Monday, July 10, 2023

DAB Español, Martes 11 de Julio

Día 192, DAB Español, Martes 11 de Julio


1 Crónicas 11:1-12:18; Hechos 28:1-31; Salmos 9:1-12; Proverbios 19:1-3 (Nueva Versión Internacional (NVI))








1 Crónicas 11:1-12:18

Nueva Versión Internacional

Proclamación de David como rey de Israel


11 Todos los israelitas se reunieron con David en Hebrón y le dijeron: «Su Majestad y nosotros somos de la misma sangre. 2 Ya desde antes, cuando Saúl era rey, usted dirigía a Israel en sus campañas. Además, el Señor su Dios le dijo a Su Majestad: “Tú guiarás a mi pueblo Israel y lo gobernarás”». 3 Así pues, todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón para hablar con el rey, quien hizo allí un pacto con ellos en presencia del Señor. Después de eso, ungieron a David para que fuera rey sobre Israel, conforme a lo que el Señor había dicho por medio de Samuel.

David conquista Jerusalén


4 David y todos los israelitas marcharon contra Jebús (que es Jerusalén), la cual estaba habitada por los jebuseos. 5 Estos le dijeron a David: «¡No entrarás aquí!» Pero David se apoderó de la fortaleza de Sión, que también se conoce como la Ciudad de David. 6 Y es que había prometido: «Al primero que mate a un jebuseo lo nombraré comandante en jefe».


El primero en matar a un jebuseo fue Joab hijo de Sarvia, por lo cual fue nombrado jefe. 7 David se estableció en la fortaleza, y por eso la llamaron «Ciudad de David». 8 Luego edificó la ciudad, desde el terraplén hasta sus alrededores, y Joab reparó el resto de la ciudad. 9 Y David se fortaleció más y más, porque el Señor Todopoderoso estaba con él.

Jefes del ejército de David


10 Estos fueron los jefes del ejército de David, quienes lo apoyaron durante su reinado y se unieron a todos los israelitas para proclamarlo rey, conforme a lo que el Señor dijo acerca de Israel. 11 Esta es la lista de los soldados más valientes de David:


Yasobeán hijo de Jacmoní, que era el principal de los tres[a] más famosos, en una batalla mató con su lanza a trescientos hombres. 12 En segundo lugar estaba Eleazar hijo de Dodó el ajojita, que también era uno de los más famosos. 13 Estuvo con David en Pasdamín, donde los filisteos se habían reunido para la batalla. Allí había un campo sembrado de cebada y, cuando el ejército huía ante los filisteos, 14 los oficiales se plantaron en medio del campo y lo defendieron, matando a los filisteos. Así el Señor los salvó y les dio una gran victoria.


15 En otra ocasión, tres de los treinta más valientes fueron a la roca, hasta la cueva de Adulán, donde estaba David; y el ejército filisteo acampaba en el valle de Refayin. 16 David se encontraba en su fortaleza, y en ese tiempo había una guarnición filistea en Belén. 17 Como David tenía mucha sed, exclamó: «¡Ojalá pudiera yo beber agua del pozo que está a la entrada de Belén!» 18 Entonces los tres valientes se metieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo de Belén, y se la llevaron a David. Pero David no quiso beberla, sino que derramó el agua en honor al Señor 19 y declaró solemnemente: «¡Que Dios me libre de beberla! ¿Cómo podría yo beber la sangre de quienes han puesto su vida en peligro? ¡Se jugaron la vida para traer el agua!» Y no quiso beberla.


Tales hazañas hicieron estos tres héroes.


20 Abisay, el hermano de Joab, estaba al mando de los tres y ganó fama entre ellos. En cierta ocasión, lanza en mano atacó y mató a trescientos hombres. 21 Se destacó mucho más que los tres valientes, y llegó a ser su jefe, pero no fue contado entre ellos.


22 Benaías hijo de Joyadá era un guerrero de Cabsel que realizó muchas hazañas. Derrotó a dos de los mejores hombres[b] de Moab, y en otra ocasión, cuando estaba nevando, se metió en una cisterna y mató un león. 23 También derrotó a un egipcio que medía como dos metros y medio,[c] y que empuñaba una lanza del tamaño de un rodillo de telar. Benaías, que no llevaba más que un palo, le arrebató la lanza y lo mató con ella. 24 Tales hazañas hizo Benaías hijo de Joyadá, y también él ganó fama como los tres valientes, 25 pero no fue contado entre ellos, aunque se destacó más que los treinta valientes. Además, David lo puso al mando de su guardia personal.


26 Los soldados más distinguidos eran:


Asael, hermano de Joab; Eljanán hijo de Dodó, de Belén; 27 Samot el harorita, Heles el pelonita, 28 Irá hijo de Iqués el tecoíta; Abiezer el anatotita; 29 Sibecay el jusatita, Ilay el ajojita, 30 Maray el netofatita, Jéled hijo de Baná el netofatita; 31 Itay hijo de Ribay, el de Guibeá de los benjaminitas; Benaías el piratonita; 32 Juray, del arroyo de Gaas; Abiel el arbatita; 33 Azmávet el bajurinita; Elijaba el salbonita; 34 los hijos de Jasén el guizonita; Jonatán hijo de Sague el ararita, 35 Ahían hijo de Sacar el ararita, Elifal hijo de Ur, 36 Héfer el mequeratita, Ahías el pelonita, 37 Jezró, de Carmel; Naray hijo de Ezbay, 38 Joel, hermano de Natán; Mibar hijo de Hagrí, 39 Sélec el amonita, Najaray el berotita, que fue escudero de Joab hijo de Sarvia; 40 Irá el itrita, Gareb el itrita, 41 Urías el hitita, Zabad hijo de Ajlay, 42 Adiná hijo de Sizá el rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta hombres con él; 43 Janán hijo de Macá; Josafat el mitnita, 44 Uzías el astarotita, Sama y Jehiel, hijos de Jotán el aroerita; 45 Jediael hijo de Simri, y su hermano Yojá el tizita; 46 Eliel el majavita; Jerebay y Josavía, hijos de Elnán; Itmá el moabita, 47 Eliel, Obed y Jasiel, de Sobá.

Guerreros que se unieron a David


12 Estos fueron los guerreros que se unieron a David en Siclag cuando este se encontraba desterrado por causa de Saúl hijo de Quis. Ellos lo ayudaron en tiempos de guerra. 2 Eran arqueros que podían lanzar piedras y disparar flechas con ambas manos.


De los benjaminitas parientes de Saúl:


3 el jefe Ajiezer y Joás, que eran hijos de Semá de Guibeá; Jeziel y Pélet hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, oriundos de Anatot; 4 Ismaías el gabaonita, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, 5 Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita; 6 los coreítas Elcaná, Isías, Azarel, Joezer y Yasobeán, 7 Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, oriundos de Guedor.


8 También algunos de los gaditas se unieron a David cuando se encontraba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, preparados para la guerra, hábiles en el manejo del escudo y de la lanza, feroces como leones y veloces como gacelas monteses. 9 Se llamaban: Ezer, el primero; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; 10 Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; 11 Atay, el sexto; Eliel, el séptimo; 12 Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; 13 Jeremías, el décimo, y Macbanay, el undécimo. 14 Estos gaditas eran jefes del ejército; el menor de ellos valía por cien, y el mayor, por mil. 15 Fueron ellos quienes atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando el río se desbordó por sus dos riberas, e hicieron huir a los habitantes de los valles hacia el este y el oeste.


16 También algunos guerreros de las tribus de Benjamín y de Judá se unieron a David en la fortaleza. 17 David salió a su encuentro y les dijo:


—Si vienen en son de paz y para ayudarme, los aceptaré; pero, si vienen para entregarme a mis enemigos, ¡que el Dios de nuestros padres lo vea y lo castigue, pues yo no soy ningún criminal!


18 Y el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y este exclamó:


«¡Somos tuyos, David!

¡Estamos contigo, hijo de Isaí!

¡Tres veces deseamos la paz

a ti y a quien te brinde su ayuda!

     ¡Y quien te ayuda es tu Dios!»


David los recibió y los puso entre los jefes de la tropa.

Footnotes


11:11 tres (mss. de LXX); treinta (TM).

11:22 dos de los mejores hombres. Alt. los dos [hijos] de Ariel.

11:23 dos metros y medio. Lit. cinco codos.


Hechos 28

Nueva Versión Internacional

En la isla de Malta


28 Una vez a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. 2 Los isleños nos trataron con toda clase de atenciones. Encendieron una fogata y nos invitaron a acercarnos, porque estaba lloviendo y hacía frío. 3 Sucedió que Pablo recogió un montón de leña y la estaba echando al fuego cuando una víbora que huía del calor se le prendió en la mano. 4 Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí: «Sin duda este hombre es un asesino, pues aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a consentir que siga con vida». 5 Pero Pablo sacudió la mano y la serpiente cayó en el fuego, y él no sufrió ningún daño. 6 La gente esperaba que se hinchara o cayera muerto de repente, pero, después de esperar un buen rato y de ver que nada extraño le sucedía, cambiaron de parecer y decían que era un dios.


7 Cerca de allí había una finca que pertenecía a Publio, el funcionario principal de la isla. Este nos recibió en su casa con amabilidad y nos hospedó durante tres días. 8 El padre de Publio estaba en cama, enfermo con fiebre y disentería. Pablo entró a verlo y, después de orar, le impuso las manos y lo sanó. 9 Como consecuencia de esto, los demás enfermos de la isla también acudían y eran sanados. 10 Nos colmaron de muchas atenciones y nos proveyeron de todo lo necesario para el viaje.

Llegada a Roma


11 Al cabo de tres meses en la isla, zarpamos en un barco que había invernado allí. Era una nave de Alejandría que tenía por insignia a los dioses Dióscuros.[a] 12 Hicimos escala en Siracusa, donde nos quedamos tres días. 13 Desde allí navegamos bordeando la costa y llegamos a Regio. Al día siguiente se levantó el viento del sur, y al segundo día llegamos a Poteoli. 14 Allí encontramos a algunos creyentes que nos invitaron a pasar una semana con ellos. Y por fin llegamos a Roma. 15 Los hermanos de Roma, habiéndose enterado de nuestra situación, salieron hasta el Foro de Apio y Tres Tabernas a recibirnos. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo. 16 Cuando llegamos a Roma, a Pablo se le permitió tener su domicilio particular, con un soldado que lo custodiara.

Pablo predica bajo custodia en Roma


17 Tres días más tarde, Pablo convocó a los dirigentes de los judíos. Cuando estuvieron reunidos, les dijo:


—A mí, hermanos, a pesar de no haber hecho nada contra mi pueblo ni contra las costumbres de nuestros antepasados, me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los romanos. 18 Estos me interrogaron y quisieron soltarme por no ser yo culpable de ningún delito que mereciera la muerte. 19 Cuando los judíos se opusieron, me vi obligado a apelar al emperador, pero no porque tuviera alguna acusación que presentar contra mi nación. 20 Por este motivo he pedido verlos y hablar con ustedes. Precisamente por la esperanza de Israel estoy encadenado.


21 —Nosotros no hemos recibido ninguna carta de Judea que tenga que ver contigo —le contestaron ellos—, ni ha llegado ninguno de los hermanos de allá con malos informes o que haya hablado mal de ti. 22 Pero queremos oír tu punto de vista, porque lo único que sabemos es que en todas partes se habla en contra de esa secta.


23 Señalaron un día para reunirse con Pablo, y acudieron en mayor número a la casa donde estaba alojado. Desde la mañana hasta la tarde estuvo explicándoles y testificándoles acerca del reino de Dios y tratando de convencerlos respecto a Jesús, partiendo de la ley de Moisés y de los profetas. 24 Unos se convencieron por lo que él decía, pero otros se negaron a creer. 25 No pudieron ponerse de acuerdo entre sí, y comenzaron a irse cuando Pablo añadió esta última declaración: «Con razón el Espíritu Santo les habló a sus antepasados por medio del profeta Isaías diciendo:


26

»“Ve a este pueblo y dile:

‘Por mucho que oigan, no entenderán;

por mucho que vean, no percibirán’.

27

Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible;

se les han embotado los oídos,

y se les han cerrado los ojos.

De lo contrario, verían con los ojos,

oirían con los oídos,

entenderían con el corazón

y se convertirían, y yo los sanaría”.[b]


28 »Por tanto, quiero que sepan que esta salvación de Dios se ha enviado a los gentiles, y ellos sí escucharán».[c]


30 Durante dos años completos permaneció Pablo en la casa que tenía alquilada, y recibía a todos los que iban a verlo. 31 Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin impedimento y sin temor alguno.

Footnotes


28:11 Dioses gemelos de la mitología griega, probablemente Cástor y Pólux.

28:27 Is 6:9,10

28:28 escucharán». Var. escucharán». 29 Después que él dijo esto, los judíos se fueron, discutiendo acaloradamente entre ellos.


Salmos 9:1-12

Nueva Versión Internacional

Al director musical. Sígase la tonada de «La muerte del hijo». Salmo de David.

Álef


9 Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,

y contar todas tus maravillas.

2

Quiero alegrarme y regocijarme en ti,

y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.

Bet


3

Mis enemigos retroceden;

tropiezan y perecen ante ti.

4

Porque tú me has hecho justicia, me has vindicado;

tú, juez justo, ocupas tu trono.

Guímel


5

Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados;

¡para siempre borraste su memoria!

6

Desgracia sin fin cayó sobre el enemigo;

arrancaste de raíz sus ciudades,

y hasta su recuerdo se ha desvanecido.

He


7

Pero el Señor reina por siempre;

para emitir juicio ha establecido su trono.

8

Juzgará al mundo con justicia;

gobernará a los pueblos con equidad.

Vav


9

El Señor es refugio de los oprimidos;

es su baluarte en momentos de angustia.


10

En ti confían los que conocen tu nombre,

porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.

Zayin


11

Canten salmos al Señor, el rey de Sión;

proclamen sus proezas entre las naciones.

12

El vengador de los inocentes[a] se acuerda de ellos;

no pasa por alto el clamor de los afligidos.

Footnotes


9:12 vengador de los inocentes. Lit. vengador de sangres.


Proverbios 19:1-3

Nueva Versión Internacional


19 Más vale ser pobre e intachable

que necio y embustero.


2

El afán sin conocimiento no vale nada;

mucho yerra quien mucho corre.


3

La necedad del hombre le hace perder el rumbo,

y para colmo su corazón se irrita contra el Señor.

Nueva Versión Internacional (NVI)


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