Tuesday, April 26, 2022

DAB Español, Miércoles 27 de Abril

Día 117, DAB Español, Miércoles 27 de Abril


Jueces 7:1-8:16; Lucas 23:11-43; Salmos 97-98; Proverbios 14:7-8 (Nueva Versión Internacional (NVI))









Jueces 7:1-8:16

Nueva Versión Internacional

Gedeón derrota a los madianitas

7 Yerubaal —es decir, Gedeón— y todos sus hombres se levantaron de madrugada y acamparon en el manantial de Jarod. El campamento de los madianitas estaba al norte de ellos, en el valle que está al pie del monte de Moré. 2 El Señor le dijo a Gedeón: «Tienes demasiada gente para que yo entregue a Madián en sus manos. A fin de que Israel no vaya a jactarse contra mí y diga que su propia fortaleza lo ha librado, 3 anúnciale ahora al pueblo: “¡Cualquiera que esté temblando de miedo, que se vuelva y se retire del monte de Galaad!”» Así que se volvieron veintidós mil hombres, y se quedaron diez mil.

4 Pero el Señor le dijo a Gedeón: «Todavía hay demasiada gente. Hazlos bajar al agua, y allí los seleccionaré por ti. Si digo: “Este irá contigo”, ese irá; pero si digo: “Este no irá contigo”, ese no irá».

5 Gedeón hizo que los hombres bajaran al agua. Allí el Señor le dijo: «A los que laman el agua con la lengua, como los perros, sepáralos de los que se arrodillen a beber».

6 Trescientos hombres lamieron el agua llevándola de la mano a la boca. Todos los demás se arrodillaron para beber. 7 El Señor le dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que lamieron el agua, yo los salvaré; y entregaré a los madianitas en tus manos. El resto, que se vaya a su casa».

8 Entonces Gedeón mandó a los demás israelitas a sus carpas, pero retuvo a los trescientos, los cuales se hicieron cargo de las provisiones y de las trompetas de los otros.

El campamento de Madián estaba situado en el valle, más abajo del de Gedeón. 9 Aquella noche el Señor le dijo a Gedeón: «Levántate y baja al campamento, porque voy a entregar en tus manos a los madianitas. 10 Si temes atacar, baja primero al campamento, con tu criado Furá, 11 y escucha lo que digan. Después de eso cobrarás valor para atacar el campamento».

Así que él y Furá, su criado, bajaron hasta los puestos de los centinelas, en las afueras del campamento. 12 Los madianitas, los amalecitas y todos los otros pueblos del oriente que se habían establecido en el valle eran numerosos como langostas. Sus camellos eran incontables, como la arena a la orilla del mar.

13 Gedeón llegó precisamente en el momento en que un hombre le contaba su sueño a un amigo.

—Tuve un sueño —decía—, en el que un pan de cebada llegaba rodando al campamento madianita, y con tal fuerza golpeaba una carpa que esta se volteaba y se venía abajo.

14 Su amigo le respondió:

—Esto no significa otra cosa que la espada del israelita Gedeón hijo de Joás. ¡Dios ha entregado en sus manos a los madianitas y a todo el campamento!

15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, se postró en adoración. Luego volvió al campamento de Israel y ordenó: «¡Levántense! El Señor ha entregado en manos de ustedes el campamento madianita».

16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres compañías y distribuyó entre todos ellos trompetas y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros. 17 «Mírenme —les dijo—. Sigan mi ejemplo. Cuando llegue a las afueras del campamento, hagan exactamente lo mismo que me vean hacer. 18 Cuando yo y todos los que están conmigo toquemos nuestras trompetas, ustedes también toquen las suyas alrededor del campamento, y digan: “Por el Señor y por Gedeón”».

19 Gedeón y los cien hombres que iban con él llegaron a las afueras del campamento durante el cambio de guardia, cuando estaba por comenzar el relevo de medianoche. Tocaron las trompetas y estrellaron contra el suelo los cántaros que llevaban en sus manos. 20 Las tres compañías tocaron las trompetas e hicieron pedazos los cántaros. Tomaron las antorchas en la mano izquierda y, sosteniendo en la mano derecha las trompetas que iban a tocar, gritaron: «¡Desenvainen sus espadas, por el Señor y por Gedeón!» 21 Como cada hombre se mantuvo en su puesto alrededor del campamento, todos los madianitas salieron corriendo y dando alaridos mientras huían.

22 Al sonar las trescientas trompetas, el Señor hizo que los hombres de todo el campamento se atacaran entre sí con sus espadas. El ejército huyó hasta Bet Sitá, en dirección a Zererá, hasta la frontera de Abel Mejolá, cerca de Tabat. 23 Entonces se convocó a los israelitas de Neftalí y Aser, y a toda la tribu de Manasés, y estos persiguieron a los madianitas. 24 Por toda la región montañosa de Efraín, Gedeón envió mensajeros que decían: «Desciendan contra los madianitas, y apodérense antes que ellos de los vados del Jordán, hasta Bet Bará».

Se convocó entonces a todos los hombres de Efraín, y estos se apoderaron de los vados del Jordán, hasta Bet Bará. 25 También capturaron a Oreb y Zeb, los dos jefes madianitas. A Oreb lo mataron en la roca de Oreb, y a Zeb en el lagar de Zeb. Luego de perseguir a los madianitas, llevaron la cabeza de Oreb y de Zeb a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán.

Zeba y Zalmuna

8 Los de la tribu de Efraín le dijeron a Gedeón:

—¿Por qué nos has tratado así? ¿Por qué no nos llamaste cuando fuiste a luchar contra los madianitas?

Y se lo reprocharon severamente.

2 —¿Qué hice yo, comparado con lo que hicieron ustedes? —replicó él—. ¿No valen más los rebuscos de las uvas de Efraín que toda la vendimia de Abiezer? 3 Dios entregó en manos de ustedes a Oreb y a Zeb, los jefes madianitas. Comparado con lo que hicieron ustedes, ¡lo que yo hice no fue nada!

Al oír la respuesta de Gedeón, se calmó el resentimiento de ellos contra él.

4 Gedeón y sus trescientos hombres, agotados pero persistiendo en la persecución, llegaron al Jordán y lo cruzaron. 5 Allí Gedeón dijo a la gente de Sucot:

—Denles pan a mis soldados; están agotados y todavía estoy persiguiendo a Zeba y a Zalmuna, los reyes de Madián.

6 Pero los jefes de Sucot le respondieron:

—¿Acaso tienes ya en tu poder las manos de Zeba y Zalmuna? ¿Por qué tendríamos que darle pan a tu ejército?

7 Gedeón contestó:

—¡Está bien! Cuando el Señor haya entregado en mis manos a Zeba y a Zalmuna, les desgarraré a ustedes la carne con espinas y zarzas del desierto.

8 Desde allí subió a Peniel[a] y les pidió lo mismo. Pero los de Peniel le dieron la misma respuesta que los hombres de Sucot. 9 Por eso les advirtió a los hombres de Peniel: «Cuando yo vuelva victorioso, derribaré esta torre».

10 Zeba y Zalmuna estaban en Carcor con una fuerza de quince mil guerreros, que era todo lo que quedaba de los ejércitos del oriente, pues habían caído en batalla ciento veinte mil soldados. 11 Gedeón subió por la ruta de los nómadas, al este de Noba y Yogbea, y atacó al ejército cuando este se creía seguro. 12 Huyeron Zeba y Zalmuna, los dos reyes de Madián, pero él los persiguió y los capturó, aterrorizando a todo el ejército.

13 Cuando Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla por el paso de Jeres, 14 capturó a un joven de Sucot y lo interrogó. Entonces el joven le anotó los nombres de los setenta y siete jefes y ancianos de Sucot. 15 Luego Gedeón fue y les dijo a los hombres de Sucot: «Aquí están Zeba y Zalmuna, por causa de quienes se burlaron de mí al decir: “¿Acaso tienes ya en tu poder las manos de Zeba y Zalmuna? ¿Por qué tendríamos que darles pan a tus hombres que están agotados?”» 16 Se apoderó de los ancianos de la ciudad, tomó espinos y zarzas del desierto, y castigando con ellos a los hombres de Sucot les enseñó quién era él.

Footnotes

  1. 8:8 Peniel. Alt. Penuel; también en vv. 9 y 17.

Lucas 23:11-43

Nueva Versión Internacional

11 Entonces Herodes y sus soldados, con desprecio y burlas, le pusieron un manto lujoso y lo mandaron de vuelta a Pilato. 12 Anteriormente, Herodes y Pilato no se llevaban bien, pero ese mismo día se hicieron amigos.

13 Pilato entonces reunió a los jefes de los sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, 14 y les dijo:

—Ustedes me trajeron a este hombre acusado de fomentar la rebelión entre el pueblo, pero resulta que lo he interrogado delante de ustedes sin encontrar que sea culpable de lo que ustedes lo acusan. 15 Y es claro que tampoco Herodes lo ha juzgado culpable, puesto que nos lo devolvió. Como pueden ver, no ha cometido ningún delito que merezca la muerte, 16 así que le daré una paliza y después lo soltaré.[a]

18 Pero todos gritaron a una voz:

—¡Llévate a ese! ¡Suéltanos a Barrabás!

19 A Barrabás lo habían metido en la cárcel por una insurrección en la ciudad, y por homicidio. 20 Pilato, como quería soltar a Jesús, apeló al pueblo otra vez, 21 pero ellos se pusieron a gritar:

—¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

22 Por tercera vez les habló:

—Pero ¿qué crimen ha cometido este hombre? No encuentro que él sea culpable de nada que merezca la pena de muerte, así que le daré una paliza y después lo soltaré.

23 Pero a voz en cuello ellos siguieron insistiendo en que lo crucificara, y con sus gritos se impusieron. 24 Por fin Pilato decidió concederles su demanda: 25 soltó al hombre que le pedían, el que por insurrección y homicidio había sido echado en la cárcel, y dejó que hicieran con Jesús lo que quisieran.

La crucifixión

26 Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. 27 Lo seguía mucha gente del pueblo, incluso mujeres que se golpeaban el pecho, lamentándose por él. 28 Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:

—Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. 29 Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: “¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!” 30 Entonces

»“dirán a las montañas: ‘¡Caigan sobre nosotros!’,

    y a las colinas: ‘¡Cúbrannos!’ ”[b]

31 Porque, si esto se hace cuando el árbol está verde, ¿qué no sucederá cuando esté seco?»

32 También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados. 33 Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.

34 —Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen.[c]

Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.

35 La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los gobernantes estaban burlándose de él.

—Salvó a otros —decían—; que se salve a sí mismo si es el Cristo de Dios, el Escogido.

36 También los soldados se acercaron para burlarse de él. Le ofrecieron vinagre 37 y le dijeron:

—Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

38 Resulta que había sobre él un letrero, que decía: «Este es el Rey de los judíos».

39 Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo:

—¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!

40 Pero el otro criminal lo reprendió:

—¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? 41 En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; este, en cambio, no ha hecho nada malo.

42 Luego dijo:

—Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.

43 —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.

Footnotes

  1. 23:16 soltaré. Var. soltaré. 17 Ahora bien, durante la fiesta tenía la obligación de soltarles un preso (véanse Mt 27:15 y Mr 15:6).

  2. 23:30 Os 10:8

  3. 23:34 Var. no incluye esta oración.

Salmos 97-98

Nueva Versión Internacional

97 ¡El Señor es rey!

    ¡Regocíjese la tierra!

    ¡Alégrense las costas más remotas!

2 Oscuros nubarrones lo rodean;

    la rectitud y la justicia son la base de su trono.

3 El fuego va delante de él

    y consume a los adversarios que lo rodean.

4 Sus relámpagos iluminan el mundo;

    al verlos, la tierra se estremece.

5 Ante el Señor, dueño de toda la tierra,

    las montañas se derriten como cera.

6 Los cielos proclaman su justicia,

    y todos los pueblos contemplan su gloria.

7 Sean avergonzados todos los idólatras,

    los que se jactan de sus ídolos inútiles.

    ¡Póstrense ante él todos los dioses!

8 Señor, por causa de tus juicios

    Sión escucha esto y se alegra,

    y las ciudades de Judá se regocijan.

9 Porque tú eres el Señor Altísimo,

    por encima de toda la tierra.

    ¡Tú estás muy por encima de todos los dioses!

10 El Señor ama[a] a los que odian[b] el mal;

    él protege la vida de sus fieles,

    y los libra de manos de los impíos.

11 La luz se esparce sobre los justos,

    y la alegría sobre los rectos de corazón.

12 Alégrense en el Señor, ustedes los justos,

    y alaben su santo nombre.

Salmo.

98 Canten al Señor un cántico nuevo,

    porque ha hecho maravillas.

Su diestra, su santo brazo,

    ha alcanzado la victoria.

2 El Señor ha hecho gala de su triunfo;

    ha mostrado su justicia a las naciones.

3 Se ha acordado de su amor y de su fidelidad

    por el pueblo de Israel;

¡todos los confines de la tierra son testigos

    de la salvación de nuestro Dios!

4 ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!

    ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!

5 ¡Canten salmos al Señor al son del arpa,

    al son del arpa y de coros melodiosos!

6 ¡Aclamen alegres al Señor, el Rey,

    al son de clarines y trompetas!

7 ¡Brame el mar y todo lo que él contiene;

    el mundo y todos sus habitantes!

8 ¡Batan palmas los ríos,

    y canten jubilosos todos los montes!

9 Canten delante del Señor,

    que ya viene a juzgar la tierra.

Y juzgará al mundo con justicia,

    a los pueblos con equidad.

Footnotes

  1. 97:10 El Señor ama (lectura probable); Los que aman al Señor (TM).

  2. 97:10 a los que odian (Siríaca y algunos mss. hebreos); ustedes odian (TM).

Proverbios 14:7-8

Nueva Versión Internacional

7 Manténte a distancia del necio,

    pues en sus labios no hallarás conocimiento.

8 La sabiduría del prudente es discernir sus caminos,

    pero al necio lo engaña su propia necedad.

Nueva Versión Internacional (NVI)

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