Sunday, August 18, 2019

DAB Español, Lunes 19 de Agosto

Día 231, DAB Español, Lunes 19 de Agosto

Ester 4:1-7:10; 1 Corintios 12:1-26; Salmos 36; Proverbios 21:21-22 (Nueva Biblia Viva (NBV))






Ester 4-7 Nueva Biblia Viva (NBV)
Acuerdo entre Mardoqueo y Ester
4 Cuando Mardoqueo supo lo que se había hecho, rasgó su ropa, se vistió de luto, se echó ceniza en la cabeza y salió por la ciudad dando gritos de dolor. 2 Se detuvo ante la puerta del palacio, porque a nadie se le permitía entrar vestido de esa manera. 3 De igual manera, cuando la noticia de la orden real llegaba a las distintas provincias donde vivían judíos, estos sentían mucho dolor, ayunaban, lloraban y se lamentaban amargamente. Muchos se vestían de luto y dormían sobre ceniza.

4 Cuando las sirvientas y los guardias de Ester fueron y le contaron lo que ocurría con Mardoqueo, ella se sintió profundamente perturbada y le mandó ropa para que se quitara el luto, pero él se negó. 5 Entonces Ester mandó a buscar a Hatac, uno de los hombres de confianza del rey que había sido puesto a su servicio, y le dijo que fuera a preguntarle a Mardoqueo cuál era el problema y por qué estaba actuando de esa manera. 6 Hatac salió a la plaza de la ciudad y encontró a Mardoqueo en las afueras del palacio. 7 Mardoqueo lo puso al tanto de todo y de los trescientos treinta mil kilos de plata que Amán había prometido entregar a la tesorería del rey a cambio del exterminio de los judíos. 8 Además, Mardoqueo le dio a Hatac una copia del decreto del rey en el que se condenaba a todos los judíos, y le pidió que se lo mostrara a Ester y le contara lo que estaba ocurriendo. También le pidió que le dijera a Ester que fuera a ver al rey y le suplicara que no le hiciera tal mal a su pueblo. 9 Hatac regresó enseguida ante Ester con el mensaje de Mardoqueo. 10 Ester le dijo a Hatac que regresara a Mardoqueo y le dijera: 11 «Todo el mundo sabe que cualquiera, sea hombre o mujer, que entre a la presencia del rey sin ser llamado por él está condenado a morir, a menos que el rey le tienda su cetro de oro. ¡Hace más de un mes que el rey no me llama a su presencia!».

12 Hatac fue y le dio el mensaje de Ester a Mardoqueo. 13 Entonces Mardoqueo le mandó a decir: «¿Piensas que porque estás en el palacio escaparás cuando los otros judíos sean muertos? 14 Si callas en un tiempo como este, Dios salvará a los judíos de alguna otra manera, pero tú y tu familia morirán. ¿Y quién sabe si no es para ayudar a tu pueblo en un momento como este que has llegado a ser reina?».

15 Entonces Ester envió a decir a Mardoqueo: 16 «Ve y reúne a todos los judíos de Susa y pídeles que ayunen por mí. Diles que no coman ni beban durante tres días con sus noches. Yo y mis sirvientas haremos lo mismo. Luego, aunque está estrictamente prohibido, me presentaré ante al rey. ¡Si he de morir, que muera!».

17 Mardoqueo hizo lo que Ester le ordenó.

Petición de Ester al rey Asuero
5 Tres días más tarde, Ester se puso sus vestiduras reales y entró al patio interior, al salón real del palacio, donde el rey estaba sentado en su trono. 2 Cuando el rey vio a la reina Ester que estaba de pie allí, le agradó y le tendió el cetro de oro. Ester se acercó y tocó la punta del cetro.

3 ―¿Qué deseas, reina Ester? —le preguntó el rey—. ¿Cuál es tu petición? Te daré todo lo que quieras, aun cuando sea la mitad del reino.

4 Y Ester replicó:

―Si de verdad Su Majestad quiere complacerme, le suplico que asista, junto con Amán, esta noche a un banquete que he preparado en su honor.

5 El rey se volvió hacia sus sirvientes y les dijo:

―Vayan y díganle a Amán que venga pronto, para que asistamos al banquete que la reina Ester ha preparado.

El rey y Amán asistieron al banquete de Ester. 6 Mientras bebían vino, el rey le volvió a decir a Ester:

―Ahora dime qué es lo que realmente quieres, y yo te lo daré, aun cuando sea la mitad del reino.

7-8 Ester entonces le contestó:

―Mi petición, mi más profundo deseo, es que si Su Majestad me ama, y quiere concederme mis deseos, venga mañana con Amán a otro banquete que he preparado para ustedes, y allí le explicaré de qué se trata.

Odio de Amán contra Mardoqueo
9 ¡Cuán feliz estaba Amán cuando salió del banquete! Pero al pasar por la puerta del palacio notó que Mardoqueo no se puso de pie ni hizo reverencia delante de él, así que se puso furioso. 10 Sin embargo, se refrenó y siguió hasta su casa y reunió a todos sus amigos y a su esposa Zeres, 11 y se jactó delante de ellos acerca de su riqueza, de sus muchos hijos, y de cómo el rey lo había honrado y lo había convertido en el hombre más poderoso del reino, después del mismo rey. 12 Enseguida lanzó su exclamación triunfal:

―Sí, y Ester, la reina, me ha invitado a mí solamente para que vaya con el rey al banquete que ella ha preparado para nosotros. ¡Y nos invitó para otro banquete mañana! 13 Pero todo esto de nada sirve cuando veo que Mardoqueo, el judío que se sienta frente a la puerta del rey, se niega a inclinarse delante de mí.

14 ―Bien— respondió Zeres su esposa, y concordaron con ella todos sus amigos—. Haz preparar una horca de veintidós metros y medio de alto, y en la mañana pídele al rey que haga colgar a Mardoqueo en ella. Cuando esto haya sido realizado, tú podrás seguir alegremente para reunirte con el rey en el banquete.

Esto agradó a Amán inmensamente, y ordenó que fuera construida la horca.

Exaltación de Mardoqueo
6 Aquella noche, al rey se le fue el sueño y ordenó que le leyeran las crónicas de su reino, que estaban en la biblioteca. 2 Leyeron hasta el punto en que se relataba la forma en que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, los dos oficiales del rey, encargados de vigilar la puerta del palacio, que habían planeado asesinar al rey.

3 ―¿Qué recompensa le hemos dado a Mardoqueo por haber hecho esto? —preguntó el rey.

―Nada— respondieron sus oficiales.

4 En ese preciso momento, Amán entraba al patio exterior del palacio, para pedirle al rey que colgara a Mardoqueo en la horca que había preparado. Por eso, el rey preguntó:

―¿Quién está en el patio?

5 ―Es Amán, Su Majestad —le respondieron sus oficiales.

―Díganle que venga —ordenó el rey.

6 Entonces Amán entró y se presentó delante del rey, que le preguntó:

―¿En qué forma honrarías a un hombre al que yo deseo honrar?

Amán pensó: «¿A quién querrá honrar el rey más que a mí?». 7-8 Y respondió:

―Haría traer ropas reales que el rey haya usado, el caballo del rey, la corona real, 9 y ordenaría a los príncipes más nobles del rey que lo vistieran y lo llevaran por las calles montado sobre el caballo del rey, y que fueran anunciando delante de él: “¡De esta manera el rey honra a una persona que le ha agradado!”.

10 ―¡Magnifico! —dijo el rey—. Toma las vestiduras y el caballo, y haz así con Mardoqueo, el judío que trabaja en la puerta real. Hazlo todo en la misma forma que lo has sugerido, sin que se te escape ni un solo detalle.

11 Amán tomó las vestiduras, se las puso a Mardoqueo, lo hizo montar en el caballo del rey, y lo condujo por las calles gritando: «¡De esta manera el rey honra a los que le agradan!».

12 Después de esto, Mardoqueo regresó a su trabajo, pero Amán se retiró a su casa. Se sentía humillado. 13 Cuando les contó a su esposa Zeres y a todos sus amigos lo que había ocurrido, ellos le dijeron:

―Si Mardoqueo es judío, no podrás destruirlo. ¡Oponerte a él será tu derrota!

14 Mientras aún discutían con él, los mensajeros llegaron para conducir a Amán rápidamente al banquete que Ester había preparado.

Humillación y muerte de Amán
7 El rey y Amán llegaron al banquete que Ester les preparó. 2 Nuevamente, mientras bebían vino, el rey le preguntó a la reina Ester:

―¿Cuál es tu petición, reina Ester? ¿Qué es lo que deseas? Cualquier cosa que sea. ¡Te daré hasta la mitad de mi reino!

3 La reina Ester le contestó:

―Si de verdad me he ganado el favor de Su Majestad, y si lo desea, le ruego que salve mi vida y la vida de mi pueblo. 4 Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos a quienes quieren destruirnos. ¡Estamos condenados a la destrucción total! Si sólo hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, yo no me quejaría delante de Su Majestad, pues eso no sería motivo para inquietarlo.

5 ―¿De qué estás hablando? —le preguntó el rey Asuero—. ¿Quién se atrevería a hacerte daño?

6 Ester replicó:

―¡Nuestro enemigo y adversario es este malvado Amán!

Entonces Amán se perturbó delante del rey y de la reina. 7 El rey se levantó y salió del banquete al jardín del palacio. Pero Amán se quedó suplicándole a la reina Ester que le salvara la vida, porque sabía que ya no contaba con la ayuda del rey. 8 Cuando el rey regresó del jardín y entró a la sala, vio que Amán estaba inclinado sobre el sofá donde se hallaba recostada Ester. Entonces, al ver esto, el rey gritó:

―¡Y es que te vas a atrever a violar a la reina aquí mismo en el palacio, delante de mis propios ojos!

Al oír el grito del rey, sus guardias entraron y le cubrieron el rostro a Amán con el velo de los condenados a muerte. 9 Entonces Jarboná, otro de los hombres de confianza del rey, dijo:

―Su Majestad, Amán ordenó construir, en el patio de su casa, una horca de veintidós metros y medio de alto para colgar a Mardoqueo, el hombre que salvó al rey de ser asesinado.

―¡Cuelguen a Amán en ella! —ordenó el rey.

10 Así que colgaron a Amán en la misma horca que había preparado para Mardoqueo, y así se apaciguó la ira del rey.

Nueva Biblia Viva (NBV)
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1 Corintios 12:1-26 Nueva Biblia Viva (NBV)
Los dones espirituales
12 Y ahora, hermanos, deseo hablarles de los dones espirituales porque quiero que los entiendan bien. 2 Como recordarán, antes de convertirse, ustedes solían andar tras los ídolos, ídolos que eran mudos. 3 Por eso les advierto que nadie que dice mensajes del Espíritu puede maldecir a Jesús; y nadie puede decir que «Jesús es el Señor» si el Espíritu Santo no lo está ayudando.

4 Ahora bien, Dios nos da muchas clases de dones, pero el Espíritu Santo es la única fuente de esos dones. 5 Hay diferentes maneras de servir a Dios, pero siempre es a un mismo Señor. 6 Hay muchas maneras en que Dios actúa, pero siempre es un mismo Dios el que realiza todas las cosas en nosotros.

7 El Espíritu Santo le da una manifestación especial a cada uno de nosotros para ayudar a los demás. 8 A unos, Dios les da por medio del Espíritu la capacidad de impartir consejos sabios; otros tienen el don de hablar con mucho conocimiento; y es el mismo Espíritu el que se lo ha dado. 9 A unos les da una fe extraordinaria; a otros, poder para sanar enfermos. 10 A otros les concede el poder de realizar milagros; y a otros el don de profetizar. A unos les da el poder de discernir entre un espíritu malo y el Espíritu de Dios; a otros les concede que puedan hablar en diversas lenguas y aun a otros les da el don de interpretar esas lenguas.

11 Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, y él da tales dones y determina cuál ha de recibir cada uno.

Un cuerpo con muchos miembros
12 El cuerpo humano, aunque es uno, está compuesto de muchos miembros; y esos miembros, aunque son muchos, forman un solo cuerpo. Lo mismo sucede con el cuerpo de Cristo. 13 Hemos sido bautizados en el cuerpo de Cristo por un solo Espíritu, y todos hemos recibido el mismo Espíritu. Algunos somos judíos, otros son gentiles; algunos son esclavos y otros son libres. Pero todos formamos un solo cuerpo.

14 El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. 15 Si el pie dice: «No soy miembro del cuerpo porque no soy mano», ¿dejará por eso de ser miembro del cuerpo? 16 Y si la oreja dice: «No soy miembro del cuerpo porque no soy ojo», ¿dejará por eso de pertenecer al cuerpo? 17 Supongamos que el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Y si el cuerpo entero fuera una oreja, ¿cómo podría oler? 18 Pero Dios colocó los miembros en el cuerpo como mejor le pareció. 19 ¡Qué extraño sería que el cuerpo tuviera un solo miembro! 20 Pero Dios lo hizo con miembros diversos que, en conjunto, forman un cuerpo.

21 El ojo jamás podrá decirle a la mano: «No te necesito». Ni la cabeza puede decirle a los pies: «No los necesito». 22 Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios. 23 Y a los menos importantes, los tratamos con más cuidado; y con esmero tratamos a los que no deben exhibirse. 24 Pero no hacemos lo mismo con los miembros que son más decorosos. Así que Dios armó el cuerpo de tal manera que los miembros que pudieran parecer menos importantes recibieran más honor. 25 Esto hace que no haya divisiones en el cuerpo, sino que cada uno se ocupe de los demás. 26 Si un miembro sufre, los demás miembros sufren con él; y si un miembro recibe algún honor, los demás se regocijan con él.

Nueva Biblia Viva (NBV)
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Salmos 36 Nueva Biblia Viva (NBV)
Al director musical. De David, el siervo del Señor.
36 En el fondo del corazón de los malvados acecha el pecado. No tienen temor de Dios que los refrene. 2 Por el contrario, en su vanidad no pueden ver lo malvado que son. 3 Todo lo que dicen es torcido y engañoso; ya no son sabios ni buenos. 4 Se pasan la noche despiertos, tramando sus perversos planes se aferran a su mal camino, en vez de pensar cómo mantenerse alejados del mal.

5 Tu firme amor, Señor, es grande como los cielos. Tu fidelidad va más allá de las nubes. 6 Tu justicia es como tus poderosos montes. Tus juicios como las profundidades del océano. Por igual te preocupas de los hombres y los animales. 7 ¡Cuán precioso es tu constante amor, Dios! Toda la humanidad se refugia a la sombra de tus alas. 8 Los alimentas con las delicias de tu mesa y les das a beber de tus ríos deleitosos.

9 Porque tú eres la fuente de la vida; nuestra luz viene de tu luz. 10 Derrama tu firme amor sobre los que te conocen y otorgan tu justicia a los de recto corazón. 11 No permitas que estos orgullosos me pisoteen. No dejes que sus perversas manos me traten como estropajo. 12 ¡Mira! Ya han caído. Quedaron derribados para no levantarse más.

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Proverbios 21:21-22 Nueva Biblia Viva (NBV)
21 El que procura la justicia y el amor halla vida y honra.

22 El sabio conquista la ciudad de los más fuertes y derriba el poder en el que ellos confiaban.

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