sedequías y sus soldados se dieron cuenta de que la ciudad estaba perdida, huyeron de noche por la puerta que hay entre las dos murallas detrás del jardín del palacio, atravesando los campos hacia el valle del Jordán. 5 Pero los babilonios persiguieron al rey, lo capturaron en los llanos de Jericó y se lo llevaron a Nabucodonosor, rey de Babilonia, que estaba en Riblá, en tierra de Jamat, en donde lo sentenció. 6 El rey de Babilonia obligó a Sedequías a presenciar cómo mataban a sus hijos y a todos los nobles de Judá. 7 Luego le sacó los ojos a Sedequías y lo envió encadenado como esclavo a Babilonia.


8 Mientras tanto el ejército incendió a Jerusalén, inclusive el palacio, y derribó las murallas de la ciudad. 9 Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, y sus hombres enviaron a Babilonia al resto de la población de Jerusalén y a los que se habían pasado de su lado. 10 Pero por toda la tierra de Judá dejó unos cuantos, de entre los más pobres, y les dio tierras y viñedos.


11-12 Mientras tanto el rey Nabucodonosor le había ordenado a Nabuzaradán que buscara a Jeremías.


―Encárgate de que no sufra ningún daño, le dijo. Cuídalo bien y dale cuanto quiera.


13 Así es que Nabuzaradán, capitán de la guardia, Nabusazbán, jefe de los eunucos, Nergal Sarézer, consejero del rey, y todos los oficiales tomaron medidas para cumplir lo que el rey había ordenado. 14 Enviaron soldados a que sacaran a Jeremías de la cárcel y lo pusieron al cuidado de Guedalías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, para que lo llevara de regreso a su casa. Y Jeremías vivió allí entre la gente de su pueblo que había quedado en el país.


15 El Señor dio el siguiente mensaje a Jeremías antes de la llegada de los babilonios, mientras aún estaba en la cárcel:


16 Mándale decir a Ebedmélec el etíope: El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: Cumpliré todas mis amenazas contra esta ciudad; la destruiré ante tus ojos, 17 pero a ti te libraré, no serás muerto por aquellos a quienes tanto temes. 18 Como recompensa por confiar en mí, yo preservaré tu vida y te guardaré a salvo.

Liberación de Jeremías


40 Nabuzaradán, capitán de la guardia, llevó a Jeremías a Ramá junto con todo el pueblo exiliado de Jerusalén y Judá que eran enviados a Babilonia, pero luego lo soltó.


2-3 El capitán llamó aparte a Jeremías y le dijo:


―El Señor tu Dios ha traído este desastre sobre esta tierra tal como dijo que lo haría, porque este pueblo ha ofendido mucho al Señor cometiendo tantas maldades, por eso ocurrió todo este mal. 4 Ahora voy a quitarte las cadenas y a dejarte ir. Si quieres venir conmigo a Babilonia, muy bien, yo me encargaré de que te atiendan bien. Pero si no deseas venir, quédate. Tienes la decisión; ve a donde quieras. 5 Si decides quedarte, vuelve adonde está Guedalías, que ha sido nombrado gobernador de Judá por el rey de Babilonia, y quédate con el resto del pueblo que él gobierna. Pero es cosa tuya; ve a donde quieras.


Nabuzaradán le dio a Jeremías alimentos y dinero y lo dejó ir. 6 Jeremías volvió entonces a donde estaba Guedalías y vivió en Judá con el pueblo que se había quedado en el país.

Asesinato de Guedalías


7 Y cuando los jefes de los guerrilleros judíos que andaban por el campo oyeron que el rey de Babilonia había nombrado a Guedalías gobernador de los pobres de la tierra que se habían quedado, y no había exiliado a todos a Babilonia, 8 fueron a ver a Guedalías en Mizpa, donde tenía su cuartel general. Los jefes que acudieron fueron estos: Ismael, hijo de Netanías, Johanán y Jonatán, hijos de Carea, Seraías, hijo de Tanjumet, los hijos de Efay (el netofatita), Jezanías, hijo de un macateo, y sus hombres. 9 Y Guedalías les aseguró que rindiéndose a los babilonios estarían a salvo.


―Quédense aquí y sírvanle al rey de Babilonia —dijo—, y en todo les irá bien. 10 En lo que a mí respecta, me quedaré en Mizpa e intercederé por ustedes ante los babilonios que vendrán acá como supervisores de mi administración. Establézcanse en cualquier ciudad que deseen, y vivan del producto de la tierra. Cosechen las uvas, los frutos de verano, las aceitunas, y almacénenlos.


11 Cuando los judíos que estaban en Moab, entre los amonitas, en Edom y en otras tierras vecinas, oyeron que unos cuantos del pueblo estaban aún en Judá, y que el rey de Babilonia no se los había llevado a todos, y que aquel Guedalías era el gobernador, 12 comenzaron a volver a Judá desde los muchos lugares a donde habían huido. Se detuvieron en Mizpa para exponer sus planes a Guedalías y luego se fueron a las haciendas desiertas y recogieron una gran cosecha de uvas para vino, y otros productos.


13-14 Pero poco después Johanán, hijo de Carea, y los demás jefes guerrilleros fueron a Mizpa para advertirle a Guedalías que Balís, el rey de los amonitas, había enviado a Ismael, hijo de Netanías, para asesinarlo. Pero Guedalías no quiso creerles. 15 Entonces Johanán tuvo una conferencia privada con Guedalías, en la que Johanán se ofreció para matar a Ismael en secreto.


―¿Por qué habríamos de permitirle que venga a asesinarte? —preguntó Johanán—. ¿Qué les ocurrirá a los judíos que se han quedado si tú mueres? ¡Seguro serían esparcidos y se perdería este remanente del pueblo que aun queda!


16 Pero Guedalías dijo:


―Les prohíbo hacer tal cosa, pues lo que dicen de Ismael es mentira.


41 Pero en octubre Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisama, que era miembro de la familia real y uno de los principales oficiales del rey, llegó a Mizpa, acompañado de diez hombres. Guedalías los invitó a comer. 2 Mientras comían, Ismael y los diez hombres apalabrados con él se pusieron de pie de un salto, sacaron sus espadas y mataron a Guedalías. 3 Después salieron e hirieron de muerte con sus armas a todos los oficiales judíos y a todos los oficiales babilonios que estaban en Mizpa con Guedalías.


4 Al día siguiente, antes que nadie se enterara de lo ocurrido, 5 ochenta hombres procedentes de Siquem, Siló y Samaria marcharon a Mizpa para adorar en el templo del Señor. Se habían rasurado la barba, habían rasgado sus vestiduras y herido sus cuerpos; y traían ofrendas y perfumes delicados. 6 Ismael salió a su encuentro desde la ciudad, llorando mientras marchaba. Cuando se topó con ellos les dijo:


―¡Vengan y vean lo que le ha ocurrido a Guedalías!


7 Luego, cuando estuvieron dentro de la ciudad, Ismael y sus hombres mataron a todos, excepto a diez, y arrojaron sus cadáveres a una cisterna. 8 Los diez habían convencido a Ismael que los dejara partir y que ellos le traerían sus tesoros de trigo, cebada, aceite y miel que habían escondido. 9 La cisterna en que Ismael echó los cadáveres de los hombres que había asesinado era la grande construida por el rey Asá cuando fortificó a Mizpa para protegerse contra Basá, rey de Israel.


10 Ismael aprisionó a las hijas del rey y al pueblo que Nabuzaradán, capitán de la guardia, había dejado al cuidado de Guedalías en Mizpa. Poco después los llevó consigo cuando se dirigió hacia el territorio de los amonitas.


11 Pero cuando Johanán, hijo de Carea, y el resto de los jefes guerrilleros oyeron lo que Ismael había hecho, 12 tomaron a todos los hombres y fueron a detenerlo. Lo alcanzaron en el estanque cerca de Gabaón. 13-14 El pueblo que acompañaba a Ismael gritó de alegría al ver a Johanán y sus hombres, y corrieron a su encuentro.


15 Mientras tanto Ismael escapó con ocho de sus hombres a la tierra de los amonitas.

Huida a Egipto


16-17 Entonces Johanán y sus hombres fueron al pueblo de Guerut Quimán, cerca de Belén, llevando consigo a los que habían rescatado: soldados, mujeres, niños y eunucos, para prepararse para salir huyendo a Egipto, 18 porque tenían miedo de lo que harían los babilonios cuando tuvieran noticia de que Ismael había matado al gobernador Guedalías, pues este había sido escogido y nombrado por el rey babilónico.



2 Timoteo 1

Nueva Biblia Viva


1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús porque Dios así lo quiso, de acuerdo con la promesa de vida que tenemos en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, mi amado hijo:


Que Dios el Padre y Jesucristo nuestro Señor derramen en ti su gracia, su misericordia y su paz.

Exhortación a la fidelidad


3 ¡Siempre doy gracias a Dios por ti, Timoteo! De día y de noche elevo oraciones por ti al Dios de mis antepasados. A él le sirvo con la conciencia limpia.


4 Cuando recuerdo tus lágrimas, anhelo tener la alegría de volver a verte. 5 ¿Cómo he de olvidar la sinceridad de tu fe, que es como la que animó a tu madre Eunice y a tu abuela Loida? Estoy seguro de que es así.


6 Por eso te aconsejo que avives la llama del don que Dios te dio cuando puse las manos sobre ti. 7 El Espíritu que es don de Dios, no quiere que temamos a la gente, sino que tengamos fortaleza, amor y dominio propio.


8 Así que no te avergüences de hablar de nuestro Señor, ni de mí, que estoy preso por la causa de Cristo. Al contrario, debes ser capaz de sufrir por el evangelio, pues Dios te dará fuerzas. 9 Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no porque lo mereciéramos sino por su amor y porque así lo planeó. Antes que el mundo comenzara, su plan era mostrarnos su bondad a través de Cristo Jesús.


10 Esto se hizo patente con la venida de nuestro Salvador Jesucristo, quien quebrantó el poder de la muerte y nos mostró la vida incorruptible por medio del evangelio. 11 Dios me nombró apóstol suyo, con la tarea de predicar y enseñar ese mensaje. 12 Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Mas no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que puede guardar lo que le he encomendado hasta el día de su retorno.


13 Ten por norma las sanas verdades que te enseñé, especialmente las concernientes al amor y a la fe en Cristo. 14 Guarda bien la preciosa enseñanza que Dios te dio, mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros.


15 Como sabrás, los de la provincia de Asia me han abandonado, aun Figelo y Hermógenes. 16 Que el Señor sea misericordioso con Onesíforo y toda su familia, porque muchas veces me confortó y nunca se avergonzó de que yo estuviera preso. 17 Al contrario, cuando estuvo en Roma me buscó por todas partes y por fin me halló. 18 Que el Señor le conceda hallar misericordia delante de Dios en aquel día. Tú sabes mejor que yo lo mucho que me ayudó en Éfeso.



Salmos 90-91

Nueva Biblia Viva

Oración de Moisés, hombre de Dios.


90 ¡Señor, tú has sido nuestro refugio en todas las generaciones! 2 Antes que los montes fueran creados, antes que la tierra fuera formada, tú eras Dios sin principio ni fin.


3 Tú haces que el ser humano vuelva al polvo, cuando dices: «Vuelve al polvo». 4 ¡Mil años son como el día de ayer para ti! ¡Son como unas cuantas horas! 5 Acabas con la gente como si fueran sueños que desaparecen; como hierba que nace en la mañana, 6 que al amanecer brota verde y fresca, y por la noche ya está marchita y seca. 7 Morimos bajo tu ira; tu enojo es como una carga muy pesada para nosotros. 8 Frente a ti extiendes nuestros pecados, nuestros pecados secretos, y los ves todos. 9 Vivimos nuestras vidas bajo tu ira. Llegamos al fin de nuestras vidas como en un suspiro.


10 Algunos llegamos a vivir hasta setenta años, quizás algunos alcancemos hasta los ochenta. Pero aun los mejores años de entre todos ellos, están llenos de dolor y problemas; pronto pasan y nosotros pasamos con ellos. 11 ¿Quién puede darse cuenta de los terrores de tu ira? ¿Quién de nosotros puede temer tu gran ira como debe?


12 Enséñanos a contar bien nuestros días para que nuestro corazón se llene de sabiduría.


13 Oh Señor vuelve a nosotros. ¿Cuánto tardarás? Ten compasión de tus siervos. 14 Llénanos con tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría. 15 Hemos sufrido días y años; ¡devuélvenos ahora esos días y años en alegría! 16 Que volvamos a ver tus milagros; que nuestros hijos vean maravillas; como las que antes hacías. 17 Que el Señor nuestro Dios nos muestre su favor. Que el trabajo de nuestras manos tenga éxito; sí, que el trabajo de nuestras manos tenga éxito.


91 El que vive al abrigo del Altísimo, descansará bajo la sombra del Todopoderoso.


2 Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio y en ti estoy seguro; eres mi Dios, y en ti confío». 3 Porque él te libra de todas las trampas y te protege de plagas mortales. 4 Él te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas encontrarás refugio. ¡Sus fieles promesas son tu armadura y protección! 5 No tienes que temer al terror de la noche, ni asustarte por los peligros del día, 6 ni atemorizarte por las plagas que se ocultan en las tinieblas ni por los desastres del mediodía.


7 Podrán caer mil al lado tuyo, y al otro lado diez mil casi muertos, pero el mal a ti no te tocará. 8 Lo verás tú mismo; verás como castiga a los malvados. 9 Si haces del Señor tu refugio, del Altísimo tu protección, 10 ningún mal te dominará; ninguna calamidad llegará a tu hogar.


11 Porque él ordena a sus ángeles que te protejan por dondequiera que vayas. 12 Te sostendrán con sus manos y evitarán que tropieces con las piedras del camino. 13 Pisotearás al león y a la serpiente venenosa; aplastarás a leones feroces y víboras bajo tus pies.


14 Porque el Señor dice: «Por cuanto me ama, yo lo libraré; lo protegeré porque confía en mi nombre. 15 Cuando me llame, yo responderé; estaré con él en la angustia, lo libraré y lo honraré. 16 Le daré muchos años de vida y le daré mi salvación».



Proverbios 26:1-2

Nueva Biblia Viva


26 Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio.


2 Como gorrión que vuela sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a destino.

Nueva Biblia Viva (NBV)


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